Muy pocos grupos han conseguido un estatus de culto dentro de la IDM desde su primer LP como Boards Of Canada, uno de los más prestigiosos.
A pesar de que sus primeras apariciones en Music70 (su propio sello) quedaron algo sepultadas por la ingente hornada IDM que se facturaba en plataformas como Skam, Rephlex, GPR, Source o Warp, firma que finalmente les dio cobijo, Marcus Eoin y Michael Sandison siempre tuvieron clarísimo cómo desmarcarse de sus numerosos rivales. Primero, apelando a un imaginario misterioso y tremendamente magnético (numerología, geometría, teorías de la conspiración, drogas alucinógenas y amor por la naturaleza, así como las memorias de la infancia), que conformaba un entramado tan sugerente como la propia música del dúo. Segundo, haciendo las paces con un pasado no siempre bien considerado -el folk psicodélico inglés de los sesenta y los setenta, el rock progresivo más ácido e incluso un ambient que en aquellos momentos se veía con malos ojos por culpa del apogeo de la new age-, algo que muchos artistas de aquella época decidieron evitar a toda costa.
Mientras el resto de productores adscritos al género reivindicaban una música que debía romper definitivamente con el pasado para tender una mano al futuro, Eoin y Sandison admitían, sin reparos, tener mil cuentas que saldar. Como ya hiciera Proust en su "En busca del tiempo perdido", la pareja percibió que se podía resultar estilísticamente innovador sin necesidad de querer enterrar su propio pasado a golpe de pala. Al fin y al cabo, como descubrieron a la prensa años más tarde, son hermanos de sangre.
Evocar lo pretérito en un disco sin necesidad de letras ni de caer en el sentimentalismo barato ya se antoja difícil. Pero hacerlo en un doble LP anclado al género de moda, influir a un buen puñado de artistas sin que ninguno de ellos pueda llegar a copiar jamás tu estilo y, encima, comprobar que dos décadas más tarde el ideario de "Music has the right to children" sigue vigente (y sin herederos) tiene mucho más mérito del que pudiera parecer a simple vista.
MARC PIÑOL
RDL 333 - Noviembre 2014
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