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lunes, 20 de febrero de 2017

Estética, ética y esteticismo por Bourdieu


Enfrentados a las obras de arte legítimas, los más desprovistos de compe­tencia específica les aplican los esquemas del ethos, los mismos que estructuran su percepción ordinaria de la existencia ordinaria y que, engendrando productos de una sistematicidad no querida e inconsciente para ella misma, se oponen a los principios más o menos explicitados de una estética'". De ello resulta una "reduc­ción" sistemática de las cosas artísticas a las cosas de la vida, una puesta entre paréntesis de la forma en beneficio del contenido "humano", significativo por excelencia desde el punto de vista de la estética pura". Todo ocurre como si la forma sólo pudiera aflorar al primer plano al precio de una neutralización de cualquier especie de interés afectivo o ético por el objeto de la representación, neutralización que va a la par (sin que se pueda suponer una relación de causa y efecto) con el dominio de los medios para captar las propiedades distintivas que se dan en esta forma particular en sus relaciones con otras formas (es decir, por referencia al universo de las obras artísticas y a su historia).

Delante de una fotografía de las manos de una anciana, los más desposeí­dos expresan una emoción más o menos convencional o una complicidad ética, pero nunca un juicio propiamente estético (a no ser que sea negativo): "¡Oh! ¿qué le parece", tiene las manos extrañamente deformadas [... ] Hay algo que no me explico (la mano izquierda): se diría que el pulgar va a separarse de la mano. La foto está tomada de una manera rara. La pobre abuela ha debido trabajar duro. Se diría que tiene reuma. Sí, pero esta mujer o está mutilada o si no, tiene las manos dobladas así (hace el gesto) ¡Ah! Es extraño, sí, debe ser eso, su mano está doblada así. ¡Ah! la foto no representa desde luego unas manos de baronesa ni de mecanógrafa [... ] Bueno, cómo me impresiona ver las manos de esta pobre mujer, se podría decir que son unas manos nudosas" (Un obrero de París). Con las clases medias la exaltación de las virtudes éticas viene a un primer plano (vunas manos degastadas por el trabajo"), coloreándose a veces con un sentimiento populista ("la pobre, ¡debe de sufrir mucho con sus manos!. la foto da una sensación de sufrimiento"); y también ocurre que a veces aparezca la atención a las propiedades estéticas y las referencias a la pintura: "Se diría que es un cuadro que ha sido fotografiado [... ]; en un cuadro esto debe resultar extrañamente bello" (Un em­pleado de provincia). "Esto me hace pensar en un cuadro que vi en una exposición de pintores españoles, un monje con las dos manos cruzadas delante y cuyos dedos estaban deformados" (Un técnico de París). "Son las manos de las primeras obras de Van Gogh, una vieja campesina o los comedores de patatas" (Un cuadro medio de París). A medida que nos elevamos en la jerarquía social, los comentarios se van haciendo cada vez más abstractos, las manos, el trabajo y la vejez (de los otros) funcionan como alegorías o símbolos que sirven de pretexto a consideracio­nes generales sobre problemas generales: "Son las manos de una persona que ha trabajado demasiado, con un trabajo manual muy duro [... ] Por otra parte, es bastante extraordinario ver manos así" (Un ingeniero de París). "Estas dos manos evocan indiscutiblemente una vejez pobre, desgraciada"(Un profesor de provin­cia). Más frecuente, más diversa y más sutilmente manipulada, la referencia estéti­ca a la pintura, la escultura o la literatura, participa de esta especie deneutraliza­ción, de distanciamiento, que supone y opera el discurso burgués sobre el mundo social. "Encuentro que es una foto muy bella. Es enteramente el símbolo del trabajo. Me recuerda a la vieja sirvienta de Flaubert. El gesto al mismo tiempo tan humilde de esta mujer... . Es una pena que el trabajo y la miseria deformen hasta tal punto" (Un ingeniero de Paris).

El retrato de una mujer muy maquillada , tomada desde un ángulo y con una iluminación insólitos, suscita reacciones muy parecidas. Los obreros, y toda­vía más los artesanos y los pequeños comerciantes, reaccionan con horror y disgus­to: "No me gustaría tener esta fotografía en casa, en mi habitación. No causa una impresión agradable . Más bien resulta angustiosa" (Un obrero de provincia). "¿Una muerta? Horroroso, como para no dormir por la noche [.. .], atroz, horri­ble, yo la quito de mi vista" (Un pequeño comerciante de provincia). Si la mayor parte de los empleados y cuadros medios miran con desprecio una foto sobre la que nada pueden decir si no es que les "causa miedo" o les "impresiona desagrada­blemente", algunos de ellos tratan de caracterizar su técnica: "La foto está bien tomada, es muy bella pero horrible" (Un empleado de Paris). " Lo que produce esta impresión de monstruosidad es la expresión del rostro del hombre o de la mujer que constituye el sujeto de la foto y el ángulo desde el que se ha tomado, esto es, de abajo a arriba" (Un cuadro medio de París). Otros recurren a referen­cias estéticas relacionadas sobre todo con el cine: "Es una especie de personaje bastante fantástico o, mejor dicho, bastante extraño [...], podría ser un personaje de Dreyer, en rigor de Bergman y podría ser incluso de Eisenstein, en lván el Terrible [...]. Me gusta mucho" (Un técnico de París) . La mayor parte de los cuadros superiores y de los miembros de profesiones liberales juzgan la foto " be­lla", "expresiva", y hacen referencia no sólo a los filmes de Bergman, Orson Welles, Dreyer y otros , sino también al teatro invocando a Harnlet, Macbeth o Atalía. Ante una fotografía de las instalaciones de Lacq. que es perfecta para desconcertar los deseos realistas. tanto por su objeto un establecimiento indus­trial, ordinariamente desterrado del universo de la representación legítima, como por el tratamiento a que se someten las fotografías nocturnas. los obreros perma­necen perplejos, dudan y casi siempre terminan por darse por vencidos: "A pri­mera vista, es una construcción metálica, pero no lo comprendo en absoluto. Podría ser algo relacionado con las grandes centrales eléctricas [.. .]. no veo lo que es, me resulta verdaderamente desconocido" (Un obrero de provincia) . "Esto, desde luego, me intriga. no puedo decir nada [.. .] no veo nada como no sean las luces. No son de faros de automóvil, porque no serían rectilíneas como son; en la parte de abajo se ven unas rejas y un monta-cargas, no. no veo qué puede ser" (Un obrero de París). "Esto ... es algo de electrónica, no sé nada sobre eso" (Un obrero de París). En los pequeños patronos, de los que se sabe que juzgan con severidad las investigaciones del arte moderno y, en general, cualquier obra en las que no puedan reconocer las marcas y huellas del trabajo, el desconcierto conduce con frecuencia al puro y simple rechazo: "No es interesante. puede estar muy bien, pero no para mí; repite siempre lo mismo. Para mí. este truco no tiene ningún interés" (Un artesano de provincia). "He intentado saber si verdaderamente se trata de una foto. Puede ser incluso una reproducción basada en un dibujo realiza­do con pequeños trazos de lápiz. [...]. No sabría dónde situar esta foto. En fin, es algo que corresponde verdaderamente al gusto moderno. Dos golpes a la cosa y ya gusta. Y además la foto y el fotógrafo no tienen mérito alguno, no han hecho nada. Es el pintor el que ha hecho todo, al que le corresponde el mérito, es él quien ha dibujado" (Un pequeño comerciante de provincia). Los empleados y cuadros medios que, estando tan desconcertados como los obreros y los pequeños patronos, están menos dispuestos que los primeros a confesarlo y menos inclina­dos que los segundos a poner en tela de juicio la legitimidad de aquello que les hace dudar, renuncian con menor frecuencia a emitir un juicio: "Me gusta como foto [...] porque está desarrollada en extensión; son trazos, me parece algo in­menso [... ]. Un gran andamiaje [... ]. Es la luz capturada en vivo" (Empleado de París). "Es a Buffet al que le gusta hacer cosas como ésta" (Un técnico de París). Pero solamente en los miembros de la clase dominante, que son los más numero­sos entre los que logran identificar el objeto que la foto representa, el juicio sobre la forma adquiere su plena autonomía en relación con el juicio sobre el contenido ("Es una foto inhumana pero bella, desde un punto de vista estético"), a causa de sus contrastes, y la representación es comprendida como tal, sin referencia a nin­guna otra cosa que no sea a ella misma o a realidades de la misma clase ("pintura abstracta", "obras de teatro de vanguardia", etc.)".

PIERRE BOURDIEU
La distinción
1979

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barbarismos

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El Comité empezó a ser acosado por la policía. Hipólito Salazar, que había fundado la Federación Indígena Obrera Regional Peruana, fue deportado. Urviola enfermó de tuberculosis y falleció el 27 de enero de 1925. Cuando enterraron a Urviola varios dirigentes de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo no pudieron asistir a su velatorio en el local de la Federación de Choferes, en la calle Sandia. El sepelio fue multitudinario. Los ejércitos particulares de los hacendados se dedicaron a quemar las escuelas que el Comité había abierto en diversos puntos del interior del Perú y persiguieron también a sus alumnos y profesores. Antes de la sublevación de Huancané de 1923, fusilaron a tres campesinos de Wilakunka solo porque asistían a una de estas escuelas. El año siguiente, durante una inspección que realizó a las comunidades de Huancané, el Obispo de Puno, Monseñor Cossío, constató la acción vandálica de los terratenientes que habían incendiado más de sesenta locales escolares. No contentos con quemar las escuelas que organizaba el Comité y asesinar a sus profesores o alumnos, los gamonales presionaron a las autoridades locales para que apresen a los delegados indígenas y repriman a los campesinos que los apoyaban. Entre 1921 y 1922, diversos prefectos y subprefectos perpetraron crímenes y atropellos. Hubo casos donde fueron los mismos gamonales los que se encargaron de asesinar a los delegados de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo. Domingo Huarca, delegado de los comuneros de Tocroyoc, departamento del Cusco, quien había estado en Lima tramitando memoriales, fue brutalmente asesinado. Los gamonales primero lo maltrataron, después le sacaron los ojos y finalmente lo colgaron de la torre de una iglesia. Vicente Tinta Ccoa, del subcomité de Macusani, en Puno, que fue asesinado por los gamonales del lugar. En agosto de 1927, la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo dejó de funcionar luego que, mediante una resolución suprema, el gobierno de Leguía prohibió su funcionamiento en todo el país. Gran parte de la promoción de líderes indígenas que se forjó con la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo engrosó los nuevos movimientos sociales que iban a desembocar en la formación del Partido Comunista y el Partido Aprista. Fueron los casos de Ezequiel Urviola, Hipólito Salazar y Eduardo Quispe y Quispe, que fueron atraídos por la prédica socialista de José Carlos Mariátegui; o de Juan Hipólito Pévez y Demetrio Sandoval, que se acercaron a Víctor Raúl Haya de la Torre y el Partido Aprista. En 1931, después del derrocamiento de Leguía y la muerte de Mariátegui, el Partido Socialista, convertido en Partido Comunista, lanzó la candidatura del indígena Eduardo Quispe y Quispe a la Presidencia de la República. HÉCTOR BÉJAR.

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realismo capitalista peruano, ¡ja, ja!

rojo 2

es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del capitalismo

En tercer lugar, un dato: una generación entera nació después de la caída del Muro de Berlín. En las décadas de 1960 y 1970, el capitalismo enfrentaba el problema de cómo contener y absorber las energías externas. El problema que posee ahora es exactamente el opuesto: habiendo incorporado cualquier cosa externa de manera en extremo exitosa, ¿puede todavía funcionar sin algo ajeno que colonizar y de lo que apropiarse? Para la mayor parte de quienes tienen menos de veinte años en Europa o los Estados Unidos, la inexistencia de alternativas al capitalismo ya ni siquiera es un problema. El capitalismo ocupa sin fisuras el horizonte de lo pensable. Jameson acostumbraba a detallar con horror la forma en que el capitalismo penetraba en cada poro del inconsciente; en la actualidad, el hecho de que el capitalismo haya colonizado la vida onírica de la población se da por sentado con tanta fuerza que ni merece comentario. Sería peligroso y poco conducente, sin embargo, imaginar el pasado inmediato como un estado edénico rico en potencial político, y por lo mismo resulta necesario recordar el rol que desempeñó la mercantilización en la producción de cultura a lo largo del siglo XX. El viejo duelo entre el détournement y la recuperación, entre la subversión y la captura, parece haberse agotado. Ahora estamos frente a otro proceso que ya no tiene que ver con la incorporación de materiales que previamente parecían tener potencial subversivo, sino con su precorporación, a través del modelado preventivo de los deseos, las aspiraciones y las esperanzas por parte de la cultura capitalista. Solo hay que observar el establecimiento de zonas culturales «alternativas» o «independientes» que repiten interminablemente los más viejos gestos de rebelión y confrontación con el entusiasmo de una primera vez. «Alternativo», «independiente» yotros conceptos similares no designan nada externo a la cultura mainstream; más bien, se trata de estilos, y de hecho de estilos dominantes, al interior del mainstream.
Nadie encarnó y lidió con este punto muerto como Kurt Cobain y Nirvana. En su lasitud espantosa y su furia sin objeto, Cobain parecía dar voz a la depresión colectiva de la generación que había llegado después del fin de la historia, cuyos movimientos ya estaban todos anticipados, rastreados, vendidos y comprados de antemano. Cobain sabía que él no era nada más que una pieza adicional en el espectáculo, que nada le va mejor a MTV que una protesta contra MTV, que su impulso era un cliché previamente guionado y que darse cuenta de todo esto incluso era un cliché. El impasse que lo dejó paralizado es precisamente el que había descripto Jameson: como ocurre con la cultura posmoderna en general, Cobain se encontró con que «los productores de la cultura solo pueden dirigirse ya al pasado: la imitación de estilos muertos, el discurso a través de las máscaras y las voces almacenadas en el museo imaginario de una cultura que es hoy global». En estas condiciones incluso el éxito es una forma del fracaso desde el momento en que tener éxito solo significa convertirse en la nueva presa que el sistema quiere devorar. Pero la angustia fuertemente existencial de Nirvana y Cobain, sin embargo, corresponde a un momento anterior al nuestro y lo que vino después de ellos no fue otra cosa que un rock pastiche que, ya libre de esa angustia, reproduce las formas del pasado sin ansia alguna.
La muerte de Cobain confirmó la derrota y la incorporación final de las ambiciones utópicas y prometeicas del rock en la cultura capitalista. Cuando murió, el rock ya estaba comenzando a ser eclipsado por el hiphop, cuyo éxito global presupone la lógica de la precorporación a la que me he referido antes. En buena parte del hip hop, cualquier esperanza «ingenua» en que la cultura joven pueda cambiar algo fue sustituida hace tiempo por una aceptación dura de la versión más brutalmente reduccionista de la «realidad». «En el hip hop», escribió SimonReynolds en su ensayo de 1996 para The Wire :
«Lo real» tiene dos significados. En primer lugar, hace referencia a la música auténtica que no se deja limitar por los intereses creados y se niega a cambiar o suavizar su mensaje para venderse a la industria musical. Pero «real» también es aquella música que refleja una «realidad» constituida por la inestabilidad económica del capitalismo tardío, el racismo institucionalizado, la creciente vigilancia y el acoso sobre la juventud de parte de la policía. «Lo real» es la muerte de lo social: es lo que ocurre con las corporaciones que, al aumentar sus márgenes de ganancia, en lugar de aumentar los sueldos o los beneficios sociales de sus empleados responden […] reduciendo su personal, sacándose de encima una parte importante de la fuerza de trabajo para crear un inestable ejército de empleados freelance y demedio tiempo, sin los beneficios de la seguridad social.


MARK FISHER.

perú post indie

Haz el ejercicio de pasear una tarde por la plaza del Cuzco, siéntate a la vera de su fuente y distinguirás entre cuzqueños, entre las decenas de argentinos hippies (muchos realmente insoportables), unos cuantos chilenos y de esa pléyade de "gringos" -que vienen dispuestos a ser estafados, bricheados, etc-, a unos curiosos especímenes: los limeños.
Contrariamente a lo que creemos los hijos de esta tierra, lo primero que nos delatará será nuestro "acento". Sí, querido limeño, tenemos acento, un acentazo como doliente, como que rogamos por algo y las mujeres, muchas, además un extraño alargamiento de la sílaba final. Pero lo que realmente suele llamarme la atención es la manera como nos vestimos para ir al Cuzco, porque, el Cuzco es una ciudad, no el campo. Tiene universidades, empresas, negocios, etc. Siin embargo, casi como esos gringos que para venir a Sudamérica vienen disfrazados de Indiana Jones o su variante millenial, nosotros nos vestimos como si fuésemos a escalar el Himalaya. Ya, es verdad que el frío cuzqueño puede ser más intenso que el de la Costa -aunque este invierno me esté haciendo dudarlo- pero echa un vistazo a todo tu outfit: la casaca Northfake, abajo otra chaquetilla de polar o algo así de una marca similar, las botas de montañista, tus medias ochenteras cual escarpines, todo...
Y es que esa es la forma como imaginamos la Sierra: rural, el campo, las montañas, aunque en el fondo no nos movamos de un par de discotecas cusqueñas. Es decir, bien podrías haber venido vestido como en Lima con algo más de abrigo y ya; pero no, ir al Cuzco, a la sierra en general es asistir a un pedazo de nuestra imaginación geográfica que poco tiene que ver con nuestros hábitos usuales del vestido, del comportamiento, etc. Jamás vi en Lima a nadie tomarse una foto con una "niña andina" como lo vi en Cuzco y no ha sido porque no haya niños dispuestos a recibir one dollar por una foto en Lima, pero es que en Cuzquito (cada vez que escucho eso de "Cuzquito" me suda la espalda) es más cute. Ahora, sólo para que calcules la violencia de este acto, ¿te imaginas que alguien del Cuzco -Ayacucho, Huancavelica, Cajamarca o hasta de Chimbote- viniese y te pidiera tomarse una foto con tu hijita, tu sobrino, o lo que sea en Larcomar para subirlo a Instagram o al Facebook? ¿Hardcore, no?


FRED ROHNER
Historia Secreta del Perú 2

as it is when it was

sonido es sonido

sonido es sonido

pura miel

nogzales der wil

RETROMANÍA

"...Pero los 2000 fueron también la década del reciclado rampante: géneros del pasado revividos y renovados, material sonoro vintage reprocesado y recombinado. Con demasiada frecuencia podía detectarse en las nuevas bandas de jóvenes, bajo la piel tirante y las mejillas rosadas, la carne gris y floja de las viejas ideas... Pero donde lo retro verdaderamente reina como sensibilidad dominante y paradigma creativo es en la tierra de lo hipster, el equivalente pop de la alta cultura. Las mismas personas que uno esperaría que produzcan (en tanto artistas) o defiendan (en tanto consumidores) lo no convencional y lo innovador: ese es justamente el grupo más adicto al pasado. En términos demográficos, es exactamente la misma clase social de avanzada, pero en vez de ser pioneros e innovadores han cambiado de rol y ahora son curadores y archivistas. La vanguardia devino en retaguardia." SIMON REYNOLDS Retromanía

kpunk

las cosas como son

las cosas como son

las cosas como son II

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