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lunes, 17 de enero de 2022

UNA CONVERSA CON LUCHO PACORA :. Las categorías del siglo pasado están completamente caducas, no reflejan la nueva complejidad de la humanidad ni sus necesidades.



Lucho Pacora es uno de los críticos musicales más persistentes de nuestra escena, ha trabajado en medios como El Comercio, Movistar Música, Rolling Stone y Fundación Telefónica. Le conocimos cuando escribía un blog para la web de Perú 21 allá por el 2011 y desde entonces su campo de acción ha dado el salto hacia órganos extranjeros. Actualmente se dedica a la vinculación del arte, ciencia, tecnología e innovación social, y colabora en medios como Radio Gladys Palmera (España), Revista Marvin (México) y Zona de Obras (España). Muchos recordarán sus artículos y video-entrevistas a Leo Bacteria o a los ex Electro Z aka Claroscura. Charlamos con Pacora sobre las movidas contemporáneas, sus contradicciones y posibilidades. Disfrootad.


Cuéntanos acerca de tus inicios en la música, ¿qué bandas o discos escuchabas de adolescente o en el colegio?

Al principio escuchaba lo mismo que escuchan los chibolos ahora, es decir, los hits radiales de artistas pop rock argentinos, mexicanos, españoles y alguno que otro peruano, lo cual es una evidencia del anacronismo retrógrada de las corporaciones radiales de nuestro país. Hace un par de años cayeron a mi casa un par de adolescentes entusiasmados por la música y cuando les pedí que se tocaran algo se mandaron con “Mi historia entre tus dedos” de Gianluca Grignani, de hecho uno de ellos me confesó que la usaba para gilear chicas, lo cual es bueno para su salud reproductiva pero nefasto para el desarrollo de la música. Yo hice mi secundaria en Tacna y tuve la insólita fortuna de que por esos años (a inicios de los 90) existiera en esa pequeña ciudad una radio con una programación que seguía las tendencias anglosajonas del momento, algo así como una Doble9 que me hizo descubrir el grunge, el indie rock y el britpop. Los adolescentes de esta época no tienen muchas alternativas en el dial, la oferta es muy paupérrima si la comparamos con nuestros vecinos más cercanos aunque lamentablemente la radio sigue siendo el medio que educa musicalmente a los peruanos, machacando una y otra vez las mismas canciones que escuchábamos nosotros hace 30 años, los medios digitales aún no han logrado desplazar esta tendencia porque crear nuevas audiencias toma tiempo y nadie tiene el presupuesto (salvo las corporaciones) para sostener un emprendimiento como ese y si lo tuvieras dichas corporaciones se encargarían de bloquear todas las puertas porque son dueñas de todo el dial, curiosamente el mismo modus operandi de las mafias.     

¿Qué tal la experiencia de Comunicaciones en San Marcos?

Lo mejor de la educación pública, en especial en San Marcos, es su precariedad. No tener los recursos logísticos, pedagógicos y humanos hace que salgas a buscar en otros lugares o personas aquello que necesitas. Eso en San Marcos es ley porque se recrea una y otra vez, se crean referentes entre cada promoción que sirven de guía a los nuevos estudiantes y eso te da más ánimo para salir a buscar aunque no sepas exactamente qué estás buscando. Por otro lado, la confluencia de tantos sectores sociales es algo que te enriquece porque hay un intercambio de puntos de vista, de consumos culturales y de tradiciones familiares. Con la gente de mi promo nos vacilábamos igual en el tono de nuestro amigo que vivía en la residencial San Felipe como el de nuestro broder que vivía en Comas, las diferencias se establecían más desde lo intelectual que desde lo racial o de clase, algo bastante inusual en nuestra sociedad. De hecho fue en mi primer año en la universidad, en medio de las protestas contra la ilegal reelección de Fujimori, que me involucré plenamente con la escena artística de Lima, fue un momento de transición muy interesante porque me permitió observar a las bandas y movimientos que habían surgido a mediados de los 90 junto a los nuevos proyectos que comenzaron a surgir a partir del año 2000. De hecho, las verbenas de las facultades de San Marcos eran un reflejo de este cambio porque comenzaron a programar a bandas como Leuzemia, 3 al Hilo, Aeropajitas, Mortem, Kranium, La Sarita, D’Mente Común, La Raza, entre muchas más que pedían los propios estudiantes.  

¿Cómo percibes que ha cambiado la escena estos años, digamos desde los subtes 80 al día de hoy gobernado por el indie marketing?

Pienso que ha cambiado en la forma pero no en el fondo. Sin duda ha habido una evolución en cuanto a la profesionalización de todos los agentes que producen la escena, desde los técnicos hasta los músicos, hasta hace unos años nadie tenía idea de qué diablos era un manager, un booker o un PR, los estudios de grabación eran improvisadas salas de ensayo y los productores musicales eran una especie casi extinguida. Todo eso cambió muchísimo, entre otros motivos, porque hubo un cambio generacional que le dio soporte a ese desarrollo. Yo pertenezco a la primera generación de managers musicales y no es que antes no existieran sino que eran una especie exótica que nunca se profesionalizó como tal y que tampoco se interesó en trasmitir ese conocimiento a las nuevas generaciones. Nosotros decidimos romper con esa tara y aunque nos costó sangre, sudor y pobreza, fuimos conscientes que todo ese aprendizaje tenía que ser compartido, que era necesario convertirnos en  referentes para los que llegarían después y no desde esa actitud paternalista tan arraigada en nuestra capital sino desde la otredad, de la empatía, de procurar que los más jóvenes no la caguen como la cagamos nosotros, que la caguen a su manera digamos teniedo a gente a quien recurrir cuando duden o no sepan cómo seguir. Por otro lado, susbsiste la precariedad, la informalidad, el desorden, la falta de compromiso, la deslealtad, el doble discurso, el abuso, la pastrulada, etc., todo lo cual es también reflejo de nuestra idiosincracia, hay un infantilismo y un apetito suicida de autosabotaje que caracteriza a los limeños desde el virreynato, mientras más investigo sobre la historia de la música peruana más recurrente es aquella escena de la película “Ciudad de M” cuando el protagonista está a punto de hacerla y liberarse de la mediocridad en la que vive pero rápidamente se va todo a la mierda. Pasó con Los Saicos cuando estuvieron a punto de hacer una gira por Argentina, con Frágil cuando tenían un contrato listo para firmar con una multinacional junto a una gira que ya estaba armada pero el cantante nunca se presentó y los mandaron al carajo, con Miki González que estuvo a un paso de firmar con una disquera internacional que lo hubiera convertido en nuestro primer artista con influencia continental, y así por el estilo. Por eso estoy convencido que el futuro de la escena independiente está en provincias, hay que apoyar desde todos los frentes para que eso ocurra. 

¿Cuáles son tus discos de cabecera o los que recomendarías a cualquier melómano?

No tengo discos de cabecera, nunca he creído en las listas de revistas para señoras de peluquería. Lo peor que se le puede hacer a la música es jerarquizarla, pretender que lo que a mí me gusta le debe gustar a todo el mundo, esas son huevadas, lo que sí debería haber es un mayor acceso a la diversidad de producciones que se realizan en nuestro país o fuera de él, esa falta de acceso a otras formas de creación artística es lo que ha generado el modelo económico dominante para perpetuar a los que están arriba de la cadena alimenticia. Mira nada más cómo le dieron vuelta las majors a la música digital, lo que comenzó como una revolución que casi las hace desaparecer se convirtió en poco tiempo en un modelo de negocio mucho más injusto que el anterior, donde el que siempre pierde es el artista. El único músico peruano que se ha posicionado abiertamente en contra de Spotify es Mario Silvania, entonces si algo puedo recomendar es que le escriban para comprarle su nuevo disco porque no podrán encontrarlo en ninguna plataforma de streaming.   

¿Cómo crees que podría evolucionar la industria musical en el contexto post pandemia tanto local como internacionalmente?

Yo espero con mucha expectativa lo que pasará una vez que el covid se convierta en una simple endemia, es decir en una gripe más de las que nos suele dar en invierno. En ese momento lo que debería ocurrir es un boom, una catarsis colectiva, luego de tantos años de reclusión. Hace exactamente cien años ocurrió algo muy parecido con la “gripe española” que mató a 50 millones de personas. Luego de ese episodio surgieron las vanguardias artísticas, explotó el jazz, el tango se posicionó a nivel continental y la música criolla nuestra se renovó con la generación de Pinglo, Ferreyros, Montes y Manrique. Esta pandemia ha acelerado un proceso tecnológico que hubiera tomado más tiempo en ocurrir y aquí es donde ocurrirán las próximas batallas. Y hablo de batalla porque si algo está ocurriendo en la industria internacional es una creciente preocupación por el control de los derechos de autor de los artistas, nunca como ahora se había debatido tanto sobre este aspecto, nunca se había puesto en entredicho las míseras regalías que reciben los artistas por sus obras ni la necesidad de transparentar el consumo. ¿Quién fiscaliza a plataformas como Spotify, Youtube, Facebook, etc.?, ¿cómo sabemos si los escuchas que ellos dicen que nos escucharon son los que realmente lo hicieron? Una alternativa a esta dictadura comercial podría ser blockchain, un sistema de almacenamiento de información donde el único que tiene acceso a tu data eres tú y si alguna plataforma quiere usar tus creaciones tiene que solicitarte acceso, por ende el artista sabrá en todo momento quién usa sus contenidos, cómo los monetiza y cuánto de ese dinero le retorna. Otra tecnología reciente son los NFT que se basa precisamente en blockchain para crear obras de colección, de hecho varios artistas mainstream como Steve Aoki, Kings of Lion, Linkin Park y hasta Shakira lo han comenzado a utilizar. Por otro lado, más allá del fenómeno de TikTok, lo que viene será un híbrido que mezclará las experiencias análogas del concierto en vivo con interacciones de realidad virtual, ya ha habido ensayos sobre esto en varios festivales de Europa y Asia, en Corea del Sur por ejemplo hay grupos de boybands cuyos conciertos son enteramente una simulación inmersiva con cascos de VR o con proyecciones holográficas, digamos que Black Mirror pasó de ser una serie futurista a una costumbrista. 

A nivel local el futuro nos plantea otros retos, si bien será muy importante estar al día con las nuevas tecnologías, mientras no se modifiquen los problemas de fondo la música peruana seguirá atrapada en el eterno loop que le impide a los artistas mainstream atreverse a ir más allá y a los independientes lograr ampliar su escasa audiencia. Yo no conozco ninguna industria cultural latinoamericana que haya crecido sin el apoyo de políticas públicas sostenidas en el tiempo y diseñadas conjuntamente con los actores de la escena. Nuestro ministerio de Cultura es un comodín político que solo sirve para parchar los escándalos de cada gobierno, la empresa privada jamás va a apostar por un mercado tan minúsculo por más buenos que sean los artistas y los mismos artistas no podrán hacer valer sus derechos hasta que realicen una seria autocrítica para trascender su propia individualidad y comenzar a pensar colectivamente en proyectos que beneficien a todos. Es necesario repensarnos y encarar el futuro de otra manera, ya es tiempo, las categorías del siglo pasado están completamente caducas, no reflejan la nueva complejidad de la humanidad ni sus necesidades. Una salida podría ser lo que el crítico musical Mark Fisher llama “comunismo ácido”, la invención de un horizonte inédito de activismo cultural y político que se convierta en una tarea colectiva, algo así como continuar las revoluciones que comenzaron con la contracultura de los años 60 y que el neoliberalismo logró desarticular con mucha eficacia. Tal vez a la gran mayoría de los peruanos no les guste el indie, la electrónica, el math rock o el neo folk pero sería chévere si por lo menos supieran que existen estas alternativas para decidir si algo de eso les engancha, esta democratización del consumo es una de las claves para lograr empoderar a la música más creativa que, a pesar de todo, se sigue produciendo en nuestro país. 

¿Te parece sintomático el hecho de que uno de nuestro grandes referentes de éxito y acto de culto, Silvania, haya regresado con nuevo disco y ningún sello se haya molestado en lanzar una propuesta atractiva para el autor o, en todo caso, cómo lees tal hecho?

La época de las disqueras ya pasó. La diversificación del consumo y las nuevas formas de rentabilizar la música se ha vuelto más amplio y complejo, ya no basta con un vender un CD y repartir las ganancias, con la llegada del streaming son los intermediarios digitales los que se llevan la mayor parte de las ventas, no conozco a ningún artista independiente que viva de regalías de Spotify o Youtube, de hecho son estas plataformas las que se han favorecido del capitalismo salvaje para posicionarse en el mercado de consumo e imponer sus reglas de juego, Bandcamp y Soundcloud están intentando apostar por un modelo menos abusivo pero aún es poco y esto pasa porque los propios artistas regalan su trabajo, no lo valorizan y por ende buscan desesperadamente hacer crecer su audiencia lo cual implica un nivel de inversión que no poseen y eso los coloca en una enorme desventaja frente a las grandes corporaciones discográficas que tienen la sartén por el mango. Mientras no se apueste por otras formas de valorizar su propio trabajo, las plataformas seguirán enriqueciéndose a costa de los millones de músicos que distribuyen sus composiciones gratuitamente. El lado positivo de todo esto es que los artistas por fin poseen los derechos totales sobre su creación, ya no dependen de un mecenas que les tire un par de monedas a cambio de producir su disco y apropiarse de las grabaciones ad eternum, algo que sigue siendo un problema para los artistas del siglo pasado que reciben poco o nada por las reediciones de sus álbumes o el licenciamiento de su música. Si algo puedo recomendarle a los artistas independientes es que no regalen sus canciones, tener el control absoluto sobre sus obras será algo muy positivo (y rentable) en el futuro




La crítica que se realiza a las fusiones de neo-folk tanto musicales como de orden gastronómico y demás radica en que los indios/lo autóctono para admirar o en el museo está ok pero cuando se trata de exigir derechos o considerarles ciudadanos iguales la mentalidad colonial persiste pura. Curioso ya que muchos de los artistas de cumbia dub y sellos ad hoc pertenecen a la clase criolla que por siglos ha explotado y se ha enriquecido de tales situaciones, algunos incluso cambian de nominación para conseguir un alias autóctono o peruano, como en el caso de Vilchez Huamán derivado de Wiesse Hamann. ¿Cómo ponderas tales situaciones o problemas?

Aquí hay que diferenciar entre lo que sucede en la capital con lo que ocurre fuera de ella. La identidad del limeño es tan precaria que si le quitas el fútbol y la comida se suicidarían masivamente. A un arequipeño o cusqueño difícilmente le ocurriría lo mismo, sus referentes culturales son mucho más sólidos porque están conectados con una tradición que pervive y con la que se involucran desde que nacen. Incluso el colonialismo mental en el que viven muchos limeños es burdo, su modelo de éxito es Estados Unidos y tratan de imitar desesperadamente el american way of life, por algo las casacas North Face se convirtieron en un signo distintivo de clase. Este fenómeno lo puedes rastrear hasta la colonia, los nuevos peruanos preferían la música que llegaba de España, Francia o Italia antes que los yaravíes, las cashuas o los negritos, de hecho poco después de que San Martín proclamara la independencia, el fervor patriota favoreció un breve auge de la música popular mestiza y afroperuana que en poco tiempo fue marginada, es decir devuelta a su origen, para colocar en su lugar a la ópera italiana. Somos una sociedad sumamente insegura, con miedos cojudos y espejos deformados, hasta ahora nos cuesta asumirnos como una diversidad, no somos ni cholos, ni blancos, ni indios, ni negros, ni chinos, somos todo eso e incluso hay otros peruanos como los amazónicos que no se reconocen entre esas razas y eso está bien porque somos todo eso, una serie de naciones tratando de convivir de la manera menos nociva posible. Una de las cosas que aprendí girando con bandas peruanas en otros países de Latinoamérica fue que mientras más te reconoces en tus orígenes más original te vuelves y eso es lo que te hace diferente. La apropiación cultural siempre ha existido y eso es porque vemos a los demás peruanos desde un plano vertical y no desde uno horizontal, cuando logras cambiar la perspectiva descubres un universo increíble de sabiduría popular y ancestral que es parte de nosotros y no nos damos cuenta o no queremos reconocerlo. Nos encanta hacernos los huevones.

Tus referentes en el periodismo musical peruano y mundial son:

De aquí me gusta mucho lo que hace Hugo Lévano, Luis Alvarado, Alonso Almenara, Czar Gutiérrez, Carlos Torres Rotondo, Francisco Melgar y Fidel Gutiérrez, pero si hablamos de referentes históricos sin duda nombraría a Estanislao Ruiz Floriano, Gerardo Manuel, Helen Ramos y Hakim de Merv. De los internacionales soy devoto de Mark Fisher, David Toop, Simon Reynolds, Neil Strauss, Víctor Lenore, Diego Manrique, Fernando Rosa, Jaime Monsalve, Enrique Blanc, José Manuel Gómez, entre otros. 

El concierto que marcó tu vida o que más atesoras ha sido:

Qué pregunta tan pendeja, pero lo primero que se me viene a la mente es el concierto de la Fania All Stars en el 2012, fue la última vez que vendrían Johnny Pacheco y Cheo Feliciano. 

Planes futuros. 

Además de sobrevivir y aprender a cocinar sopas ramen, promocionar un libro sobre música peruana que se publicó a fines del año pasado con una editorial de México y preparar otro libro sobre cumbia amazónica.

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El Comité empezó a ser acosado por la policía. Hipólito Salazar, que había fundado la Federación Indígena Obrera Regional Peruana, fue deportado. Urviola enfermó de tuberculosis y falleció el 27 de enero de 1925. Cuando enterraron a Urviola varios dirigentes de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo no pudieron asistir a su velatorio en el local de la Federación de Choferes, en la calle Sandia. El sepelio fue multitudinario. Los ejércitos particulares de los hacendados se dedicaron a quemar las escuelas que el Comité había abierto en diversos puntos del interior del Perú y persiguieron también a sus alumnos y profesores. Antes de la sublevación de Huancané de 1923, fusilaron a tres campesinos de Wilakunka solo porque asistían a una de estas escuelas. El año siguiente, durante una inspección que realizó a las comunidades de Huancané, el Obispo de Puno, Monseñor Cossío, constató la acción vandálica de los terratenientes que habían incendiado más de sesenta locales escolares. No contentos con quemar las escuelas que organizaba el Comité y asesinar a sus profesores o alumnos, los gamonales presionaron a las autoridades locales para que apresen a los delegados indígenas y repriman a los campesinos que los apoyaban. Entre 1921 y 1922, diversos prefectos y subprefectos perpetraron crímenes y atropellos. Hubo casos donde fueron los mismos gamonales los que se encargaron de asesinar a los delegados de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo. Domingo Huarca, delegado de los comuneros de Tocroyoc, departamento del Cusco, quien había estado en Lima tramitando memoriales, fue brutalmente asesinado. Los gamonales primero lo maltrataron, después le sacaron los ojos y finalmente lo colgaron de la torre de una iglesia. Vicente Tinta Ccoa, del subcomité de Macusani, en Puno, que fue asesinado por los gamonales del lugar. En agosto de 1927, la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo dejó de funcionar luego que, mediante una resolución suprema, el gobierno de Leguía prohibió su funcionamiento en todo el país. Gran parte de la promoción de líderes indígenas que se forjó con la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo engrosó los nuevos movimientos sociales que iban a desembocar en la formación del Partido Comunista y el Partido Aprista. Fueron los casos de Ezequiel Urviola, Hipólito Salazar y Eduardo Quispe y Quispe, que fueron atraídos por la prédica socialista de José Carlos Mariátegui; o de Juan Hipólito Pévez y Demetrio Sandoval, que se acercaron a Víctor Raúl Haya de la Torre y el Partido Aprista. En 1931, después del derrocamiento de Leguía y la muerte de Mariátegui, el Partido Socialista, convertido en Partido Comunista, lanzó la candidatura del indígena Eduardo Quispe y Quispe a la Presidencia de la República. HÉCTOR BÉJAR.

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realismo capitalista peruano, ¡ja, ja!

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es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del capitalismo

En tercer lugar, un dato: una generación entera nació después de la caída del Muro de Berlín. En las décadas de 1960 y 1970, el capitalismo enfrentaba el problema de cómo contener y absorber las energías externas. El problema que posee ahora es exactamente el opuesto: habiendo incorporado cualquier cosa externa de manera en extremo exitosa, ¿puede todavía funcionar sin algo ajeno que colonizar y de lo que apropiarse? Para la mayor parte de quienes tienen menos de veinte años en Europa o los Estados Unidos, la inexistencia de alternativas al capitalismo ya ni siquiera es un problema. El capitalismo ocupa sin fisuras el horizonte de lo pensable. Jameson acostumbraba a detallar con horror la forma en que el capitalismo penetraba en cada poro del inconsciente; en la actualidad, el hecho de que el capitalismo haya colonizado la vida onírica de la población se da por sentado con tanta fuerza que ni merece comentario. Sería peligroso y poco conducente, sin embargo, imaginar el pasado inmediato como un estado edénico rico en potencial político, y por lo mismo resulta necesario recordar el rol que desempeñó la mercantilización en la producción de cultura a lo largo del siglo XX. El viejo duelo entre el détournement y la recuperación, entre la subversión y la captura, parece haberse agotado. Ahora estamos frente a otro proceso que ya no tiene que ver con la incorporación de materiales que previamente parecían tener potencial subversivo, sino con su precorporación, a través del modelado preventivo de los deseos, las aspiraciones y las esperanzas por parte de la cultura capitalista. Solo hay que observar el establecimiento de zonas culturales «alternativas» o «independientes» que repiten interminablemente los más viejos gestos de rebelión y confrontación con el entusiasmo de una primera vez. «Alternativo», «independiente» yotros conceptos similares no designan nada externo a la cultura mainstream; más bien, se trata de estilos, y de hecho de estilos dominantes, al interior del mainstream.
Nadie encarnó y lidió con este punto muerto como Kurt Cobain y Nirvana. En su lasitud espantosa y su furia sin objeto, Cobain parecía dar voz a la depresión colectiva de la generación que había llegado después del fin de la historia, cuyos movimientos ya estaban todos anticipados, rastreados, vendidos y comprados de antemano. Cobain sabía que él no era nada más que una pieza adicional en el espectáculo, que nada le va mejor a MTV que una protesta contra MTV, que su impulso era un cliché previamente guionado y que darse cuenta de todo esto incluso era un cliché. El impasse que lo dejó paralizado es precisamente el que había descripto Jameson: como ocurre con la cultura posmoderna en general, Cobain se encontró con que «los productores de la cultura solo pueden dirigirse ya al pasado: la imitación de estilos muertos, el discurso a través de las máscaras y las voces almacenadas en el museo imaginario de una cultura que es hoy global». En estas condiciones incluso el éxito es una forma del fracaso desde el momento en que tener éxito solo significa convertirse en la nueva presa que el sistema quiere devorar. Pero la angustia fuertemente existencial de Nirvana y Cobain, sin embargo, corresponde a un momento anterior al nuestro y lo que vino después de ellos no fue otra cosa que un rock pastiche que, ya libre de esa angustia, reproduce las formas del pasado sin ansia alguna.
La muerte de Cobain confirmó la derrota y la incorporación final de las ambiciones utópicas y prometeicas del rock en la cultura capitalista. Cuando murió, el rock ya estaba comenzando a ser eclipsado por el hiphop, cuyo éxito global presupone la lógica de la precorporación a la que me he referido antes. En buena parte del hip hop, cualquier esperanza «ingenua» en que la cultura joven pueda cambiar algo fue sustituida hace tiempo por una aceptación dura de la versión más brutalmente reduccionista de la «realidad». «En el hip hop», escribió SimonReynolds en su ensayo de 1996 para The Wire :
«Lo real» tiene dos significados. En primer lugar, hace referencia a la música auténtica que no se deja limitar por los intereses creados y se niega a cambiar o suavizar su mensaje para venderse a la industria musical. Pero «real» también es aquella música que refleja una «realidad» constituida por la inestabilidad económica del capitalismo tardío, el racismo institucionalizado, la creciente vigilancia y el acoso sobre la juventud de parte de la policía. «Lo real» es la muerte de lo social: es lo que ocurre con las corporaciones que, al aumentar sus márgenes de ganancia, en lugar de aumentar los sueldos o los beneficios sociales de sus empleados responden […] reduciendo su personal, sacándose de encima una parte importante de la fuerza de trabajo para crear un inestable ejército de empleados freelance y demedio tiempo, sin los beneficios de la seguridad social.


MARK FISHER.

perú post indie

Haz el ejercicio de pasear una tarde por la plaza del Cuzco, siéntate a la vera de su fuente y distinguirás entre cuzqueños, entre las decenas de argentinos hippies (muchos realmente insoportables), unos cuantos chilenos y de esa pléyade de "gringos" -que vienen dispuestos a ser estafados, bricheados, etc-, a unos curiosos especímenes: los limeños.
Contrariamente a lo que creemos los hijos de esta tierra, lo primero que nos delatará será nuestro "acento". Sí, querido limeño, tenemos acento, un acentazo como doliente, como que rogamos por algo y las mujeres, muchas, además un extraño alargamiento de la sílaba final. Pero lo que realmente suele llamarme la atención es la manera como nos vestimos para ir al Cuzco, porque, el Cuzco es una ciudad, no el campo. Tiene universidades, empresas, negocios, etc. Siin embargo, casi como esos gringos que para venir a Sudamérica vienen disfrazados de Indiana Jones o su variante millenial, nosotros nos vestimos como si fuésemos a escalar el Himalaya. Ya, es verdad que el frío cuzqueño puede ser más intenso que el de la Costa -aunque este invierno me esté haciendo dudarlo- pero echa un vistazo a todo tu outfit: la casaca Northfake, abajo otra chaquetilla de polar o algo así de una marca similar, las botas de montañista, tus medias ochenteras cual escarpines, todo...
Y es que esa es la forma como imaginamos la Sierra: rural, el campo, las montañas, aunque en el fondo no nos movamos de un par de discotecas cusqueñas. Es decir, bien podrías haber venido vestido como en Lima con algo más de abrigo y ya; pero no, ir al Cuzco, a la sierra en general es asistir a un pedazo de nuestra imaginación geográfica que poco tiene que ver con nuestros hábitos usuales del vestido, del comportamiento, etc. Jamás vi en Lima a nadie tomarse una foto con una "niña andina" como lo vi en Cuzco y no ha sido porque no haya niños dispuestos a recibir one dollar por una foto en Lima, pero es que en Cuzquito (cada vez que escucho eso de "Cuzquito" me suda la espalda) es más cute. Ahora, sólo para que calcules la violencia de este acto, ¿te imaginas que alguien del Cuzco -Ayacucho, Huancavelica, Cajamarca o hasta de Chimbote- viniese y te pidiera tomarse una foto con tu hijita, tu sobrino, o lo que sea en Larcomar para subirlo a Instagram o al Facebook? ¿Hardcore, no?


FRED ROHNER
Historia Secreta del Perú 2

as it is when it was

sonido es sonido

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RETROMANÍA

"...Pero los 2000 fueron también la década del reciclado rampante: géneros del pasado revividos y renovados, material sonoro vintage reprocesado y recombinado. Con demasiada frecuencia podía detectarse en las nuevas bandas de jóvenes, bajo la piel tirante y las mejillas rosadas, la carne gris y floja de las viejas ideas... Pero donde lo retro verdaderamente reina como sensibilidad dominante y paradigma creativo es en la tierra de lo hipster, el equivalente pop de la alta cultura. Las mismas personas que uno esperaría que produzcan (en tanto artistas) o defiendan (en tanto consumidores) lo no convencional y lo innovador: ese es justamente el grupo más adicto al pasado. En términos demográficos, es exactamente la misma clase social de avanzada, pero en vez de ser pioneros e innovadores han cambiado de rol y ahora son curadores y archivistas. La vanguardia devino en retaguardia." SIMON REYNOLDS Retromanía

kpunk

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