En el nuevo fanzine “Audio y Error” encontré una reseña a un grupo ruidista que parece ser interesante. No lo conozco aún pero lo que de él se habla me resulta emocionante. ¿Será como Yasunao Tone?
“La cabeza de un hombre sobre el cuerpo de un caballo nos produce agrado; la cabeza de un caballo sobre el cuerpo de un hombre nos causaría desagrado. Crear monstruos también requiere gusto”.
Esto afirmaba Dennis Diderot (1713 – 1784) en su obra “Pensées détachées sur la peinture”. Se puede afirmar que su postura ante la cuestión estética de los monstruos es claramente iluminista. Un hombre con cabeza de caballo sería algo grotesco, surreal, uno de esos monstruos absurdos que se engendran en los sueños; por el contrario, en un caballo con cabeza de hombre la razón seguiría ocupando el puesto prominente que le corresponde y la reacción lógica del espectador ante tal capricho de la naturaleza sería de asombro, acompañado de interés.
¿No surgen en ciertos momentos de la vida de la humanidad y del individuo impulsos explicables que se traducen en formas extrañas? Entonces ya no basta el lenguaje corriente; ni el mármol ni las palabras ni las notas musicales pueden contener esos pensamientos que no se dicen, ni calmar esos extraños apetitos que no encuentran sosiego… este es el caso de SISTRUM.
“Comencé mi proyecto Sistrum a principios de 1998. La idea fundamental que perseguía era la de conseguir una expresión no ortodoxa del amor, el miedo, la tristeza… aunque la verdad es que no logro recordar si tenía alguna intención en concreto. Tenía un sincero interés en la mayor parte de las manifestaciones artísticas de la cultura underground, pero fundamentalmente mis fuentes de inspiración eran dos a las que tenía fácil acceso, James Tenney y Keiji Hano, cuyos CDs y vinilos había encontrado casualmente en una tienda de discos de segunda mano”.
“La cabeza de un hombre sobre el cuerpo de un caballo nos produce agrado; la cabeza de un caballo sobre el cuerpo de un hombre nos causaría desagrado. Crear monstruos también requiere gusto”.
Esto afirmaba Dennis Diderot (1713 – 1784) en su obra “Pensées détachées sur la peinture”. Se puede afirmar que su postura ante la cuestión estética de los monstruos es claramente iluminista. Un hombre con cabeza de caballo sería algo grotesco, surreal, uno de esos monstruos absurdos que se engendran en los sueños; por el contrario, en un caballo con cabeza de hombre la razón seguiría ocupando el puesto prominente que le corresponde y la reacción lógica del espectador ante tal capricho de la naturaleza sería de asombro, acompañado de interés.
¿No surgen en ciertos momentos de la vida de la humanidad y del individuo impulsos explicables que se traducen en formas extrañas? Entonces ya no basta el lenguaje corriente; ni el mármol ni las palabras ni las notas musicales pueden contener esos pensamientos que no se dicen, ni calmar esos extraños apetitos que no encuentran sosiego… este es el caso de SISTRUM.
“Comencé mi proyecto Sistrum a principios de 1998. La idea fundamental que perseguía era la de conseguir una expresión no ortodoxa del amor, el miedo, la tristeza… aunque la verdad es que no logro recordar si tenía alguna intención en concreto. Tenía un sincero interés en la mayor parte de las manifestaciones artísticas de la cultura underground, pero fundamentalmente mis fuentes de inspiración eran dos a las que tenía fácil acceso, James Tenney y Keiji Hano, cuyos CDs y vinilos había encontrado casualmente en una tienda de discos de segunda mano”.
La naturaleza de su música puede irritarnos, puede producirnos asfixia, hacernos querer huir de ella mientras en nuestros oídos podemos escuchar el grito de su alma con toda claridad; Sistrum se lanza al total desenfreno, a lo monstruoso; Brian Day se pone una máscara y se hace llamar Sistrum mientras corre, lanzando gritos, alaridos, obligándonos a penetrar en el dominio de la locura y el salvajismo musical. Una vez finalizada la escucha, el oyente no se comprende a sí mismo; su propio espíritu le da miedo y le espanta porque… le ha encantado. Se pregunta por qué creó Sistrum tales acústicas, a dónde pretendía llegar con tales glifos sonoros, en qué delirio de la carne dotó de estridencias al susurro y en qué hora de angustia escuchó las disonancias del infierno.
Como vemos, sobre el que aquí hablo, Sistrum, no es ya el “curieux” de una época iluminista, sino un ruidista cuya fantasía se ve turbada por visiones y para quien los monstruos significan una alucinante posibilidad de evasión de esa camisa de fuerza que son las leyes de la realidad. Desde luego, en la música de Sistrum no se habla para nada de centauros.
Al igual que Victor-Marie Hugo (1802-1885) muchos años antes en el prefacio de su obra “Cromwell” (1827), Sistrum proclama la libertad del ruido, del Ruido con mayúscula, y reivindica su derecho al “nada imaginable me es ajeno”. Concebidas como desarrollo de la esencia íntima de nuestra alma, como sobreabundancia del factor moral, las obras ruidistas de Sistrum ocupan un puesto en el Ruido; de él se han servido los más escépticos y los más burlones, y la debilidad de algunos no ha tenido otra causa que la de no haber podido sentirlo y expresarlo.
La exigencia de una ilimitada libertad estético-moral para la música se convierte con Sistrum en una declaración de la autonomía de la música; ésta ya no reproduce la naturaleza, sino que se enfrenta a ella y crea su propio rumbo. Así el ruido de Sistrum encuentra su perfección dentro, y no fuera de si mismo.
(Anónimo)
3 comentarios:
ahh... así que el fanzine limeño "Audio y Error" también publica artículos bajados de la red... de veras no lo sabía... jejeje... Me recuerdan a "El Telescopio"...
Todo sea por amor al arte...
Wilder.
amigos. ni me acordaba de este artículo. recuerdo que mi tarea fue solamente hacer la traducción.
como estan todos?
abrazos desde puerto rico.
- jorge
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