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martes, 10 de noviembre de 2015

Yo mismo soy


Extraído de "Hildebrandt en sus trece"

Por PEDRO FRANCKE

El desastre de la política y la frustración ciudadana con este gobierno han llevado a que amplios sectores sociales refuercen su rechazo a propuestas colectivas y opten por privilegiar salidas individuales. Tú mismo eres. Yo mismo soy. Tú sí puedes. Todos podemos hacer empresa. Preocúpate de ti mismo. Depende de ti salir adelante.

El discurso es poderoso: todos quisiéramos sentir que el futuro depende sólo de uno mismo y no de los demás. Qué pena que no sea verdad.

LADRONES

Quizás lo más ilustrativo, lo que choca más frontalmente con esta idea individualista, es la inseguridad ciudadana. Algunos pueden haber hecho muchos esfuerzos para comprarse un carro o invertir en un colegio en San Juan de Lurigancho, para que luego un robo, un secuestro o una extorsión se lo quiten todo. Peor aún si lo que pierde no es el dinero sino la salud o la vida.

¿No es este un problema al que nos enfrentamos todos los días? ¿No es motivo de preocupación ciudadana? ¿No es también clarísimo que las soluciones a eso no pueden ser individuales sino sociales, que no podemos vivir tras los muros y asustados, o para quienes tienen mucho dinero, tras guardaespaldas y carros blindados?

La solución tampoco son los linchamientos que se dan en algunos barrios ni el seguir añadiendo barreras y guachimanes dentro de la ciudad. La policía requiere una reforma en serio, integrar a los serenazgos, trabajar con la ciudadanía y sus organizaciones, acabar de una vez con el 24 x 24 y los convenios especiales con las mineras que privatizan la policía, profesionalizar los equipos de investigaciones. El problema de la inseguridad ya trascendió a la Policía Nacional hace rato y hace falta un liderazgo político ciudadano para una reforma policial en serio.

EL PRIMER ENGAÑO

Pero antes del problema de la inseguridad, la idea individualista se enfrenta a otro problema: la educación. Queriendo que nuestros jóvenes tengan un futuro de progreso, los peruanos consideramos la educación como la gran vía para lograrlo. Sólo que, contradictoriamente, el haber convertido a la educación en un 
negocio lo que ha hecho es multiplicar las estafas.

Me refiero obviamente a esos colegios privados que pensamos dan una buena educación, pero no es así. Donde todos caen en un engaño mutuo: los dueños dicen que su educación es  buena (y así nos cobran), los padres creen que la educación es buena, los chicos también lo creen... hasta que los jóvenes no pueden pasar el examen de ingreso a una universidad y ya es demasiado tarde, momento en el cual siempre podrá echárseles la culpa a los jóvenes porque no estudiaron suficiente y habrá oportunidad para volver a engañarse y pagar una universidad privada de ingreso fácil pero de calidad también cuestionable.

¿A quién echarle la culpa? ¿A ese empresario educativo que paga 10 soles por hora  a sus docentes pero tiene linda propaganda, con cara de candidato presidencial incluida? ¡Si no han hecho más que serle fiel al discurso de enriquécete tanto como puedas tan rápido como puedas!

Peor quedan, por cierto, los que tuvieron que dejar el colegio de niños para cuidar las ovejas o trabajar en una ladrillera, las que tuvieron una educación tan mala que no pudieron terminar la primaria, los que tienen discapacidades que nunca fueron atendidas, las que no tenían un colegio secundario cerca, los que fueron jalados por la anemia o la tuberculosis.

Tampoco el problema de la educación es solamente un asunto de cada familia o cada persona. No lo es para los pobres que no tienen ese derecho. Lo es también para las clases medias y altas por más que busquen opciones privadas.

CONDICIONES DEL MERCADO

Con esa base se enfrentan los jóvenes al mercado. A buscar chamba donde no hay. A tratar de sobrevivir y para ello "hacer empresa". Pero las condiciones del mercado tampoco son buenas. En primer lugar porque el mercado está lleno de vendedores y con pocos compradores. Con el empleo estancado igual que los salarios y con el gobierno habiendo frenado la inversión pública, la demanda no aumenta. Se trata, así, de un mercado que no está en expansión y donde cualquier espacio hay que ganarlo eliminando al vecino.



En segundo lugar, porque la competencia internacional, de productos que vienen de afuera, compite con ventaja. La cancha está inclinada a su favor: han recibido fuertes rebajas de los impuestos que pagan para importar, se permite hacer dumping a la ropa china, el tipo de cambio real atrasado no nos ayuda haciendo quie los productos de afuera lleguen baratos, los tratados como el TLC y el TPP defienden a sus inversiones y a sus farmacéuticas.

Quienes quieren "hacer empresa" tienen también que enfrentar a las grandes empresas nacionales, los grupos financieros y conglomerados, que tienen el árbitro (el Estado) a su favor. Ellos pueden cobrar intereses leoninos por los préstamos que dan, aunque paguen poquísimo por los ahorros y reciban buena plata que los trabajadores ponemos en las AFP. Ellos son recibidos en el MEF y en Palacio, no los pequeños empresarios ni los jóvenes que intentan ser emprendedores. Ellos son los que pueden sacarle la vuelta a la SUNAT respecto de las multas recurriendo a jueces muy acomedidos a sus intereses, mientras a los pequeños comercios les cierran sus puertas por cualquier infracción.

CONTRA LA CORRIENTE

Aun con todas estas condiciones, hay gente que se ha hecho rica en el Perú. Claro que sí, aunque en muchos casos hay bastante historia oscura y son pocos los que pueden decir que lo hicieron limpiamente, éticamente, honradamente. La ideología del individualismo, de que lo único que importa es que sea yo el que gane, es también una gran justificación para sobornar a funcionarios públicos de distinto rango si hace falta.

Resulta sin embargo muy difícil lograr esos grandes saltos económicos que propagandizan tratando de promover ese individualismo extremo. Es como nadar contra una fuerte corriente, como avanzar con el viento huracanado en contra, como subir cuesta arriba una pendiente empinada, como tratar de subir unas escaleras rodantes que bajan. Algunos pueden hacerlo. Otros no tienen las capacidades o la suerte necesaria. 

El crecimiento económico de años anteriores generaba al menos condiciones favorables para esta empresa, cuando además la inseguridad no era tan grave. La ilusión del éxito individual tenía mayor sustento. Pero esas bases se están desmoronando ahora, si es que ya no lo han hecho. El viento está claramente en contra.

Pero la traición de Ollanta Humala y la desgracia de la política nacional hacen que la alternativa necesaria, la de una salida nacional, común, colectiva, de los peruanos, se vea aún muy incierta y borrosa. Si no la recuperamos, serán muy muy pocos los que puedan lograr ese anhelado éxito económico, y quienes lo logren tendrán que resguardarse tras altos muros defensivos.

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barbarismos

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El Comité empezó a ser acosado por la policía. Hipólito Salazar, que había fundado la Federación Indígena Obrera Regional Peruana, fue deportado. Urviola enfermó de tuberculosis y falleció el 27 de enero de 1925. Cuando enterraron a Urviola varios dirigentes de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo no pudieron asistir a su velatorio en el local de la Federación de Choferes, en la calle Sandia. El sepelio fue multitudinario. Los ejércitos particulares de los hacendados se dedicaron a quemar las escuelas que el Comité había abierto en diversos puntos del interior del Perú y persiguieron también a sus alumnos y profesores. Antes de la sublevación de Huancané de 1923, fusilaron a tres campesinos de Wilakunka solo porque asistían a una de estas escuelas. El año siguiente, durante una inspección que realizó a las comunidades de Huancané, el Obispo de Puno, Monseñor Cossío, constató la acción vandálica de los terratenientes que habían incendiado más de sesenta locales escolares. No contentos con quemar las escuelas que organizaba el Comité y asesinar a sus profesores o alumnos, los gamonales presionaron a las autoridades locales para que apresen a los delegados indígenas y repriman a los campesinos que los apoyaban. Entre 1921 y 1922, diversos prefectos y subprefectos perpetraron crímenes y atropellos. Hubo casos donde fueron los mismos gamonales los que se encargaron de asesinar a los delegados de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo. Domingo Huarca, delegado de los comuneros de Tocroyoc, departamento del Cusco, quien había estado en Lima tramitando memoriales, fue brutalmente asesinado. Los gamonales primero lo maltrataron, después le sacaron los ojos y finalmente lo colgaron de la torre de una iglesia. Vicente Tinta Ccoa, del subcomité de Macusani, en Puno, que fue asesinado por los gamonales del lugar. En agosto de 1927, la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo dejó de funcionar luego que, mediante una resolución suprema, el gobierno de Leguía prohibió su funcionamiento en todo el país. Gran parte de la promoción de líderes indígenas que se forjó con la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo engrosó los nuevos movimientos sociales que iban a desembocar en la formación del Partido Comunista y el Partido Aprista. Fueron los casos de Ezequiel Urviola, Hipólito Salazar y Eduardo Quispe y Quispe, que fueron atraídos por la prédica socialista de José Carlos Mariátegui; o de Juan Hipólito Pévez y Demetrio Sandoval, que se acercaron a Víctor Raúl Haya de la Torre y el Partido Aprista. En 1931, después del derrocamiento de Leguía y la muerte de Mariátegui, el Partido Socialista, convertido en Partido Comunista, lanzó la candidatura del indígena Eduardo Quispe y Quispe a la Presidencia de la República. HÉCTOR BÉJAR.

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realismo capitalista peruano, ¡ja, ja!

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es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del capitalismo

En tercer lugar, un dato: una generación entera nació después de la caída del Muro de Berlín. En las décadas de 1960 y 1970, el capitalismo enfrentaba el problema de cómo contener y absorber las energías externas. El problema que posee ahora es exactamente el opuesto: habiendo incorporado cualquier cosa externa de manera en extremo exitosa, ¿puede todavía funcionar sin algo ajeno que colonizar y de lo que apropiarse? Para la mayor parte de quienes tienen menos de veinte años en Europa o los Estados Unidos, la inexistencia de alternativas al capitalismo ya ni siquiera es un problema. El capitalismo ocupa sin fisuras el horizonte de lo pensable. Jameson acostumbraba a detallar con horror la forma en que el capitalismo penetraba en cada poro del inconsciente; en la actualidad, el hecho de que el capitalismo haya colonizado la vida onírica de la población se da por sentado con tanta fuerza que ni merece comentario. Sería peligroso y poco conducente, sin embargo, imaginar el pasado inmediato como un estado edénico rico en potencial político, y por lo mismo resulta necesario recordar el rol que desempeñó la mercantilización en la producción de cultura a lo largo del siglo XX. El viejo duelo entre el détournement y la recuperación, entre la subversión y la captura, parece haberse agotado. Ahora estamos frente a otro proceso que ya no tiene que ver con la incorporación de materiales que previamente parecían tener potencial subversivo, sino con su precorporación, a través del modelado preventivo de los deseos, las aspiraciones y las esperanzas por parte de la cultura capitalista. Solo hay que observar el establecimiento de zonas culturales «alternativas» o «independientes» que repiten interminablemente los más viejos gestos de rebelión y confrontación con el entusiasmo de una primera vez. «Alternativo», «independiente» yotros conceptos similares no designan nada externo a la cultura mainstream; más bien, se trata de estilos, y de hecho de estilos dominantes, al interior del mainstream.
Nadie encarnó y lidió con este punto muerto como Kurt Cobain y Nirvana. En su lasitud espantosa y su furia sin objeto, Cobain parecía dar voz a la depresión colectiva de la generación que había llegado después del fin de la historia, cuyos movimientos ya estaban todos anticipados, rastreados, vendidos y comprados de antemano. Cobain sabía que él no era nada más que una pieza adicional en el espectáculo, que nada le va mejor a MTV que una protesta contra MTV, que su impulso era un cliché previamente guionado y que darse cuenta de todo esto incluso era un cliché. El impasse que lo dejó paralizado es precisamente el que había descripto Jameson: como ocurre con la cultura posmoderna en general, Cobain se encontró con que «los productores de la cultura solo pueden dirigirse ya al pasado: la imitación de estilos muertos, el discurso a través de las máscaras y las voces almacenadas en el museo imaginario de una cultura que es hoy global». En estas condiciones incluso el éxito es una forma del fracaso desde el momento en que tener éxito solo significa convertirse en la nueva presa que el sistema quiere devorar. Pero la angustia fuertemente existencial de Nirvana y Cobain, sin embargo, corresponde a un momento anterior al nuestro y lo que vino después de ellos no fue otra cosa que un rock pastiche que, ya libre de esa angustia, reproduce las formas del pasado sin ansia alguna.
La muerte de Cobain confirmó la derrota y la incorporación final de las ambiciones utópicas y prometeicas del rock en la cultura capitalista. Cuando murió, el rock ya estaba comenzando a ser eclipsado por el hiphop, cuyo éxito global presupone la lógica de la precorporación a la que me he referido antes. En buena parte del hip hop, cualquier esperanza «ingenua» en que la cultura joven pueda cambiar algo fue sustituida hace tiempo por una aceptación dura de la versión más brutalmente reduccionista de la «realidad». «En el hip hop», escribió SimonReynolds en su ensayo de 1996 para The Wire :
«Lo real» tiene dos significados. En primer lugar, hace referencia a la música auténtica que no se deja limitar por los intereses creados y se niega a cambiar o suavizar su mensaje para venderse a la industria musical. Pero «real» también es aquella música que refleja una «realidad» constituida por la inestabilidad económica del capitalismo tardío, el racismo institucionalizado, la creciente vigilancia y el acoso sobre la juventud de parte de la policía. «Lo real» es la muerte de lo social: es lo que ocurre con las corporaciones que, al aumentar sus márgenes de ganancia, en lugar de aumentar los sueldos o los beneficios sociales de sus empleados responden […] reduciendo su personal, sacándose de encima una parte importante de la fuerza de trabajo para crear un inestable ejército de empleados freelance y demedio tiempo, sin los beneficios de la seguridad social.


MARK FISHER.

perú post indie

Haz el ejercicio de pasear una tarde por la plaza del Cuzco, siéntate a la vera de su fuente y distinguirás entre cuzqueños, entre las decenas de argentinos hippies (muchos realmente insoportables), unos cuantos chilenos y de esa pléyade de "gringos" -que vienen dispuestos a ser estafados, bricheados, etc-, a unos curiosos especímenes: los limeños.
Contrariamente a lo que creemos los hijos de esta tierra, lo primero que nos delatará será nuestro "acento". Sí, querido limeño, tenemos acento, un acentazo como doliente, como que rogamos por algo y las mujeres, muchas, además un extraño alargamiento de la sílaba final. Pero lo que realmente suele llamarme la atención es la manera como nos vestimos para ir al Cuzco, porque, el Cuzco es una ciudad, no el campo. Tiene universidades, empresas, negocios, etc. Siin embargo, casi como esos gringos que para venir a Sudamérica vienen disfrazados de Indiana Jones o su variante millenial, nosotros nos vestimos como si fuésemos a escalar el Himalaya. Ya, es verdad que el frío cuzqueño puede ser más intenso que el de la Costa -aunque este invierno me esté haciendo dudarlo- pero echa un vistazo a todo tu outfit: la casaca Northfake, abajo otra chaquetilla de polar o algo así de una marca similar, las botas de montañista, tus medias ochenteras cual escarpines, todo...
Y es que esa es la forma como imaginamos la Sierra: rural, el campo, las montañas, aunque en el fondo no nos movamos de un par de discotecas cusqueñas. Es decir, bien podrías haber venido vestido como en Lima con algo más de abrigo y ya; pero no, ir al Cuzco, a la sierra en general es asistir a un pedazo de nuestra imaginación geográfica que poco tiene que ver con nuestros hábitos usuales del vestido, del comportamiento, etc. Jamás vi en Lima a nadie tomarse una foto con una "niña andina" como lo vi en Cuzco y no ha sido porque no haya niños dispuestos a recibir one dollar por una foto en Lima, pero es que en Cuzquito (cada vez que escucho eso de "Cuzquito" me suda la espalda) es más cute. Ahora, sólo para que calcules la violencia de este acto, ¿te imaginas que alguien del Cuzco -Ayacucho, Huancavelica, Cajamarca o hasta de Chimbote- viniese y te pidiera tomarse una foto con tu hijita, tu sobrino, o lo que sea en Larcomar para subirlo a Instagram o al Facebook? ¿Hardcore, no?


FRED ROHNER
Historia Secreta del Perú 2

as it is when it was

sonido es sonido

sonido es sonido

pura miel

nogzales der wil

RETROMANÍA

"...Pero los 2000 fueron también la década del reciclado rampante: géneros del pasado revividos y renovados, material sonoro vintage reprocesado y recombinado. Con demasiada frecuencia podía detectarse en las nuevas bandas de jóvenes, bajo la piel tirante y las mejillas rosadas, la carne gris y floja de las viejas ideas... Pero donde lo retro verdaderamente reina como sensibilidad dominante y paradigma creativo es en la tierra de lo hipster, el equivalente pop de la alta cultura. Las mismas personas que uno esperaría que produzcan (en tanto artistas) o defiendan (en tanto consumidores) lo no convencional y lo innovador: ese es justamente el grupo más adicto al pasado. En términos demográficos, es exactamente la misma clase social de avanzada, pero en vez de ser pioneros e innovadores han cambiado de rol y ahora son curadores y archivistas. La vanguardia devino en retaguardia." SIMON REYNOLDS Retromanía

kpunk

las cosas como son

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