En todo caso, esa religión crematística e institucionalizada fue y es uno de los fundamentos del sistema aún vigente, no lo olvidemos. Por eso, la religión no siempre anduvo a la par de la moral y jugó un rol doble y ambiguo. Quería almas, puso sus fines de evangelización por encima de los intereses de enriquecimiento de los conquistadores quienes querían oro, títulos y prestigio. Y, al hacerlo, debió sujetarles las manos sangrientas sin lograrlo siempre, pero también acompañó y justificó los crímenes de los conquistadores.
Pero no se puede equiparar la religión con la conquista. Si bien es cierto que ambas marcharon juntas, entremezclándose, también tuvieron intereses distintos y encontrados. ¿Qué fue la Iglesia Católica? Un conjunto de dogmas, una utopía, una organización humana planetaria, muchos intereses terrenales, muchos juegos de poder, pero también un manto protector para los indígenas por más que esto pueda sonar irónico o cínico desde hoy.
Insisto en mi comparación con el mundo anglosajón para desmitificar las supuestas diferencias entre la colonización inglesa de Norteamérica y la conquista española de Centro y Sudamérica. Claro que las hubo pero ambos fueron proyectos de saqueo. En ambos procesos hubo empresas mercantilistas en que los reyes, cortesanos y allegados tenían intereses y ganancias muy concretas. Pero, a diferencia de Norteamérica, en el mundo hispano hubo al menos respeto legal (no real) por los indios e intención de protegerlos por parte de la corona, los curas y los funcionarios, claro está, dentro de sus concepciones seculares. En el norte de América hubo solo genocidio. Algunas sectas protestantes fueron y son, mucho más abusivas y genocidas que muchas órdenes católicas. Ni el protestantismo ni el catolicismo pueden ser generalizados. Habitan en ellos por igual, lo revolucionario y lo conservador, lo piadoso y lo despiadado.
La Iglesia era un conjunto de dogmas, intereses, juegos de poder pero también un conglomerado de obras sociales, un consuelo espiritual. Su rol fue ambiguo. Educándolos, motivó a los líderes rebeldes pero condenó la rebelión. Contribuyó a iniciar la independencia pero su jerarquía se puso de parte de la corona. Defendió a los indígenas pero acabó perdonando a los conquistadores y bendiciendo sus armas. Se las arregló para subsistir. Lo que no se debe hacer es mantener la cobertura estigmatizadora que lanzaron sobre ella algunos liberales y protestantes, autores ellos mismos de otros crímenes repudiables en los países que dominaron.
Al examinar el itinerario seguido por la Iglesia Católica durante los tres siglos de dominación española nos encontramos con roles distintos de las órdenes: dominicos, franciscanos, jesuitas, mercedarios. Pero, en general, después de la vigorosa protesta inicial de algunos sacerdotes, la Iglesia fue acomodándose al sistema hasta ser una de sus vigas maestras. Sin embargo, tampoco en esto debemos generalizar: sin los argumentos teológicos no hubieran sido posibles las Leyes de Indias. Sin las Leyes de Indias, los indios habrían sido exterminados y reemplazados por esclavos, como en Norteamérica. Sin jesuitas no tendríamos a Juan Santos Atahualpa, a Túpac Amaru o Juan Pablo Viscardo y Guzmán. Sin curas republicanos no hubiéramos tenido Congreso de 1821 – 1823.
Desde luego, los jesuitas no eran toda la Iglesia. Pero después se produjo la participación de los curas en las guerras de la independencia, a favor y en contra de la causa real. Los personajes son numerosos empezando por el cura Hidalgo en México y la lista es muy larga como para incorporarla en estas páginas. Fueron también en buena parte curas como Toribio Rodríguez de Mendoza los constructores de las repúblicas. Donde el analfabetismo imperaba, eran los curas parte de los pocos ilustrados. Así, desde Bartolomé de las Casas, pasando por Viscardo, siguiendo con los curas que participaron en el primer congreso republicano y acabando en la Teología de la Liberación, el rol de una parte de la Iglesia es indiscutible en la formación del ser peruano y latinoamericano. Por eso a estas alturas del siglo XXI no podemos conformarnos con las simplificaciones de Manuel González Prada o José Carlos Mariátegui, personajes admirables por su valentía al haber escrito y hablado un discurso no funcional al sistema dominante en su tiempo (en gran parte también el de hoy), pero cuyas tajantes afirmaciones o negaciones deben ser reconsideradas a la luz de nuevos juicios históricos y sociológicos.
Dijo Mariátegui en su ensayo sobre el factor religioso: “la crítica revolucionaria no regatea ni contesta ya a las religiones, y ni siquiera a las iglesias, sus servicios a la humanidad ni su lugar en la historia”. Pero en su ensayo sobre la evolución económica recuerda: “…no envió España al Perú, como del resto no envió tampoco a sus otras posesiones, una densa masa colonizadora. La debilidad del imperio español residió precisamente en su carácter y estructura de empresa militar y eclesiástica más que política y económica. En las colonias españolas no desembarcaron como en las costas de Nueva Inglaterra grandes bandadas de pionners. A la América Española no vinieron casi sino virreyes, cortesanos, aventureros, clérigos, doctores y soldados.”
Ya me he referido antes a la simplificación de ver en el pionner solamente un colonizador, cuando abusos similares o peores contra los indios norteamericanos fueron cometidos por los pionners y otros recién llegados a América. A ello se añade una imagen de los pueblos norteamericanos como de sociedad débil y simple: “El colonizador anglosajón no encontró en el territorio norteamericano ni una cultura avanzada ni una población potente. El cristianismo y su disciplina no tuvieron, por ende, en Norteamérica una misión evangelizadora” (Ensayo sobre la cuestión religiosa). La idea de las comunidades indias y sus creencias como simples, primitivas, no avanzadas todavía predominaba entre los marxistas del siglo XX. En realidad Mariátegui tomó estas ideas de Waldo Frank, escritor norteamericano no marxista, autor de Redescubrimiento de América.
HÉCTOR BÉJAR
Historia del Perú para descontentos
2017
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