Éste sábado acudí a un festival de Arte en mi nueva Universidad, la Ruiz de Montoya, allí me sucedió algo bien peculiar. Resulta que al ingresar yo al salón donde se ofrecía una exposición filosófica se me preguntó primero “¿quién eres?” y yo atiné a decir “yo quiero ser una estrella”, luego se me preguntó “¿sabes qué es la verdad?” y yo respondí “la verdad está en Andrómeda”. Había jugado el juego filosófico que los de mi Universidad habían preparado, pero siento que lo que dije, a pesar de haber sido sólo un juego, es cierto.
En el micro, de regreso a casa, me puse a pensar en ello y me di cuenta que cuando todo esto se acabe, cuando ya no exista la raza humana, o el planeta en que vivimos, seguirá existiendo algo más que simplemente los seres humanos, estará el mundo de las estrellas y fenómenos del espacio exterior, esa realidad es infinita, el universo es infinito y en expansión, si ése cosmos se acaba pues todo quedará sin sentido, incluso la verdad dejaría de ser, pues nada sería. Es decir, la nada sería todo. Hasta ese momento creo firmemente que la verdad, lo esencial está en el éter que los poetas pueden avizorar. La verdadera realidad, trascendente, es el cosmos que nos supera y cobija. Es decir, no estaba equivocado cuando, tomando una parte por el todo, le dije a aquél compañero de la Ruiz que la verdad estaba en Andrómeda. Pienso, sinceramente, que ella está ahí y no en las efímeras incertidumbres de la sociedad humana.
En el micro, de regreso a casa, me puse a pensar en ello y me di cuenta que cuando todo esto se acabe, cuando ya no exista la raza humana, o el planeta en que vivimos, seguirá existiendo algo más que simplemente los seres humanos, estará el mundo de las estrellas y fenómenos del espacio exterior, esa realidad es infinita, el universo es infinito y en expansión, si ése cosmos se acaba pues todo quedará sin sentido, incluso la verdad dejaría de ser, pues nada sería. Es decir, la nada sería todo. Hasta ese momento creo firmemente que la verdad, lo esencial está en el éter que los poetas pueden avizorar. La verdadera realidad, trascendente, es el cosmos que nos supera y cobija. Es decir, no estaba equivocado cuando, tomando una parte por el todo, le dije a aquél compañero de la Ruiz que la verdad estaba en Andrómeda. Pienso, sinceramente, que ella está ahí y no en las efímeras incertidumbres de la sociedad humana.
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