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lunes, 1 de julio de 2019

Diario de una derrota



EL DECANO DE LA PRENSA NACIONAL LOGRA, CON LA INTIMIDACIÓN O LOS "ESTÍMULOS", LA DESAPARICIÓN VIRTUAL DEL PEQUEÑO SINDICATO QUE SUS TRABAJADORES HABÍAN LOGRADO CONSTITUIR. TODO UN EJEMPLO PARA LOS PICAPIEDRA DE LA CONFIEP.

Por ELOY MARCHÁN
Extraído de "Hildebrandt en sus trece"

Como en los viejos tiempos de las luchas laborales, en la histórica calle de La Rifa se libra una batalla soterrada. Desde diciembre pasado los empleados sindicalizados de la familia Miró Quesada se enfrentan a la gerencia del holding mediático que se niega a reconocerlos. "'El Comercio' se vende como una empresa llena de valores y principios pero viene amenazando e intimidando a sus propios trabajadores para desaparecer al sindicato constituido en diciembre. Pese a estar inscrito con todas las de la ley en el Ministerio de Trabajo, los ejecutivos se niegan a reconocerlo y han rechazado un primer pliego de negociación colectiva. ¿De esta forma piensan dar el ejemplo?", se pregunta David Legua, abogado del sindicato.

El pasado 7 de diciembre veinte trabajadores de "El Comercio" lograron que el Ministerio de Trabajo reconociera formalmente al "Sindicato Nacional de Trabajadores de Empresa Editora El Comercio S.A.". Miluska Martens Olaechea, ejecutiva de cuentas de la empresa desde marzo del 2005, fue electa secretaria general de la organización. Hacía veinte años que el decano no contaba con una organización sindical en sus instalaciones y la noticia supuso un jarro de agua helada en el directorio.

El sindicato nació como respuesta a los continuos recortes de planilla que el grupo periodístico viene ejecutando para enfrentar el  temporal financiero que atraviesa.

"Enviamos cartas de presentación ante las distintas gerencias y lo que recibimos fue el silencio. Después vino una campaña encabezada por el gerente comercial Óscar Banda, quien comenzó a amenazar e instigar a los afiliados para que dejen el sindicato. Banda primero les vendía la idea de que los sindicatos no eran buenos para las empresas y si el trabajador se mantenía en su posición, seguían las amenazas de despido", describe el abogado Legua.

Miluska Martens, la secretaria del sindicato, se quejó formalmente ante la Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral (Sunafil). En el oficio detalla la secuencia de intimidaciones a los trabajadores sindicalizados. "(...) Para completar el despropósito, (Óscar Banda) les ha advertido que, de no renunciar al sindicato, no les serán renovados sus contratos de trabajo sujetos a modalidad...", dice la secretaria del sindicato en uno de los párrafos del oficio.

Han pasado casi seis meses desde que la carta ingresó a la mesa de partes del Ministerio de Trabajo y hasta el cierre de esta edición la Sunafil no ha emitido una resolución sobre el caso.

Lo que sí ocurrió es que el sindicato creció y la agrupación, que se constituyó básicamente con empleados de la gerencia comercial, comenzó a recibir solicitudes de trabajadores de otras áreas como distribución e imprenta. El entusiasmo era tal que en pocos días llegó a sumar 43 afiliados. Pensando que se venían buenos tiempos, los trabajadores decidieron presentar un primer pliego de negociación colectiva. Y con la idea de negociar y llegar a un término medio -explica el abogado Legua- los empleados apuntaron alto. La caída fue proporcional a la escalada del entusiasmo.

El documento del pliego fue entregado el pasado 15 de enero a la Gerencia de Recursos Humanos. El pliego incluía, entre otras cosas, un reclamo de 10 soles diarios de movilidad, una asignación por nacimiento de hijo de 2,000 soles y 2,500 soles por fallecimiento de cónyugue o hijo. También un aguinaldo navideño de 8,000 soles y cobertura del 100& del seguro de salud.

La respuesta vino a los tres días en una carta firmada por Marielsy Pérez Savino, gerenta de Gestión de Personas. En la misiva ponía en duda la representatividad del sindicato. "Les recordamos que no basta la sola existencia de una organización sindical (capacidad sindical) para proceder a la negociación colectiva, sino que será indispensable, además, que su Sindicato cuente con una representación suficiente en el ámbito de nuestra empresa (legitimidad negocial), quien actualmente tiene un colectivo de trabajadores ascendente a 1,453 trabajadores", escribió Pérez. En pocas palabras, no habría negociación con una organización de 43 trabajadores porque los directores consideran que no representaban a la "masa laboral".

Los trabajadores volvieron a recurrir al Ministerio de Trabajo. Pero desde el 23 de enero, fecha en que presentaron la queja en mesa de partes, tampoco ha habido respuesta.

A fines de marzo la gerencia del holding periodístico realizó la reunión que cada tres meses celebra con sus empleados. En esta cita, que se llevó a cabo en el Colegio Médico de Miraflores, un trabajador le preguntó al argentino Sergio Almallo, gerente de prensa, sobre la existencia de un sindicato en "El Comercio".

"De momento, el sindicato no tiene cantidad representativa. Digamos, la cantidad de gente que requiere para representar a un grupo. Nosotros estamos juntándonos con las personas para entender qué pasa con las personas y con los equipos de toda la unidad", respondió Almallo, quien aprovechó para anunciar que a partir de septiembre las redacciones de "El Comercio", "Perú21", "Trome", "Gestión" y "Depor" dejarán el centro de Lima para instalarse en el viejo local del Grupo Epensa en La Victoria.

Lo que siguió después del fracaso de la negociación colectiva fue el torpedeo sin disimulos al incipiente sindicato. "Lo que vino fue otra agresiva campaña. Esta vez utilizaron la estrategia de dar incentivos a cambio de que se desafilien del sindicato o hacer que renuncien y como premio les daban un bono. A la par que hacía esto, la gerencia del Personal nos envió una carta diciendo que había recibido una denuncia de un trabajador diciendo que el sindicato había sido constituido de forma irregular", narra el consejero legal de los trabajadores.

En base a esa supuesta denuncia, "El Comercio" le solicitó al sindicato el acta de constitución, estatutos, los datos completos de cada uno de los afiliados. Y anunciaron que el asunto se vería en el "Comité de Ética" de la compañía. La respuesta del sindicato fue solicitar una copia de la denuncia pero desde la gerencia dijeron escuetamente que no era posible porque había sido "una llamada telefónica y anónima" a la línea telefónica "El Comercio te escucha", una plataforma que el holding tiene para sus empleados.

Y el "Comité de Ética" comenzó a llamar a todos los integrantes del sindicato. A algunos los citaba personalmente y a otros les enviaba un cuestionario. Las preguntas eran dignas del Ministerio Público: ¿Desde cuándo forma parte del sindicato? ¿Por quién estuvo dirigida la reunión (de constitución) y quién actuó en calidad de secretaria(o)? ¿Quién estuvo a cargo del conteo de los votos? ¿Cómo se llevó a cabo la elección de la Junta Directiva? ¿Se firmó un acta?

La intervención del "Comité de Ética" y la campaña para promover las renuncias voluntarias fueron exitosas. De un porrazo renunciaron treinta trabajadores. Hoy la organización tiene 13 afiliados. "El Comercio" hasta el momento está logrando su objetivo: quitarle afiliados al sindicato por las buenas -entregándoles un bono- o por las malas -intimidándolos con la Comisión de Ética-", dice Legua. En la vieja calle de La Rifa no dejan nada a la suerte. El capitalismo según Roberto Abusada funciona allí a toda máquina.

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barbarismos

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El Comité empezó a ser acosado por la policía. Hipólito Salazar, que había fundado la Federación Indígena Obrera Regional Peruana, fue deportado. Urviola enfermó de tuberculosis y falleció el 27 de enero de 1925. Cuando enterraron a Urviola varios dirigentes de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo no pudieron asistir a su velatorio en el local de la Federación de Choferes, en la calle Sandia. El sepelio fue multitudinario. Los ejércitos particulares de los hacendados se dedicaron a quemar las escuelas que el Comité había abierto en diversos puntos del interior del Perú y persiguieron también a sus alumnos y profesores. Antes de la sublevación de Huancané de 1923, fusilaron a tres campesinos de Wilakunka solo porque asistían a una de estas escuelas. El año siguiente, durante una inspección que realizó a las comunidades de Huancané, el Obispo de Puno, Monseñor Cossío, constató la acción vandálica de los terratenientes que habían incendiado más de sesenta locales escolares. No contentos con quemar las escuelas que organizaba el Comité y asesinar a sus profesores o alumnos, los gamonales presionaron a las autoridades locales para que apresen a los delegados indígenas y repriman a los campesinos que los apoyaban. Entre 1921 y 1922, diversos prefectos y subprefectos perpetraron crímenes y atropellos. Hubo casos donde fueron los mismos gamonales los que se encargaron de asesinar a los delegados de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo. Domingo Huarca, delegado de los comuneros de Tocroyoc, departamento del Cusco, quien había estado en Lima tramitando memoriales, fue brutalmente asesinado. Los gamonales primero lo maltrataron, después le sacaron los ojos y finalmente lo colgaron de la torre de una iglesia. Vicente Tinta Ccoa, del subcomité de Macusani, en Puno, que fue asesinado por los gamonales del lugar. En agosto de 1927, la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo dejó de funcionar luego que, mediante una resolución suprema, el gobierno de Leguía prohibió su funcionamiento en todo el país. Gran parte de la promoción de líderes indígenas que se forjó con la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo engrosó los nuevos movimientos sociales que iban a desembocar en la formación del Partido Comunista y el Partido Aprista. Fueron los casos de Ezequiel Urviola, Hipólito Salazar y Eduardo Quispe y Quispe, que fueron atraídos por la prédica socialista de José Carlos Mariátegui; o de Juan Hipólito Pévez y Demetrio Sandoval, que se acercaron a Víctor Raúl Haya de la Torre y el Partido Aprista. En 1931, después del derrocamiento de Leguía y la muerte de Mariátegui, el Partido Socialista, convertido en Partido Comunista, lanzó la candidatura del indígena Eduardo Quispe y Quispe a la Presidencia de la República. HÉCTOR BÉJAR.

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realismo capitalista peruano, ¡ja, ja!

rojo 2

es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del capitalismo

En tercer lugar, un dato: una generación entera nació después de la caída del Muro de Berlín. En las décadas de 1960 y 1970, el capitalismo enfrentaba el problema de cómo contener y absorber las energías externas. El problema que posee ahora es exactamente el opuesto: habiendo incorporado cualquier cosa externa de manera en extremo exitosa, ¿puede todavía funcionar sin algo ajeno que colonizar y de lo que apropiarse? Para la mayor parte de quienes tienen menos de veinte años en Europa o los Estados Unidos, la inexistencia de alternativas al capitalismo ya ni siquiera es un problema. El capitalismo ocupa sin fisuras el horizonte de lo pensable. Jameson acostumbraba a detallar con horror la forma en que el capitalismo penetraba en cada poro del inconsciente; en la actualidad, el hecho de que el capitalismo haya colonizado la vida onírica de la población se da por sentado con tanta fuerza que ni merece comentario. Sería peligroso y poco conducente, sin embargo, imaginar el pasado inmediato como un estado edénico rico en potencial político, y por lo mismo resulta necesario recordar el rol que desempeñó la mercantilización en la producción de cultura a lo largo del siglo XX. El viejo duelo entre el détournement y la recuperación, entre la subversión y la captura, parece haberse agotado. Ahora estamos frente a otro proceso que ya no tiene que ver con la incorporación de materiales que previamente parecían tener potencial subversivo, sino con su precorporación, a través del modelado preventivo de los deseos, las aspiraciones y las esperanzas por parte de la cultura capitalista. Solo hay que observar el establecimiento de zonas culturales «alternativas» o «independientes» que repiten interminablemente los más viejos gestos de rebelión y confrontación con el entusiasmo de una primera vez. «Alternativo», «independiente» yotros conceptos similares no designan nada externo a la cultura mainstream; más bien, se trata de estilos, y de hecho de estilos dominantes, al interior del mainstream.
Nadie encarnó y lidió con este punto muerto como Kurt Cobain y Nirvana. En su lasitud espantosa y su furia sin objeto, Cobain parecía dar voz a la depresión colectiva de la generación que había llegado después del fin de la historia, cuyos movimientos ya estaban todos anticipados, rastreados, vendidos y comprados de antemano. Cobain sabía que él no era nada más que una pieza adicional en el espectáculo, que nada le va mejor a MTV que una protesta contra MTV, que su impulso era un cliché previamente guionado y que darse cuenta de todo esto incluso era un cliché. El impasse que lo dejó paralizado es precisamente el que había descripto Jameson: como ocurre con la cultura posmoderna en general, Cobain se encontró con que «los productores de la cultura solo pueden dirigirse ya al pasado: la imitación de estilos muertos, el discurso a través de las máscaras y las voces almacenadas en el museo imaginario de una cultura que es hoy global». En estas condiciones incluso el éxito es una forma del fracaso desde el momento en que tener éxito solo significa convertirse en la nueva presa que el sistema quiere devorar. Pero la angustia fuertemente existencial de Nirvana y Cobain, sin embargo, corresponde a un momento anterior al nuestro y lo que vino después de ellos no fue otra cosa que un rock pastiche que, ya libre de esa angustia, reproduce las formas del pasado sin ansia alguna.
La muerte de Cobain confirmó la derrota y la incorporación final de las ambiciones utópicas y prometeicas del rock en la cultura capitalista. Cuando murió, el rock ya estaba comenzando a ser eclipsado por el hiphop, cuyo éxito global presupone la lógica de la precorporación a la que me he referido antes. En buena parte del hip hop, cualquier esperanza «ingenua» en que la cultura joven pueda cambiar algo fue sustituida hace tiempo por una aceptación dura de la versión más brutalmente reduccionista de la «realidad». «En el hip hop», escribió SimonReynolds en su ensayo de 1996 para The Wire :
«Lo real» tiene dos significados. En primer lugar, hace referencia a la música auténtica que no se deja limitar por los intereses creados y se niega a cambiar o suavizar su mensaje para venderse a la industria musical. Pero «real» también es aquella música que refleja una «realidad» constituida por la inestabilidad económica del capitalismo tardío, el racismo institucionalizado, la creciente vigilancia y el acoso sobre la juventud de parte de la policía. «Lo real» es la muerte de lo social: es lo que ocurre con las corporaciones que, al aumentar sus márgenes de ganancia, en lugar de aumentar los sueldos o los beneficios sociales de sus empleados responden […] reduciendo su personal, sacándose de encima una parte importante de la fuerza de trabajo para crear un inestable ejército de empleados freelance y demedio tiempo, sin los beneficios de la seguridad social.


MARK FISHER.

perú post indie

Haz el ejercicio de pasear una tarde por la plaza del Cuzco, siéntate a la vera de su fuente y distinguirás entre cuzqueños, entre las decenas de argentinos hippies (muchos realmente insoportables), unos cuantos chilenos y de esa pléyade de "gringos" -que vienen dispuestos a ser estafados, bricheados, etc-, a unos curiosos especímenes: los limeños.
Contrariamente a lo que creemos los hijos de esta tierra, lo primero que nos delatará será nuestro "acento". Sí, querido limeño, tenemos acento, un acentazo como doliente, como que rogamos por algo y las mujeres, muchas, además un extraño alargamiento de la sílaba final. Pero lo que realmente suele llamarme la atención es la manera como nos vestimos para ir al Cuzco, porque, el Cuzco es una ciudad, no el campo. Tiene universidades, empresas, negocios, etc. Siin embargo, casi como esos gringos que para venir a Sudamérica vienen disfrazados de Indiana Jones o su variante millenial, nosotros nos vestimos como si fuésemos a escalar el Himalaya. Ya, es verdad que el frío cuzqueño puede ser más intenso que el de la Costa -aunque este invierno me esté haciendo dudarlo- pero echa un vistazo a todo tu outfit: la casaca Northfake, abajo otra chaquetilla de polar o algo así de una marca similar, las botas de montañista, tus medias ochenteras cual escarpines, todo...
Y es que esa es la forma como imaginamos la Sierra: rural, el campo, las montañas, aunque en el fondo no nos movamos de un par de discotecas cusqueñas. Es decir, bien podrías haber venido vestido como en Lima con algo más de abrigo y ya; pero no, ir al Cuzco, a la sierra en general es asistir a un pedazo de nuestra imaginación geográfica que poco tiene que ver con nuestros hábitos usuales del vestido, del comportamiento, etc. Jamás vi en Lima a nadie tomarse una foto con una "niña andina" como lo vi en Cuzco y no ha sido porque no haya niños dispuestos a recibir one dollar por una foto en Lima, pero es que en Cuzquito (cada vez que escucho eso de "Cuzquito" me suda la espalda) es más cute. Ahora, sólo para que calcules la violencia de este acto, ¿te imaginas que alguien del Cuzco -Ayacucho, Huancavelica, Cajamarca o hasta de Chimbote- viniese y te pidiera tomarse una foto con tu hijita, tu sobrino, o lo que sea en Larcomar para subirlo a Instagram o al Facebook? ¿Hardcore, no?


FRED ROHNER
Historia Secreta del Perú 2

as it is when it was

sonido es sonido

sonido es sonido

pura miel

nogzales der wil

RETROMANÍA

"...Pero los 2000 fueron también la década del reciclado rampante: géneros del pasado revividos y renovados, material sonoro vintage reprocesado y recombinado. Con demasiada frecuencia podía detectarse en las nuevas bandas de jóvenes, bajo la piel tirante y las mejillas rosadas, la carne gris y floja de las viejas ideas... Pero donde lo retro verdaderamente reina como sensibilidad dominante y paradigma creativo es en la tierra de lo hipster, el equivalente pop de la alta cultura. Las mismas personas que uno esperaría que produzcan (en tanto artistas) o defiendan (en tanto consumidores) lo no convencional y lo innovador: ese es justamente el grupo más adicto al pasado. En términos demográficos, es exactamente la misma clase social de avanzada, pero en vez de ser pioneros e innovadores han cambiado de rol y ahora son curadores y archivistas. La vanguardia devino en retaguardia." SIMON REYNOLDS Retromanía

kpunk

las cosas como son

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