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martes, 21 de julio de 2015

Reseña: DIOSMEHAVIOLADO - Flores Para Raquel (Aloardí, 2011)

Escrito originalmente para la web Sugar Time el 2011

El suelo latinoamericano está siendo bendecido con una inundación de gemas que, en la solera del mundo, demuestran nuestra independencia creativa y nuestra increíble sensibilidad. He sido testigo de la vanguardia peruana desde hace un tiempo ya, y su aparición en mi vocabulario cultural ha significado una gran explosión de paroxismos elegiáticos y consignas sublimes que se justifican en el increíble talento y producción sostenida que los hermanos peruanos llevan atacando en el frente de batalla. Mi primer acercamiento fue sugerido por el océano Kraut que por esos años empezaba a descubrir. Extasiado por las mareas estelares de Ash Ra Tempel y Neu!, repitiendo incansablemente esos discos en mi reproductor, escarbando por joyas en vinilos en las ferias de mi país (donde conseguí el Neu! Homónimo y el Neu! 75) agoté la experiencia que, a pesar de dialogar conmigo desde la música, estallido incomprensible de experiencias y ánimos, no me relacionaba geográficamente, en términos de identidad, sufrido por una contemporaneidad dilatada y escindida por nuestra condición de cono subdesarrollado. Por esos años en mi país recién se empezaba a gestar un movimiento psicodélico que también dialogaba con referentes internacionales más que con nuestro pasado histórico dramáticamente castrado por la dictadura de Pinochet. Ahora se sostiene inmanente, de mano de dos o tres sellos independientes que, melancólicos y trabajólicos, se esfuerzan en generar desde la tradición un movimiento nuevo e interesante. Pero por esos años, como toda melomanía sugiere, yo estaba atento a los florecimientos fantásticos de mi cono, y fue así como encontré varios rubíes de la escena peruana que, para mi sorpresa y bofetada a mi ignorancia, venía gestándose ya desde finales de los ochenta y con gran fuerza durante todo el transcurso de los noventas. Donde hallaba la trepidancia pulsante de Ash Ra Tempel ahora hallaba a Serpentina Satélite, quienes recientemente editaron en vinilo el disco con el que los descubrí: Nothing To Say, editado por un sello alemán (no nos sorprende ¿No?) llamado "Trip in Time". Y donde hallaba los mantras metronómicos de Neu! ahora hallaba a Hipnoascención, cuya pulcritud y producción es altísima y directamente proporcional al viaje que su sonido conduce. 

Sin embargo, y para mi malestar y quizá para el malestar de los futuros lectores de este artículo, ambas bandas (en los discos en que me fueron introducidas) también incurrían en la tradición europea como referente principal; una especie de actitud reverencial y totémica ante estas joyas de la psicodelia alemana, y eso denunciaba de nuevo nuestra cualidad de continente subyugado, de antiguos esclavos indígenas maravillados ante la magnificencia solar de los señores del antiguo continente. ¡Prejuicios! Atarantadas consideraciones... No he tenido tiempo de revisar la discografía de las bandas mencionadas, pero insto a quien quiera a revertir este mi juicio e iluminar mis futuras consideraciones con el conocimiento que me pueda ser impartido. Lo que denuncio no es una problemática exclusiva de mis hermanos peruanos, es más bien un paradigma inherente a la psicodelia actual y su relación permanente con la reminiscencia y el revival. Es el problema de un género demasiado dependiente de un tipo de sonido, al que pareciera obligado a venerar o, cuando los músicos son menos precavidos, incautamente incurren en ese tipo de sonido que la primera psicodelia se ha encargado de encriptar en sus genes. Así la metronomía, la iteración, los wall of sound, los sonidos reverberados, la relación con lo extra-terrestre, más que una reacción sistémica, como lo fue el sonido de Neu! o de Amon Düül II, se vuelve una reutilización estética para lograr un efecto determinado. Se ha recogido, con talento sin duda, lo mejor de la superficie de los años padres, pero no se ha traído desde esos años el espíritu que gobernaba dichas transformaciones musicales. Esto, sin embargo, no significó una decantación de mis ánimos filiales con la obra peruana, sino que incentivó mi búsqueda hacia la profundización. Pude disfrutar maravillosamente las joyas antes descritas, en tanto homologaban con igual talento un sonido que yo ya admiraba, pero la música, como es concebida por este humilde servidor, debiese ser más que una instancia hedónica (sin censurar ni moralizar el hedonismo) sino que debiese trasladarnos al campo de la afección y conducirnos hacia la oscuridad de nosotros mismos –de cara al espejo como un agujero negro– y de golpe hacia la reflexión. Basta con decir que la escena peruana no tiene nada que envidiarle a las fluviales escenas de otros países de referencia. Navegué por la obra de Wilder Gonzales Agreda, primero, y con ello todo el rio referencial de shoegaze y letárgicos hijos de Spacemen 3, para luego volver a la obra de Wilder y descubrir todo un campo avant garde que esta vez sí remeció mi intelecto. Experimentación, aventura, riesgo, música como un agujero negro, capaz de doblar el espacio y someter al tiempo. Y, bendecido por la preocupación de Luis Alvarado de Buh Records, que alberga mi primer trabajo "La Invocación del gran Cóndor", pude descubrir un catálogo de trabajos muy interesantes, casi indescriptibles, que si bien se relacionaban con estilos específicos, la poesía concreta, el drone o el harsh noise, poseían un carácter tan extraño que realmente iluminaban aspectos hasta ahora ocultos de mi campo musical. La música es para descubrirse a si mismo, y pareciera ser que es esto a lo que los hermanos peruanos están abocados, filtreando con una cantidad inmensa de contenidos musicales que indican nada menos que una sed espantosa de conocimiento e iluminación, virtudes que se dibujan en un horizonte si bien no inmediato, tampoco alejado e intocable por la superficialidad, la meritocracía o el posicionamiento social que algún arte valida.




Habiendo trazado un somero marco teórico, quisiera dedicar unas pocas líneas a un disco que acabó en mis manos virtuales. Me refiero al disco de Dios Me Ha Violado – DMHV – "Flores Para Raquel". Poco sé de estos muchachos, salvo que su trabajo precede a esta década y que Flores Para Raquel, como otros trabajos, es parte de un espíritu de reencuentro de estos músicos con antiguo material abandonado a la humedad de tristes habitaciones tercermundistas. Y este es precisamente el espíritu que respira Flores Para Raquel: una importante sensación de reminiscencia melancólica y paraíso perdido, altas ciudades en decadencia y tumbas de doncellas suaves como la luz del primer amanecer. La instrumentación es sencillísima y la producción muy precaria, factores que, si son bien utilizados, contribuyen a la sensación de estar escuchando una pieza de música que se petrificó desde un  pasado imposible y que viene a atestiguar una vida muy diferente de la que ahora se vive. El disco es recorrido por motivos sencillos, temas de corta duración que se sujetan de tonos suaves y melodías que habitan el borde sutil entre lo melancólico y lo fantástico. El piano o teclado o a veces no sé si es guitarra persigue estos motivos a lo largo de todo el disco, enunciando una cualidad muy fotográfica, como si cada breve tema fuera un snapshot de vida instalado en el álbum de fotografías que llamamos disco y Flores Para Raquel. A veces los temas me recuerdan las bellas "Gymnopedias" de Satie, o incluso ese extraño tema que atraviesa el "Daydream Nation" de Sonic Youth, en piano, que quizá es uno de los temas más hermosos concebidos por la banda. Lo importante, y el influjo principal que esta música conjura en mi, es que esas fotografías que se van dibujando son tan personales como uno mismo. La música en Flores Para Raquel interpreta nuestros recuerdos sumidos en desesperanza, inalcanzables por el paso del tiempo. Son, claramente, una ofrenda de parte de los músicos, un bouquet de flores para conmemoración de una relación muerta, sepultada quizá por la tragedia. Pero son, también, nuestros propios recuerdos de la tragedia, aquellas sonrisas que no volveremos a atestiguar, y los momentos donde la felicidad escurría como los ríos que añora Rimbaud adolescente en su "Temporada en el Infierno". Flores Para Raquel funciona como un maravilloso bisturí para incidir en nuestras incomodidades y deseos profundos de reconstrucción histórica. Y todo esto con la simple utilización del teclado, la estética del lo-fi, un centenar de frecuencias indomables que se esconden bajo los acordes y forman el pulso y el río de la consciencia. Este no es un disco para quienes quieren avanzar en el día, adueñándose del tiempo y del espacio, bien instalados en su realidad. No es un disco que consigne épicas de rock, ni grandes composiciones clásicas (aunque su relación delgada con los nocturnos de Chopin o "Fur Alina" de Arvo Part es evidente). Es un disco para quien busca recordar que su dolor es intocable e insanable porque habita el pasado, y toda reconciliación con él es imposible cuando dios te ha violado… y solo quedan los acordes como memoria de vida que es cuando algunos vamos sumidos en la desgracia que la ciudad inspira. La vitalidad a la que podemos acceder.                                                           

                                                             Alberto Parra, 2011.

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barbarismos

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El Comité empezó a ser acosado por la policía. Hipólito Salazar, que había fundado la Federación Indígena Obrera Regional Peruana, fue deportado. Urviola enfermó de tuberculosis y falleció el 27 de enero de 1925. Cuando enterraron a Urviola varios dirigentes de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo no pudieron asistir a su velatorio en el local de la Federación de Choferes, en la calle Sandia. El sepelio fue multitudinario. Los ejércitos particulares de los hacendados se dedicaron a quemar las escuelas que el Comité había abierto en diversos puntos del interior del Perú y persiguieron también a sus alumnos y profesores. Antes de la sublevación de Huancané de 1923, fusilaron a tres campesinos de Wilakunka solo porque asistían a una de estas escuelas. El año siguiente, durante una inspección que realizó a las comunidades de Huancané, el Obispo de Puno, Monseñor Cossío, constató la acción vandálica de los terratenientes que habían incendiado más de sesenta locales escolares. No contentos con quemar las escuelas que organizaba el Comité y asesinar a sus profesores o alumnos, los gamonales presionaron a las autoridades locales para que apresen a los delegados indígenas y repriman a los campesinos que los apoyaban. Entre 1921 y 1922, diversos prefectos y subprefectos perpetraron crímenes y atropellos. Hubo casos donde fueron los mismos gamonales los que se encargaron de asesinar a los delegados de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo. Domingo Huarca, delegado de los comuneros de Tocroyoc, departamento del Cusco, quien había estado en Lima tramitando memoriales, fue brutalmente asesinado. Los gamonales primero lo maltrataron, después le sacaron los ojos y finalmente lo colgaron de la torre de una iglesia. Vicente Tinta Ccoa, del subcomité de Macusani, en Puno, que fue asesinado por los gamonales del lugar. En agosto de 1927, la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo dejó de funcionar luego que, mediante una resolución suprema, el gobierno de Leguía prohibió su funcionamiento en todo el país. Gran parte de la promoción de líderes indígenas que se forjó con la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo engrosó los nuevos movimientos sociales que iban a desembocar en la formación del Partido Comunista y el Partido Aprista. Fueron los casos de Ezequiel Urviola, Hipólito Salazar y Eduardo Quispe y Quispe, que fueron atraídos por la prédica socialista de José Carlos Mariátegui; o de Juan Hipólito Pévez y Demetrio Sandoval, que se acercaron a Víctor Raúl Haya de la Torre y el Partido Aprista. En 1931, después del derrocamiento de Leguía y la muerte de Mariátegui, el Partido Socialista, convertido en Partido Comunista, lanzó la candidatura del indígena Eduardo Quispe y Quispe a la Presidencia de la República. HÉCTOR BÉJAR.

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realismo capitalista peruano, ¡ja, ja!

rojo 2

es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del capitalismo

En tercer lugar, un dato: una generación entera nació después de la caída del Muro de Berlín. En las décadas de 1960 y 1970, el capitalismo enfrentaba el problema de cómo contener y absorber las energías externas. El problema que posee ahora es exactamente el opuesto: habiendo incorporado cualquier cosa externa de manera en extremo exitosa, ¿puede todavía funcionar sin algo ajeno que colonizar y de lo que apropiarse? Para la mayor parte de quienes tienen menos de veinte años en Europa o los Estados Unidos, la inexistencia de alternativas al capitalismo ya ni siquiera es un problema. El capitalismo ocupa sin fisuras el horizonte de lo pensable. Jameson acostumbraba a detallar con horror la forma en que el capitalismo penetraba en cada poro del inconsciente; en la actualidad, el hecho de que el capitalismo haya colonizado la vida onírica de la población se da por sentado con tanta fuerza que ni merece comentario. Sería peligroso y poco conducente, sin embargo, imaginar el pasado inmediato como un estado edénico rico en potencial político, y por lo mismo resulta necesario recordar el rol que desempeñó la mercantilización en la producción de cultura a lo largo del siglo XX. El viejo duelo entre el détournement y la recuperación, entre la subversión y la captura, parece haberse agotado. Ahora estamos frente a otro proceso que ya no tiene que ver con la incorporación de materiales que previamente parecían tener potencial subversivo, sino con su precorporación, a través del modelado preventivo de los deseos, las aspiraciones y las esperanzas por parte de la cultura capitalista. Solo hay que observar el establecimiento de zonas culturales «alternativas» o «independientes» que repiten interminablemente los más viejos gestos de rebelión y confrontación con el entusiasmo de una primera vez. «Alternativo», «independiente» yotros conceptos similares no designan nada externo a la cultura mainstream; más bien, se trata de estilos, y de hecho de estilos dominantes, al interior del mainstream.
Nadie encarnó y lidió con este punto muerto como Kurt Cobain y Nirvana. En su lasitud espantosa y su furia sin objeto, Cobain parecía dar voz a la depresión colectiva de la generación que había llegado después del fin de la historia, cuyos movimientos ya estaban todos anticipados, rastreados, vendidos y comprados de antemano. Cobain sabía que él no era nada más que una pieza adicional en el espectáculo, que nada le va mejor a MTV que una protesta contra MTV, que su impulso era un cliché previamente guionado y que darse cuenta de todo esto incluso era un cliché. El impasse que lo dejó paralizado es precisamente el que había descripto Jameson: como ocurre con la cultura posmoderna en general, Cobain se encontró con que «los productores de la cultura solo pueden dirigirse ya al pasado: la imitación de estilos muertos, el discurso a través de las máscaras y las voces almacenadas en el museo imaginario de una cultura que es hoy global». En estas condiciones incluso el éxito es una forma del fracaso desde el momento en que tener éxito solo significa convertirse en la nueva presa que el sistema quiere devorar. Pero la angustia fuertemente existencial de Nirvana y Cobain, sin embargo, corresponde a un momento anterior al nuestro y lo que vino después de ellos no fue otra cosa que un rock pastiche que, ya libre de esa angustia, reproduce las formas del pasado sin ansia alguna.
La muerte de Cobain confirmó la derrota y la incorporación final de las ambiciones utópicas y prometeicas del rock en la cultura capitalista. Cuando murió, el rock ya estaba comenzando a ser eclipsado por el hiphop, cuyo éxito global presupone la lógica de la precorporación a la que me he referido antes. En buena parte del hip hop, cualquier esperanza «ingenua» en que la cultura joven pueda cambiar algo fue sustituida hace tiempo por una aceptación dura de la versión más brutalmente reduccionista de la «realidad». «En el hip hop», escribió SimonReynolds en su ensayo de 1996 para The Wire :
«Lo real» tiene dos significados. En primer lugar, hace referencia a la música auténtica que no se deja limitar por los intereses creados y se niega a cambiar o suavizar su mensaje para venderse a la industria musical. Pero «real» también es aquella música que refleja una «realidad» constituida por la inestabilidad económica del capitalismo tardío, el racismo institucionalizado, la creciente vigilancia y el acoso sobre la juventud de parte de la policía. «Lo real» es la muerte de lo social: es lo que ocurre con las corporaciones que, al aumentar sus márgenes de ganancia, en lugar de aumentar los sueldos o los beneficios sociales de sus empleados responden […] reduciendo su personal, sacándose de encima una parte importante de la fuerza de trabajo para crear un inestable ejército de empleados freelance y demedio tiempo, sin los beneficios de la seguridad social.


MARK FISHER.

perú post indie

Haz el ejercicio de pasear una tarde por la plaza del Cuzco, siéntate a la vera de su fuente y distinguirás entre cuzqueños, entre las decenas de argentinos hippies (muchos realmente insoportables), unos cuantos chilenos y de esa pléyade de "gringos" -que vienen dispuestos a ser estafados, bricheados, etc-, a unos curiosos especímenes: los limeños.
Contrariamente a lo que creemos los hijos de esta tierra, lo primero que nos delatará será nuestro "acento". Sí, querido limeño, tenemos acento, un acentazo como doliente, como que rogamos por algo y las mujeres, muchas, además un extraño alargamiento de la sílaba final. Pero lo que realmente suele llamarme la atención es la manera como nos vestimos para ir al Cuzco, porque, el Cuzco es una ciudad, no el campo. Tiene universidades, empresas, negocios, etc. Siin embargo, casi como esos gringos que para venir a Sudamérica vienen disfrazados de Indiana Jones o su variante millenial, nosotros nos vestimos como si fuésemos a escalar el Himalaya. Ya, es verdad que el frío cuzqueño puede ser más intenso que el de la Costa -aunque este invierno me esté haciendo dudarlo- pero echa un vistazo a todo tu outfit: la casaca Northfake, abajo otra chaquetilla de polar o algo así de una marca similar, las botas de montañista, tus medias ochenteras cual escarpines, todo...
Y es que esa es la forma como imaginamos la Sierra: rural, el campo, las montañas, aunque en el fondo no nos movamos de un par de discotecas cusqueñas. Es decir, bien podrías haber venido vestido como en Lima con algo más de abrigo y ya; pero no, ir al Cuzco, a la sierra en general es asistir a un pedazo de nuestra imaginación geográfica que poco tiene que ver con nuestros hábitos usuales del vestido, del comportamiento, etc. Jamás vi en Lima a nadie tomarse una foto con una "niña andina" como lo vi en Cuzco y no ha sido porque no haya niños dispuestos a recibir one dollar por una foto en Lima, pero es que en Cuzquito (cada vez que escucho eso de "Cuzquito" me suda la espalda) es más cute. Ahora, sólo para que calcules la violencia de este acto, ¿te imaginas que alguien del Cuzco -Ayacucho, Huancavelica, Cajamarca o hasta de Chimbote- viniese y te pidiera tomarse una foto con tu hijita, tu sobrino, o lo que sea en Larcomar para subirlo a Instagram o al Facebook? ¿Hardcore, no?


FRED ROHNER
Historia Secreta del Perú 2

as it is when it was

sonido es sonido

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pura miel

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RETROMANÍA

"...Pero los 2000 fueron también la década del reciclado rampante: géneros del pasado revividos y renovados, material sonoro vintage reprocesado y recombinado. Con demasiada frecuencia podía detectarse en las nuevas bandas de jóvenes, bajo la piel tirante y las mejillas rosadas, la carne gris y floja de las viejas ideas... Pero donde lo retro verdaderamente reina como sensibilidad dominante y paradigma creativo es en la tierra de lo hipster, el equivalente pop de la alta cultura. Las mismas personas que uno esperaría que produzcan (en tanto artistas) o defiendan (en tanto consumidores) lo no convencional y lo innovador: ese es justamente el grupo más adicto al pasado. En términos demográficos, es exactamente la misma clase social de avanzada, pero en vez de ser pioneros e innovadores han cambiado de rol y ahora son curadores y archivistas. La vanguardia devino en retaguardia." SIMON REYNOLDS Retromanía

kpunk

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