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jueves, 14 de abril de 2016

EMBRUTECIMIENTO DIGITAL: "No te creerás lo que pasó"


Por JUAN MANUEL ROBLES
Extraído de "Hildebrandt en sus trece"

Quizás es una impresión mía, pero creo que en otros tiempos la segunda persona era algo que sólo se usaba en ocasiones especiales. La segunda persona dice tú y la conjugación del verbo es todo un riesgo, porque a nadie le gusta que le hablen endosándole acciones y modos de reaccionar y sentir. La segunda persona es autoritaria, es la voz de la conciencia y de los mandamientos, la de Dios que todo lo que sabe y susurra al oído, la del brujo que adivina el futuro, la del horóscopo que te interpela, la de la hipnosis y la regresión en el tiempo. Estás sentada y tienes cinco años. Carlos Fuentes escribió Aura, un buen relato en segunda persona, y gracias a la proliferación de ese libro un montón de aprendices de periodistas se empeñan en iniciar sus artículos escribiendo cosas como: abres el periódico, encuentras al columnista que más te gusta. Te mojas los labios con el café. Sonríes.

No es casual que la publicidad impresa haya tenido siempre menos pudor en usar la segunda persona. Es parte del código publicitario que el mensaje juegue sin ambages a meterese en tu conciencia, en tus gustos, en tus dudas y hasta en el instante mismo en que "eliges". El receptor permite esta intromisión. Al fin y al cabo, nadie cree de verdad lo que dice un comercial: una pieza publicitaria logra impacto no por persuasión sino por persistencia. No convence, bombardea. Los periodistas, en cambio, solían ser cautos, dejaban que la información fluyera sin forzar al lector, y si un jovenzuelo con ínfulas quería hacerse el creativo con el "tú", siempre había cerca un editor -verdadera criatura en extinción, hoy que se habla mucho de dinosaurios- para hacerle el pare y salvarlo del ridículo.

Pero ahora me toca ver que, de súbito, en tiempos de interconexión, la segunda persona renace y se vuelve omnipresente en nuestras redes sociales y móviles. Lo veo hasta el hartazgo. Basta revisar varios de los titulares que nos invaden todos los días para confirmarlo. "19 maravillosas historias que renovarán tu fe en el amor", "Tus pomos de pastillas usados pueden hacer la diferencia para el planeta", "No te lo imaginas: el Papa en verdad se enojó", "Estas cinco aplicaciones son muchísimo mejores que tus clases escolares de educación sexual", "No te imaginas lo que han hecho con esta pintura clásica". Uno de los grandes iniciadores de esta tendencia fue la página estadounidense Upworthy.com, dedicada a mostrar momentos de increíble impacto emocional que se convierten rápidamente en noticias virales. Al ver su efectividad, las webs de todo el mundo, incluido el Perú, imitaron la construcción y el tonito. No sólo las de entretenimiento, también las de noticias. Todo por el clic.

A mí, leer esos títulos que pretenden decirme lo que pienso me ponen de mal humor, creo que insultan mi inteligencia, encienden en mí una alerta, me generan ganas de responder, digo, de respnoderle al geniecillo que formula esos enunciados, preguntarle qué diablos se cree, de dónde ha sacado que "yo no tengo idea", que "yo nunca imaginaré", que "me quedaré sin aliento", cómo así sabe mi ignorancia o mi cultura. Qué le ha hecho pensar que me conoce. Una de las cosas que dignificaba la red en cierne, hace dos décadas, era la promesa de que mucha gente distinta podía usarla, que allí sería natural la presencia de todos los matices y pareceres: y es casi una ofensa que hoy se use para el totalitarismo de la universalidad forzada.



Cuando vemos las cifras de Upworthy.com, y de las webs que han imitado este tipo de "ganchos", podemos pensar que se trata de una gran innovación, que son unos genios, que es una suerte de tecnología textual. Yo creo que no. Creo que a cualquier periodista de los viejos se le hubiera podido ocurrir; el problema es que ese periodista sabría bien que a los lectores les hubiera parecido una forma demasiado barata de llamar su atención y atraerlo. Cara visible en un juego de seducción, el titular no puede simplemente decir "cógeme, que no te arrepentirás". Tener esta consideración era usual en profesionales que guardaban por el lector un cierto respeto.

Pero sí, hay que admitir que la nueva estrategia funciona: la segunda persona como mandato barato eleva las visitas. Confirmo entonces que nos estamos acostumbrando ya no a interpretar lo que el periodista escribe sino a decodificar lo que un programador nos siembra; nos estamos volviendo sujetos predecibles, usuarios intercambiables que piensan igual y responden igual. Me pregunto con horror si no estamos cerca del siguiente paso: la posesión de nuestras mentes, dejar que la máquina nos señale el camino. Tal vez sea esa la razón pro la que han vuelto a la cultura pop cosas como los zombis-humanoides condenados a la conducta binaria, que sólo pueden dar likes o dejar de hacerlo-; o la paranoia del lavado de cerebro y el control mental: desde la conversión al Islam enemigo en un switch -en series como Homeland- hasta Jessica Jhones, donde un tipo siniestro puede ordenarte todo, incluso que te mates. Los miedos de nuestras ficciones suelen ser expresión de ansiedad frente a lo que sabemos que ya nos está pasando.

Alan Turing, padre de la informática, pronosticó que para el año 2000 las computadoras serían tan sofisticadas que podrían imitar la conducta humana sin que nos demos cuenta. Se equivocó: las computadoras no alcanzaron tal inteligencia. Pero los humanos están automatizándose, dan clics bobos, se ríen cuando se les pide la risa -lo propio con el llanto, "este video te hará llorar"-, todo binariamente, son un algoritmo cada vez más manejable. Por ahí que, por la decadencia nuestra, la profecía de Turing se está cumpliendo de modo inverso: acatar instrucciones va siendo cada vez más natural (y pensar en abstracto, imaginar, cada vez más raro).

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barbarismos

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El Comité empezó a ser acosado por la policía. Hipólito Salazar, que había fundado la Federación Indígena Obrera Regional Peruana, fue deportado. Urviola enfermó de tuberculosis y falleció el 27 de enero de 1925. Cuando enterraron a Urviola varios dirigentes de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo no pudieron asistir a su velatorio en el local de la Federación de Choferes, en la calle Sandia. El sepelio fue multitudinario. Los ejércitos particulares de los hacendados se dedicaron a quemar las escuelas que el Comité había abierto en diversos puntos del interior del Perú y persiguieron también a sus alumnos y profesores. Antes de la sublevación de Huancané de 1923, fusilaron a tres campesinos de Wilakunka solo porque asistían a una de estas escuelas. El año siguiente, durante una inspección que realizó a las comunidades de Huancané, el Obispo de Puno, Monseñor Cossío, constató la acción vandálica de los terratenientes que habían incendiado más de sesenta locales escolares. No contentos con quemar las escuelas que organizaba el Comité y asesinar a sus profesores o alumnos, los gamonales presionaron a las autoridades locales para que apresen a los delegados indígenas y repriman a los campesinos que los apoyaban. Entre 1921 y 1922, diversos prefectos y subprefectos perpetraron crímenes y atropellos. Hubo casos donde fueron los mismos gamonales los que se encargaron de asesinar a los delegados de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo. Domingo Huarca, delegado de los comuneros de Tocroyoc, departamento del Cusco, quien había estado en Lima tramitando memoriales, fue brutalmente asesinado. Los gamonales primero lo maltrataron, después le sacaron los ojos y finalmente lo colgaron de la torre de una iglesia. Vicente Tinta Ccoa, del subcomité de Macusani, en Puno, que fue asesinado por los gamonales del lugar. En agosto de 1927, la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo dejó de funcionar luego que, mediante una resolución suprema, el gobierno de Leguía prohibió su funcionamiento en todo el país. Gran parte de la promoción de líderes indígenas que se forjó con la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo engrosó los nuevos movimientos sociales que iban a desembocar en la formación del Partido Comunista y el Partido Aprista. Fueron los casos de Ezequiel Urviola, Hipólito Salazar y Eduardo Quispe y Quispe, que fueron atraídos por la prédica socialista de José Carlos Mariátegui; o de Juan Hipólito Pévez y Demetrio Sandoval, que se acercaron a Víctor Raúl Haya de la Torre y el Partido Aprista. En 1931, después del derrocamiento de Leguía y la muerte de Mariátegui, el Partido Socialista, convertido en Partido Comunista, lanzó la candidatura del indígena Eduardo Quispe y Quispe a la Presidencia de la República. HÉCTOR BÉJAR.

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realismo capitalista peruano, ¡ja, ja!

rojo 2

es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del capitalismo

En tercer lugar, un dato: una generación entera nació después de la caída del Muro de Berlín. En las décadas de 1960 y 1970, el capitalismo enfrentaba el problema de cómo contener y absorber las energías externas. El problema que posee ahora es exactamente el opuesto: habiendo incorporado cualquier cosa externa de manera en extremo exitosa, ¿puede todavía funcionar sin algo ajeno que colonizar y de lo que apropiarse? Para la mayor parte de quienes tienen menos de veinte años en Europa o los Estados Unidos, la inexistencia de alternativas al capitalismo ya ni siquiera es un problema. El capitalismo ocupa sin fisuras el horizonte de lo pensable. Jameson acostumbraba a detallar con horror la forma en que el capitalismo penetraba en cada poro del inconsciente; en la actualidad, el hecho de que el capitalismo haya colonizado la vida onírica de la población se da por sentado con tanta fuerza que ni merece comentario. Sería peligroso y poco conducente, sin embargo, imaginar el pasado inmediato como un estado edénico rico en potencial político, y por lo mismo resulta necesario recordar el rol que desempeñó la mercantilización en la producción de cultura a lo largo del siglo XX. El viejo duelo entre el détournement y la recuperación, entre la subversión y la captura, parece haberse agotado. Ahora estamos frente a otro proceso que ya no tiene que ver con la incorporación de materiales que previamente parecían tener potencial subversivo, sino con su precorporación, a través del modelado preventivo de los deseos, las aspiraciones y las esperanzas por parte de la cultura capitalista. Solo hay que observar el establecimiento de zonas culturales «alternativas» o «independientes» que repiten interminablemente los más viejos gestos de rebelión y confrontación con el entusiasmo de una primera vez. «Alternativo», «independiente» yotros conceptos similares no designan nada externo a la cultura mainstream; más bien, se trata de estilos, y de hecho de estilos dominantes, al interior del mainstream.
Nadie encarnó y lidió con este punto muerto como Kurt Cobain y Nirvana. En su lasitud espantosa y su furia sin objeto, Cobain parecía dar voz a la depresión colectiva de la generación que había llegado después del fin de la historia, cuyos movimientos ya estaban todos anticipados, rastreados, vendidos y comprados de antemano. Cobain sabía que él no era nada más que una pieza adicional en el espectáculo, que nada le va mejor a MTV que una protesta contra MTV, que su impulso era un cliché previamente guionado y que darse cuenta de todo esto incluso era un cliché. El impasse que lo dejó paralizado es precisamente el que había descripto Jameson: como ocurre con la cultura posmoderna en general, Cobain se encontró con que «los productores de la cultura solo pueden dirigirse ya al pasado: la imitación de estilos muertos, el discurso a través de las máscaras y las voces almacenadas en el museo imaginario de una cultura que es hoy global». En estas condiciones incluso el éxito es una forma del fracaso desde el momento en que tener éxito solo significa convertirse en la nueva presa que el sistema quiere devorar. Pero la angustia fuertemente existencial de Nirvana y Cobain, sin embargo, corresponde a un momento anterior al nuestro y lo que vino después de ellos no fue otra cosa que un rock pastiche que, ya libre de esa angustia, reproduce las formas del pasado sin ansia alguna.
La muerte de Cobain confirmó la derrota y la incorporación final de las ambiciones utópicas y prometeicas del rock en la cultura capitalista. Cuando murió, el rock ya estaba comenzando a ser eclipsado por el hiphop, cuyo éxito global presupone la lógica de la precorporación a la que me he referido antes. En buena parte del hip hop, cualquier esperanza «ingenua» en que la cultura joven pueda cambiar algo fue sustituida hace tiempo por una aceptación dura de la versión más brutalmente reduccionista de la «realidad». «En el hip hop», escribió SimonReynolds en su ensayo de 1996 para The Wire :
«Lo real» tiene dos significados. En primer lugar, hace referencia a la música auténtica que no se deja limitar por los intereses creados y se niega a cambiar o suavizar su mensaje para venderse a la industria musical. Pero «real» también es aquella música que refleja una «realidad» constituida por la inestabilidad económica del capitalismo tardío, el racismo institucionalizado, la creciente vigilancia y el acoso sobre la juventud de parte de la policía. «Lo real» es la muerte de lo social: es lo que ocurre con las corporaciones que, al aumentar sus márgenes de ganancia, en lugar de aumentar los sueldos o los beneficios sociales de sus empleados responden […] reduciendo su personal, sacándose de encima una parte importante de la fuerza de trabajo para crear un inestable ejército de empleados freelance y demedio tiempo, sin los beneficios de la seguridad social.


MARK FISHER.

perú post indie

Haz el ejercicio de pasear una tarde por la plaza del Cuzco, siéntate a la vera de su fuente y distinguirás entre cuzqueños, entre las decenas de argentinos hippies (muchos realmente insoportables), unos cuantos chilenos y de esa pléyade de "gringos" -que vienen dispuestos a ser estafados, bricheados, etc-, a unos curiosos especímenes: los limeños.
Contrariamente a lo que creemos los hijos de esta tierra, lo primero que nos delatará será nuestro "acento". Sí, querido limeño, tenemos acento, un acentazo como doliente, como que rogamos por algo y las mujeres, muchas, además un extraño alargamiento de la sílaba final. Pero lo que realmente suele llamarme la atención es la manera como nos vestimos para ir al Cuzco, porque, el Cuzco es una ciudad, no el campo. Tiene universidades, empresas, negocios, etc. Siin embargo, casi como esos gringos que para venir a Sudamérica vienen disfrazados de Indiana Jones o su variante millenial, nosotros nos vestimos como si fuésemos a escalar el Himalaya. Ya, es verdad que el frío cuzqueño puede ser más intenso que el de la Costa -aunque este invierno me esté haciendo dudarlo- pero echa un vistazo a todo tu outfit: la casaca Northfake, abajo otra chaquetilla de polar o algo así de una marca similar, las botas de montañista, tus medias ochenteras cual escarpines, todo...
Y es que esa es la forma como imaginamos la Sierra: rural, el campo, las montañas, aunque en el fondo no nos movamos de un par de discotecas cusqueñas. Es decir, bien podrías haber venido vestido como en Lima con algo más de abrigo y ya; pero no, ir al Cuzco, a la sierra en general es asistir a un pedazo de nuestra imaginación geográfica que poco tiene que ver con nuestros hábitos usuales del vestido, del comportamiento, etc. Jamás vi en Lima a nadie tomarse una foto con una "niña andina" como lo vi en Cuzco y no ha sido porque no haya niños dispuestos a recibir one dollar por una foto en Lima, pero es que en Cuzquito (cada vez que escucho eso de "Cuzquito" me suda la espalda) es más cute. Ahora, sólo para que calcules la violencia de este acto, ¿te imaginas que alguien del Cuzco -Ayacucho, Huancavelica, Cajamarca o hasta de Chimbote- viniese y te pidiera tomarse una foto con tu hijita, tu sobrino, o lo que sea en Larcomar para subirlo a Instagram o al Facebook? ¿Hardcore, no?


FRED ROHNER
Historia Secreta del Perú 2

as it is when it was

sonido es sonido

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pura miel

nogzales der wil

RETROMANÍA

"...Pero los 2000 fueron también la década del reciclado rampante: géneros del pasado revividos y renovados, material sonoro vintage reprocesado y recombinado. Con demasiada frecuencia podía detectarse en las nuevas bandas de jóvenes, bajo la piel tirante y las mejillas rosadas, la carne gris y floja de las viejas ideas... Pero donde lo retro verdaderamente reina como sensibilidad dominante y paradigma creativo es en la tierra de lo hipster, el equivalente pop de la alta cultura. Las mismas personas que uno esperaría que produzcan (en tanto artistas) o defiendan (en tanto consumidores) lo no convencional y lo innovador: ese es justamente el grupo más adicto al pasado. En términos demográficos, es exactamente la misma clase social de avanzada, pero en vez de ser pioneros e innovadores han cambiado de rol y ahora son curadores y archivistas. La vanguardia devino en retaguardia." SIMON REYNOLDS Retromanía

kpunk

las cosas como son

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