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lunes, 17 de julio de 2023

UNA CONVERSACIÓN CON AUDREY GOLDEN :. Estaba pensando en las formas en que las voces de las mujeres son marginadas de las narraciones históricas, considerando también que las historias no son singulares


Audrey Golden es una escritora de arte y cultura con un enfoque en música, cine y política. Administra la web Louder Than War, donde es presentadora DJ semanal. Melómana desde el útero materno ha tomado por asalto la cofradía alternativa y new wave global con su reciente opus, I THOUGH I HEARD YOU SPEAK: Women at Factory Records (White Rabbit, 2023). El texto es, ante todo, una historia oral que revela el alcance cultural del sello y su poder de permanencia en el siglo veintiuno destacando el trabajo silenciado de las mujeres en casi todos los aspectos: grabar música, tocar en vivo, dirigir el sello entre bastidores, administrar y promocionar bandas, diseñar carátulas de discos, hacer películas y videos musicales, ser pioneras en tecnología de sonido, ser DJs, y dirigiendo uno de los clubes más caóticos del planeta, La Haçienda.

Por donde se le examine se trata de un libro imprescindible para las nuevas generaciones como para los que disfrutaron la adolescencia y juventud embrujados por las maravillas de gente como Durutti Column, Joy Division, New Order, Happy Mondays, et al. Hoy en da blog tuvimos la dicha de cruzar unas palabras con la pensadora norteamericana y esto es lo que nos legó.

Gracias por concedernos la entrevista, por favor dinos tu edad, lugar de origen y lo que haces para ganarte la vida.

Soy de los EE. UU. y resido en Nueva York. Trabajo como editor para ganarme la vida. (después de pasar varios años en la academia, hice la muy saludable decisión de salir!), pero el trabajo que es más importante para mí es la escritura que hago, junto con la gestión de Louder Than War Radio, donde también presento un show. Primero me considero autor y DJ. Estoy tratando de alejarme de la idea de que nuestros trabajos diarios dan forma a nuestras personalidades o nos definen en maneras clave, y creo que ha sido un cambio de mentalidad realmente saludable para mí.

Leí un artículo en el New York Times sobre el comienzo de la pandemia, creo, eso que sugirió una de las formas en que el capitalismo nos daña desde la infancia en adelante es que aprendemos a enmarcar nuestras concepciones de uno mismo en base a esta pregunta en relación con una profesión jornalera remunerada: “¿Qué quieres ser cuando crezcas?" Viniendo de una familia de clase trabajadora, siempre supe que tendría que trabajar para ganar dinero para poder hacer las cosas que me trajeron alegría y una sensación de plenitud, pero creo que, después de cuatro décadas en la tierra: finalmente he aprendido a decir que soy escritor y DJ, y también soy una músico, y trabajo como editor a sueldo. Ha sido un cambio milagroso en estado de ánimo para mí, y ¡espero poder convencer a algunos otros artistas y pensadores a hacer lo mismo!

¿Cómo fueron tus primeros encuentros con la música alternativa y con el sello Factory en particular? ¿Qué música escuchabas en casa, en la escuela, etc.?

La música ha sido parte de mi vida desde que tengo memoria. Mi papá amaba el rock'n'roll, y tengo que imaginar que estaba tocando Bob Dylan mientras yo ¡aún era un feto en el útero! Ciertamente, escuché mucho de Bob Dylan, Lou Reed, Elton John y más cuando era una bebé y comencé a tomar lecciones de piano cuando tenía 3 años Poco tiempo después, comencé a tomar clases de violín y tuve  formación clásica en piano y violín. He amado a Bob Dylan desde mi temprana infancia, junto con The Beatles en particular (Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band era mi disco favorito de los Beatles). A medida que fui un poco mayor, empecé a descubrir más música para mí y me enamoré de la música riot grrrl, y tantas bandas grunge (Nirvana, Soundgarden, Hole, Screaming Trees). De hecho, descubrí Joy Division desde la banda sonora de la película The Crow/El cuervo, lo que me parece realmente loco ahora. Escuché el cover de NIN “Dead Souls” y comencé a investigar. Compré Unknown Pleasures en cinta de casete, y luego encontré New Order. Tanto Joy Division como New Order se convirtieron, para mí, en la música que definió mi adolescencia junto con una de esas otras bandas que mencioné— me sentí rebelde y triste, y esa música me hizo sentir que no estaba sola.

¿Cuáles dirías que son los discos que rompieron tu cerebro de manera sublime?

¡Hay tantos que voy a tener problemas para enumerar TODO! Pero  absolutamente puedo hablarte de algunos de ellos. Ya que estamos hablando de discos de Factory, absolutamente 100 por ciento del Power, corruption and lies de New Order. Ese disco me enseñó que se puede hacer música triste e introspectiva ¡que también puedes bailar! ¡Qué revelación! La cantidad de baile que hice sola en mi recámara con ese disco de adolescente... qué álbum. En términos del disco que me enseñó que podías liberarte de los confines de la música clásica y que había una gran alegría en la rebelión, es el álbum en vivo de The Raincoats, "The Kitchen Tapes". Descubrí este casete gracias a las notas de Kurt Cobain en la compilación Incesticide de Nirvana (me encantó Nirvana tan intensamente también). Estaba tan frustrada con la cantidad de tiempo que tuve que pasar tocando música clásica y practicando estudios en el violín,  y The Raincoats no solo me enseñaron que hay más de una forma de  tocar un violín, pero también me dejaron escuchar cómo las mujeres pueden ser experimentales, punks rebeldes.

¿Cuánto tiempo tienes? (ja ja)

In Utero de Nirvana. Este es mi álbum favorito de Nirvana, debido en gran parte a lo que creo que es la genialidad absoluta de canción “Pennyroyal Tea”. Esa linea, “Dame un más allá de Leonard Cohen / Para que pueda suspirar eternamente”. Oh mi corazón. Sangre de Bob Dylan en los tracks. ¿Hay un álbum mejor sobre desamor que llegue al fondo de la tristeza, la sensación de pérdida, la ira, el resentimiento, la belleza y, en última instancia, la nostalgia de ello?

Eso es cuatro. Les voy a dar un quinto, un rompe cerebros mucho más reciente para mí, que creo que es totalmente inesperado, y no  habría adivinado que iba a ser un álbum alucinante si me lo hubieras dicho sobre eso. Pero es Dark Mark Does Christmas 2020. Hablo en serio. Es el disco de Navidad que Mark Lanegan grabó para Rough Trade que se suma a un disco de Dark Mark Does Christmas 2012 que hizo y que vendió en giras en 2013, creo. El original también es genial, con algunas canciones originales de Lanegan. Pero para mí es la adición de su versión de “In the Bleak Midwinter” lo que une todo. Es un desgarrador, solo álbum absolutamente hermoso. Pedí esa edición Rough Trade 2020 durante el primer invierno de la pandemia cuando todo parece desesperanzado. Fue lo primero en lo que volví a encontrar una gran belleza, y todavía siento todas esas canciones en mis huesos cuando las escucho. No es solo un Disco de Navidad, por cierto. Es un disco para escuchar en cualquier punto del año, y especialmente durante las estaciones tristes.

Cuéntanos sobre la escena post-punk en Nueva York, la ciudad donde vives.

No estoy seguro de describir la escena musical actual o nueva en Nueva York como post-punk, pero todavía hay tantos shows increíbles aquí de algunos de los artistas post-punk y no wave como Bush Tetras, Pere Ubumás (un saludo aquí al lugar Le Poisson Rouge en el Village, que continuamente tiene conciertos fabulosos). En cuanto a las bandas que se han formado más recientemente, ¡me encantaría que algunas de las bandas punk del Reino Unido y Australia hicieran su camino a Nueva York para conciertos! Te estoy mirando especialmente, Amyl and the Sniffers!

Creo que todavía hay un sentido de la historia musical del centro de Nueva York aquí, pero muchos de los lugares que hicieron la escena post-punk y new wave de Nueva York lo que fue ya no están aquí (por ejemplo, Nivel 3, Hurra, Danceteria).

Esos solo existen en la memoria.

Escribir I THOUGHT I HEARD YOU SPEAK, un libro sobre la contribución de mujeres a la industria de la música a través del sello Factory, debe haber requerido mucho tiempo y mano de obra. Cuéntanos sobre el proceso, cuando la idea surgió, el trato con las editoriales, ofertas ofrecidas y rechazadas, tu método de trabajo, etc.

Intentaré hacer un resumen aquí porque, de lo contrario, esta respuesta tomaría muchas páginas! El libro tomó mucho de mi tiempo y trabajo, pero para mí, sentí que creó una especie de parentesco entre las docenas y yo (y ¡docenas!) de mujeres en el libro cuyo trabajo en gran parte había sido no reconocido en las historias existentes de Factory hasta la fecha. Así que era hora y trabajo ¡increíblemente bien gastado para mí! La idea realmente llegó a buen término - como que empecé a pensar en ello como un posible proyecto de libro - alrededor de 2018/2019. Hice una entrevista con Chris Mathan, ex socio de Peter Saville Associates, e hice algunas entrevistas con Tracey Donnelly, una empleada de Factory extraordinaria de Manchester. Tracey de verdad me animó a pensar en escribir un libro, y ella me ayudó a hacer conexiones con probablemente dos docenas de mujeres que entrevisté para el libro. A partir de ahí, seguí escuchando más y más nombres de mujeres que hicieron un trabajo realmente esencial directamente para o alrededor de Factory en el Reino Unido y en otro lugar (de otras mujeres que estaba entrevistando), y comencé a rastrearlas lo mejor que pude. Realmente se convirtió en un trabajo de detective para mí — mirar a través de viejos sitios de Internet, periódicos, registros de bienes raíces y más. Parte de ese trabajo finalmente no arrojó resultados, pero en algunos casos, ¡lo hizo!

Supe casi desde el principio que quería armar el libro como una  historia oral narrativa para que las voces de las mujeres —que no habían sido escuchadas en el pasado, pudieran ser las que cuenten las historias y realmente brillar. También creo que las historias orales narrativas son inherentemente democráticas en el sentido de que no privilegian a un solo narrador o contador de historias sobre otro. Resaltan las formas en que múltiples voces pueden unirse para contar una historia, y las formas en que las historias se pueden contar de manera diferente en función de la personalidad de una persona,  experiencias y recuerdos. Hay validez en el conocimiento experiencial.

Tuve mucha, mucha suerte, completa y absoluta, de que Martine McDonagh, que es una de las mujeres increíbles en mi libro, me pusiera en contacto con Lee Brackstone en White Rabbit. Martine conoció a Lee a través de su amigo Lenny Kaye, que recientemente había escrito un libro con Lee. Así es como I THOUGHT I HEARD YOU SPEAK terminó en White Rabbit, y no podía sentirme más afortunada por eso.

Recordamos el nombre de Victoria Segal como una de las mujeres del periodismo musical, pero no muchos más. ¿Qué periodistas y críticos han sido o son tu fuente de inspiración?

¡VIVIEN GOLDMAN! Una rebelde y modelo a seguir para todas las escritoras musicales.

¿Cómo surge el título del libro o a qué alude: I THOUGHT I HEARD YOU SPEAK/“PENSÉ QUE TE ESCUCHÉ HABLAR”?

El título proviene de la canción de New Order “Blue Monday”, pero también es un doble sentido, por supuesto, aludiendo a las formas en que las voces de las mujeres muchas veces no se escuchan, se omiten, se marginan, se excluyen.

En estos días, el fascismo de derechas está en aumento y se ha infiltrado en la escena musical underground con ejemplos como Death In June o incluso ex-rebeldes como John Lydon animando a Donald Trump o a la difunta Reina del Reino Unido: Nick Cave; me gustaría saber cómo abordaste este tema en tu libro o qué posición tiene en el sitio web Louder Than War.

No quiero hablar por todos los editores de Louder Than War, pero creo puedes deducir del material en el sitio y los programas en la radio estación (para la cual soy gerente de la estación), por supuesto, hay una clara oposición al fascismo. Ciertamente puedo hablar por mí mismo al decir que hay una clara necesidad, en palabras del difunto representante John Lewis, para hacer “problemas buenos, problemas necesarios” cuando se trata de oponerse al fascismo, la violencia de derecha, la discriminación y los prejuicios. Estoy increíblemente enojado (y vocal) sobre el fallo de la Corte Suprema de los Estados Unidos en Dobbs que anuló Roe v. Wade y ha permitido que los estados despojen horriblemente a la mujer del derecho a autonomía corporal. La presidencia de Trump envalentonó a tantas personas y grupos cuyas acciones se basan en el odio, y creo que es realmente crítico encontrar maneras de resistir activamente.

Al armar I THOUGHT I HEARD YOU SPEAK/Pensé que te escuché hablar, estaba, por supuesto, pensando sobre las diversas formas en que las voces de las mujeres son marginadas y omitidas de las narraciones históricas. Como tal, estaba pensando cuidadosamente en cómo volver a centrar esas voces y esas experiencias. Al hacerlo, estaba considerando también la importancia de entender que las historias no son singulares, y que no hay una sola posición desde la cual aprender una  narrativa histórica o para enmarcar una historia. Todos tenemos que pensar en qué voces se han omitido de las historias hasta la fecha y cómo podemos enseñarnos a pensar desde los márgenes para contar nuevas historias que centren esas voces y experiencias liminales.

¿Qué discos/bandas hay en tu mesa o has estado escuchando esta  semana?

He estado escuchando el nuevo álbum de Morgan and the Organ Donors, M.O.D.s a bunch (¡qué gran disco!), Le Tigre (anticipándome a verlos en finales de julio), The Raincoats (para un nuevo proyecto de libro en el que estoy trabajando), y el nuevo disco de Mudhoney "Plastic Eternity".

Tus comentarios sobre los conceptos de retromanía y gentrificación cultural.

Veo estos dos conceptos bastante distintos entre sí, así que ¿puedo decir una un poco más por separado?

En términos de retromanía, estoy increíblemente fascinada por el interés en constante construcción por el pasado cultural y la nostalgia cultural. Ha habido un montón de ensayos y libros escritos sobre esto, así que dudo que esté diciendo algo nuevo aquí, pero mucho de eso se resume para mí en el uso de filtros de Instagram y aplicaciones que permiten a un usuario crear fotos o hacer películas en un formato aparentemente de medios analógicos (por ejemplo, una aplicación de cámara de película Super 8, una cámara pinhole o una aplicación de cámara tipo de hojalata) Creo que hay varias razones diferentes para este tipo de retromanía analógica/digital: algunas buenas, otras tal vez no tan buenas.

Obviamente, hay algo que decir sobre la relevancia continua del  ensayo de Walter Benjamin “La obra de arte en la era de la reproducción mecánica” (1935), ¡ahora con casi 100 años! Entonces, en ese sentido, algunas de las formas de retromanía no son tan recientes. Cuando se trata del marco de retromanía que discute Simon Reynolds, en realidad creo que las reediciones, las re-formaciones de banda, etc. ¡son geniales cuando introducen nuevos oyentes a las bandas y artistas! Por si sirve de algo, no creo que los libros o películas sobre bandas del pasado, o bandas que se han reformado o hecho reediciones, deben ser parte de cualquier discusión peyorativa de retromanía. Creo que es muy importante para excavar historias sónicas que no han sido completamente cubiertas, o que han sido marginadas en las historias más grandes de la música, ¡y lo mantengo con mucha firmeza!

En términos de gentrificación cultural y desplazamiento cultural, no me siento como una experta aquí (y quiero asegurarme de que mi voz no desplace aquellos con experiencia), pero puedo hablar de mis observaciones personales y algunos de los pensamientos que he hecho: está sucediendo (y ha sucedido) sorprendentemente rápido en partes de Nueva York y muchas comunidades culturales y las personas de color han sido desplazadas por completo debido al rápido aumento de los costos de vivir por la afluencia de gente con mucho dinero para gastar, y la vigilancia y violencia contra las personas de color. Creo que hay realmente esfuerzos críticos en algunos de esos lugares para mantener las historias culturales y  participar en modos significativos de resistencia, pero no sé cuáles son las respuestas o soluciones en última instancia que incluyen. Creo que es importante pensar cuidadosamente y dar espacio a las voces de los afectados. Hay diferentes tipos de experiencia: debemos asegurarnos de resaltar el conocimiento experiencial y experiencia (es decir, el conocimiento de aquellos afectados por la gentrificación, el desplazamiento y la violencia), así como aquellos con formas intelectuales y afines de conocimiento (por ejemplo, organizadores de la comunidad, urbanistas, legisladores, etc.) Y para ser absolutamente clara, ¡hay personas con ambas formas de conocimiento! Los dos no necesitan ser mutuamente excluyentes.



A CONVERSATION WITH AUDREY GOLDEN :. I was thinking about the ways in which women's voices are marginalized from historical narratives, also considering that the stories are not singular.


Audrey Golden
is an arts and culture writer with a focus on music, film, and politics. She manages the website Louder Than War, where she is a weekly DJ host. A music lover from the womb, she has taken the global alternative and new wave brotherhood by storm with her recent opus, I THOUGH I HEARD YOU SPEAK: Women at Factory Records (White Rabbit, 2023). The text is first and foremost an oral history that reveals the label's cultural reach and its staying power in the 21st century by highlighting the unspoken work of women in almost every aspect: recording music, performing live, running the label among behind the scenes, managing and promoting bands, designing record covers, making movies and music videos, pioneering sound technology, DJing, and running one of the most chaotic clubs on the planet, La Haçienda.

Wherever it is examined, it's an essential book for new generations as well as for those who enjoyed teenage and youth bewitched by the wonders of people like Durutti Column, Joy Division, New Order, Happy Mondays, et al. Today on da blog we had the joy of having a few words with the North American thinker and this is what she left us.

Thank you for granting us the interview, please tell us your age, place of origin and what you do for a living.

I’m from the US, and I’m based in New York. I work as an editor for a living (after spending a number of years in academia, I made the very healthy decision to exit!), but the work that’s most important to me is the writing I do, along with managing Louder Than War Radio, where I also present a show. I think of myself as an author and DJ first. I’m trying to move away from the idea that our day jobs shape our personalities or define us in key ways, and I think it has been a really healthy shift in frame of mind for me!

I read an article in the New York Times around the start of the pandemic, I think, that suggested one of the ways capitalism harms us from childhood onward is that we learn to frame our conceptions of self based on this question in relation to a paid day-job profession: “What do you want to be when you grow up?” Coming from a working-class family, I always knew I’d have to work to earn money in order to do the things that brought me joy and a sense of wholeness, but I think—after four decades on earth—I’ve finally learned to say that I’m a writer and DJ, and I’m also a musician, and I work as an editor for pay. It ahs been a miraculous shift in frame-of-mind for me, and I hope I can convince some other artists and  thinkers to do the same!

How were your first encounters with alternative music and with the  Factory label in particular? What music did you listen to at home, at  school, etc?

Music has been part of my life for as long as I can remember. My dad loved rock’n’roll, and I have to imagine he was playing Bob Dylan while I was still a fetus in the womb! Certainly, I heard a lot of Bob Dylan, Lou Reed, Elton John and more as a baby and started taking piano lessons when I was 3 years old. Soon after, I started taking violin lessons and was classically trained on piano and violin. I’ve loved Bob Dylan since early childhood, along with The Beatles in particular (Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band was my favorite Beatles record). As I got a little bit older, I started discovering more music for myself and fell in love with riot grrrl  music, and so many grunge bands (Nirvana, Soundgarden, Hole, Screaming Trees). I actually discovered Joy Division from the soundtrack to the film The Crow, which seems really bonkers to me now. I heard the NIN cover of “Dead Souls” and started investigating. I bought Unknown Pleasures on cassette tape, and then found New Order. Both Joy Division and New Order became, for me, music that defined my teenage years along with a number of those other bands I mentioned—I felt rebellious and sad, and that music made me feel like I wasn’t alone.

What would you say are the records that broke your brain in a sublime way?

There are so many that I’m going to have trouble listing EVERYTHING! But I can absolutely tell you about a few of them. Since we’re talking about Factory Records, absolutely 100 percent New Order’s Power, Corruption and Lies. That album taught me that you can make sad and introspective music that you can also dance to! What a revelation! The amount of dancing I did alone in my bedroom to that record as a teenager… what an album. In terms of the record that taught me you could break free from the confines of classical music and that there was great joy in rebellion, it’s The Raincoats’s live album The Kitchen Tapes. I discovered this cassette thanks to Kurt Cobain’s liner notes in the Nirvana comp Incesticide (I loved  Nirvana so intensely, too). I was so frustrated with the amount of time I had to spend playing classical music and practicing etudes on the violin, and The Raincoats not only taught me that there’s more than one way to play a violin, but they also let me hear how women can be experimental, rebellious punks.

How much time do you have? (haha)

Nirvana’s In Utero. This is my favorite Nirvana album, due in large part to what I think is the absolute genius of the song “Pennyroyal Tea.” That line, “give me a Leonard Cohen afterworld/ So I can sigh eternally.” Oh, my heart. Bob Dylan’s Blood On the Tracks. Is there a better album about heartbreak that gets to the depths of the sadness, the sense of loss, the anger, the resentment, the beauty, and ultimately the nostalgia of it?

That’s four. I’m going to give you a fifth one — a much more recent brain-breaking record for me — that I think is totally unexpected, and I wouldn’t have guessed it was going to be a mindblowing album if you’d just told me about it. But it’s Dark Mark Does Christmas 2020. I’m being serious. It’s the Christmas record that Mark Lanegan recorded for Rough Trade that adds to a Dark Mark Does Christmas 2012 record he made that he sold on tours in 2013, I think. The original one is great, too, with some original songs by Lanegan. But for me it’s addition of his cover of “In the Bleak Midwinter” that ties the entire thing together. It is a heartbreaking, just absolutely beautiful album. I ordered that 2020 Rough Trade edition during the first winter of the pandemic when everything seems to hopeless. It was the first thing that I found a great beauty in again, and I still feel all of those songs in my bones when I listen to it. It’s not just a  Christmas record, by the way. It’s an album to listen to at any point of the year, and especially through dreary seasons.

Tell us about the post-punk scene in New York, the city where you live.

I’m not sure I’d describe the present or new music scene in New York as post-punk anymore, but there are still so many amazing shows here from some of the post-punk and no wave artists like Bush Tetras, Pere Ubu, and more (a shoutout here to the venue Le Poisson Rouge in the Village, which continually has fab gigs). In terms of bands that have formed more recently, I’d love it if some of the UK and Australia punk bands made their way over to New York for gigs! I’m looking at you especially, Amyl and the Sniffers!

I do think there’s still a sense of downtown New York music history here, but a lot of the venues that made New York’s post-punk and new wave scene what it was aren’t here anymore (e.g., Tier 3, Hurrah, Danceteria).

Those only exist in memory.

Writing I THOUGHT I HEARD YOU SPEAK, a book about the contribution of women to the music industry through the Factory label, must have required a lot of time and labor. Tell us about the process, when the idea arose, the deal with the publishers, offers offered and rejected, your work method, etc.

I’ll try to do some summing up here because otherwise this response  would take many pages! The book took a lot of my time and labor, but for me, I felt like it created a kind of kinship between me and the dozens (and dozens!) of women in the book whose labor largely had gone unrecognized in the existing Factory histories to date. So it was time and labor incredibly well-spent for me! The idea really came to firm fruition — as in I started to think of it as a possible book project — around 2018/2019. I did an interview with Chris Mathan, a former partner at Peter Saville Associates, and did a few interviews with Tracey Donnelly, a Factory employee extraordinaire from Manchester. Tracey really encouraged me to think about writing a book, and she helepd to make connections to probably two dozen women who I interviewed for the book. From there, I kept hearing more and more names of women who did really essential work directly for or around Factory in the UK and elsewhere (from other women I was interviewing), and I began tracking them down as well as I could. It really became like detective work for me — looking through old internet sites, newspapers, real estate records, and more. Some of that work ultimately didn’t yield results, but in some cases,  it did!

I knew nearly from the start that I wanted to put the book together as a narrative oral history so that the women’s voices — which hadn’t been heard in the past — could be the ones to tell the stories and to really shine. I also think narrative oral histories are inherently democratic in that they don’t privilege a single narrator or storyteller over another. They highlight the ways that multiple voices can come together to tell a storyand the ways that histories can be told different based on a person’s experiences and memories. There’s validity in experiential knowledge.

I got really, really lucky —complete and utter kismet — that Martine  McDonagh, who is one of the amazing women in my book, put me in touch with Lee Brackstone at White Rabbit. Martine met Lee through her friend Lenny Kaye, who’d recently done a book with Lee. So that’s how I Thought I Heard You Speak ended up on White Rabbit, and I couldn’t feel more fortunate for that.

We remember the name of Victoria Segal as one of the women in music journalism, but not many more. What journalists and critics have been or are your source of inspiration?

VIVIEN GOLDMAN! A rebel and role model for all women music writers.

How did the title of the book come about or what does it allude to: “I THOUGHT I HEARD YOU SPEAK”?

The title comes from the New Order song “Blue Monday,” but it’s also a double entrendre, of course, alluding to the ways in which women’s voices often are not heard, are omitted, are marginalized, are excluded.

These days right-wing fascism is on the rise and has infiltrated the  underground music scene with examples such as Death In June or even ex-rebels like John Lydon cheering for Donald Trump or the late UK Queen: Nick Cave; I would like to know how you approached this topic in your book or what position you have on the Louder Than War website.

I don’t want to speak for all the editors at Louder Than War, but I think you can glean from the material on the site, and the shows on the radio station (for which I’m station manager), there’s of course a clear opposition to fascism. I can certainly speak for myself in saying that there’s a clear need, in the words of the late Rep. John Lewis, to make “good trouble, necessary trouble” when it comes to opposing fascism, right-wing violence, discrimination, and prejudice. I’m incredibly angry and vocal about the U.S. Supreme Court ruling in Dobbs that overturned Roe v. Wade and has allowed states to horrifically strip away a woman’s right to bodily autonomy. Trump’s presidency emboldened so many people and groups whose actions are based in hate, and I think it’s really critical to find ways to actively resist.

In putting together I Thought I Heard You Speak, I was, of course, thinking about the varied ways in which women’s voices get marginalized and omitted from historical narratives. As such, I was thinking carefully about how to recenter those voices and those experiences. In so doing, I was also considering the importance of understanding that histories are not singular, and that there’s not just one position from which to learn a historical narrative or to frame a history. We all need to think about whose voices have been omitted from histories to date and how we can train ourself to think from the margins in order to tell new histories that center those liminal voices and experiences.

What records/bands are on your table or have you been listening to this week?

I’ve been listening to Morgan and the Organ Donors’ new album M.O.D.s a bunch (such a great record!), Le Tigre (in anticipation of seeing them at the end of July), The Raincoats (for a new book project I’m working on), and the new Mudhoney record Plastic Eternity.

Your comments on the concepts of retromania and cultural  gentrification.

I see these two concepts as pretty distinct from one another, so I can say a bit more separately?

In terms of retromania, I’m incredibly fascinated by the ever-building interest in the cultural past and cultural nostalgia. There have been a lot of essays and books written on this, so I doubt I’m saying anything new here, but a lot of it gets summed up for me in the use of Instagram filters and apps that allow a user to create photos or make films in seemingly analog mediums (e.g., a Super 8 film camera app, or a pinhole camera or tintype camera app). I think there are a number of different reasons for this type of analog/digital retromania — some good, some perhaps not so good.

There’s obviously something to be said for the continued relevance of Walter Benjamin’s essay “The Work of Art in the Age of Mechanical Reproduction” (1935), now almost 100 years old! So in that sense, some forms of retromania are not so recent. When it comes to the retromania framework that Simon Reynolds discusses, I actually think reissues, band re-formations, etc. are great when they introduce new listeners to bands and artists! For what it’s worth, I don’t think books or films about bands of the past, or bands that have reformed or done reissues, should be part of any pejorative discussions of retromania. I think it’s really important to excavate sonic histories that haven’t been fully covered, or that have been  marginalized in larger histories of music, and I hold to that really firmly!

In terms of cultural gentrification, and cultural displacement, I don’t feel like an expert here (and want to make sure my voice doesn’t crowd out those with expertise), but I can speak to my personal observations and some of the thinking I’ve done: It’s happening (and has happened) shockingly quickly in parts of New York, and a lot of cultural communities and people of color have been entirely displaced due to rapidly rising costs of living from the influx of people with a lot of money to spend, and the policing of and violence against people of color. I think there are really critical efforts in some of those places to maintain cultural histories and to engage in meaningful modes of resistance, but I don’t know what the answers or solutions ultimately include. I think it’s important to think  carefully and to give space to the voices of those affected. There are  different kinds of expertise: we need to make sure to highlight  experiential knowledge and expertise (i.e., the knowledge of those  impacted by gentrification, displacement, and violence), as well as those with intellectual and related forms of knowledge (e.g., community organizers, urban planners, lawmakers, etc.) And to be absolutely clear, there are people with both forms of knowledge! The two need not be mutually exclusive.

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El Comité empezó a ser acosado por la policía. Hipólito Salazar, que había fundado la Federación Indígena Obrera Regional Peruana, fue deportado. Urviola enfermó de tuberculosis y falleció el 27 de enero de 1925. Cuando enterraron a Urviola varios dirigentes de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo no pudieron asistir a su velatorio en el local de la Federación de Choferes, en la calle Sandia. El sepelio fue multitudinario. Los ejércitos particulares de los hacendados se dedicaron a quemar las escuelas que el Comité había abierto en diversos puntos del interior del Perú y persiguieron también a sus alumnos y profesores. Antes de la sublevación de Huancané de 1923, fusilaron a tres campesinos de Wilakunka solo porque asistían a una de estas escuelas. El año siguiente, durante una inspección que realizó a las comunidades de Huancané, el Obispo de Puno, Monseñor Cossío, constató la acción vandálica de los terratenientes que habían incendiado más de sesenta locales escolares. No contentos con quemar las escuelas que organizaba el Comité y asesinar a sus profesores o alumnos, los gamonales presionaron a las autoridades locales para que apresen a los delegados indígenas y repriman a los campesinos que los apoyaban. Entre 1921 y 1922, diversos prefectos y subprefectos perpetraron crímenes y atropellos. Hubo casos donde fueron los mismos gamonales los que se encargaron de asesinar a los delegados de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo. Domingo Huarca, delegado de los comuneros de Tocroyoc, departamento del Cusco, quien había estado en Lima tramitando memoriales, fue brutalmente asesinado. Los gamonales primero lo maltrataron, después le sacaron los ojos y finalmente lo colgaron de la torre de una iglesia. Vicente Tinta Ccoa, del subcomité de Macusani, en Puno, que fue asesinado por los gamonales del lugar. En agosto de 1927, la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo dejó de funcionar luego que, mediante una resolución suprema, el gobierno de Leguía prohibió su funcionamiento en todo el país. Gran parte de la promoción de líderes indígenas que se forjó con la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo engrosó los nuevos movimientos sociales que iban a desembocar en la formación del Partido Comunista y el Partido Aprista. Fueron los casos de Ezequiel Urviola, Hipólito Salazar y Eduardo Quispe y Quispe, que fueron atraídos por la prédica socialista de José Carlos Mariátegui; o de Juan Hipólito Pévez y Demetrio Sandoval, que se acercaron a Víctor Raúl Haya de la Torre y el Partido Aprista. En 1931, después del derrocamiento de Leguía y la muerte de Mariátegui, el Partido Socialista, convertido en Partido Comunista, lanzó la candidatura del indígena Eduardo Quispe y Quispe a la Presidencia de la República. HÉCTOR BÉJAR.

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realismo capitalista peruano, ¡ja, ja!

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es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del capitalismo

En tercer lugar, un dato: una generación entera nació después de la caída del Muro de Berlín. En las décadas de 1960 y 1970, el capitalismo enfrentaba el problema de cómo contener y absorber las energías externas. El problema que posee ahora es exactamente el opuesto: habiendo incorporado cualquier cosa externa de manera en extremo exitosa, ¿puede todavía funcionar sin algo ajeno que colonizar y de lo que apropiarse? Para la mayor parte de quienes tienen menos de veinte años en Europa o los Estados Unidos, la inexistencia de alternativas al capitalismo ya ni siquiera es un problema. El capitalismo ocupa sin fisuras el horizonte de lo pensable. Jameson acostumbraba a detallar con horror la forma en que el capitalismo penetraba en cada poro del inconsciente; en la actualidad, el hecho de que el capitalismo haya colonizado la vida onírica de la población se da por sentado con tanta fuerza que ni merece comentario. Sería peligroso y poco conducente, sin embargo, imaginar el pasado inmediato como un estado edénico rico en potencial político, y por lo mismo resulta necesario recordar el rol que desempeñó la mercantilización en la producción de cultura a lo largo del siglo XX. El viejo duelo entre el détournement y la recuperación, entre la subversión y la captura, parece haberse agotado. Ahora estamos frente a otro proceso que ya no tiene que ver con la incorporación de materiales que previamente parecían tener potencial subversivo, sino con su precorporación, a través del modelado preventivo de los deseos, las aspiraciones y las esperanzas por parte de la cultura capitalista. Solo hay que observar el establecimiento de zonas culturales «alternativas» o «independientes» que repiten interminablemente los más viejos gestos de rebelión y confrontación con el entusiasmo de una primera vez. «Alternativo», «independiente» yotros conceptos similares no designan nada externo a la cultura mainstream; más bien, se trata de estilos, y de hecho de estilos dominantes, al interior del mainstream.
Nadie encarnó y lidió con este punto muerto como Kurt Cobain y Nirvana. En su lasitud espantosa y su furia sin objeto, Cobain parecía dar voz a la depresión colectiva de la generación que había llegado después del fin de la historia, cuyos movimientos ya estaban todos anticipados, rastreados, vendidos y comprados de antemano. Cobain sabía que él no era nada más que una pieza adicional en el espectáculo, que nada le va mejor a MTV que una protesta contra MTV, que su impulso era un cliché previamente guionado y que darse cuenta de todo esto incluso era un cliché. El impasse que lo dejó paralizado es precisamente el que había descripto Jameson: como ocurre con la cultura posmoderna en general, Cobain se encontró con que «los productores de la cultura solo pueden dirigirse ya al pasado: la imitación de estilos muertos, el discurso a través de las máscaras y las voces almacenadas en el museo imaginario de una cultura que es hoy global». En estas condiciones incluso el éxito es una forma del fracaso desde el momento en que tener éxito solo significa convertirse en la nueva presa que el sistema quiere devorar. Pero la angustia fuertemente existencial de Nirvana y Cobain, sin embargo, corresponde a un momento anterior al nuestro y lo que vino después de ellos no fue otra cosa que un rock pastiche que, ya libre de esa angustia, reproduce las formas del pasado sin ansia alguna.
La muerte de Cobain confirmó la derrota y la incorporación final de las ambiciones utópicas y prometeicas del rock en la cultura capitalista. Cuando murió, el rock ya estaba comenzando a ser eclipsado por el hiphop, cuyo éxito global presupone la lógica de la precorporación a la que me he referido antes. En buena parte del hip hop, cualquier esperanza «ingenua» en que la cultura joven pueda cambiar algo fue sustituida hace tiempo por una aceptación dura de la versión más brutalmente reduccionista de la «realidad». «En el hip hop», escribió SimonReynolds en su ensayo de 1996 para The Wire :
«Lo real» tiene dos significados. En primer lugar, hace referencia a la música auténtica que no se deja limitar por los intereses creados y se niega a cambiar o suavizar su mensaje para venderse a la industria musical. Pero «real» también es aquella música que refleja una «realidad» constituida por la inestabilidad económica del capitalismo tardío, el racismo institucionalizado, la creciente vigilancia y el acoso sobre la juventud de parte de la policía. «Lo real» es la muerte de lo social: es lo que ocurre con las corporaciones que, al aumentar sus márgenes de ganancia, en lugar de aumentar los sueldos o los beneficios sociales de sus empleados responden […] reduciendo su personal, sacándose de encima una parte importante de la fuerza de trabajo para crear un inestable ejército de empleados freelance y demedio tiempo, sin los beneficios de la seguridad social.


MARK FISHER.

perú post indie

Haz el ejercicio de pasear una tarde por la plaza del Cuzco, siéntate a la vera de su fuente y distinguirás entre cuzqueños, entre las decenas de argentinos hippies (muchos realmente insoportables), unos cuantos chilenos y de esa pléyade de "gringos" -que vienen dispuestos a ser estafados, bricheados, etc-, a unos curiosos especímenes: los limeños.
Contrariamente a lo que creemos los hijos de esta tierra, lo primero que nos delatará será nuestro "acento". Sí, querido limeño, tenemos acento, un acentazo como doliente, como que rogamos por algo y las mujeres, muchas, además un extraño alargamiento de la sílaba final. Pero lo que realmente suele llamarme la atención es la manera como nos vestimos para ir al Cuzco, porque, el Cuzco es una ciudad, no el campo. Tiene universidades, empresas, negocios, etc. Siin embargo, casi como esos gringos que para venir a Sudamérica vienen disfrazados de Indiana Jones o su variante millenial, nosotros nos vestimos como si fuésemos a escalar el Himalaya. Ya, es verdad que el frío cuzqueño puede ser más intenso que el de la Costa -aunque este invierno me esté haciendo dudarlo- pero echa un vistazo a todo tu outfit: la casaca Northfake, abajo otra chaquetilla de polar o algo así de una marca similar, las botas de montañista, tus medias ochenteras cual escarpines, todo...
Y es que esa es la forma como imaginamos la Sierra: rural, el campo, las montañas, aunque en el fondo no nos movamos de un par de discotecas cusqueñas. Es decir, bien podrías haber venido vestido como en Lima con algo más de abrigo y ya; pero no, ir al Cuzco, a la sierra en general es asistir a un pedazo de nuestra imaginación geográfica que poco tiene que ver con nuestros hábitos usuales del vestido, del comportamiento, etc. Jamás vi en Lima a nadie tomarse una foto con una "niña andina" como lo vi en Cuzco y no ha sido porque no haya niños dispuestos a recibir one dollar por una foto en Lima, pero es que en Cuzquito (cada vez que escucho eso de "Cuzquito" me suda la espalda) es más cute. Ahora, sólo para que calcules la violencia de este acto, ¿te imaginas que alguien del Cuzco -Ayacucho, Huancavelica, Cajamarca o hasta de Chimbote- viniese y te pidiera tomarse una foto con tu hijita, tu sobrino, o lo que sea en Larcomar para subirlo a Instagram o al Facebook? ¿Hardcore, no?


FRED ROHNER
Historia Secreta del Perú 2

as it is when it was

sonido es sonido

sonido es sonido

pura miel

nogzales der wil

RETROMANÍA

"...Pero los 2000 fueron también la década del reciclado rampante: géneros del pasado revividos y renovados, material sonoro vintage reprocesado y recombinado. Con demasiada frecuencia podía detectarse en las nuevas bandas de jóvenes, bajo la piel tirante y las mejillas rosadas, la carne gris y floja de las viejas ideas... Pero donde lo retro verdaderamente reina como sensibilidad dominante y paradigma creativo es en la tierra de lo hipster, el equivalente pop de la alta cultura. Las mismas personas que uno esperaría que produzcan (en tanto artistas) o defiendan (en tanto consumidores) lo no convencional y lo innovador: ese es justamente el grupo más adicto al pasado. En términos demográficos, es exactamente la misma clase social de avanzada, pero en vez de ser pioneros e innovadores han cambiado de rol y ahora son curadores y archivistas. La vanguardia devino en retaguardia." SIMON REYNOLDS Retromanía

kpunk

las cosas como son

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las cosas como son II

las cosas como son II