Este cuarteto de New York integrado por Yuki Chikudate (voz y teclados) y el guitarrista James Hanna ha lanzado su segunda placa, “Citrus”, justo cuando fenecía el 2006. Vamos al grano, la música que hacen estos chicos se encuadra en la escuela del dream pop y shoegazing. La fórmula: lindas voces y guitarras con harta distorsión, tanto que a veces parecen golpeadas por ella. Mientras uno lo disfruta las referencias vibran, My Bloody Valentine, Nightblooms, Slowdive y también mucho de Swirlies. De canciones muy bien hilvanadas, este es un disco que necesita unas cuantas escuchas para calar hondo, vamos que no es como el instantáneo flechazo que produce un “Souvlaki”. Contemplamos melodías que simulan cantos de sirenas atrapadas en lo profundo de un inescapable océano crepuscular. Asobi Seksu (“sexo recreativo” en japonés) se desempeña muy bien como banda de noise rock, el baterista de hecho la hace perfecta, Chikudate inserta sus sonidos sintéticos ocasionalmente insuflando color. De guisa que la eficiencia Asobi Seksu es encantadora en gemas como “Thursday”, “Goodbye”, “Neft + Girly”, “Red Sea”, etc.
Al parecer no sólo la moda retro ha calado entre los newyorkinos, algunos parecen estar hartos de soportar a tantos grupos de “nuevo rock”. Asobi Seksu está demostrando que, además de la rutina urbanoide, hay entre los edificios espacio para miel e infinito. Como quiera que continúe esta historia, “Citrus” es de los grandes discos del 2006; bálsamo eficiente si deseas perderte en un vendaval pop noise donde encontrar las sensaciones que tanto has buscado o atesorado: melancolía solar, conmovedora belleza y cielos en flor.
Wilder Gonzales Agreda.