Psicodelia rural fase 2 y shoegaze espacial.
Para alguien como uno que vivió con furia la cima de la vanguardia made in 90's, escuchar el pop y la música alternativa que se fragua actualmente y confrontarlo cada tanto que suceden efemérides como la que hoy nos ocupa, no es sino motivo de coraje. Pero también de amor por lo vivido que uds., los nuevos, no pueden ni siquiera rozar con la imaginación. Valió la pena existir y darlo todo por la música. Sin concesiones al billete ni al marketing. Morir por ella.
Uno de esos fenómenos noventeros fue el proyecto de Bristol, UK, FLYING SAUCER ATTACK. Empezaron en el 93 al mando de Rachel Brook y David Pearce y publicaron eps, 7"s y un par de álbumes. De los cuales el que primero oí fue "Further" (1995) cortesía de un intercambio de casettes con gente de Brasil dentro de la lista de correos shoegazer. De ahí proviene parte del sonido de mi primera banda, Avalonia, y fue uno de los motivos por los que decidí romper con los Hipnoascensión e ir solo. En 1997 Pearce sorprende a la escena post-rocker global anunciando nuevo esférico y con él la fase 2 de su proyecto.
Su tercer opus, "New Lands", aterrizó en Lima inmediatamente y nos cautivó a todos. Para mí es el mejor álbum de FSA. Su sonido folk pastoral marciano luce completamente innovador y original. Atrás quedaron las referencias a Nick Drake o Can. La fase 2 es pura vanguardia noventera, ambient de guitarras distorsionadas, amor espacial, shoegaze cosmogónico. Es también síntoma de que FSA se había convertido en solista de David Pearce ya que la Brook se apartaba para continuar con Movietone. Otra novedad con "New Lands" es la presencia del ritmo, si bien obliterado por capas de ruido trepanador, estos loops percutivos se integran perfectos e impulsan el efecto hipnótico sideral. Notablemente en "Whole Day Song", track previamente gozado e incluido en el split con Roy Montgomery del 96. Recuerdo leer en el artwork del CD que el culpable de las secuencias rítmicas no era otro que el eterno Matt Elliott de 3EF.
El ambient guitarrero con el que nos inunda FSA suena producido no por instrumentos convencionales sino por turbinas y secadoras de pelo. Es perfecto para olvidarte de todo(s) y flotar en el paraíso de las visiones y las ninfas de algodón. Sí señores hay vida más allá del Loveless. Acápite aparte para la luminosa voz de Dave quien emitiendo susurros desde algún paraje desolado se comunica cual bardo medieval en éxtasis. A pesar de todo esto, es más que seguro que a miles hoy desagradará el sonido y aura desprolijos y nada pulcros de esta obra maestra. Atreverse con todo, eso fue lo que FLYING SAUCER ATTACK y cía nos enseñaros a los adolescentes y niños unicornios de los 90.
Esto es post-rock y las irreales CANCIONES que adornaban nuestra vida post-rocker. ¿Cuándo?
Wilder Gonzales Agreda.
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