"Según el poderoso análisis del teórico cultural francés Guy Debord, la vida a finales del capitalismo se presenta como una acumulación inmensa de espectáculos. Todo lo que antes se viví directamente se ha convertido en una representación. La sociedad del espectáculo elimina el diálogo; la organización del monólogo por parte de organizaciones económicas y políticas aísla e impide la comunicación directa, localizada e irrepetible. La sociedad del espectáculo, según afirma Jacques Attali en su obra pionera "Ruidos", es también la sociedad del silencio. Estas consideraciones nos abren la puerta para teorizar el auge de la música noise como forma de perturbación cultural en el espacio desindustrializado, silencioso y silenciado del capitalismo tardío. Por lo tanto, describiré los inicios del noise como una producción estética que ha puesto en tela de juicio las instituciones sociales y culturales, que ha derrumbado las fronteras del género y que ha tenido implicaciones sociopolíticas más amplias".
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"La música noise en su forma menos comprometedora difiere de otras formas de música de resistencia, por ejemplo, del punk, la new wave, el hardcore o el dark metal. En estos tipos de música, la voz, el logos como verdad, ha constituido el punto focal de una voz politizada que afirma contar la verdad acerca de la situación de su audiencia. El noise no reclama nada de esto; constituye una deconstrucción radical del status quo del artista, la audiencia y la música. Es "el grano de la voz", un rechazo de la representación, un rechazo de la identidad. El noise, como mínimo, perturba las relaciones normales con el orden simbólico, tanto del intérprete como del oyente, rechazando dirigir el placer musical a través del orden simbólico (las relaciones simbólicas se definen aquí como un agregado de culpa, ley, logro y autoridad). Podemos denominar a este placer musical jouissance anti-teleológico, lograda mediante la autonegación, mediante un cambio a lo imaginario o presubjetivo (la frase que precede a la diferenciación del yo), que, en nuestro contexto, es un espacio sonoro".
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"Las actuaciones de noise, según nuestro punto de vista, ejercen una crítica culturalmente codificada y políticamente específica del capitalismo tardío y ofrecen herramientas para deshacer su hegemonía aparentemente incontestable. Ciertamente, las actuaciones de noise se realizan a la sombra de la contención provocada por las mismas estructuras mercantiles a las que pretende retar. Pero la resistencia a esta mercantilización se sigue produciendo y lo que el crítico cultural Russel A. Potter afirma sobre el hip-hop, parece ser también aplicable a la música noise: "el reconocimiento de que todo es o pronto será mercantilizado ha... servido como espuela, como incitación a la productividad". Será suficiente con mencionar aquí los cientos de grabaciones de Merzbow, Francisco López, Muslimgauze y, más recientemente, el caudal inagotable de casetes y CD-Rs editados por Wolf Eyes...".
CSABA TOTH