...Las manifestaciones que señalan el comienzo de la crisis del gobierno aprista, como fueron la huelga de los policías y el exitoso paro nacional de mayo del 87 y además del anuncio de la estatización de la banca que enfrentó al gobierno con las más poderosas fracciones de la gran burguesía, descuadraron las rudimentarias premisas teóricas en las que se asentaba la militancia convencida de encontrarse al frente de un régimen fascista de larga duración y que mantenía clara hegemonía dentro de la clase dominante. El empeño por orientarse en medio del desorden, está patéticamente impreso en las páginas de su periódico que oscila en esos meses entre apoyar y no apoyar las luchas sindicales a pesar de no controlar su dirección y, según ellos, encontrarse bajo conducción revisionista, y en la interpretación del affaire de la banca como una especie de lucha entre el fascismo y el liberalismo, que los concluyó situando en el bando de los banqueros.
Es desde finales del 87 y comienzos del 88, que se aprecia la necesidad de la dirigencia senderista de ordenar la línea teórica, entregando al país y a sus propias bases materiales la existencia de un pensamiento redondo, que lo abarque todo y que implica, para sus responsables, una pretendida respuesta tanto a los problemas de la filosofía, la economía, la política y la guerra, como a los de la situación internacional y nacional, y a los del pasado, presente y futuro de la revolución. Este apabullante producto ha sido bautizado con el nombre de "pensamiento gonzalo", y su primera presentación oficial se hizo a través del documento Bases de Discusión, más adelante con los acuerdos del I Congreso del PCP (Sendero Luminoso), y logra su mayor desarrollo con la pomposamente denominada "Entrevista del Siglo" de Julio de 1989.
La finalidad de estos textos fue producir un cierra filas ideológico, dotar de instrumentos para la captación de nuevos adeptos y preparar el terreno para una intensa lucha ideológica, especialmente con aquellas organizaciones de la izquierda con las que disputan influencia sobre las masas en territorios claves para su expansión política y militar. Evidentemente en el criterio de Sendero esto no significa propiamente un debate, en el sentido de confrontación y esclarecimiento, sino el "aplastamiento" de adversarios en el terreno de las ideas, correlativo a sus intentos de derrota física y aniquilamiento de dirigencias populares y de izquierda.
UN NUEVO MOMENTO
En los últimos meses del 88, la tercera etapa senderista de "desarrollar bases", ingresó por decisión de su dirección, en su segunda campaña, la que tenia como objetivo político entrabar y boicotear las elecciones y como propósito militar, barrer nuevamente el campo y conmover las ciudades, para forzar un salto en la correlación de fuerzas. Esta determinación se fundamentaba en una evaluación inversa a la de 1987. Allí donde antes se veía absolutamente fuerte el gobierno aprista y se diseñaba una perspectiva de largo aliento, ahora se asumía que la debilidad no era sólo del gobierno sino que abarcaba al Estado y su aparato de represión. El criterio de que se desarrollaba un amplio y profundo vacío de poder, permitía apurar el salto, cerrar la fase de guerra defensiva y acercarse al derrumbe de la fuerza enemiga y la victoria de la subversión.
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CÓMO COMBATIR A SENDERO LUMINOSO
En épocas de revolución, es cierto que el debate sobre cuestiones de ideología, programa, estrategia y táctica puede ser mucho más que un mero intercambio de opiniones y convertirse en un asunto en el que se juega la vida de los revolucionarios. El pueblo peruano ha ido registrando semanalmente la secuencia de editoriales y artículos polémicos a través de los cuales Amauta y El Diario han desarrollado sus posiciones en torno a problemas cruciales del marxismo y de la lucha de clases.
Todos sabemos, sin embargo, que esta confrontación se desarrolla teniendo como telón de fondo la disputa por la conducción de las masas entre dos concepciones políticas no sólo diferenciadas, sino cada vez más contrapuestas y antagónicas. El terreno de las ideas es sólo uno de los campos de batalla en los que la desviación dogmática y sectaria, representada por Sendero Luminoso, compite con el mariateguismo. A nadie se le escapa el poder que Abimael Guzmán y su equipo dirigente le asignan a la ideología en la afirmación de sus huestes y en la creación de esa peculiar mística que convierte a jóvenes reclutados en nombre del proletariado y del socialismo, en asesinos de dirigentes obreros y de izquierda, como el camarada Enrique Castilla, miembro del Comité Central de PUM, acribillado a mansalva para cumplir con la perversa cruzada de extirpación de "revisionistas".
La retahíla de adjetivos con que El Diario nọs honra cada semana, forman parte indiscutible de este esfuerzo por educar a sus bases en el odio contra los sectores de la izquierda que no se ha dejado someter al sistema y que representan un planteamiento alternativo al del terror autoritario en el que ha ido pasmándose el senderismo, al no encontrar una solución de continuidad a su estrategia de guerra. Y no debe sorprender, tampoco, la desesperación que trasluce el vocero del "pensamiento Gonzalo" cada vez que ha sido encontrado en falta, entregando algún flanco a sus adversarios.
El reformismo barrantista se ha servido de las provocaciones de Sendero, para presionar a la izquierda a replegarse sobre el Estado y las Fuerzas Armadas. La idea del "acuerdo nacional" corresponde principalmente al criterio de que debemos buscar una solución al problema de la violencia subversiva a través de los instrumentos de violencia del orden tradicional. Inscrito en esta perspectiva, el reformismo ha desertado del campo de la lucha ideológica y de la organización de las masas, para quedar comprimido en los espacios parlamentarios y periodísticos.
En los hechos, el verdadero pleito con Sendero Luminoso lo han asumido partidos como el PUM, que no están dispuestos a cederle las banderas del marxismo y la revolución, y que se encuentran profundamente enraizados en sindicatos, organizaciones campesinas, barriales y estudiantiles, en las que pretende penetrar el gonzalismo. El esfuerzo por imponerse ideológica, política y militarmente sobre las masas, encuentra una barrera revolucionaria que el senderismo se ha propuesto abatir a sangre y fuego, amenazando con transformar esta disputa en verdadera guerra civil en el seno del pueblo.
Irónicamente, los voceros burgueses, incluido el reformismo barrantista, insisten en presentar la posición del PUM como una forma de conciliación con el terrorismo, pretendiendo obviar la lucha principista desarrollada frente al senderismo que ha costado la vida de valiosos militantes. Lo que ocurre es que la reacción y el reformismo no quieren admitir que existe una revolución para derrotar el aventurerismo pequeño burgués, dogmático y militarista.
RAÚL A. WIENER F.
1989
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