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martes, 25 de mayo de 2021

Humanismos

...El humanismo socialista ha tomado una deriva muy distinta. Los socialistas acusan a los liberales de centrar su atención en nuestros propios sentimientos en lugar de hacerlo en lo que otras personas experimentan. Sí, la experiencia humana es el origen de todo sentido, pero hay miles de millones de personas en el mundo, y todas ellas son tan valiosas como yo. Mientras que el liberalismo dirige mi mirada hacia el interior, destacando mi carácter único y el carácter único de mi nación, el socialismo exige que yo deje de estar obsesionado conmigo y con mis sentimientos y en cambio me centre en lo que los demás sienten y en cómo mis actos influyen en sus experiencias. La paz global solo se conseguirá no celebrando el carácter distintivo de cada nación, sino mediante la unificación de todos los trabajadores del mundo, y la armonía social no se conseguirá mediante la exploración narcisista por parte de cada persona de sus profundidades íntimas, sino más bien si cada persona antepone a sus deseos las necesidades y experiencias de los demás. 

Un liberal podría replicar que al explorar su propio mundo interior desarrolla su compasión y su comprensión de los demás, pero este razonamiento habría dejado fríos a Lenin o a Mao. Ambos habrían explicado que la autoexploración individual es un vicio indulgente burgués, y que cuando intente entrar en contacto con mi yo interior, es muy probable que caiga en alguna de las trampas capitalistas. Mis opiniones políticas actuales, lo que me gusta y lo que no me gusta, y mis aficiones y ambiciones no reflejan mi auténtico yo. Reflejan más bien la educación que he recibido y mi entorno social. Dependen de mi clase social y están modelados por mi vecindario y mi escuela. Tanto a los ricos como a los pobres se les somete a un lavado de cerebro desde el momento en que nacen. A los ricos se les enseña a obviar a los pobres, mientras que a los pobres se les enseña a obviar sus verdaderos intereses. Ninguna cantidad de reflexión ni de psicoterapia ayudará, porque los psicoterapeutas trabajan también para el sistema capitalista. 

En realidad, es probable que este tipo de reflexión me distancie aún más de comprender la verdad sobre mí, porque confiere mucho crédito a decisiones personales y demasiado poco crédito a las condiciones sociales. Si soy rico, es probable que llegue a la conclusión de que ello se debe a que tomé decisiones sensatas. Si soy pobre, se deberá a que he cometido algunas equivocaciones. Si estoy deprimido, es probable que un psicólogo liberal culpe de ello a mis padres y me anime a establecer nuevos objetivos en la vida. Si sugiero que quizá estoy deprimido porque los capitalistas me explotan y porque bajo el sistema social dominante no tengo posibilidad de que mis objetivos se hagan realidad, el psicólogo bien podría decir que estoy proyectando sobre «el sistema social» mis propias dificultades internas, y que estoy proyectando sobre «los capitalistas» cuestiones no resueltas con mi madre. 

Según el socialismo, en lugar de invertir años hablando de mi madre, mis emociones y mis complejos, debería preguntarme: «¿Quién es dueño de los medios de producción en mi país? ¿Cuáles son sus principales exportaciones e importaciones? ¿Cuál es la conexión entre los políticos gobernantes y la banca internacional?». Únicamente entendiendo el sistema socioeconómico que me rodea y teniendo en cuenta las experiencias de todas las demás personas podré comprender realmente lo que siento, y solo mediante la acción común podremos cambiar el sistema. Pero ¿qué persona puede tener en cuenta las experiencias de todos los seres humanos, y sopesarlas y compararlas de manera justa? 

Esta es la razón por la que los socialistas disuaden de la exploración propia y abogan por el establecimiento de instituciones colectivas fuertes, como partidos y sindicatos socialistas, cuyo objetivo es descifrar el mundo para nosotros. Mientras que en la política liberal es el votante quien mejor sabe lo que le conviene y en la economía liberal el cliente siempre tiene la razón, en la política socialista el partido es quien mejor sabe lo que nos conviene y en la economía socialista el sindicato siempre tiene la razón. La autoridad y el sentido siguen procediendo de la experiencia humana (tanto el partido como el sindicato están formados por personas y trabajan para aliviar la desgracia humana), pero los individuos deben escuchar al partido y al sindicato y no a sus sentimientos personales. 

...

¿ES BEETHOVEN MEJOR QUE CHUCK BERRY? 

Para estar seguros de que comprendemos la diferencia entre las tres ramas humanistas, comparemos algunas experiencias humanas. 

Experiencia n.° 1: Un profesor de musicología está sentado en la Casa de la Ópera de Viena, escuchando la obertura de la Quinta Sinfonía de Beethoven. «¡Pa pa pa PAM!» Cuando las ondas sonoras inciden en sus tímpanos, su nervio auditivo envía señales a su cerebro, y su glándula suprarrenal inunda su torrente sanguíneo de adrenalina. Su ritmo cardíaco se acelera, su respiración se intensifica, el vello de la nuca se le eriza y un escalofrío les recorre la columna. «¡Pa pa pa PAM!» 

Experiencia n.° 2: Corre el año 1965. Un Mustang convertible viaja a gran velocidad por la carretera del Pacífico que une San Francisco con Los Ángeles. El joven conductor escucha a Chuck Berry a todo volumen: «Go! Go, Johnny, go, go!». Cuando las ondas sonoras inciden en sus tímpanos, su nervio auditivo envía señales a su cerebro, y su glándula suprarrenal inunda su torrente sanguíneo de adrenalina. Su ritmo cardíaco se acelera, su respiración se intensifica, el vello de la nuca se le eriza y un escalofrío le recorre la columna. «Go! Go, Johnny, go, go!» 

Experiencia n.° 3: En las profundidades de la jungla congolesa, un cazador pigmeo se halla inmóvil, fascinado. Desde la aldea cercana le llega el sonido de un coro de muchachas que entonan su cántico de iniciación. «Ye oh, oh! Ye oh, oh!» Cuando las ondas sonoras inciden en sus tímpanos, su nervio auditivo envía señales al cerebro, y su glándula suprarrenal inunda su torrente sanguíneo de adrenalina. Su ritmo cardíaco se acelera, su respiración se intensifica, el vello de la nuca se le eriza y un escalofrío le recorre la columna. «¡Ye oh, oh! ¡Ye oh, oh!» 

Experiencia n.° 4: Noche de luna llena, en algún lugar de las Montañas Rocosas canadienses. Hay un lobo situado en la cumbre de una colina, escuchando los aullidos de una hembra en celo. «¡Auuuuuu! ¡Auuuuuu!» Cuando las ondas sonoras inciden en sus tímpanos, su nervio auditivo envía señales a su cerebro, y su glándula suprarrenal inunda su torrente sanguíneo de adrenalina. Su ritmo cardíaco se acelera, su respiración se intensifica, se le eriza el pelo del cogote y un escalofrío le recorre la columna. «¡Auuuuuu! ¡Auuuuuu!» 

¿Cuál de estas cuatro experiencias es la más valiosa? 

Si somos liberales, diremos seguramente que las experiencias del profesor de musicología, del joven conductor o del cazador congolés son valiosas por igual, y que deben apreciarse por igual. Toda experiencia humana aporta algo único y enriquece el mundo con nuevo sentido. A algunas personas les gusta la música clásica, a otras les encanta el rock y aún otras prefieren los cánticos tradicionales africanos. Los estudiantes de música deberían verse expuestos al más amplio rango posible de géneros, y al acabar el día todos podrían entrar en la tienda de iTunes, introducir el número de su tarjeta de crédito y comprar lo que quisieran. La belleza está en los oídos del oyente, y el cliente siempre tiene la razón. Pero el lobo no es humano, de ahí que sus experiencias sean mucho menos valiosas. Esta es la razón por la que la vida de un lobo vale menos que la vida de un humano, y por la que es perfectamente razonable matar un lobo para salvar a un humano. A fin de cuentas, los lobos no van a votar en ningún concurso de belleza ni poseen ninguna tarjeta de crédito. 

Este enfoque liberal se manifiesta, por ejemplo, en el disco de oro de la Voyager. En 1977, los estadounidenses lanzaron la sonda espacial Voyager I en un viaje al espacio exterior. En la actualidad ya ha abandonado el sistema solar, con lo que es el primer objeto fabricado por el hombre en surcar el espacio interestelar. Además de equipo científico de última generación, la NASA incluyó a bordo un disco de oro, destinado a presentar el planeta Tierra a cualesquiera extraterrestres curiosos que pudieran encontrar la sonda. 

El disco contiene variada información científica y cultural sobre la Tierra y sus habitantes, algunas imágenes y voces, y varias docenas de piezas musicales de todo el mundo, que se supone que representan una buena muestra de logros artísticos terrestres. La muestra musical mezcla sin ningún orden aparente piezas clásicas, que incluyen el movimiento inicial de la Quinta Sinfonía de Beethoven; música popular contemporánea, como «Johnny B. Goode», de Chuck Berry, y música tradicional de todo el mundo, que incluye un cántico de iniciación de muchachas pigmeas del Congo. Aunque el disco también contiene algunos aullidos lobunos, no forman parte de la muestra de música, sino que están relegados a una sección diferente que incluye también el sonido del viento, la lluvia y el oleaje. El mensaje a oyentes potenciales de Alfa Centauri es que Beethoven, Chuck Berry y el cántico de iniciación de muchachas pigmeas tienen el mismo mérito, mientras que los aullidos lobunos pertenecen a una categoría totalmente diferente. 

Si somos socialistas, probablemente estemos de acuerdo con los liberales en que la experiencia del lobo tiene poco valor. Pero nuestra actitud hacia las tres experiencias humanas será muy diferente. Un socialista convencido explicará que el valor real de la música no depende de las experiencias del oyente individual, sino del impacto que tiene en las experiencias de otras personas y de la sociedad en su conjunto. 

Tal como dijo Mao: «No existe tal cosa como el arte por el arte, el arte que se sitúe por encima de las clases, el arte que esté desligado o sea independiente de la política». 

De modo que cuando se trate de evaluar las experiencias musicales, un socialista se fijará, por ejemplo, en el hecho de que Beethoven escribió la Quinta Sinfonía para un auditorio de europeos blancos de clase alta, exactamente cuando Europa estaba a punto de embarcarse en su conquista de África. Su sinfonía reflejaba los ideales de la Ilustración, que glorificaban a los hombres blancos de clase alta y calificaba la conquista de África como «la carga del hombre blanco». 

El rock and roll, dirían los socialistas, lo inventaron músicos afroamericanos oprimidos que se inspiraron en géneros como el blues, el jazz y el góspel. Sin embargo, en las décadas de 1950 y 1960 fue secuestrado por la Norteamérica blanca convencional y puesto al servicio del consumismo, del imperialismo norteamericano y de la Coca-Colonización. El rock and roll lo comercializaron y se lo apropiaron adolescentes blancos pudientes en su fantasía de rebelión pequeñoburguesa. El propio Chuck Berry se doblegó a los dictados del gigante capitalista. Mientras que originalmente cantaba acerca de «un chico de color llamado Johnny B. Goode», bajo la presión de las emisoras de radio de propietarios blancos cambió la letra por «un chico de pueblo llamado Johnny B. Goode». 

En cuanto al coro de muchachas pigmeas congolesas, sus cánticos de iniciación forman parte de una estructura patriarcal de poder que lava el cerebro tanto a hombres como a mujeres para que se amolden a un orden de género opresivo. Y si una grabación de un tal cántico iniciático llega alguna vez al mercado global, solo servirá para reforzar las fantasías coloniales occidentales sobre África en general y sobre las mujeres africanas en particular. 

Así, pues, ¿qué música es mejor: la Quinta Sinfonía de Beethoven, «Johnny B. Goode» o el canto iniciático de las pigmeas? ¿Qué debe financiar el gobierno: la construcción de teatros de ópera, escenarios para el rock and roll o exposiciones sobre el patrimonio africano? ¿Y qué debemos enseñar a los estudiantes de música en escuelas e institutos? Bueno, no me pregunten a mí. Pregúntenle al delegado cultural del partido. 

Mientras que los liberales caminan de puntillas alrededor del campo minado de las comparaciones culturales, temerosos de dar algún paso en falso políticamente incorrecto, y mientras que los socialistas dejan que el partido encuentre el sendero adecuado a través del campo de minas, los humanistas evolutivos saltan alegremente dentro del mismo, haciendo estallar todas las minas y disfrutando con el caos. 

Pueden empezar indicando que tanto liberales como socialistas marcan el límite de los demás animales, y no tienen ningún problema en admitir que los humanos son superiores a los lobos y que, en consecuencia, la música humana es mucho más valiosa que los aullidos de los lobos. Pero la misma humanidad no está exenta de las fuerzas de la evolución. De la misma manera que los humanos son superiores a los lobos, algunas culturas humanas están más avanzadas que otras. Existe una jerarquía inequívoca de experiencias humanas, y no tenemos que disculparnos por ello. El Taj Mahal es más bello que una choza de paja, el David de Miguel Ángel es superior a la última figurita de arcilla que ha modelado mi sobrina de cinco años, y Beethoven compuso música mucho mejor que la de Chuck Berry o la de las pigmeas congolesas. ¡Vale, ya lo hemos dicho! 

Según los humanistas evolutivos, quienquiera que argumente que todas las experiencias humanas son igual de valiosas es un imbécil o un cobarde. Tal vulgaridad y timidez solo conducirá a la degeneración y a la extinción de la humanidad, pues impide el progreso humano en nombre del relativismo cultural o de la igualdad social. Si liberales y socialistas hubieran vivido en la Edad de Piedra, probablemente habrían visto poco mérito en los murales de Lascaux y Altamira, y habrían insistido en que de ningún modo son superiores a los garabatos de los neandertales.


YUVAL NOAH HARARI
Homo Deus

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barbarismos

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El Comité empezó a ser acosado por la policía. Hipólito Salazar, que había fundado la Federación Indígena Obrera Regional Peruana, fue deportado. Urviola enfermó de tuberculosis y falleció el 27 de enero de 1925. Cuando enterraron a Urviola varios dirigentes de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo no pudieron asistir a su velatorio en el local de la Federación de Choferes, en la calle Sandia. El sepelio fue multitudinario. Los ejércitos particulares de los hacendados se dedicaron a quemar las escuelas que el Comité había abierto en diversos puntos del interior del Perú y persiguieron también a sus alumnos y profesores. Antes de la sublevación de Huancané de 1923, fusilaron a tres campesinos de Wilakunka solo porque asistían a una de estas escuelas. El año siguiente, durante una inspección que realizó a las comunidades de Huancané, el Obispo de Puno, Monseñor Cossío, constató la acción vandálica de los terratenientes que habían incendiado más de sesenta locales escolares. No contentos con quemar las escuelas que organizaba el Comité y asesinar a sus profesores o alumnos, los gamonales presionaron a las autoridades locales para que apresen a los delegados indígenas y repriman a los campesinos que los apoyaban. Entre 1921 y 1922, diversos prefectos y subprefectos perpetraron crímenes y atropellos. Hubo casos donde fueron los mismos gamonales los que se encargaron de asesinar a los delegados de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo. Domingo Huarca, delegado de los comuneros de Tocroyoc, departamento del Cusco, quien había estado en Lima tramitando memoriales, fue brutalmente asesinado. Los gamonales primero lo maltrataron, después le sacaron los ojos y finalmente lo colgaron de la torre de una iglesia. Vicente Tinta Ccoa, del subcomité de Macusani, en Puno, que fue asesinado por los gamonales del lugar. En agosto de 1927, la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo dejó de funcionar luego que, mediante una resolución suprema, el gobierno de Leguía prohibió su funcionamiento en todo el país. Gran parte de la promoción de líderes indígenas que se forjó con la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo engrosó los nuevos movimientos sociales que iban a desembocar en la formación del Partido Comunista y el Partido Aprista. Fueron los casos de Ezequiel Urviola, Hipólito Salazar y Eduardo Quispe y Quispe, que fueron atraídos por la prédica socialista de José Carlos Mariátegui; o de Juan Hipólito Pévez y Demetrio Sandoval, que se acercaron a Víctor Raúl Haya de la Torre y el Partido Aprista. En 1931, después del derrocamiento de Leguía y la muerte de Mariátegui, el Partido Socialista, convertido en Partido Comunista, lanzó la candidatura del indígena Eduardo Quispe y Quispe a la Presidencia de la República. HÉCTOR BÉJAR.

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realismo capitalista peruano, ¡ja, ja!

rojo 2

es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del capitalismo

En tercer lugar, un dato: una generación entera nació después de la caída del Muro de Berlín. En las décadas de 1960 y 1970, el capitalismo enfrentaba el problema de cómo contener y absorber las energías externas. El problema que posee ahora es exactamente el opuesto: habiendo incorporado cualquier cosa externa de manera en extremo exitosa, ¿puede todavía funcionar sin algo ajeno que colonizar y de lo que apropiarse? Para la mayor parte de quienes tienen menos de veinte años en Europa o los Estados Unidos, la inexistencia de alternativas al capitalismo ya ni siquiera es un problema. El capitalismo ocupa sin fisuras el horizonte de lo pensable. Jameson acostumbraba a detallar con horror la forma en que el capitalismo penetraba en cada poro del inconsciente; en la actualidad, el hecho de que el capitalismo haya colonizado la vida onírica de la población se da por sentado con tanta fuerza que ni merece comentario. Sería peligroso y poco conducente, sin embargo, imaginar el pasado inmediato como un estado edénico rico en potencial político, y por lo mismo resulta necesario recordar el rol que desempeñó la mercantilización en la producción de cultura a lo largo del siglo XX. El viejo duelo entre el détournement y la recuperación, entre la subversión y la captura, parece haberse agotado. Ahora estamos frente a otro proceso que ya no tiene que ver con la incorporación de materiales que previamente parecían tener potencial subversivo, sino con su precorporación, a través del modelado preventivo de los deseos, las aspiraciones y las esperanzas por parte de la cultura capitalista. Solo hay que observar el establecimiento de zonas culturales «alternativas» o «independientes» que repiten interminablemente los más viejos gestos de rebelión y confrontación con el entusiasmo de una primera vez. «Alternativo», «independiente» yotros conceptos similares no designan nada externo a la cultura mainstream; más bien, se trata de estilos, y de hecho de estilos dominantes, al interior del mainstream.
Nadie encarnó y lidió con este punto muerto como Kurt Cobain y Nirvana. En su lasitud espantosa y su furia sin objeto, Cobain parecía dar voz a la depresión colectiva de la generación que había llegado después del fin de la historia, cuyos movimientos ya estaban todos anticipados, rastreados, vendidos y comprados de antemano. Cobain sabía que él no era nada más que una pieza adicional en el espectáculo, que nada le va mejor a MTV que una protesta contra MTV, que su impulso era un cliché previamente guionado y que darse cuenta de todo esto incluso era un cliché. El impasse que lo dejó paralizado es precisamente el que había descripto Jameson: como ocurre con la cultura posmoderna en general, Cobain se encontró con que «los productores de la cultura solo pueden dirigirse ya al pasado: la imitación de estilos muertos, el discurso a través de las máscaras y las voces almacenadas en el museo imaginario de una cultura que es hoy global». En estas condiciones incluso el éxito es una forma del fracaso desde el momento en que tener éxito solo significa convertirse en la nueva presa que el sistema quiere devorar. Pero la angustia fuertemente existencial de Nirvana y Cobain, sin embargo, corresponde a un momento anterior al nuestro y lo que vino después de ellos no fue otra cosa que un rock pastiche que, ya libre de esa angustia, reproduce las formas del pasado sin ansia alguna.
La muerte de Cobain confirmó la derrota y la incorporación final de las ambiciones utópicas y prometeicas del rock en la cultura capitalista. Cuando murió, el rock ya estaba comenzando a ser eclipsado por el hiphop, cuyo éxito global presupone la lógica de la precorporación a la que me he referido antes. En buena parte del hip hop, cualquier esperanza «ingenua» en que la cultura joven pueda cambiar algo fue sustituida hace tiempo por una aceptación dura de la versión más brutalmente reduccionista de la «realidad». «En el hip hop», escribió SimonReynolds en su ensayo de 1996 para The Wire :
«Lo real» tiene dos significados. En primer lugar, hace referencia a la música auténtica que no se deja limitar por los intereses creados y se niega a cambiar o suavizar su mensaje para venderse a la industria musical. Pero «real» también es aquella música que refleja una «realidad» constituida por la inestabilidad económica del capitalismo tardío, el racismo institucionalizado, la creciente vigilancia y el acoso sobre la juventud de parte de la policía. «Lo real» es la muerte de lo social: es lo que ocurre con las corporaciones que, al aumentar sus márgenes de ganancia, en lugar de aumentar los sueldos o los beneficios sociales de sus empleados responden […] reduciendo su personal, sacándose de encima una parte importante de la fuerza de trabajo para crear un inestable ejército de empleados freelance y demedio tiempo, sin los beneficios de la seguridad social.


MARK FISHER.

perú post indie

Haz el ejercicio de pasear una tarde por la plaza del Cuzco, siéntate a la vera de su fuente y distinguirás entre cuzqueños, entre las decenas de argentinos hippies (muchos realmente insoportables), unos cuantos chilenos y de esa pléyade de "gringos" -que vienen dispuestos a ser estafados, bricheados, etc-, a unos curiosos especímenes: los limeños.
Contrariamente a lo que creemos los hijos de esta tierra, lo primero que nos delatará será nuestro "acento". Sí, querido limeño, tenemos acento, un acentazo como doliente, como que rogamos por algo y las mujeres, muchas, además un extraño alargamiento de la sílaba final. Pero lo que realmente suele llamarme la atención es la manera como nos vestimos para ir al Cuzco, porque, el Cuzco es una ciudad, no el campo. Tiene universidades, empresas, negocios, etc. Siin embargo, casi como esos gringos que para venir a Sudamérica vienen disfrazados de Indiana Jones o su variante millenial, nosotros nos vestimos como si fuésemos a escalar el Himalaya. Ya, es verdad que el frío cuzqueño puede ser más intenso que el de la Costa -aunque este invierno me esté haciendo dudarlo- pero echa un vistazo a todo tu outfit: la casaca Northfake, abajo otra chaquetilla de polar o algo así de una marca similar, las botas de montañista, tus medias ochenteras cual escarpines, todo...
Y es que esa es la forma como imaginamos la Sierra: rural, el campo, las montañas, aunque en el fondo no nos movamos de un par de discotecas cusqueñas. Es decir, bien podrías haber venido vestido como en Lima con algo más de abrigo y ya; pero no, ir al Cuzco, a la sierra en general es asistir a un pedazo de nuestra imaginación geográfica que poco tiene que ver con nuestros hábitos usuales del vestido, del comportamiento, etc. Jamás vi en Lima a nadie tomarse una foto con una "niña andina" como lo vi en Cuzco y no ha sido porque no haya niños dispuestos a recibir one dollar por una foto en Lima, pero es que en Cuzquito (cada vez que escucho eso de "Cuzquito" me suda la espalda) es más cute. Ahora, sólo para que calcules la violencia de este acto, ¿te imaginas que alguien del Cuzco -Ayacucho, Huancavelica, Cajamarca o hasta de Chimbote- viniese y te pidiera tomarse una foto con tu hijita, tu sobrino, o lo que sea en Larcomar para subirlo a Instagram o al Facebook? ¿Hardcore, no?


FRED ROHNER
Historia Secreta del Perú 2

as it is when it was

sonido es sonido

sonido es sonido

pura miel

nogzales der wil

RETROMANÍA

"...Pero los 2000 fueron también la década del reciclado rampante: géneros del pasado revividos y renovados, material sonoro vintage reprocesado y recombinado. Con demasiada frecuencia podía detectarse en las nuevas bandas de jóvenes, bajo la piel tirante y las mejillas rosadas, la carne gris y floja de las viejas ideas... Pero donde lo retro verdaderamente reina como sensibilidad dominante y paradigma creativo es en la tierra de lo hipster, el equivalente pop de la alta cultura. Las mismas personas que uno esperaría que produzcan (en tanto artistas) o defiendan (en tanto consumidores) lo no convencional y lo innovador: ese es justamente el grupo más adicto al pasado. En términos demográficos, es exactamente la misma clase social de avanzada, pero en vez de ser pioneros e innovadores han cambiado de rol y ahora son curadores y archivistas. La vanguardia devino en retaguardia." SIMON REYNOLDS Retromanía

kpunk

las cosas como son

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las cosas como son II

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