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martes, 11 de enero de 2022

La Xsia Católica en Abya Yala

No se puede entender el período de dominación castellano – española sobre Abya Yala, sin la religión. No podemos saber si la religión fue la motivación o la coartada de la expansión castellana primero y del proyecto de Carlos V después. O si fue parte de un impulso más complejo que, en pleno Renacimiento, mezcló la espiritualidad de la creencia en el Dios judeo cristiano con el materialismo simbólico del oro (símbolo que representa materia e instintos) y de los bancos, materialismo que se expresó y enriqueció con las empresas conquistadoras. En todo caso, si la Iglesia, los reyes y banqueros anduvieron de la mano, como se ha visto, fue porque  órdenes religiosas como los Caballeros del Temple, inventaron los bancos. Los reyes fueron a la vez socios de los empresarios del saqueo y deudores de las familias banqueras.

En todo caso, esa religión crematística e institucionalizada fue y es uno de los fundamentos del sistema aún vigente, no lo olvidemos. Por eso, la religión no siempre anduvo a la par de la moral y jugó un rol doble y ambiguo. Quería almas, puso sus fines de evangelización por encima de los intereses de enriquecimiento de los conquistadores quienes querían oro, títulos y prestigio. Y, al hacerlo, debió sujetarles las manos sangrientas sin lograrlo siempre, pero también  acompañó y justificó los crímenes de los conquistadores. 

Pero no se puede equiparar la religión con la conquista. Si bien es cierto que ambas marcharon juntas, entremezclándose, también tuvieron intereses distintos y encontrados. ¿Qué fue la Iglesia Católica? Un conjunto de dogmas, una utopía, una organización humana planetaria, muchos intereses terrenales, muchos juegos de poder, pero también un manto protector para los indígenas por más que esto pueda sonar irónico o cínico desde hoy.

Insisto en mi comparación con el mundo anglosajón para  desmitificar las supuestas diferencias entre la colonización inglesa de Norteamérica y la conquista española de Centro y Sudamérica. Claro que las hubo pero ambos fueron proyectos de saqueo. En ambos procesos hubo empresas mercantilistas en que los reyes, cortesanos y allegados tenían intereses y ganancias muy concretas. Pero, a diferencia de Norteamérica, en el mundo hispano hubo al menos respeto legal (no real) por los indios e intención de protegerlos por  parte de la corona, los curas y los funcionarios, claro está, dentro de sus concepciones seculares. En el norte de América hubo solo genocidio. Algunas sectas protestantes fueron y son, mucho más abusivas y genocidas que muchas órdenes católicas. Ni el protestantismo ni el catolicismo pueden ser generalizados. Habitan en ellos por igual, lo revolucionario y lo conservador, lo piadoso y lo despiadado.

La Iglesia era un conjunto de dogmas, intereses, juegos de poder pero también un conglomerado de obras sociales, un consuelo espiritual. Su rol fue ambiguo. Educándolos, motivó a los líderes rebeldes pero condenó la rebelión. Contribuyó a iniciar la independencia pero su jerarquía se puso de parte de la corona. Defendió a los indígenas pero acabó perdonando a los conquistadores y bendiciendo sus armas. Se las arregló para subsistir. Lo que no se debe hacer es mantener la cobertura estigmatizadora que lanzaron sobre ella algunos liberales y protestantes, autores ellos mismos de otros crímenes repudiables en los países que dominaron. 

Al examinar el itinerario seguido por la Iglesia Católica durante los tres siglos de dominación española nos encontramos con roles distintos de las órdenes: dominicos, franciscanos, jesuitas, mercedarios. Pero, en general, después de la vigorosa protesta inicial de algunos sacerdotes, la Iglesia fue acomodándose al sistema hasta ser una de sus vigas maestras. Sin embargo, tampoco en esto debemos generalizar: sin los argumentos teológicos no hubieran sido posibles las Leyes de Indias. Sin las Leyes de Indias, los indios habrían sido exterminados y reemplazados por esclavos, como en Norteamérica. Sin jesuitas no tendríamos a Juan Santos Atahualpa, a Túpac Amaru o Juan Pablo Viscardo y Guzmán. Sin curas republicanos no hubiéramos tenido Congreso de 1821 – 1823.

Desde luego, los jesuitas no eran toda la Iglesia. Pero después se produjo la participación de los curas en las guerras de la independencia, a favor y en contra de la causa real. Los personajes son numerosos empezando por el cura Hidalgo en México y la lista es muy larga como para incorporarla en estas páginas. Fueron también en buena parte curas como Toribio Rodríguez de Mendoza los constructores de las repúblicas. Donde el analfabetismo imperaba, eran los curas parte de los pocos ilustrados. Así, desde Bartolomé de las Casas, pasando por Viscardo, siguiendo con los curas que participaron en el primer congreso republicano y acabando en la Teología de la Liberación, el rol de una parte de la Iglesia es indiscutible en la formación del ser peruano y latinoamericano. Por eso a estas alturas del siglo XXI no podemos conformarnos con las simplificaciones de Manuel González Prada o José Carlos Mariátegui, personajes admirables por su valentía al haber escrito y hablado un discurso no funcional al sistema dominante en su tiempo (en gran parte también el de hoy), pero cuyas tajantes afirmaciones o negaciones deben ser reconsideradas a la luz de nuevos juicios históricos y sociológicos.

Dijo Mariátegui en su ensayo sobre el factor religioso: “la crítica revolucionaria no regatea ni contesta ya a las religiones, y ni siquiera a las iglesias, sus servicios a la humanidad ni su lugar en la historia”. Pero en su ensayo sobre la evolución económica recuerda: “…no envió España al Perú, como del resto no envió tampoco a sus otras posesiones, una densa masa colonizadora. La debilidad del imperio español residió precisamente en su carácter y estructura de empresa militar y eclesiástica más que política y económica. En las colonias españolas no desembarcaron como en las costas de Nueva Inglaterra grandes bandadas de pionners. A la América Española no vinieron casi sino virreyes, cortesanos, aventureros, clérigos, doctores y soldados.” 

Ya me he referido antes a la simplificación de ver en el pionner solamente un colonizador, cuando abusos similares o peores contra los indios norteamericanos fueron cometidos por los pionners y otros recién llegados a América. A ello se añade una imagen de los pueblos norteamericanos como de sociedad débil y simple: “El colonizador anglosajón no encontró en el territorio norteamericano ni una cultura avanzada ni una población potente. El cristianismo y su disciplina no tuvieron, por ende, en Norteamérica una misión evangelizadora” (Ensayo sobre la cuestión religiosa). La idea de las comunidades indias y sus creencias como simples, primitivas, no avanzadas todavía predominaba entre los marxistas del siglo XX. En realidad Mariátegui tomó estas ideas de Waldo Frank, escritor norteamericano no marxista, autor de Redescubrimiento de América.


HÉCTOR BÉJAR
Historia del Perú para descontentos

2017

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barbarismos

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El Comité empezó a ser acosado por la policía. Hipólito Salazar, que había fundado la Federación Indígena Obrera Regional Peruana, fue deportado. Urviola enfermó de tuberculosis y falleció el 27 de enero de 1925. Cuando enterraron a Urviola varios dirigentes de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo no pudieron asistir a su velatorio en el local de la Federación de Choferes, en la calle Sandia. El sepelio fue multitudinario. Los ejércitos particulares de los hacendados se dedicaron a quemar las escuelas que el Comité había abierto en diversos puntos del interior del Perú y persiguieron también a sus alumnos y profesores. Antes de la sublevación de Huancané de 1923, fusilaron a tres campesinos de Wilakunka solo porque asistían a una de estas escuelas. El año siguiente, durante una inspección que realizó a las comunidades de Huancané, el Obispo de Puno, Monseñor Cossío, constató la acción vandálica de los terratenientes que habían incendiado más de sesenta locales escolares. No contentos con quemar las escuelas que organizaba el Comité y asesinar a sus profesores o alumnos, los gamonales presionaron a las autoridades locales para que apresen a los delegados indígenas y repriman a los campesinos que los apoyaban. Entre 1921 y 1922, diversos prefectos y subprefectos perpetraron crímenes y atropellos. Hubo casos donde fueron los mismos gamonales los que se encargaron de asesinar a los delegados de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo. Domingo Huarca, delegado de los comuneros de Tocroyoc, departamento del Cusco, quien había estado en Lima tramitando memoriales, fue brutalmente asesinado. Los gamonales primero lo maltrataron, después le sacaron los ojos y finalmente lo colgaron de la torre de una iglesia. Vicente Tinta Ccoa, del subcomité de Macusani, en Puno, que fue asesinado por los gamonales del lugar. En agosto de 1927, la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo dejó de funcionar luego que, mediante una resolución suprema, el gobierno de Leguía prohibió su funcionamiento en todo el país. Gran parte de la promoción de líderes indígenas que se forjó con la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo engrosó los nuevos movimientos sociales que iban a desembocar en la formación del Partido Comunista y el Partido Aprista. Fueron los casos de Ezequiel Urviola, Hipólito Salazar y Eduardo Quispe y Quispe, que fueron atraídos por la prédica socialista de José Carlos Mariátegui; o de Juan Hipólito Pévez y Demetrio Sandoval, que se acercaron a Víctor Raúl Haya de la Torre y el Partido Aprista. En 1931, después del derrocamiento de Leguía y la muerte de Mariátegui, el Partido Socialista, convertido en Partido Comunista, lanzó la candidatura del indígena Eduardo Quispe y Quispe a la Presidencia de la República. HÉCTOR BÉJAR.

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realismo capitalista peruano, ¡ja, ja!

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es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del capitalismo

En tercer lugar, un dato: una generación entera nació después de la caída del Muro de Berlín. En las décadas de 1960 y 1970, el capitalismo enfrentaba el problema de cómo contener y absorber las energías externas. El problema que posee ahora es exactamente el opuesto: habiendo incorporado cualquier cosa externa de manera en extremo exitosa, ¿puede todavía funcionar sin algo ajeno que colonizar y de lo que apropiarse? Para la mayor parte de quienes tienen menos de veinte años en Europa o los Estados Unidos, la inexistencia de alternativas al capitalismo ya ni siquiera es un problema. El capitalismo ocupa sin fisuras el horizonte de lo pensable. Jameson acostumbraba a detallar con horror la forma en que el capitalismo penetraba en cada poro del inconsciente; en la actualidad, el hecho de que el capitalismo haya colonizado la vida onírica de la población se da por sentado con tanta fuerza que ni merece comentario. Sería peligroso y poco conducente, sin embargo, imaginar el pasado inmediato como un estado edénico rico en potencial político, y por lo mismo resulta necesario recordar el rol que desempeñó la mercantilización en la producción de cultura a lo largo del siglo XX. El viejo duelo entre el détournement y la recuperación, entre la subversión y la captura, parece haberse agotado. Ahora estamos frente a otro proceso que ya no tiene que ver con la incorporación de materiales que previamente parecían tener potencial subversivo, sino con su precorporación, a través del modelado preventivo de los deseos, las aspiraciones y las esperanzas por parte de la cultura capitalista. Solo hay que observar el establecimiento de zonas culturales «alternativas» o «independientes» que repiten interminablemente los más viejos gestos de rebelión y confrontación con el entusiasmo de una primera vez. «Alternativo», «independiente» yotros conceptos similares no designan nada externo a la cultura mainstream; más bien, se trata de estilos, y de hecho de estilos dominantes, al interior del mainstream.
Nadie encarnó y lidió con este punto muerto como Kurt Cobain y Nirvana. En su lasitud espantosa y su furia sin objeto, Cobain parecía dar voz a la depresión colectiva de la generación que había llegado después del fin de la historia, cuyos movimientos ya estaban todos anticipados, rastreados, vendidos y comprados de antemano. Cobain sabía que él no era nada más que una pieza adicional en el espectáculo, que nada le va mejor a MTV que una protesta contra MTV, que su impulso era un cliché previamente guionado y que darse cuenta de todo esto incluso era un cliché. El impasse que lo dejó paralizado es precisamente el que había descripto Jameson: como ocurre con la cultura posmoderna en general, Cobain se encontró con que «los productores de la cultura solo pueden dirigirse ya al pasado: la imitación de estilos muertos, el discurso a través de las máscaras y las voces almacenadas en el museo imaginario de una cultura que es hoy global». En estas condiciones incluso el éxito es una forma del fracaso desde el momento en que tener éxito solo significa convertirse en la nueva presa que el sistema quiere devorar. Pero la angustia fuertemente existencial de Nirvana y Cobain, sin embargo, corresponde a un momento anterior al nuestro y lo que vino después de ellos no fue otra cosa que un rock pastiche que, ya libre de esa angustia, reproduce las formas del pasado sin ansia alguna.
La muerte de Cobain confirmó la derrota y la incorporación final de las ambiciones utópicas y prometeicas del rock en la cultura capitalista. Cuando murió, el rock ya estaba comenzando a ser eclipsado por el hiphop, cuyo éxito global presupone la lógica de la precorporación a la que me he referido antes. En buena parte del hip hop, cualquier esperanza «ingenua» en que la cultura joven pueda cambiar algo fue sustituida hace tiempo por una aceptación dura de la versión más brutalmente reduccionista de la «realidad». «En el hip hop», escribió SimonReynolds en su ensayo de 1996 para The Wire :
«Lo real» tiene dos significados. En primer lugar, hace referencia a la música auténtica que no se deja limitar por los intereses creados y se niega a cambiar o suavizar su mensaje para venderse a la industria musical. Pero «real» también es aquella música que refleja una «realidad» constituida por la inestabilidad económica del capitalismo tardío, el racismo institucionalizado, la creciente vigilancia y el acoso sobre la juventud de parte de la policía. «Lo real» es la muerte de lo social: es lo que ocurre con las corporaciones que, al aumentar sus márgenes de ganancia, en lugar de aumentar los sueldos o los beneficios sociales de sus empleados responden […] reduciendo su personal, sacándose de encima una parte importante de la fuerza de trabajo para crear un inestable ejército de empleados freelance y demedio tiempo, sin los beneficios de la seguridad social.


MARK FISHER.

perú post indie

Haz el ejercicio de pasear una tarde por la plaza del Cuzco, siéntate a la vera de su fuente y distinguirás entre cuzqueños, entre las decenas de argentinos hippies (muchos realmente insoportables), unos cuantos chilenos y de esa pléyade de "gringos" -que vienen dispuestos a ser estafados, bricheados, etc-, a unos curiosos especímenes: los limeños.
Contrariamente a lo que creemos los hijos de esta tierra, lo primero que nos delatará será nuestro "acento". Sí, querido limeño, tenemos acento, un acentazo como doliente, como que rogamos por algo y las mujeres, muchas, además un extraño alargamiento de la sílaba final. Pero lo que realmente suele llamarme la atención es la manera como nos vestimos para ir al Cuzco, porque, el Cuzco es una ciudad, no el campo. Tiene universidades, empresas, negocios, etc. Siin embargo, casi como esos gringos que para venir a Sudamérica vienen disfrazados de Indiana Jones o su variante millenial, nosotros nos vestimos como si fuésemos a escalar el Himalaya. Ya, es verdad que el frío cuzqueño puede ser más intenso que el de la Costa -aunque este invierno me esté haciendo dudarlo- pero echa un vistazo a todo tu outfit: la casaca Northfake, abajo otra chaquetilla de polar o algo así de una marca similar, las botas de montañista, tus medias ochenteras cual escarpines, todo...
Y es que esa es la forma como imaginamos la Sierra: rural, el campo, las montañas, aunque en el fondo no nos movamos de un par de discotecas cusqueñas. Es decir, bien podrías haber venido vestido como en Lima con algo más de abrigo y ya; pero no, ir al Cuzco, a la sierra en general es asistir a un pedazo de nuestra imaginación geográfica que poco tiene que ver con nuestros hábitos usuales del vestido, del comportamiento, etc. Jamás vi en Lima a nadie tomarse una foto con una "niña andina" como lo vi en Cuzco y no ha sido porque no haya niños dispuestos a recibir one dollar por una foto en Lima, pero es que en Cuzquito (cada vez que escucho eso de "Cuzquito" me suda la espalda) es más cute. Ahora, sólo para que calcules la violencia de este acto, ¿te imaginas que alguien del Cuzco -Ayacucho, Huancavelica, Cajamarca o hasta de Chimbote- viniese y te pidiera tomarse una foto con tu hijita, tu sobrino, o lo que sea en Larcomar para subirlo a Instagram o al Facebook? ¿Hardcore, no?


FRED ROHNER
Historia Secreta del Perú 2

as it is when it was

sonido es sonido

sonido es sonido

pura miel

nogzales der wil

RETROMANÍA

"...Pero los 2000 fueron también la década del reciclado rampante: géneros del pasado revividos y renovados, material sonoro vintage reprocesado y recombinado. Con demasiada frecuencia podía detectarse en las nuevas bandas de jóvenes, bajo la piel tirante y las mejillas rosadas, la carne gris y floja de las viejas ideas... Pero donde lo retro verdaderamente reina como sensibilidad dominante y paradigma creativo es en la tierra de lo hipster, el equivalente pop de la alta cultura. Las mismas personas que uno esperaría que produzcan (en tanto artistas) o defiendan (en tanto consumidores) lo no convencional y lo innovador: ese es justamente el grupo más adicto al pasado. En términos demográficos, es exactamente la misma clase social de avanzada, pero en vez de ser pioneros e innovadores han cambiado de rol y ahora son curadores y archivistas. La vanguardia devino en retaguardia." SIMON REYNOLDS Retromanía

kpunk

las cosas como son

las cosas como son

las cosas como son II

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