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domingo, 17 de septiembre de 2017

Alias Fujimori x 2

QUIEN ES REALMENTE ESTE TERRORISTA? CUANDO SE ARREPIENTE Y CUANDO PAGA SU DEUDA $ CON EL ESTADO?

Caretas trato de investigar quién era realmente este delincuente pero lo callaron, más probable con dinero que con censura. Se llama Kenya Iname Inomoto (alias Alberto Fujimori), según un artículo escrito en la revista La Nueva Bandera en EEUU en los 90's, su padre, fue un ex presidiario de la mafia japonesa Los Yakuza que había inmigrado al Perú durante la Segunda Guerra Mundial con el apellido falso de Fujimori. A los pocos meses en Lima, fue apresado por la policía del Peru y entregado por el gobierno de Prado a las autoridades de EEUU que lo tuvieron en un campo de concentración en Texas junto a otros japoneses residentes en Latino América y EEUU hasta el final de la guerra. Es obvio que el ex convicto volvió al Perú.

Ese es el tronco familiar de este asesino que junto a Montesinos y asesoría de la CIA dirigieron el destacamento militar Colina, no solo superviso el horno humano en el sótano del local donde vivía (local del SIN en el Pentágonito) sino se exhibió para la prensa pisoteando los cuerpos de los presos maoístas victimas del genocidio de Cantogrande.

Como ya sabemos ideológica e intelectualmente es muy pobre, nos embaucó con su aparente practicabilidad (tecnológia-honestidad-trabajo) muy posible un recetario preparado por la embajada yanqui, en fin un criollo pendejo como describe Gonzales Viana en su artículo abajo, pero todavía pocos saben su DNA de ladron genocida en potencia. Escogió como heredera de todo lo robado, estimado en 6 mil millones de dólares, a su hija Keiko, "tiene pasta" dijo. La presencia política de esta mafiosa hizo elegir como mal menor a Humala y Kuczynski grandes corruptos y vendepatrias, y seguirá este rol nefasto si el pueblo organizado y su vanguardia no liquide y entierre a esta mafia. O existe otra salida? (WILLIAM PALOMINO)

Por Eduardo González Viaña

¿Te arrepientes de ser terrorista?
No, por supuesto. Tú no te arrepientes porque no eres un caído del guabo. No te arrepientes porque el ministro de interior te llamó “señor expresidente” y el presidente actual te mandó saludos con tu hija. No te arrepientes, Alberto Kenya Fujimori porque no eres un noble japonés sino un criollo pendejo.

¡Por qué te vas arrepentir si nadie te llama terrorista y, además, sobre el país ha caído tal amnesia que, a lo máximo, se dice que diste órdenes, pero que no ejecutaste ningún crimen. Voy a hacerte recordar uno de ellos: Durante tu gobierno, una mañana lluviosa llegaste al aeropuerto de Lima en un avión militar. Ante los periodistas, narraste lo que habías estado haciendo a bordo. Les contaste que había viajado con un preso político, que lo tenían atado y de pie y que le decías que en cuanto llegaran al mar lo iban a arrojar. Con tu castellano infame seguido de un carcajeo nipón, agregabas que el hombre se orinaba de miedo. ¿Qué pasó después? ¿Nos puedes decir ahora cómo se llamaba y dónde lo tiraron? ¿Estaba el presidente del Perú torturando y asesinando a un hombre?

¡Qué bravo eras Fujimori!... Ese hombre que eras no se parece en nada al que ahora, por las noches, pide que lo internen en una clínica porque lo persiguen los fantasmas del profesor y los estudiantes de La Cantuta que fueron quemados vivos.
Eras un terrorista, Fujimori. La perversidad y el pánico son los únicos medios “de persuasión” que utiliza un gobierno terrorista. A ellos hay que agregar los vasos de leche del asistencialismo. Se explican así las multitudes que bailaban el “son del chino” y forman hoy la banda política que reclama tu indulto, el fujimorismo que censura y detiene la marcha del país. Y sin embargo, ese “partido” es aceptado mientras que los ancianos que solicitan paz y amnistía son calificados de terroristas. 

No, Fujimori. Tú fuiste y serás un terrorista. Con el Congreso y los jueces a tus pies, con el satánico apoyo del Cardenal Cipriani y con periodicuchos de calatas pagados con nuestro dinero, manejaste los controles del pánico y formaste en el pueblo una mentalidad propicia a aceptar el infierno. Así formaste un clima de sospecha (que persiste) en el que todos debemos probar que no somos terroristas ni antipatriotas. En esas condiciones, unos se rebelan, otros callan y muchos aplauden.

Por eso, al pasar tu dictadura, cuando fugaste al Japón, la gente -que había visto los cadáveres calcinados de los universitarios y que había escuchado el aullido de las 200 mil mujeres esterilizadas contra su voluntad y que sabía de los miles de campesinos ejecutados en los Andes- justificó cualquier perversidad con el estribillo de que así Fujimori acabó con el terrorismo.
¿Te arrepientes de ser terrorista? Ésa pregunta que debería ser lanzada contra ti en primer término ha sido escupida ahora por una mesnada de periodistas. Ellos se han pasado la semana persiguiendo, humillando, maltratando y burlándose de una mujer que salía de la cárcel luego de haber vivido allí 25 años, la mitad de su vida.

Nunca en el Perú habíamos visto tanta perversidad contra una mujer. Nunca habíamos presenciado tanta cobardía. Nunca habíamos visto tanto conservador entre personas que no tienen nada que conservar ni jóvenes que acompañen con tanto fervor la persecución de una mujer torturada. No nos extraña por eso que entre los jóvenes haya tantos problemas de virilidad, según revelan las estadísticas de salud. Tú has encanallado Perú, Fujimori. No sé si alguna vez te arrepentirás, pero ahora somos nosotros quienes tenemos que exorcizar tu recuerdo y ante el miedo impuesto por leyes tan feroces como la de la apología que todavía subsisten, tenemos que superar el pánico y tratar de vivir con valentía como se debe vivir en un país democrático y decente.


O tal vez tenemos que olvidarte y tratar de perdonarnos los unos a los otros que es la única forma de recuperar la condición humana.

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barbarismos

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El Comité empezó a ser acosado por la policía. Hipólito Salazar, que había fundado la Federación Indígena Obrera Regional Peruana, fue deportado. Urviola enfermó de tuberculosis y falleció el 27 de enero de 1925. Cuando enterraron a Urviola varios dirigentes de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo no pudieron asistir a su velatorio en el local de la Federación de Choferes, en la calle Sandia. El sepelio fue multitudinario. Los ejércitos particulares de los hacendados se dedicaron a quemar las escuelas que el Comité había abierto en diversos puntos del interior del Perú y persiguieron también a sus alumnos y profesores. Antes de la sublevación de Huancané de 1923, fusilaron a tres campesinos de Wilakunka solo porque asistían a una de estas escuelas. El año siguiente, durante una inspección que realizó a las comunidades de Huancané, el Obispo de Puno, Monseñor Cossío, constató la acción vandálica de los terratenientes que habían incendiado más de sesenta locales escolares. No contentos con quemar las escuelas que organizaba el Comité y asesinar a sus profesores o alumnos, los gamonales presionaron a las autoridades locales para que apresen a los delegados indígenas y repriman a los campesinos que los apoyaban. Entre 1921 y 1922, diversos prefectos y subprefectos perpetraron crímenes y atropellos. Hubo casos donde fueron los mismos gamonales los que se encargaron de asesinar a los delegados de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo. Domingo Huarca, delegado de los comuneros de Tocroyoc, departamento del Cusco, quien había estado en Lima tramitando memoriales, fue brutalmente asesinado. Los gamonales primero lo maltrataron, después le sacaron los ojos y finalmente lo colgaron de la torre de una iglesia. Vicente Tinta Ccoa, del subcomité de Macusani, en Puno, que fue asesinado por los gamonales del lugar. En agosto de 1927, la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo dejó de funcionar luego que, mediante una resolución suprema, el gobierno de Leguía prohibió su funcionamiento en todo el país. Gran parte de la promoción de líderes indígenas que se forjó con la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo engrosó los nuevos movimientos sociales que iban a desembocar en la formación del Partido Comunista y el Partido Aprista. Fueron los casos de Ezequiel Urviola, Hipólito Salazar y Eduardo Quispe y Quispe, que fueron atraídos por la prédica socialista de José Carlos Mariátegui; o de Juan Hipólito Pévez y Demetrio Sandoval, que se acercaron a Víctor Raúl Haya de la Torre y el Partido Aprista. En 1931, después del derrocamiento de Leguía y la muerte de Mariátegui, el Partido Socialista, convertido en Partido Comunista, lanzó la candidatura del indígena Eduardo Quispe y Quispe a la Presidencia de la República. HÉCTOR BÉJAR.

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realismo capitalista peruano, ¡ja, ja!

rojo 2

es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del capitalismo

En tercer lugar, un dato: una generación entera nació después de la caída del Muro de Berlín. En las décadas de 1960 y 1970, el capitalismo enfrentaba el problema de cómo contener y absorber las energías externas. El problema que posee ahora es exactamente el opuesto: habiendo incorporado cualquier cosa externa de manera en extremo exitosa, ¿puede todavía funcionar sin algo ajeno que colonizar y de lo que apropiarse? Para la mayor parte de quienes tienen menos de veinte años en Europa o los Estados Unidos, la inexistencia de alternativas al capitalismo ya ni siquiera es un problema. El capitalismo ocupa sin fisuras el horizonte de lo pensable. Jameson acostumbraba a detallar con horror la forma en que el capitalismo penetraba en cada poro del inconsciente; en la actualidad, el hecho de que el capitalismo haya colonizado la vida onírica de la población se da por sentado con tanta fuerza que ni merece comentario. Sería peligroso y poco conducente, sin embargo, imaginar el pasado inmediato como un estado edénico rico en potencial político, y por lo mismo resulta necesario recordar el rol que desempeñó la mercantilización en la producción de cultura a lo largo del siglo XX. El viejo duelo entre el détournement y la recuperación, entre la subversión y la captura, parece haberse agotado. Ahora estamos frente a otro proceso que ya no tiene que ver con la incorporación de materiales que previamente parecían tener potencial subversivo, sino con su precorporación, a través del modelado preventivo de los deseos, las aspiraciones y las esperanzas por parte de la cultura capitalista. Solo hay que observar el establecimiento de zonas culturales «alternativas» o «independientes» que repiten interminablemente los más viejos gestos de rebelión y confrontación con el entusiasmo de una primera vez. «Alternativo», «independiente» yotros conceptos similares no designan nada externo a la cultura mainstream; más bien, se trata de estilos, y de hecho de estilos dominantes, al interior del mainstream.
Nadie encarnó y lidió con este punto muerto como Kurt Cobain y Nirvana. En su lasitud espantosa y su furia sin objeto, Cobain parecía dar voz a la depresión colectiva de la generación que había llegado después del fin de la historia, cuyos movimientos ya estaban todos anticipados, rastreados, vendidos y comprados de antemano. Cobain sabía que él no era nada más que una pieza adicional en el espectáculo, que nada le va mejor a MTV que una protesta contra MTV, que su impulso era un cliché previamente guionado y que darse cuenta de todo esto incluso era un cliché. El impasse que lo dejó paralizado es precisamente el que había descripto Jameson: como ocurre con la cultura posmoderna en general, Cobain se encontró con que «los productores de la cultura solo pueden dirigirse ya al pasado: la imitación de estilos muertos, el discurso a través de las máscaras y las voces almacenadas en el museo imaginario de una cultura que es hoy global». En estas condiciones incluso el éxito es una forma del fracaso desde el momento en que tener éxito solo significa convertirse en la nueva presa que el sistema quiere devorar. Pero la angustia fuertemente existencial de Nirvana y Cobain, sin embargo, corresponde a un momento anterior al nuestro y lo que vino después de ellos no fue otra cosa que un rock pastiche que, ya libre de esa angustia, reproduce las formas del pasado sin ansia alguna.
La muerte de Cobain confirmó la derrota y la incorporación final de las ambiciones utópicas y prometeicas del rock en la cultura capitalista. Cuando murió, el rock ya estaba comenzando a ser eclipsado por el hiphop, cuyo éxito global presupone la lógica de la precorporación a la que me he referido antes. En buena parte del hip hop, cualquier esperanza «ingenua» en que la cultura joven pueda cambiar algo fue sustituida hace tiempo por una aceptación dura de la versión más brutalmente reduccionista de la «realidad». «En el hip hop», escribió SimonReynolds en su ensayo de 1996 para The Wire :
«Lo real» tiene dos significados. En primer lugar, hace referencia a la música auténtica que no se deja limitar por los intereses creados y se niega a cambiar o suavizar su mensaje para venderse a la industria musical. Pero «real» también es aquella música que refleja una «realidad» constituida por la inestabilidad económica del capitalismo tardío, el racismo institucionalizado, la creciente vigilancia y el acoso sobre la juventud de parte de la policía. «Lo real» es la muerte de lo social: es lo que ocurre con las corporaciones que, al aumentar sus márgenes de ganancia, en lugar de aumentar los sueldos o los beneficios sociales de sus empleados responden […] reduciendo su personal, sacándose de encima una parte importante de la fuerza de trabajo para crear un inestable ejército de empleados freelance y demedio tiempo, sin los beneficios de la seguridad social.


MARK FISHER.

perú post indie

Haz el ejercicio de pasear una tarde por la plaza del Cuzco, siéntate a la vera de su fuente y distinguirás entre cuzqueños, entre las decenas de argentinos hippies (muchos realmente insoportables), unos cuantos chilenos y de esa pléyade de "gringos" -que vienen dispuestos a ser estafados, bricheados, etc-, a unos curiosos especímenes: los limeños.
Contrariamente a lo que creemos los hijos de esta tierra, lo primero que nos delatará será nuestro "acento". Sí, querido limeño, tenemos acento, un acentazo como doliente, como que rogamos por algo y las mujeres, muchas, además un extraño alargamiento de la sílaba final. Pero lo que realmente suele llamarme la atención es la manera como nos vestimos para ir al Cuzco, porque, el Cuzco es una ciudad, no el campo. Tiene universidades, empresas, negocios, etc. Siin embargo, casi como esos gringos que para venir a Sudamérica vienen disfrazados de Indiana Jones o su variante millenial, nosotros nos vestimos como si fuésemos a escalar el Himalaya. Ya, es verdad que el frío cuzqueño puede ser más intenso que el de la Costa -aunque este invierno me esté haciendo dudarlo- pero echa un vistazo a todo tu outfit: la casaca Northfake, abajo otra chaquetilla de polar o algo así de una marca similar, las botas de montañista, tus medias ochenteras cual escarpines, todo...
Y es que esa es la forma como imaginamos la Sierra: rural, el campo, las montañas, aunque en el fondo no nos movamos de un par de discotecas cusqueñas. Es decir, bien podrías haber venido vestido como en Lima con algo más de abrigo y ya; pero no, ir al Cuzco, a la sierra en general es asistir a un pedazo de nuestra imaginación geográfica que poco tiene que ver con nuestros hábitos usuales del vestido, del comportamiento, etc. Jamás vi en Lima a nadie tomarse una foto con una "niña andina" como lo vi en Cuzco y no ha sido porque no haya niños dispuestos a recibir one dollar por una foto en Lima, pero es que en Cuzquito (cada vez que escucho eso de "Cuzquito" me suda la espalda) es más cute. Ahora, sólo para que calcules la violencia de este acto, ¿te imaginas que alguien del Cuzco -Ayacucho, Huancavelica, Cajamarca o hasta de Chimbote- viniese y te pidiera tomarse una foto con tu hijita, tu sobrino, o lo que sea en Larcomar para subirlo a Instagram o al Facebook? ¿Hardcore, no?


FRED ROHNER
Historia Secreta del Perú 2

as it is when it was

sonido es sonido

sonido es sonido

pura miel

nogzales der wil

RETROMANÍA

"...Pero los 2000 fueron también la década del reciclado rampante: géneros del pasado revividos y renovados, material sonoro vintage reprocesado y recombinado. Con demasiada frecuencia podía detectarse en las nuevas bandas de jóvenes, bajo la piel tirante y las mejillas rosadas, la carne gris y floja de las viejas ideas... Pero donde lo retro verdaderamente reina como sensibilidad dominante y paradigma creativo es en la tierra de lo hipster, el equivalente pop de la alta cultura. Las mismas personas que uno esperaría que produzcan (en tanto artistas) o defiendan (en tanto consumidores) lo no convencional y lo innovador: ese es justamente el grupo más adicto al pasado. En términos demográficos, es exactamente la misma clase social de avanzada, pero en vez de ser pioneros e innovadores han cambiado de rol y ahora son curadores y archivistas. La vanguardia devino en retaguardia." SIMON REYNOLDS Retromanía

kpunk

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