feed

SSR

jueves, 10 de septiembre de 2015

Impresiones del Festival Internacional de Música Experimental (Sao Paulo)


Por Alma Laprida

Tuve la fortuna de ser invitada a participar de la primera edición del FIME -Festival Internacional de Música Experimental- de Sao Paulo, que se llevó a cabo durante las últimas semanas de julio de este año. La programación del Festival fue muy interesante. Los curadores, Yuri Bruscky, Lilian Campesato y Mário del Nunzio, son músicos activos pero también investigadores. Las poéticas e intereses de los curadores eran diversos, lo cual resultó en un programa que incluyó piezas de música contemporánea, intervenciones callejeras, video experimental, improvisación libre, y diversas formas de ruidismo extremo, muchas veces a sala llena. También, charlas con los artistas y curadores.

No pude quedarme durante todo el desarrollo del Festival, pero les dejo unas impresiones -completamente parciales- de los conciertos que vi durante mi estadía.


Me perdí el primer concierto, del dúo de Vanessa De Michelis y Jiulian Goncalvez (que tocaron manipulando radios, usándolas no sólo como instrumentos sino también como amplificadoras de los campos magnéticos de otros aparatos electrónicos) y del de Daniel Löwenbrück y Marcellvs L (que trabajaron con grabaciones de campo de distintas partes del mundo, con volúmenes altos y luces estroboscópicas).


"A Tensão" Noise Minimal Eletromagnético from Vanessa De Michelis on Vimeo.

En el segundo concierto tocaron los curadores. Si bien en general no estoy de acuerdo con que los curadores de un Festival se programen a sí mismos, creo que fue inteligente que los tres presenten sus propuestas en un único concierto compartido en tanto evidenció sus visiones personales y sus distintas proveniencias musicales. Lílian Campesato presentó “Vozes” con Fernando Iazzetta, tres piezas distintas en las cuales la voz es protagonista. La tercera, “Fedra” (de 2014) me pareció la más destacable. Fue una performance vocal con pistas pregrabadas compuesta exclusivamente a partir de sonidos guturales y fisiológicos.


Yuri Bruscky tocó con un sintetizador modular y procesadores de efectos. Su concierto fue noise “de la vieja escuela”, una pared de sonido de texturas complejas a la cual fue necesario entregarse de manera hedonista. Mário del Nunzio se presentó en dúo con Alexandre Porres. Ellos tocaron guitarras eléctricas, contrabajo e instrumentos electrónicos. Su improvisación, también ruidista (bromeando les dije “¡es noise japonés brasileño!”), tenía el volumen muy fuerte. Vibraban el suelo, las sillas, el pecho y el cráneo.


La obra que presentaron Manu Falleiros y Alexandre Fenerich se llamó “Suíte Aquática”. En esa pieza, Falleiros volcó agua de una botella adentro de su saxo, empezó a tocar y Fenerich procesó sus sonidos. A pesar de que algunos timbres y momentos fueron buenos, esta obra no me convenció del todo. Meter agua en un saxofón y descargarla en un balde es un gesto ridículo que podría tener resultados provocadores (como muchas obras de Fluxus en los ‘60), pero en este caso ese gesto fue tomado demasiado en serio y perdió su potencia transgresora. Muchas veces, buscando nuevas sonoridades se pierde la noción de lo que puede pasarle al espectador al observar los gestos y las acciones del músico. De todas maneras, estos artistas me parecen interesantes: Falleiros es un buen improvisador y me gustan mucho las piezas de Fenerich en su Soundcloud.


“3 3 blast blast beat beat”, de Gustavo Torres, fue mi obra preferida del Festival. Dos bateristas de Grindcore debían tocar o detenerse sincrónicamente, brindando una experiencia auditiva refrescante, con alternancias entre el ruido extremo de las baterías amplificadas y el silencio. Se repartieron tapones auditivos para ingresar a la sala. Al sonido brutal de las baterías tocando a toda velocidad se le añadían grabaciones de esas mismas baterías, en un juego que excedió lo conceptual y tautológico en tanto puso al frente a la escucha y la percepción. Torres, artista que se pasea entre lenguajes artísticos con cierto éxito, tiene también en su haber instalaciones sonoras y creo que fue una excelente decisión curatorial incluirlo entre las propuestas del Festival.


33 blast blast beat beat

No pude ver más conciertos. A la performance de Phil Maguire, joven músico inglés, lo vi desde detrás de la escena y apenas escuché sus sonidos, filtrados por el hecho de que ningún parlante de la sala apuntaba hacia mí. “This this”, la obra que presentó, tenía un set minimalista: sólo utilizó una RaspberryPi y un controlador MIDI. Fue una improvisación con ruido electrónico, y en su Soundcloud hay extractos de esa obra, la cual me parece muy cuidada desde la selección de materiales sonoros.


Con respecto a mi concierto, no puedo dar una opinión de cómo salió. Usé un grabador de casete japonés “desarmado”, con el cual leí la pregnancia magnética de cintas de casete, VHS y cuerdas de cello magnetizadas. Lo acompañé con un micrófono de bajo que amplificó campos electromagnéticos de una cámara de fotos y un celular, una lira, un atari punk console, grabaciones de campo, pistas con grabaciones que hice con un theremin y un sintetizador monofónico.


Me perdí las presentaciones del norteamericano Mike Vernusky (quien presentó una pieza de cine experimental realizada por David Maldonado y musicalizada por él); el dúo de guitarras Oh Mensch (que interpretó obras de Lachenmann, Spahlinger y Kampela); el enérgico saxofonista español Marc Vilanova; el músico y filósofo brasileño J. -P Caron (que presentó una obra con 12 intérpretes); la compositora colombiana Ana María Romano; el brasileño DIY God Pussy; la chelista argentina Cecilia Quinteros (que presentó una performance que explorara el ruido del instrumento y el movimiento corporal) y el artista y activista sueco Dror Feiler.


Me pareció que la programación fue equilibrada en cuanto a la diversidad de expresiones, lenguajes, poéticas y generaciones, y que si bien permitió realizar reflexiones sobre el ruido (temática eje de esta edición), hubieron varias obras que tocaron los temas de la percepción y de la recepción de las obras sonoras. A su vez, me pareció reveladora la importante afluencia de público para un campo que en general cuenta con una magra asistencia a los conciertos, la cual fue posible debido a que el FIME, además de una producción excelente, tuvo apoyo oficial. El financiamiento permitió contar con salas grandes y bien equipadas y la difusión propia de un festival internacional.


Espero con toda honestidad que se realicen futuras ediciones del FIME y que, más allá de su existencia, funcione como formador de públicos que alimente el interés de más personas por la música experimental y sus aledaños: la música contemporánea, el rock experimental, el arte sonoro y otras experiencias sónicas que desafían los modelos musicales propuestos por la lógica de mercado.


No hay comentarios.:

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

SUPPORT PERU AVANTGARDE////APOYA LA AVANZADA PERUVIANA

PROMO DEL CD DE FRACTAL

barbarismos

barbarismos
El Comité empezó a ser acosado por la policía. Hipólito Salazar, que había fundado la Federación Indígena Obrera Regional Peruana, fue deportado. Urviola enfermó de tuberculosis y falleció el 27 de enero de 1925. Cuando enterraron a Urviola varios dirigentes de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo no pudieron asistir a su velatorio en el local de la Federación de Choferes, en la calle Sandia. El sepelio fue multitudinario. Los ejércitos particulares de los hacendados se dedicaron a quemar las escuelas que el Comité había abierto en diversos puntos del interior del Perú y persiguieron también a sus alumnos y profesores. Antes de la sublevación de Huancané de 1923, fusilaron a tres campesinos de Wilakunka solo porque asistían a una de estas escuelas. El año siguiente, durante una inspección que realizó a las comunidades de Huancané, el Obispo de Puno, Monseñor Cossío, constató la acción vandálica de los terratenientes que habían incendiado más de sesenta locales escolares. No contentos con quemar las escuelas que organizaba el Comité y asesinar a sus profesores o alumnos, los gamonales presionaron a las autoridades locales para que apresen a los delegados indígenas y repriman a los campesinos que los apoyaban. Entre 1921 y 1922, diversos prefectos y subprefectos perpetraron crímenes y atropellos. Hubo casos donde fueron los mismos gamonales los que se encargaron de asesinar a los delegados de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo. Domingo Huarca, delegado de los comuneros de Tocroyoc, departamento del Cusco, quien había estado en Lima tramitando memoriales, fue brutalmente asesinado. Los gamonales primero lo maltrataron, después le sacaron los ojos y finalmente lo colgaron de la torre de una iglesia. Vicente Tinta Ccoa, del subcomité de Macusani, en Puno, que fue asesinado por los gamonales del lugar. En agosto de 1927, la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo dejó de funcionar luego que, mediante una resolución suprema, el gobierno de Leguía prohibió su funcionamiento en todo el país. Gran parte de la promoción de líderes indígenas que se forjó con la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo engrosó los nuevos movimientos sociales que iban a desembocar en la formación del Partido Comunista y el Partido Aprista. Fueron los casos de Ezequiel Urviola, Hipólito Salazar y Eduardo Quispe y Quispe, que fueron atraídos por la prédica socialista de José Carlos Mariátegui; o de Juan Hipólito Pévez y Demetrio Sandoval, que se acercaron a Víctor Raúl Haya de la Torre y el Partido Aprista. En 1931, después del derrocamiento de Leguía y la muerte de Mariátegui, el Partido Socialista, convertido en Partido Comunista, lanzó la candidatura del indígena Eduardo Quispe y Quispe a la Presidencia de la República. HÉCTOR BÉJAR.

...

...

realismo capitalista peruano, ¡ja, ja!

rojo 2

es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del capitalismo

En tercer lugar, un dato: una generación entera nació después de la caída del Muro de Berlín. En las décadas de 1960 y 1970, el capitalismo enfrentaba el problema de cómo contener y absorber las energías externas. El problema que posee ahora es exactamente el opuesto: habiendo incorporado cualquier cosa externa de manera en extremo exitosa, ¿puede todavía funcionar sin algo ajeno que colonizar y de lo que apropiarse? Para la mayor parte de quienes tienen menos de veinte años en Europa o los Estados Unidos, la inexistencia de alternativas al capitalismo ya ni siquiera es un problema. El capitalismo ocupa sin fisuras el horizonte de lo pensable. Jameson acostumbraba a detallar con horror la forma en que el capitalismo penetraba en cada poro del inconsciente; en la actualidad, el hecho de que el capitalismo haya colonizado la vida onírica de la población se da por sentado con tanta fuerza que ni merece comentario. Sería peligroso y poco conducente, sin embargo, imaginar el pasado inmediato como un estado edénico rico en potencial político, y por lo mismo resulta necesario recordar el rol que desempeñó la mercantilización en la producción de cultura a lo largo del siglo XX. El viejo duelo entre el détournement y la recuperación, entre la subversión y la captura, parece haberse agotado. Ahora estamos frente a otro proceso que ya no tiene que ver con la incorporación de materiales que previamente parecían tener potencial subversivo, sino con su precorporación, a través del modelado preventivo de los deseos, las aspiraciones y las esperanzas por parte de la cultura capitalista. Solo hay que observar el establecimiento de zonas culturales «alternativas» o «independientes» que repiten interminablemente los más viejos gestos de rebelión y confrontación con el entusiasmo de una primera vez. «Alternativo», «independiente» yotros conceptos similares no designan nada externo a la cultura mainstream; más bien, se trata de estilos, y de hecho de estilos dominantes, al interior del mainstream.
Nadie encarnó y lidió con este punto muerto como Kurt Cobain y Nirvana. En su lasitud espantosa y su furia sin objeto, Cobain parecía dar voz a la depresión colectiva de la generación que había llegado después del fin de la historia, cuyos movimientos ya estaban todos anticipados, rastreados, vendidos y comprados de antemano. Cobain sabía que él no era nada más que una pieza adicional en el espectáculo, que nada le va mejor a MTV que una protesta contra MTV, que su impulso era un cliché previamente guionado y que darse cuenta de todo esto incluso era un cliché. El impasse que lo dejó paralizado es precisamente el que había descripto Jameson: como ocurre con la cultura posmoderna en general, Cobain se encontró con que «los productores de la cultura solo pueden dirigirse ya al pasado: la imitación de estilos muertos, el discurso a través de las máscaras y las voces almacenadas en el museo imaginario de una cultura que es hoy global». En estas condiciones incluso el éxito es una forma del fracaso desde el momento en que tener éxito solo significa convertirse en la nueva presa que el sistema quiere devorar. Pero la angustia fuertemente existencial de Nirvana y Cobain, sin embargo, corresponde a un momento anterior al nuestro y lo que vino después de ellos no fue otra cosa que un rock pastiche que, ya libre de esa angustia, reproduce las formas del pasado sin ansia alguna.
La muerte de Cobain confirmó la derrota y la incorporación final de las ambiciones utópicas y prometeicas del rock en la cultura capitalista. Cuando murió, el rock ya estaba comenzando a ser eclipsado por el hiphop, cuyo éxito global presupone la lógica de la precorporación a la que me he referido antes. En buena parte del hip hop, cualquier esperanza «ingenua» en que la cultura joven pueda cambiar algo fue sustituida hace tiempo por una aceptación dura de la versión más brutalmente reduccionista de la «realidad». «En el hip hop», escribió SimonReynolds en su ensayo de 1996 para The Wire :
«Lo real» tiene dos significados. En primer lugar, hace referencia a la música auténtica que no se deja limitar por los intereses creados y se niega a cambiar o suavizar su mensaje para venderse a la industria musical. Pero «real» también es aquella música que refleja una «realidad» constituida por la inestabilidad económica del capitalismo tardío, el racismo institucionalizado, la creciente vigilancia y el acoso sobre la juventud de parte de la policía. «Lo real» es la muerte de lo social: es lo que ocurre con las corporaciones que, al aumentar sus márgenes de ganancia, en lugar de aumentar los sueldos o los beneficios sociales de sus empleados responden […] reduciendo su personal, sacándose de encima una parte importante de la fuerza de trabajo para crear un inestable ejército de empleados freelance y demedio tiempo, sin los beneficios de la seguridad social.


MARK FISHER.

perú post indie

Haz el ejercicio de pasear una tarde por la plaza del Cuzco, siéntate a la vera de su fuente y distinguirás entre cuzqueños, entre las decenas de argentinos hippies (muchos realmente insoportables), unos cuantos chilenos y de esa pléyade de "gringos" -que vienen dispuestos a ser estafados, bricheados, etc-, a unos curiosos especímenes: los limeños.
Contrariamente a lo que creemos los hijos de esta tierra, lo primero que nos delatará será nuestro "acento". Sí, querido limeño, tenemos acento, un acentazo como doliente, como que rogamos por algo y las mujeres, muchas, además un extraño alargamiento de la sílaba final. Pero lo que realmente suele llamarme la atención es la manera como nos vestimos para ir al Cuzco, porque, el Cuzco es una ciudad, no el campo. Tiene universidades, empresas, negocios, etc. Siin embargo, casi como esos gringos que para venir a Sudamérica vienen disfrazados de Indiana Jones o su variante millenial, nosotros nos vestimos como si fuésemos a escalar el Himalaya. Ya, es verdad que el frío cuzqueño puede ser más intenso que el de la Costa -aunque este invierno me esté haciendo dudarlo- pero echa un vistazo a todo tu outfit: la casaca Northfake, abajo otra chaquetilla de polar o algo así de una marca similar, las botas de montañista, tus medias ochenteras cual escarpines, todo...
Y es que esa es la forma como imaginamos la Sierra: rural, el campo, las montañas, aunque en el fondo no nos movamos de un par de discotecas cusqueñas. Es decir, bien podrías haber venido vestido como en Lima con algo más de abrigo y ya; pero no, ir al Cuzco, a la sierra en general es asistir a un pedazo de nuestra imaginación geográfica que poco tiene que ver con nuestros hábitos usuales del vestido, del comportamiento, etc. Jamás vi en Lima a nadie tomarse una foto con una "niña andina" como lo vi en Cuzco y no ha sido porque no haya niños dispuestos a recibir one dollar por una foto en Lima, pero es que en Cuzquito (cada vez que escucho eso de "Cuzquito" me suda la espalda) es más cute. Ahora, sólo para que calcules la violencia de este acto, ¿te imaginas que alguien del Cuzco -Ayacucho, Huancavelica, Cajamarca o hasta de Chimbote- viniese y te pidiera tomarse una foto con tu hijita, tu sobrino, o lo que sea en Larcomar para subirlo a Instagram o al Facebook? ¿Hardcore, no?


FRED ROHNER
Historia Secreta del Perú 2

as it is when it was

sonido es sonido

sonido es sonido

pura miel

nogzales der wil

RETROMANÍA

"...Pero los 2000 fueron también la década del reciclado rampante: géneros del pasado revividos y renovados, material sonoro vintage reprocesado y recombinado. Con demasiada frecuencia podía detectarse en las nuevas bandas de jóvenes, bajo la piel tirante y las mejillas rosadas, la carne gris y floja de las viejas ideas... Pero donde lo retro verdaderamente reina como sensibilidad dominante y paradigma creativo es en la tierra de lo hipster, el equivalente pop de la alta cultura. Las mismas personas que uno esperaría que produzcan (en tanto artistas) o defiendan (en tanto consumidores) lo no convencional y lo innovador: ese es justamente el grupo más adicto al pasado. En términos demográficos, es exactamente la misma clase social de avanzada, pero en vez de ser pioneros e innovadores han cambiado de rol y ahora son curadores y archivistas. La vanguardia devino en retaguardia." SIMON REYNOLDS Retromanía

kpunk

las cosas como son

las cosas como son

las cosas como son II

las cosas como son II