“Achtung Baby” es el disco que, aparentemente, y por un tiempo limitado, cambió la percepción que se tenía sobre la música de U2. Recuperamos la crítica que escribió David S. Mordoh en Rockdelux cuando se publicó el álbum en 1991. En 2011 se reeditó el disco coincidiendo con su veinte aniversario.
POR DAVID S. MORDOH
Extraído de ROCKDELUX 82 (Enero de 1992)
Bingo. Se me ocurrió, antes de emprenderla con el nuevo artefacto de U2, subir el volumen del amplificador. Y allí me quedé, pegado al sillón como si la fuerza de la gravedad quintuplicase su atracción, perplejo, durante el primer minuto de “Achtung Baby”. Esos sesenta segundos, y la presencia en la contraportada de los nombres de Brian Eno y Daniel Lanois, bastaron: sabía que esta vez habían acertado.
No entraremos ahora en si es mejor “The Unforgettable Fire” (1984) y “The Joshua Tree” (1987); solo asegurar que queda borrado el mal sabor de “Rattle And Hum” (1988). Y es que “Achtung Baby”, aun mirando atrás, es tremendamente vigente. Las pedradas brutales con que arrancan “Zoo Station” y “The Fly” son solo la punta del iceberg. Eno y Lanois nos introducen lentamente en un mundo sonoro fascinante, saturado de ingenio y buen gusto, siempre con la perspectiva de lo que significa el nombre de U2 en el mercado. Son efectos tan espectaculares como subliminales, que relegan a los músicos a simples peones de una construcción sonora con aspiraciones de superar el huracán del presente y perdurar. Lógicamente, se han respetado los pilares marca de la casa, lo esencial: el riff siempre envenenado de The Edge, el bajo voluptuoso o el dramatismo vocal de Bono. Las características, bien manipuladas, se tornan cualidades. Pero también queda reflejado el ahora, combinando sixties (solo de “Until The End Of The World”) y rap (el retumbar percusivo de “So Cruel” y “Mysterious Ways”, incluso un esbozo de parrafada en “Trying To Throw Your Arms Around The World”), que no mira atrás a B.B. King o a Sun intentando codearse con lo inimitable, que no vomita nombres a base de proclamas políticas fáciles (Amnesty y Greenpeace ocupan un lugar sensato en los créditos, y se menciona sin alardes a Lou Reed, Wenders y Dalí).
Tan emblemáticos para los noventa como Piaf para la chanson, U2 –y sobre todo Eno y Lanois– retornan, triunfos en mano, para recordarnos que debemos seguir contando con ellos. Nunca es tarde.
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