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jueves, 27 de diciembre de 2018

UNA CONVERSACIÓN CON CATERVAS .: Nunca quisiéramos ser una banda que vive del pasado


Catervas, la banda de los hermanos Reyes (Pedro, Raúl y Javier) están de vuelta con un nuevo álbum, "Los Cielos Vuelan Otra Vez" (Cuaderno Roto/Urbanoide, 2018). Junto al tecladista Juan Esquivel los Catervas han decidido retomar el sendero del pastel shoegazer y de la neopsicodelia con el que irrumpieron en la escena local hace 20 años junto al colectivo Crisálida Sónica. A diferencia del demo tape del 98, "Los cielos vuelan..." carece de la onda experimental ala Spacemen 3/Stereolab de temas como "Cíclica" y "La danza de las cuerdas": los hermanos Reyes han decidido ir con todo por las capas de ruido guitarrero para lo cual no han escatimado efectos ni canales en la mezcla final.

El gancho pop que siempre han cultivado -cómo olvidar "Garabatos", "Piedra dormida", etc.- cuaja magistralmente en temas como "Enter Asesino" o "Desde París", a ello añaden su faceta ambiental etérea que ha legado a la música peruana temas inolvidables y que hoy nos trae unos Catervas engalanándose con un documento que podríamos definir con la fórmula The Cure + Slowdive + The ChurchUn licuado de influencias y rollos mentales del que brota una obra preciosista, impetuosa y delicada que subyugará hasta al más consumista de los indie heads. Este es el Souvlaki caterviano, el Disintegration peruano. 

Como en los 90, Catervas brilla alto en una escena alterna repleta de hipsters, fans y músicos embobados por el mainstream y el envilecimiento al alcance de un click en modo pachanga y derivados: los/las Rossy War de hoy vienen repotenciados/estilizados y su rayo de acción es global/glocal. ¡No jodas tercermundista, quédate en tu patria, mucha migra ya! Como bien decía/previno Friedrich Nietzsche: "solo la música enferma hace dinero hoy". 

Con ustedes, chikos de kromo, Catervas en Perú Avantgarde en la avanzada desde siempre...


Acaban de publicar “Los cielos vuelan otra vez” un álbum que después de años los ve retornar un tanto a la esencia shoegazer psicodélica. ¿Cómo así se dio este nuevo comienzo? 

R:. En cada disco la idea fue ir lo más lejos posible, tratar de no repetirse y probar algo totalmente nuevo para la banda, pero en todo eso hay un lado peligroso, que es llegar a/el poder perder tu esencia, perder el alma como banda. Con el disco anterior llevamos nuestros sonido a la periferia, a lo más lejos que pudimos haber llegado, es así que cuando empezamos a ensayar aquellos temas para los conciertos en vivo, vimos que estos empezaron a fluir no con el molde sonoro en que se grabaron sino con la sonoridad clásica de Catervas, eran como covers de nuestros propios temas.
Aparte, por aquella época hubo conciertos conmemorativos por Crisálida Sónica, y volvimos a ensayar temas antiguos como “Clave de Ángeles” o “Cíclica”. El concierto y los ensayos fueron memorables, y ahí fue que se replanteó todo. El volver a explorar un camino que dejamos trunco y que tiene mucho por explotar aún, y que sobre todo a pesar del tiempo sentimos, que no nos repetimos. Es como cerrar un círculo y despegar.

Las capas de guitarras tienen una presencia radical en varias de las canciones del nuevo álbum. ¿Qué efectos son sus preferidos? ¿Qué aparatos y software utilizan?

P: Esta vez se pensó en tratar de llenar los ambientes con guitarra, no importa si tenía que haber más canales para eso, a diferencia de otros discos, que en su momento se quería plasmar el sonido de power trio y no volar tanto. En el “Semáforos” por ejemplo la idea era obtener un sonido más crudo, más directo. En cuanto a los pedales que uso, estos han ido aumentando en el tiempo, definitivamente me gustan los efectos sueltos o “los carritos” como se les suele llamar, siento que las pedaleras que abarcan bastantes sonidos suenan muy digitales a mi parecer. Para este disco estrené y probé mucho el Reverb, al igual que los delays y phaser. Las mismas canciones me animaban mucho a pasar horas probando el mejor sonido posible para cada canción.




El feeling The Cure + Slowdive + The Church en las líricas y melodías se siente hermoso. Temas como “El desorden perfecto”, “Premonición” o “Metropolis” lo prueban. ¿Cuéntenos de qué van vuestras letras? ¿Qué es lo que desean comunicar a través de sus sonidos?

R: Manya, The Church, es una banda que estoy escuchando bastante estos últimos meses, el Priest=Aura (1992) es fabuloso, en fin. Respecto a las letras giran en base a experiencias que atravesamos en esta etapa de nuestras vidas y tmb en cómo percibimos a la sociedad, van desde el nacimiento de mi hijo, el bulling cibernético, el consumismo, la felicidad que es efímera, el miedo a perder a quien quieres hasta la angustia de confesar un error, hay mucho rollo psicológico en los temas.
Respecto al sonido, estamos retomando el concretar ambientes sonoros, que transmitan esas emociones, jugar con el sinte y los pedales de guitarras, generar capas sónicas, darle un cariz cinematográfico a los temas y que redondeen las líricas

P: Las letras siempre se generan después de tener la música, a veces surgen versos o melodías en el camino, pero preferimos cerrar la lírica una vez tengamos definida la sonoridad. Y es según eso que la música te inspira a escribir de acuerdo a las sensaciones que los acordes te proporcionan en la mente.


¿Cuáles son sus discos favoritos del 2018 o los que más han estado escuchando este año?

P: Más que del 2018, he estado escuchando bandas de distintas épocas, redescubriendo grupos o también varias antiguas que gracias a las plataformas digitales he podido oír por primera vez, sin ningún orden en particular te nombro algunas: Beach House, The War on drugs, Wild Nothing, Warpaint, Mark Lanegan, The KVB, Belong, Drab Majesty, Still Corners, Viva Suecia, Midnight Faces, etc. Del plano local he estado oyendo a Taneli Lucis, Baby Steps, Blue Velvet, Aloysius Acker, MF1914 y bueno, bandas que también tienen tiempo en la escena como Liquidarlo Celuloide, Gomas, Blind Dancers, Moldes, Grupo Miel, Fútbol en la escuela, Felyno y un largo etcétera.

Después de todos este tiempo desde inicios de los 90 hasta hoy ya casi 2020, la pregunta se cae de madura. ¿Por qué hacen (o continúan en la) música?

R: Primero porque nos gusta, porque hacer música es algo natural, y que creemos que al empezar a fabricar melodías, estas tienen el potencial suficiente para aterrizarlas en canciones. También está el “reto” de crecer continuamente, el no quedarnos en un cliché, el tratar de dejar un legado. Cuando sintamos que no podemos ofrecer algo del nivel de lo hecho anteriormente, lo que se dice “cuando perdamos la magia”, ahí se acaba todo, nunca quisiéramos ser una banda que vive del pasado.

P: Porque no hemos perdido esa magia de querer seguir componiendo, es inevitable, sea lo que fuere que estés haciendo, las melodías llegan inesperadamente e incluso te llegan con la base o la estructura hecha y simplemente te da ganas de compartirla y querer grabarla. Cuando pierdas eso es mejor decir hasta aquí nomás.

¿Qué otras expresiones o artes les interesan? ¿Algunos libros o películas que correspondan a la cosmovisión Catervas?

R: A mi me gusta mucho leer sobre historia, sobre la evolución de las sociedades. Respecto a cine, siempre busco algo que tenga, suspenso, misterio o drama.

P: Me gusta el cine, aunque por tiempo haya dejado de ir como lo hacía antes. No importa que género sea, la cosa es que te haga sentir algo. El último libro que estoy leyendo es "Historia de la corrupción en el Perú".



Cuéntenos cómo vivieron el concierto de Slowdive en Lima. Después de más de 20 años de vivir enamorados de sus discos por fin Slowdive aterrizaron en Perú. Más vale tarde que nunca dicen. ¿Qué tal el evento, la experiencia? Hubo incluso un concierto tributo previo a la llegada de los ingleses donde participaron ustedes con varias bandas más. ¿Qué tal todo?

R: Slowdive es una banda insignia dentro de mi background musical, crecí con ellos, y bueno, fue maravilloso verlos en vivo, aunque me hubiera gustado vivir esa experiencia 20 años atrás.
El tributo fue muy bacán, apenas nos invitaron aceptamos de inmediato, era vivir la emoción y bueno fue muy paja reversionar Catch the breeze frente a un público y bandas muy entendidos en la materia.

P: Gran concierto, gran recuerdo, no solo el hecho de sentir los temas en vivo sino también el hecho de haberlos conocido y decirles cuán importantes fueron en tu vida, que su música fue el soundtrack de tu adolescencia, fue increíble.

¿Qué recuerdos guardan de la primera formación con Wilmer Ruiz en los teclados, sus tocadas en el Más Allá de Barranco, en el Árabe Pub de S.M.P., su etapa como Cíclica, la escena Crisálida Sónica, etc?

R: Recuerdos muy gratos, cuando todo era muy libre, solo tocar y ensayar, las cosas se iban dando, fue una etapa muy creativa, todo fluía fácil, conocimos gente que andaba en las mismas coordenadas y vivimos junto a ellos momentos entrañables. Era una época de iniciación para todos, de empezar a explorar un nuevo mundo y donde, creo yo, se sentaron las bases desde las que cada uno de nosotros asume el hecho de hacer música. Un orgullo haber compartido esos comienzos con la gente de Crisálida.

P: De hecho una etapa con menos preocupaciones, momentos de formación, de nutrirte de muchísima música y compartirla con amigos, muchos nos vemos hasta el día de hoy y es muy grato que todos sigamos en esto.

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barbarismos

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El Comité empezó a ser acosado por la policía. Hipólito Salazar, que había fundado la Federación Indígena Obrera Regional Peruana, fue deportado. Urviola enfermó de tuberculosis y falleció el 27 de enero de 1925. Cuando enterraron a Urviola varios dirigentes de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo no pudieron asistir a su velatorio en el local de la Federación de Choferes, en la calle Sandia. El sepelio fue multitudinario. Los ejércitos particulares de los hacendados se dedicaron a quemar las escuelas que el Comité había abierto en diversos puntos del interior del Perú y persiguieron también a sus alumnos y profesores. Antes de la sublevación de Huancané de 1923, fusilaron a tres campesinos de Wilakunka solo porque asistían a una de estas escuelas. El año siguiente, durante una inspección que realizó a las comunidades de Huancané, el Obispo de Puno, Monseñor Cossío, constató la acción vandálica de los terratenientes que habían incendiado más de sesenta locales escolares. No contentos con quemar las escuelas que organizaba el Comité y asesinar a sus profesores o alumnos, los gamonales presionaron a las autoridades locales para que apresen a los delegados indígenas y repriman a los campesinos que los apoyaban. Entre 1921 y 1922, diversos prefectos y subprefectos perpetraron crímenes y atropellos. Hubo casos donde fueron los mismos gamonales los que se encargaron de asesinar a los delegados de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo. Domingo Huarca, delegado de los comuneros de Tocroyoc, departamento del Cusco, quien había estado en Lima tramitando memoriales, fue brutalmente asesinado. Los gamonales primero lo maltrataron, después le sacaron los ojos y finalmente lo colgaron de la torre de una iglesia. Vicente Tinta Ccoa, del subcomité de Macusani, en Puno, que fue asesinado por los gamonales del lugar. En agosto de 1927, la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo dejó de funcionar luego que, mediante una resolución suprema, el gobierno de Leguía prohibió su funcionamiento en todo el país. Gran parte de la promoción de líderes indígenas que se forjó con la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo engrosó los nuevos movimientos sociales que iban a desembocar en la formación del Partido Comunista y el Partido Aprista. Fueron los casos de Ezequiel Urviola, Hipólito Salazar y Eduardo Quispe y Quispe, que fueron atraídos por la prédica socialista de José Carlos Mariátegui; o de Juan Hipólito Pévez y Demetrio Sandoval, que se acercaron a Víctor Raúl Haya de la Torre y el Partido Aprista. En 1931, después del derrocamiento de Leguía y la muerte de Mariátegui, el Partido Socialista, convertido en Partido Comunista, lanzó la candidatura del indígena Eduardo Quispe y Quispe a la Presidencia de la República. HÉCTOR BÉJAR.

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realismo capitalista peruano, ¡ja, ja!

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es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del capitalismo

En tercer lugar, un dato: una generación entera nació después de la caída del Muro de Berlín. En las décadas de 1960 y 1970, el capitalismo enfrentaba el problema de cómo contener y absorber las energías externas. El problema que posee ahora es exactamente el opuesto: habiendo incorporado cualquier cosa externa de manera en extremo exitosa, ¿puede todavía funcionar sin algo ajeno que colonizar y de lo que apropiarse? Para la mayor parte de quienes tienen menos de veinte años en Europa o los Estados Unidos, la inexistencia de alternativas al capitalismo ya ni siquiera es un problema. El capitalismo ocupa sin fisuras el horizonte de lo pensable. Jameson acostumbraba a detallar con horror la forma en que el capitalismo penetraba en cada poro del inconsciente; en la actualidad, el hecho de que el capitalismo haya colonizado la vida onírica de la población se da por sentado con tanta fuerza que ni merece comentario. Sería peligroso y poco conducente, sin embargo, imaginar el pasado inmediato como un estado edénico rico en potencial político, y por lo mismo resulta necesario recordar el rol que desempeñó la mercantilización en la producción de cultura a lo largo del siglo XX. El viejo duelo entre el détournement y la recuperación, entre la subversión y la captura, parece haberse agotado. Ahora estamos frente a otro proceso que ya no tiene que ver con la incorporación de materiales que previamente parecían tener potencial subversivo, sino con su precorporación, a través del modelado preventivo de los deseos, las aspiraciones y las esperanzas por parte de la cultura capitalista. Solo hay que observar el establecimiento de zonas culturales «alternativas» o «independientes» que repiten interminablemente los más viejos gestos de rebelión y confrontación con el entusiasmo de una primera vez. «Alternativo», «independiente» yotros conceptos similares no designan nada externo a la cultura mainstream; más bien, se trata de estilos, y de hecho de estilos dominantes, al interior del mainstream.
Nadie encarnó y lidió con este punto muerto como Kurt Cobain y Nirvana. En su lasitud espantosa y su furia sin objeto, Cobain parecía dar voz a la depresión colectiva de la generación que había llegado después del fin de la historia, cuyos movimientos ya estaban todos anticipados, rastreados, vendidos y comprados de antemano. Cobain sabía que él no era nada más que una pieza adicional en el espectáculo, que nada le va mejor a MTV que una protesta contra MTV, que su impulso era un cliché previamente guionado y que darse cuenta de todo esto incluso era un cliché. El impasse que lo dejó paralizado es precisamente el que había descripto Jameson: como ocurre con la cultura posmoderna en general, Cobain se encontró con que «los productores de la cultura solo pueden dirigirse ya al pasado: la imitación de estilos muertos, el discurso a través de las máscaras y las voces almacenadas en el museo imaginario de una cultura que es hoy global». En estas condiciones incluso el éxito es una forma del fracaso desde el momento en que tener éxito solo significa convertirse en la nueva presa que el sistema quiere devorar. Pero la angustia fuertemente existencial de Nirvana y Cobain, sin embargo, corresponde a un momento anterior al nuestro y lo que vino después de ellos no fue otra cosa que un rock pastiche que, ya libre de esa angustia, reproduce las formas del pasado sin ansia alguna.
La muerte de Cobain confirmó la derrota y la incorporación final de las ambiciones utópicas y prometeicas del rock en la cultura capitalista. Cuando murió, el rock ya estaba comenzando a ser eclipsado por el hiphop, cuyo éxito global presupone la lógica de la precorporación a la que me he referido antes. En buena parte del hip hop, cualquier esperanza «ingenua» en que la cultura joven pueda cambiar algo fue sustituida hace tiempo por una aceptación dura de la versión más brutalmente reduccionista de la «realidad». «En el hip hop», escribió SimonReynolds en su ensayo de 1996 para The Wire :
«Lo real» tiene dos significados. En primer lugar, hace referencia a la música auténtica que no se deja limitar por los intereses creados y se niega a cambiar o suavizar su mensaje para venderse a la industria musical. Pero «real» también es aquella música que refleja una «realidad» constituida por la inestabilidad económica del capitalismo tardío, el racismo institucionalizado, la creciente vigilancia y el acoso sobre la juventud de parte de la policía. «Lo real» es la muerte de lo social: es lo que ocurre con las corporaciones que, al aumentar sus márgenes de ganancia, en lugar de aumentar los sueldos o los beneficios sociales de sus empleados responden […] reduciendo su personal, sacándose de encima una parte importante de la fuerza de trabajo para crear un inestable ejército de empleados freelance y demedio tiempo, sin los beneficios de la seguridad social.


MARK FISHER.

perú post indie

Haz el ejercicio de pasear una tarde por la plaza del Cuzco, siéntate a la vera de su fuente y distinguirás entre cuzqueños, entre las decenas de argentinos hippies (muchos realmente insoportables), unos cuantos chilenos y de esa pléyade de "gringos" -que vienen dispuestos a ser estafados, bricheados, etc-, a unos curiosos especímenes: los limeños.
Contrariamente a lo que creemos los hijos de esta tierra, lo primero que nos delatará será nuestro "acento". Sí, querido limeño, tenemos acento, un acentazo como doliente, como que rogamos por algo y las mujeres, muchas, además un extraño alargamiento de la sílaba final. Pero lo que realmente suele llamarme la atención es la manera como nos vestimos para ir al Cuzco, porque, el Cuzco es una ciudad, no el campo. Tiene universidades, empresas, negocios, etc. Siin embargo, casi como esos gringos que para venir a Sudamérica vienen disfrazados de Indiana Jones o su variante millenial, nosotros nos vestimos como si fuésemos a escalar el Himalaya. Ya, es verdad que el frío cuzqueño puede ser más intenso que el de la Costa -aunque este invierno me esté haciendo dudarlo- pero echa un vistazo a todo tu outfit: la casaca Northfake, abajo otra chaquetilla de polar o algo así de una marca similar, las botas de montañista, tus medias ochenteras cual escarpines, todo...
Y es que esa es la forma como imaginamos la Sierra: rural, el campo, las montañas, aunque en el fondo no nos movamos de un par de discotecas cusqueñas. Es decir, bien podrías haber venido vestido como en Lima con algo más de abrigo y ya; pero no, ir al Cuzco, a la sierra en general es asistir a un pedazo de nuestra imaginación geográfica que poco tiene que ver con nuestros hábitos usuales del vestido, del comportamiento, etc. Jamás vi en Lima a nadie tomarse una foto con una "niña andina" como lo vi en Cuzco y no ha sido porque no haya niños dispuestos a recibir one dollar por una foto en Lima, pero es que en Cuzquito (cada vez que escucho eso de "Cuzquito" me suda la espalda) es más cute. Ahora, sólo para que calcules la violencia de este acto, ¿te imaginas que alguien del Cuzco -Ayacucho, Huancavelica, Cajamarca o hasta de Chimbote- viniese y te pidiera tomarse una foto con tu hijita, tu sobrino, o lo que sea en Larcomar para subirlo a Instagram o al Facebook? ¿Hardcore, no?


FRED ROHNER
Historia Secreta del Perú 2

as it is when it was

sonido es sonido

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pura miel

nogzales der wil

RETROMANÍA

"...Pero los 2000 fueron también la década del reciclado rampante: géneros del pasado revividos y renovados, material sonoro vintage reprocesado y recombinado. Con demasiada frecuencia podía detectarse en las nuevas bandas de jóvenes, bajo la piel tirante y las mejillas rosadas, la carne gris y floja de las viejas ideas... Pero donde lo retro verdaderamente reina como sensibilidad dominante y paradigma creativo es en la tierra de lo hipster, el equivalente pop de la alta cultura. Las mismas personas que uno esperaría que produzcan (en tanto artistas) o defiendan (en tanto consumidores) lo no convencional y lo innovador: ese es justamente el grupo más adicto al pasado. En términos demográficos, es exactamente la misma clase social de avanzada, pero en vez de ser pioneros e innovadores han cambiado de rol y ahora son curadores y archivistas. La vanguardia devino en retaguardia." SIMON REYNOLDS Retromanía

kpunk

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