Foto: Aldair Mejía
¶República “aristocrática”: una hacienda llamada Perú
El resultado de la guerra con Chile no fue solo la pérdida de Arica y Tarapacá. La London Pacific ya estaba ubicada en La Brea y Pariñas, la Cerro de Pasco en las minas del centro, la Grace era dueña de puertos, ferrocarriles y tierras de la selva, la Casa Ricketts subordinaba a los indios alpaqueros y laneros en el sur, la casa Arana mandaba en la selva amazónica. Los hijos y nietos de los consignatarios y consolidados administraban desde Lima el poder político de esas empresas inglesas y norteamericanas. Lo hacían para ellas, no para el Perú.
La guerra había sido solo un accidente en esta historia de dominación. Piérola, el hombre de Dreyfus. activo
causante de sucesivas derrotas ante el enemigo externo, fue bastante hábil en los conflictos internos para capturar de nuevo el poder por las armas y se convirtió en el restaurador del poder oligárquico después de la guerra con Chile; y el fundador de lo que Jorge Basadre llamó piadosamente “la república aristocrática”. El término es excesivo porque aristocracia viene de aristos, lo excelente, lo mejor y estos, de mejores tenían poco. En realidad, el Perú seguía siendo la república de los guaneros, ahora adornada con un poco más de educación e ilustración a la francesa de la elite excluyente, dictadura de mediocres hijos de ricos sobre un mundo de siervos y esclavos.
Fueron apenas quince años en que las familias racistas se alternaron en la presidencia, mientras en el Perú profundo continuaba el reino intocado de los terratenientes y sus indios semiesclavos. Las industrias de lanas, textiles y bebidas, obligaron a la formación de un pequeño proletariado y empezaron a llegar tardíamente, las ideas anarquistas y socialistas. La mal llamada república aristocrática empezó con Piérola pero no pudo soportar a Billinghurst. La farsa acabó brutalmente con el golpe de Benavides, el general que dominó la política peruana durante la primera mitad del siglo XX.
HÉCTOR BÉJAR.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario