Al decidir postear esta crítica que desde Montevideo nos envía un colega, no nos imaginábamos en lo más mínimo que iba a generar una rencilla (¿de egos?) por allá.
Ezequiel, el autor del demo, me dice que tal sólo lo había hecho circular entre amigos o allegados y que no era/es la forma definitiva que él quiere para este disco y que por lo tanto la crítica debería removerla. Marcelo por su lado me informa que tal demo lo ha bajado del mismo blog del artista -vaya palabreja, artista :S - site en el que este ha puesto "la friolera de 16 links para descargar free el disco en los comentarios".
He entrado al link, que aparece al final de la reseña que Marcelo ha cedido gentilmente para nuestra bitácora, y compruebo que allí se ha posteado el disco en mención por todo lo alto y que tiene, vaya, 18 comentarios, además de traducción completa al inglés, enlaces al myspace, facebook y last.fm .
¡Bah! Siempre tuve aversión al rock progresivo por motivos que quizás muchos adivinarán y que no viene al caso mencionar -todo está claro y no deseo alargarme-, ayer por la mañana me bajé el disco que espera aún por mi atenta escucha; qué desmotivado me encuentro ahora tras todo este pequeño escándalo.
Por lo que uno tiene que pasar por fungir de activista.
Wil The Kid.
FORMAS ATROCES DE FELICIDAD
RAMIRO EL GAY (Demo, 2010)
TESTEANDO EL TERRENO
Intro)
El demo peca de exploratorio por la profusión de varios géneros cruzados, atenuando igualmente una refriega potencial entre la afectación conceptual y el díscolo entramado sonoro, con tenaces alturas en infligidos minimalismos progresivos y mesetas sempiternas de synth pop casero. Los contrastes padecen la sumisión a cargo de opacos arreglos instrumentales que exhiben una obvia falta de ensayos, defecto congénito en sesiones por encargo. Ni los crudos aportes del baterista Marcelo Salvatti y determinados climas bien resueltos de modo etéreo o sincopado por los teclados, logran ocultar el jadeo de las cuerdas, tanto vocales como eléctricas. Efluvios propios de su formato subyugan la grabación, cociendo pócimas impuras de punk revival y substancias apócrifas de electro post-rock, sazonadas con especias sinfónicas camerísticas que en ocasiones parecen burbujear.
a) MOVEDIZO pt. I
El lenguaje ornamental manipulado en gran parte de las canciones, aunque trasmite diversas angustias conmovedoras bajo un aura de irritación copiosa, no llega a moldear una suerte de lirismo consistente. Son meritorios de todas maneras, los esfuerzos por engendrar un concepto harto unificador, si bien en la redundancia, el personalismo frente a oídos resbaladizos podría fatigar.
Conviniendo que Ramiro El Gay es actualmente una extensión representativa del artista multifacético Ezequiel Lagos Echenique (voz, piano, sintetizador, composición), con dos Demos previos basados en teclados inflexibles y una silente incursión vocal como referencia, no es extraño encontrar correlaciones asfixiadas entre la música y un contenido lírico de reciente facturación, que agrupa cartas privadas y un par de hallazgos abarcativos a tener en cuenta (“Desafío”; “La Visión Bucólica”).
b) MOVEDIZO pt. II
La música lastra con vicios más que influencias lúcidas de Zappa, King Crimson, Van der Graaf, o el legado fluctuante de Joy Division y las canciones no terminan de cuajar, pariendo un híbrido severo y ambiguo con eventuales saldos disonantes a lo Vedres Csaba, en donde el sinfonismo atemporal cae dentro de estructuras prorrogadas, culminando con un ascenso irregular que sin embargo, destella un fulgor melódico apasionado antes de bajar el telón (“Nemia”, “Formas Atroces…”).
En definitiva, otro paso digno y aún amateur, incluyendo una producción casera de Salvatti, e innegables descuidos en la mezcla y masterización de Adolfo Schmidt, por los cuales arrastra texturas fragosas, rasgos xenófilos y fragmentos en fibrosa colisión, abrazando un delirio hipnótico a mi juicio prometedor.
Marcelo Rey
(Montevideo / Uruguay)
Intro)
El demo peca de exploratorio por la profusión de varios géneros cruzados, atenuando igualmente una refriega potencial entre la afectación conceptual y el díscolo entramado sonoro, con tenaces alturas en infligidos minimalismos progresivos y mesetas sempiternas de synth pop casero. Los contrastes padecen la sumisión a cargo de opacos arreglos instrumentales que exhiben una obvia falta de ensayos, defecto congénito en sesiones por encargo. Ni los crudos aportes del baterista Marcelo Salvatti y determinados climas bien resueltos de modo etéreo o sincopado por los teclados, logran ocultar el jadeo de las cuerdas, tanto vocales como eléctricas. Efluvios propios de su formato subyugan la grabación, cociendo pócimas impuras de punk revival y substancias apócrifas de electro post-rock, sazonadas con especias sinfónicas camerísticas que en ocasiones parecen burbujear.
a) MOVEDIZO pt. I
El lenguaje ornamental manipulado en gran parte de las canciones, aunque trasmite diversas angustias conmovedoras bajo un aura de irritación copiosa, no llega a moldear una suerte de lirismo consistente. Son meritorios de todas maneras, los esfuerzos por engendrar un concepto harto unificador, si bien en la redundancia, el personalismo frente a oídos resbaladizos podría fatigar.
Conviniendo que Ramiro El Gay es actualmente una extensión representativa del artista multifacético Ezequiel Lagos Echenique (voz, piano, sintetizador, composición), con dos Demos previos basados en teclados inflexibles y una silente incursión vocal como referencia, no es extraño encontrar correlaciones asfixiadas entre la música y un contenido lírico de reciente facturación, que agrupa cartas privadas y un par de hallazgos abarcativos a tener en cuenta (“Desafío”; “La Visión Bucólica”).
b) MOVEDIZO pt. II
La música lastra con vicios más que influencias lúcidas de Zappa, King Crimson, Van der Graaf, o el legado fluctuante de Joy Division y las canciones no terminan de cuajar, pariendo un híbrido severo y ambiguo con eventuales saldos disonantes a lo Vedres Csaba, en donde el sinfonismo atemporal cae dentro de estructuras prorrogadas, culminando con un ascenso irregular que sin embargo, destella un fulgor melódico apasionado antes de bajar el telón (“Nemia”, “Formas Atroces…”).
En definitiva, otro paso digno y aún amateur, incluyendo una producción casera de Salvatti, e innegables descuidos en la mezcla y masterización de Adolfo Schmidt, por los cuales arrastra texturas fragosas, rasgos xenófilos y fragmentos en fibrosa colisión, abrazando un delirio hipnótico a mi juicio prometedor.
Marcelo Rey
(Montevideo / Uruguay)
Información y descarga gratuita en:
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