...Pero el filósofo más influyente y más famoso de la Antigüedad clásica y quizás de toda la historia de la filosofía es Sócrates, que vivió en el siglo V a. C. Al estudiar a Sócrates nos encontramos con otra mujer que, aunque fue considerada una pensadora, sólo recibió burlas y fue vista como una hetera por los escritores de comedia de la Grecia antigua.
ASPASIA
Esta filósofa se llama Aspasia y vivió aproximadamente entre el 460 y el 401 a. C. El nombre de Aspasia significa "la bella bienvenida". A la edad de veinte años, Aspasia se marchó con su padre de Mileto, en Asia Menor, hacia Atenas. En su ciudad natal, su padre ya había decidido convertirla en hetera. Las heteras eran mujeres que vendían su cuerpo a cambio de dinero. La mayoría de las veces, se trataba de mujeres de mucha cultura, que eran muy respetadas por su sabiduría. También Aspasia había recibido una formación brillante. En Atenas, dirigía una escuela de heteras y regentaba un burdel que visitaban los hombres más ilustres de la ciudad. Entre ellos el filósofo Sócrates, que se sintió fascinado por la inteligencia de esta mujer, según informan fuentes tales como los "Recuerdos de Sócrates" de Jenofonte. Lo mismo les sucedió al también filósofo Anaxágoras y al político Pericles, el cual se enamoró de la joven veinte años menor que él, abandonó a su mujer e hizo de Aspasia su pallake, una compañera ilegítima. Esta unión provocó un escándalo y los círculos "formales" de Atenas ridiculizaron a Aspasia por su pasado. Ateneo de Naucratis, autor de obras sensacionalistas y de entretenimiento escribió: "Pericles llevó una vida de placer, abandonó a su mujer y vivió con Aspasia, la famosa hetero de Mileto, por la que malgastó gran parte de su fortuna". Aspasia llegó incluso a ser acusada por su conducta, y a Pericles le costó mucho conseguir que la dejaran libre. Después de la muerte de Pericles, en el año 429 a. C., se casó con el mercader de ganado Lisicles.
El llamado "siglo de Pericles" se caracterizó por un gran fomento del arte, la filosofía y la ciencia. Había tres clases sociales: los ciudadanos, los metecos (extranjeros que se habían instalado en el Estado) y los esclavos. La clase dominante era la de los ciudadanos. Ellos determinaban la vida del Estado y decidían sobre la guerra y la paz. Claro que esto sólo correspondía a los hombres. Las mujeres no tenían derechos civiles. Sus tareas se limitaban al cuidado de la casa y a la educación de los hijos. Se las excluía ampliamente de la vida pública y solamente abandonaban la casa para asistir a grandes fiestas. De hacer la compra, se encargaban los esclavos. Las heteras constituían la excepción. Eran muy libres en sus maneras. En lo que a formación se refiere, estaban muy por encima de las mujeres casadas y gracias a esta superioridad, los políticos y los filósofos las tenían por buenas interlocutoras. Aspasia era considerada una maestra excelente en las especialidades de la filosofía y retórica. Sócrates le pedía consejo y le enviaba sus alumnos. Los más instruidos de la ciudad confiaban mucho en esta mujer tan culta e inteligente.
Como Sócrates mismo no puso sus ideas por escrito, sabemos de él principalmente a través de la obra de sus discípulos, sobre todo de Platón (427 - 347 a. C.). Platón anotó sus pensamientos en forma de diálogos, en los que casi siempre uno de los interlocutores es Sócrates. En uno de sus diálogos, Menéxeno, Sócrates dedica los más grandes elogios a su maestra Aspasia. Incluso confiesa que la teme, y explica cómo en una ocasión, ella estuvo a punto de golpearlo por haber sido un alumno tan desmemoriado. En este mismo diálogo, Sócrates repite un discurso que Aspasia debió de haber improvisado. Se trata de una oración fúnebre por los caídos en la guerra del Peloponeso. Pericles también había pronunciado un discurso con el mismo motivo, aunque era sobre todo un himno de alabanza de la forma de Estado democrático que él creó. En cambio, en el discurso de Aspasia se enumeran las virtudes tradicionales del pueblo ateniense y los vivos son llamados a no llorar excesivamente a los muertos.
En la Antigüedad clásica, la retórica, el arte de la oratoria, es una disciplina muy importante. Expresarse con artificio tenía mucha importancia y se recomendaba a los filósofos practicarlo. Como dice Aspasia: "Porque con un discurso bellamente expuesto sobreviene el recuerdo de las acciones gloriosamente efectuadas y el homenaje para sus autores de parte de los que las escuchan". El discurso consigue que no se olvide a los hombres que fueron a la guerra y quizás perdieron la vida. En el arte de la oratoria se combinan espontaneidad y una preparación estudiada. El discurso debe estar bien construido y no producir un efecto de rigidez. De manera que la filosofía de Aspasia se desenvolvía predominantemente en los espacios públicos. La pensadora vivía los momentos de diálogo, amaba la conversación y la alocución en forma de discurso. Este modo de filosofar tiene un fuerte componente pedagógico. Una filosofía que se hace realidad al hablar resulta más educativa y tiene también de este modo un efecto social. Así lo defendía Aspasia. Quería animar a filosofar y no proclamar ningún tipo de sabiduría académica.
"A nuestros padres, si aún viven, y a nuestras madres es preciso exhortarlos sin cesar a soportar de la mejor manera posible la desgracia, si se llega a producir, y no lamentarse con ellos -no necesitarán que se les aflija, pues el infortunio acaecido les causará suficiente pesar-, sino cuidándolos y calmándolos, recordarles que los dioses han escuchado sus principales súplicas. Porque no habían pedido tener hijos inmortales sino valientes y famosos. Y esos bienes, que se cuentan entre los más grandes, los han obtenido. Y no es fácil para un mortal que, en el curso de su existencia, todo suceda según deseo".
Del discurso en el diálogo de Platón Menéxeno
INGEBORG GLEICHAUF
Mujeres filósofas en la Historia
2010
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