Extraído de la revista "Freak Out!" # 3, 2004
Lo confieso. Tengo una adicción increíblemente oscura, por momentos con ráfagas multicolores, que me llevan a seguir pegado a un disco que a pesar de sus ya seis años de antigüedad sigue en la cabecera de mi equipo de casa y que religiosamente también me acompaña en el camino de salida del trabajo. Ese disco es de los alemanes Tarwater (una de mis bandas favoritas de los últimos años) y lleva el título de Silur (1998). Ahora ese disco tiene compañía, y qué compañía. Se trata del recientemente lanzado Hotel Morgen (2004) de To Rococo Rot, el mismo al que, desde que me lo enviaran en calidad de promoción, le he pasado el láser cientos de veces, llegando sus sonidos a mis cinco sentidos de manera siempre diferente, y encontrándole, por supuesto, nuevas formas de disfrutarlo. ¿Serán coincidencias? Ronald Lippok es uno de los cerebros de TRR, que a la vez tiene en Tarwater (al lado de Bernard Jestramm) a su proyecto paralelo. Asimismo, ambos proyectos reconocen sin desfachatez alguna la influencia que Kraftwerk tiene en ellos. Luego de escuchar a ambos con tanto fervor, negarlo sería una de las mentiras critico-musicales más grandes del mundo.
Hotel Morgen es el quinto trabajo de los productivos hermanos Lippok (el otro Lippok tiene a su vez un proyecto paralelo al lado nada menos que de Barbara Morgenstem), y el que proyecta su lado más creativo, a través de 14 temas melódicos perfectamente articulados -que en su conjunto podrían ser la música de una gran exposición de pintura vanguardista o simplemente la de un paseo en la soledad del campo, como para estar en perfecta armonía con la naturaleza. Dub ambient ("Non Song"), micro house ("Miss You", "Bologna", "Cosimo"), post rock ("Venus", "Sol"), pop minimalista, eternos loops y ritmos Kraftwerk (deberían ser marca registrada) forman parte del universo que este disco le tiene deparado al oyente. Y eso es poco.
Esta reseña es una pequeña muestra de lo mágico que es el disco, y es que sus sonidos crean en el escucha una multiplicidad de sensaciones, un traslado obligatorio de lugar. Pero claro, esto pasa por el filtro subjetivo de cada quién. De repente te encuentras muy cómodo caminando despacio por la caótica Lima y a través de tus audífonos puedes ir elucubrando en tu cabeza el soundtrack perfecto de la película que acabas de ver, o simplemente sientas que se trata de música de supermercado. En fin, como ves, todo un cúmulo de sensaciones y percepciones crecerán en ti tras una larga estadía en el Hotel Morgen -que promete ser por demás experimental y sobrecogedora.
Jaime Alfaro
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