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lunes, 29 de febrero de 2016

20 AÑOS DEL "BEAT" DE BOWERY ELECTRIC .:. Canciones Minimalistas Para Iluminados


1996 fue un año pletórico de radiaciones visionarias en lo que respecta al panorama peruano de avanzada como al internacional. 

Por esos años había igniciado ya la movida Crisálida Sónica del que fui parte activa. Grupos como Azul en Silencio/Espira, Diosmehaviolado/Evamuss, Avalonia/Fractal, Catervas/Cíclica, etc. elevábamos la Lima de esos años. Estábamos interesados en la experimentación sónica espacial post-rocker al interior de nuestros avatares, pero también en lo realizado por nuestros contemporáneos en otras latitudes. 

De esa forma descubrimos verdaderas gemas de la Historia oculta(da) de la Música made in 90’s: Third Eye Foundation, Flowchart, Main, Labradford, Azusa Plane, Windy & Carl, Tomorrowland, Spacetime Continuum, Indicate, Stars of the Lid… Uno de esos manjares fue, qué duda cabe, Bowery Electric.


El primer disco que llegó a mis manos de la dupla conformada por Martha Schwendener y Lawrence Chandler sería a la sazón “Beat” (Kranky, 1996). Construido empleando drones, laptops, susurros extasiados y samplers, “Beat” fue el perfecto balance entre el pseudo shoegaze de su primer opus -
Bowery Electric (Kranky, 1995)- y el trip hop que luego explorarían en su canto de cisne “Lushlife” (Beggars Banquet, 1999). En una entrevista que le realicé allá por el 2000, Chandler me contaría que en definitiva ellos no consideraban su debut como un disco afecto a los cánones del shoegaze. Incluso me comentó que al grabarlo ni siquiera había escuchado la obra de My Bloody Valentine.

“Beat” fue un fantástico remezón para varios en la escena de avanzada en la Lima de los 90’s. Eran los tiempos del auge del fujimorismo, el inicio de la era internet, la TV por cable, la "democratización" de la tecnología, etc. Siempre me he preguntado si la tecnología ha devenido en inclusiva o si más bien nos ha capturado a todos en su lógica consumista/materialista. En la ciudad ya se respiraba aquel vaho de bastardización de la cultura que los diarios chicha y la tv basura instalaron para quedarse. Un panorama replicado en la actualidad por todos los medios masivos privados. Tal contexto obligaba a los melómanos a replegarse en la música con mayor pasión. Después de todo no teníamos nada que perder, ya todo estaba podrido y las drogas –siempre presentes- ayudaban en mucho a "limpiarnos", a sacudirnos de la carroña.


Había leído la recomendación de este artefacto en algún lugar de la web, así que cuando un colega de la universidad me pidió darle una lista de discos para traerse de yankeelandia, incluí este de Bowery. Ya con los cds en Lima, en las encerronas escuchándolos, descubrí un mundo donde el minimalismo de LaMonte Young y Terry Riley se fundía innovadoramente con el sonido de Seefeel, Bark Psychosis y con  la sempiterna estela de Kevin Shields y cía. El resultado era seductor e hipnótico y el feeling que transportaba era capaz de hacer del letargo una bendición redentora, un acontecimiento visionario.


Temas como “Beat” –quizás la gema más influenciadora de este documento, a años luz del sonido de sellos como Morr Music: Tony Conrad danzando extasiado en una rave llena de drones, ángeles y ritmos mesmerizantes- o “Fear of Flying” denotaban una personalidad única en la escena. Las percusiones en plan hip-hop y el bajo marcadamente dub hacían de las suyas en nuestros adolescentes cerebros. Las líricas de “Beat”: “Words are just words, words are only noise” casi en plan semiótico, resultarían chocantes para los indie rockers de ese entonces y aún de hoy, tan afectos a ponderar una canción por el peso de su letra. Esto era tan simple y directo que horadaba el entendimiento.



“Without Stopping” era otra de las majestuosas epifanías del álbum. Construido en base a una percusión techno ambient y unas violas planeadoras con harto reverb y delay, decantaba paraísos perdidos en forma de feedbacks. La voz de Martha Schwenderer rezaba una plegaria a algún dios extasiado desde el inicio de los tiempos, el cual ya solo podía entender alabanzas y clamores semejantes.  Un alto himno del post-rock norteamericano. Bandas como Godspeed You! Black Emperor o Explosions in the Sky son una mala broma a su lado.

El disco contenía no solo breves experimentos instrumentales a la manera de pa(i)sajes aislacionistas, madrigueras sónicas donde poner a tu alma divagar como en el purgatorio -“Looped”, “Under the Sun”-, pero también canciones en donde baterías acústicas desplazaban a sus pares electrosónicos cortesía de Wayne Magruder de los locazos Calla. Por esas temporadas algunos colegas de la escena local eran de la opinión de que este detalle le confería clase/distinción a los Bowery


“Inside Out” o “Coming Down” (“close your eyes we are coming down, close your eyes we are coming down”), en la voz de Lawrence Chandler, añadían un matiz químico dependiente al sonido de la dupla. Con la presencia de percusiones acústicas las guitarras relucían mucho más. Todo se transformaba en una corriente de electricidad que ingresaba placenteramente a tu cuerpo. El minimalismo convertido en religión. Una “doctrina” de la que estos músicos newyorkinos abjurarían luego.

“Postscript” era la coda perfecta para un disco tan extraño y hermoso como “Beat”. Más que una pieza espacial de corte minimal era una declaración de principios. Un manifiesto. 17 eternales minutos en los que flotar a tus anchas sin preocuparte por nada más que volar y quebrar tu mente. Estallar en colores y renacer espiritualmente a una nueva música donde el sonido se apoderará de tu existencia. Frecuencias, texturas, timbres y más lujuriosas frecuencias pasaban ante ti, estimulando tu mente y alma como nada/nadie lo había hecho antes. Metamúsica que le dicen.


Honestamente creo que la vida sin este tipo de experiencias no merece ser vivida. Atrás quedó la pose arty y snob, los peinados y la ropita de moda. Ídem con los avejentados sonidos de los (indie) rockers de siempre. Post-Rock fue lo más transgresor que el planeta musical internacional vivió hasta estos días. Y ello muy a pesar de la bastardización que sufriera esta corriente por parte de los medios y la industria interesada en vender gato por liebre. “Vertigo” (Beggars Banquet, 1997), el doble álbum de remixes de Bowery Electric, confirma letra por letra lo dicho en estas líneas. Un año después, ya en 1998, Martha y Lawrence se encargarían de (re)firmar su sentencia como los sublimes gurús que siempre fueron: “Things’ll Never Be The Same” (Various – A Tribute to Spacemen 3, [Rocket Girl, 1998]).
Ciertamente el rock está ya bien muerto. Al menos para los más inquietos e insatisfechos.

Los amamos maestros.


Wilder Gonzales Agreda.

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barbarismos

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El Comité empezó a ser acosado por la policía. Hipólito Salazar, que había fundado la Federación Indígena Obrera Regional Peruana, fue deportado. Urviola enfermó de tuberculosis y falleció el 27 de enero de 1925. Cuando enterraron a Urviola varios dirigentes de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo no pudieron asistir a su velatorio en el local de la Federación de Choferes, en la calle Sandia. El sepelio fue multitudinario. Los ejércitos particulares de los hacendados se dedicaron a quemar las escuelas que el Comité había abierto en diversos puntos del interior del Perú y persiguieron también a sus alumnos y profesores. Antes de la sublevación de Huancané de 1923, fusilaron a tres campesinos de Wilakunka solo porque asistían a una de estas escuelas. El año siguiente, durante una inspección que realizó a las comunidades de Huancané, el Obispo de Puno, Monseñor Cossío, constató la acción vandálica de los terratenientes que habían incendiado más de sesenta locales escolares. No contentos con quemar las escuelas que organizaba el Comité y asesinar a sus profesores o alumnos, los gamonales presionaron a las autoridades locales para que apresen a los delegados indígenas y repriman a los campesinos que los apoyaban. Entre 1921 y 1922, diversos prefectos y subprefectos perpetraron crímenes y atropellos. Hubo casos donde fueron los mismos gamonales los que se encargaron de asesinar a los delegados de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo. Domingo Huarca, delegado de los comuneros de Tocroyoc, departamento del Cusco, quien había estado en Lima tramitando memoriales, fue brutalmente asesinado. Los gamonales primero lo maltrataron, después le sacaron los ojos y finalmente lo colgaron de la torre de una iglesia. Vicente Tinta Ccoa, del subcomité de Macusani, en Puno, que fue asesinado por los gamonales del lugar. En agosto de 1927, la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo dejó de funcionar luego que, mediante una resolución suprema, el gobierno de Leguía prohibió su funcionamiento en todo el país. Gran parte de la promoción de líderes indígenas que se forjó con la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo engrosó los nuevos movimientos sociales que iban a desembocar en la formación del Partido Comunista y el Partido Aprista. Fueron los casos de Ezequiel Urviola, Hipólito Salazar y Eduardo Quispe y Quispe, que fueron atraídos por la prédica socialista de José Carlos Mariátegui; o de Juan Hipólito Pévez y Demetrio Sandoval, que se acercaron a Víctor Raúl Haya de la Torre y el Partido Aprista. En 1931, después del derrocamiento de Leguía y la muerte de Mariátegui, el Partido Socialista, convertido en Partido Comunista, lanzó la candidatura del indígena Eduardo Quispe y Quispe a la Presidencia de la República. HÉCTOR BÉJAR.

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realismo capitalista peruano, ¡ja, ja!

rojo 2

es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del capitalismo

En tercer lugar, un dato: una generación entera nació después de la caída del Muro de Berlín. En las décadas de 1960 y 1970, el capitalismo enfrentaba el problema de cómo contener y absorber las energías externas. El problema que posee ahora es exactamente el opuesto: habiendo incorporado cualquier cosa externa de manera en extremo exitosa, ¿puede todavía funcionar sin algo ajeno que colonizar y de lo que apropiarse? Para la mayor parte de quienes tienen menos de veinte años en Europa o los Estados Unidos, la inexistencia de alternativas al capitalismo ya ni siquiera es un problema. El capitalismo ocupa sin fisuras el horizonte de lo pensable. Jameson acostumbraba a detallar con horror la forma en que el capitalismo penetraba en cada poro del inconsciente; en la actualidad, el hecho de que el capitalismo haya colonizado la vida onírica de la población se da por sentado con tanta fuerza que ni merece comentario. Sería peligroso y poco conducente, sin embargo, imaginar el pasado inmediato como un estado edénico rico en potencial político, y por lo mismo resulta necesario recordar el rol que desempeñó la mercantilización en la producción de cultura a lo largo del siglo XX. El viejo duelo entre el détournement y la recuperación, entre la subversión y la captura, parece haberse agotado. Ahora estamos frente a otro proceso que ya no tiene que ver con la incorporación de materiales que previamente parecían tener potencial subversivo, sino con su precorporación, a través del modelado preventivo de los deseos, las aspiraciones y las esperanzas por parte de la cultura capitalista. Solo hay que observar el establecimiento de zonas culturales «alternativas» o «independientes» que repiten interminablemente los más viejos gestos de rebelión y confrontación con el entusiasmo de una primera vez. «Alternativo», «independiente» yotros conceptos similares no designan nada externo a la cultura mainstream; más bien, se trata de estilos, y de hecho de estilos dominantes, al interior del mainstream.
Nadie encarnó y lidió con este punto muerto como Kurt Cobain y Nirvana. En su lasitud espantosa y su furia sin objeto, Cobain parecía dar voz a la depresión colectiva de la generación que había llegado después del fin de la historia, cuyos movimientos ya estaban todos anticipados, rastreados, vendidos y comprados de antemano. Cobain sabía que él no era nada más que una pieza adicional en el espectáculo, que nada le va mejor a MTV que una protesta contra MTV, que su impulso era un cliché previamente guionado y que darse cuenta de todo esto incluso era un cliché. El impasse que lo dejó paralizado es precisamente el que había descripto Jameson: como ocurre con la cultura posmoderna en general, Cobain se encontró con que «los productores de la cultura solo pueden dirigirse ya al pasado: la imitación de estilos muertos, el discurso a través de las máscaras y las voces almacenadas en el museo imaginario de una cultura que es hoy global». En estas condiciones incluso el éxito es una forma del fracaso desde el momento en que tener éxito solo significa convertirse en la nueva presa que el sistema quiere devorar. Pero la angustia fuertemente existencial de Nirvana y Cobain, sin embargo, corresponde a un momento anterior al nuestro y lo que vino después de ellos no fue otra cosa que un rock pastiche que, ya libre de esa angustia, reproduce las formas del pasado sin ansia alguna.
La muerte de Cobain confirmó la derrota y la incorporación final de las ambiciones utópicas y prometeicas del rock en la cultura capitalista. Cuando murió, el rock ya estaba comenzando a ser eclipsado por el hiphop, cuyo éxito global presupone la lógica de la precorporación a la que me he referido antes. En buena parte del hip hop, cualquier esperanza «ingenua» en que la cultura joven pueda cambiar algo fue sustituida hace tiempo por una aceptación dura de la versión más brutalmente reduccionista de la «realidad». «En el hip hop», escribió SimonReynolds en su ensayo de 1996 para The Wire :
«Lo real» tiene dos significados. En primer lugar, hace referencia a la música auténtica que no se deja limitar por los intereses creados y se niega a cambiar o suavizar su mensaje para venderse a la industria musical. Pero «real» también es aquella música que refleja una «realidad» constituida por la inestabilidad económica del capitalismo tardío, el racismo institucionalizado, la creciente vigilancia y el acoso sobre la juventud de parte de la policía. «Lo real» es la muerte de lo social: es lo que ocurre con las corporaciones que, al aumentar sus márgenes de ganancia, en lugar de aumentar los sueldos o los beneficios sociales de sus empleados responden […] reduciendo su personal, sacándose de encima una parte importante de la fuerza de trabajo para crear un inestable ejército de empleados freelance y demedio tiempo, sin los beneficios de la seguridad social.


MARK FISHER.

perú post indie

Haz el ejercicio de pasear una tarde por la plaza del Cuzco, siéntate a la vera de su fuente y distinguirás entre cuzqueños, entre las decenas de argentinos hippies (muchos realmente insoportables), unos cuantos chilenos y de esa pléyade de "gringos" -que vienen dispuestos a ser estafados, bricheados, etc-, a unos curiosos especímenes: los limeños.
Contrariamente a lo que creemos los hijos de esta tierra, lo primero que nos delatará será nuestro "acento". Sí, querido limeño, tenemos acento, un acentazo como doliente, como que rogamos por algo y las mujeres, muchas, además un extraño alargamiento de la sílaba final. Pero lo que realmente suele llamarme la atención es la manera como nos vestimos para ir al Cuzco, porque, el Cuzco es una ciudad, no el campo. Tiene universidades, empresas, negocios, etc. Siin embargo, casi como esos gringos que para venir a Sudamérica vienen disfrazados de Indiana Jones o su variante millenial, nosotros nos vestimos como si fuésemos a escalar el Himalaya. Ya, es verdad que el frío cuzqueño puede ser más intenso que el de la Costa -aunque este invierno me esté haciendo dudarlo- pero echa un vistazo a todo tu outfit: la casaca Northfake, abajo otra chaquetilla de polar o algo así de una marca similar, las botas de montañista, tus medias ochenteras cual escarpines, todo...
Y es que esa es la forma como imaginamos la Sierra: rural, el campo, las montañas, aunque en el fondo no nos movamos de un par de discotecas cusqueñas. Es decir, bien podrías haber venido vestido como en Lima con algo más de abrigo y ya; pero no, ir al Cuzco, a la sierra en general es asistir a un pedazo de nuestra imaginación geográfica que poco tiene que ver con nuestros hábitos usuales del vestido, del comportamiento, etc. Jamás vi en Lima a nadie tomarse una foto con una "niña andina" como lo vi en Cuzco y no ha sido porque no haya niños dispuestos a recibir one dollar por una foto en Lima, pero es que en Cuzquito (cada vez que escucho eso de "Cuzquito" me suda la espalda) es más cute. Ahora, sólo para que calcules la violencia de este acto, ¿te imaginas que alguien del Cuzco -Ayacucho, Huancavelica, Cajamarca o hasta de Chimbote- viniese y te pidiera tomarse una foto con tu hijita, tu sobrino, o lo que sea en Larcomar para subirlo a Instagram o al Facebook? ¿Hardcore, no?


FRED ROHNER
Historia Secreta del Perú 2

as it is when it was

sonido es sonido

sonido es sonido

pura miel

nogzales der wil

RETROMANÍA

"...Pero los 2000 fueron también la década del reciclado rampante: géneros del pasado revividos y renovados, material sonoro vintage reprocesado y recombinado. Con demasiada frecuencia podía detectarse en las nuevas bandas de jóvenes, bajo la piel tirante y las mejillas rosadas, la carne gris y floja de las viejas ideas... Pero donde lo retro verdaderamente reina como sensibilidad dominante y paradigma creativo es en la tierra de lo hipster, el equivalente pop de la alta cultura. Las mismas personas que uno esperaría que produzcan (en tanto artistas) o defiendan (en tanto consumidores) lo no convencional y lo innovador: ese es justamente el grupo más adicto al pasado. En términos demográficos, es exactamente la misma clase social de avanzada, pero en vez de ser pioneros e innovadores han cambiado de rol y ahora son curadores y archivistas. La vanguardia devino en retaguardia." SIMON REYNOLDS Retromanía

kpunk

las cosas como son

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