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jueves, 7 de diciembre de 2023

URUK : La Partera de la Historia

URUK en Sumeria hace 5000 años (hoy IRAK): acá surgió la primera sociedad dividida en (LUCHA DE) CLASES, apropiación de excedentes, castas religiosas + militares, administrativas etc. La primera ciudad y la escritura.

La antigua Sumeria era del tamaño aproximado de la actual  Dinamarca. Una vez que se puso en cultivo su rico suelo, podía  producir grandes excedentes agrícolas, lo que permitió un cambio  cualitativo y pasar de la vida en pequeñas aldeas a ciudades con  miles de habitantes. En Sumeria se produjo así lo que el gran  arqueólogo del periodo de entreguerras Gordon Childe llamó «la  revolución urbana».

Los principales yacimientos arqueológicos que atestiguan esa  revolución son los «teles», no solo en Sumeria sino en todo Oriente  Medio; se trata de montículos artificiales, resultado de la  acumulación y subsecuente erosión de materiales,  fundamentalmente ladrillos de adobe y otros elementos  constructivos, así como cierta cantidad de restos domésticos,  depositados por la ocupación humana de un lugar durante muchos  siglos. Muestran cómo fueron evolucionando y creciendo las aldeas  del Calcolítico hasta convertirse en las ciudades de la Edad del Bronce entre hace seis y cinco mil años.

Las excavaciones han dejado al descubierto ciudades dominadas por grandes templos en forma de tronco de pirámide conocidos como zigurats. El de Uruk-Erech del Periodo Protodinástico (entre 2900 y 2300 a. e. c.) tenía unos diez metros de altura y su interior estaba construido con adobes (ladrillos secados al sol), mientras que el exterior estaba recubierto de miles de copas de cerámica vitrificada mediante el fuego y la parte superior consistía en una plataforma de asfalto. En conjunto la ciudad, con sus distritos residencial e industrial, cubría unos 5 km².

Los templos y las fincas de los campos circundantes que les daban sustento pertenecían a los dioses. El territorio de Lagash  estaba dividido entre una veintena de deidades. La diosa Baü poseía 44 km², parte de los cuales habían sido adjudicados a  diversas familias, mientras que el trabajo en el resto, propiedad individual de Baü, quedaba a cargo de labradores asalariados, arrendatarios o determinados «clanes» obligados a realizar los servicios de mantenimiento.

Dado que la propia Baü no podía atenderlas, sus propiedades eran gestionadas en su nombre por los sacerdotes del templo;  aunque muchos de ellos solo disponían de entre 0,32 y 1 hectárea de tierra, se sabe que un importante sacerdote disponía de 14,4 hectáreas. Así pues, los sacerdotes constituían una elite social, con riqueza privada y sus propias fincas, además del control colectivo de la riqueza que producían las propiedades del templo.


La riqueza los hacía poderosos, y utilizaban ese poder para acumular más riqueza.
Se conserva un decreto destinado a restaurar en Lagash el antiguo orden «tal como había existido desde el principio»; reconoce que los sacerdotes estaban robando a los  pobres, practicando diversos tipos de extorsión y tratando la tierra, el ganado y los aperos del templo como propiedad privada y a sus sirvientes como esclavos.

De las filas de los sacerdotes surgieron los gobernadores de las  ciudades (más tarde llamados reyes). El gobernador de Lagash era a la vez sumo sacerdote del dios principal y comandante en jefe de la milicia de los ciudadanos; disfrutaba del uso de 246 hectáreas que teóricamente pertenecían a la diosa Baü. Ese gobernador era uno entre muchos, ya que Sumeria estaba dividida en distintas ciudades-estado, a menudo en guerra entre ellas. El Estandarte de Ur —una caja formada por paneles de madera taraceados formando un mosaico con incrustaciones de conchas, cornalina y lapislázuli, hallada en 1920 en una tumba real de hace unos 4.600 años—exhibe carros de cuatro ruedas atacando al enemigo, lanceros con cascos y armaduras de metal y prisioneros desnudos frente al rey.

Cada ciudad-estado sentía temor frente a las demás. Cada una de ellas poseía tierras, rebaños, graneros, tesoros y una mano de obra que proteger. El poder militar era imprescindible para la defensa; pero una vez adquirido podía usarse proactivamente. La agresión preventiva podía constituir la mejor garantía de la seguridad futura y podía aumentar la riqueza y el poder de un gobernante.

El poder militar tenía también una función interna. El Estado —el  gobernante, los sacerdotes, una burocracia de funcionarios y  subalternos y los cuerpos armados bajo su mando— constituía un  mecanismo para mantener el nuevo orden social establecido en la  ciudad. La burocracia era de por sí un instrumento del poder de clase. La complejidad de la sociedad urbana exigía la escritura para  mantener registros, pesos y medidas estandarizados para el comercio, y geometría y aritmética para la medición de tierras. En aquella sociedad de clases, cada vez más compleja, había que medir, registrar por escrito y hacer respetar las pertenencias de cada uno y sus privilegios.

Se crearon nuevos tipos de especialistas en esas artes,  proporcionándoles una educación esotérica y exclusiva. La jerarquía  estatal les concedía autoridad y estatus. Otras categorías más  antiguas de especialistas —comerciantes y artesanos— estaban  también insertas en la nueva estructura de clase. No había un  mercado libre. La economía de aquellas antiguas ciudades formaba parte del orden político. Los gobernantes controlaban lo que se  comerciaba, dónde se vendía y cuándo, y en particular mantenían un monopolio de los metales, especialmente del bronce y del oro.

La Sumeria Protodinástica era, en resumen, la primera sociedad de clases plenamente desarrollada del mundo. En el escalón más bajo estaban los esclavos, sobre ellos la gente corriente con un estatus subordinado, y por encima de estos los ciudadanos libres.

Una tableta de arcilla cocida se refiere a 205 niños y niñas esclavos,  probablemente empleados en un establecimiento de tejeduría  centralizado. Otra describe la jerarquía ocupacional en el templo de  Baü en Lagash. En lo más alto estaban los funcionarios, escribas y  sacerdotes y en lo más bajo los panaderos, cerveceros y obreros  textiles, muchos de ellos mujeres y muchos de ellos esclavos.

Las viviendas excavadas en Eshnunna revelan claras diferencias de clase: las mayores, en las calles principales, ocupaban 200 m² o más, mientras que las más pequeñas, en estrechas callejuelas, solo llegaban a 50 m² y eran mucho más numerosas.

La desigualdad de clase era percibida e impugnada. Las tabletas  sumerias aluden a esas tensiones. La sociedad no se basaba en el  consenso sino que debía ser impuesta y mantenida por la fuerza.  ¿Cómo había adquirido una minoría el poder para elevarse por  encima de la mayoría? ¿Qué es lo que permitió a unos pocos  acumular riqueza a expensas de los demás?

La clase es a la vez una relación social entre ricos y pobres y un  proceso económico de explotación y acumulación de sobreproducto  excedente, que tiene que ser continuamente reproducido; y como la  gente se resiste a ello, conlleva la lucha de clases. El afán de riqueza y poder se alimenta de la combinación de pobreza y propiedad, una combinación que mantiene grapadas, como con cinchos, todas las sociedades de clase preindustriales.

La pobreza es una condición general. Las economías agrícolas  tradicionales no producen lo suficiente para proporcionar  abundancia a todos. A veces no producen ni siquiera lo suficiente  para cubrir las necesidades. La propiedad veda a los demás  recursos escasos y asigna la riqueza a ciertos individuos, familias,  corporaciones, templos, tribus o ciudades-estado privilegiados. La propiedad puede ser privada o colectiva, pero nunca es universal.

Esa pareja contradictoria —pobreza y propiedad— dio lugar a la  desigualdad de clase, el poder estatal y la guerra. Los especialistas religiosos y militares de la Sumeria prehistórica habían obtenido el  control sobre el sobreproducto excedente ejerciendo sus funciones  por cuenta de la totalidad de la sociedad. Al principio su posición  había dependido de la aprobación pública, pero el control sobre el  excedente los hizo poderosos, y a medida que iban consolidando su  autoridad constataron que podían utilizarla para enriquecerse aún  más y mantener su situación privilegiada sin necesidad de una  aprobación pública. De este modo los sumos sacerdotes, jefes  guerreros, gobernadores y reyezuelos de la Sumeria urbana acabaron convirtiéndose en una clase dominante explotadora que acumulaba y consumía el excedente en su propio interés: un poder sobre la sociedad, no un poder de la sociedad.

NEIL FAULKNER
De los neandertales a los neoliberales

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barbarismos

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El Comité empezó a ser acosado por la policía. Hipólito Salazar, que había fundado la Federación Indígena Obrera Regional Peruana, fue deportado. Urviola enfermó de tuberculosis y falleció el 27 de enero de 1925. Cuando enterraron a Urviola varios dirigentes de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo no pudieron asistir a su velatorio en el local de la Federación de Choferes, en la calle Sandia. El sepelio fue multitudinario. Los ejércitos particulares de los hacendados se dedicaron a quemar las escuelas que el Comité había abierto en diversos puntos del interior del Perú y persiguieron también a sus alumnos y profesores. Antes de la sublevación de Huancané de 1923, fusilaron a tres campesinos de Wilakunka solo porque asistían a una de estas escuelas. El año siguiente, durante una inspección que realizó a las comunidades de Huancané, el Obispo de Puno, Monseñor Cossío, constató la acción vandálica de los terratenientes que habían incendiado más de sesenta locales escolares. No contentos con quemar las escuelas que organizaba el Comité y asesinar a sus profesores o alumnos, los gamonales presionaron a las autoridades locales para que apresen a los delegados indígenas y repriman a los campesinos que los apoyaban. Entre 1921 y 1922, diversos prefectos y subprefectos perpetraron crímenes y atropellos. Hubo casos donde fueron los mismos gamonales los que se encargaron de asesinar a los delegados de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo. Domingo Huarca, delegado de los comuneros de Tocroyoc, departamento del Cusco, quien había estado en Lima tramitando memoriales, fue brutalmente asesinado. Los gamonales primero lo maltrataron, después le sacaron los ojos y finalmente lo colgaron de la torre de una iglesia. Vicente Tinta Ccoa, del subcomité de Macusani, en Puno, que fue asesinado por los gamonales del lugar. En agosto de 1927, la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo dejó de funcionar luego que, mediante una resolución suprema, el gobierno de Leguía prohibió su funcionamiento en todo el país. Gran parte de la promoción de líderes indígenas que se forjó con la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo engrosó los nuevos movimientos sociales que iban a desembocar en la formación del Partido Comunista y el Partido Aprista. Fueron los casos de Ezequiel Urviola, Hipólito Salazar y Eduardo Quispe y Quispe, que fueron atraídos por la prédica socialista de José Carlos Mariátegui; o de Juan Hipólito Pévez y Demetrio Sandoval, que se acercaron a Víctor Raúl Haya de la Torre y el Partido Aprista. En 1931, después del derrocamiento de Leguía y la muerte de Mariátegui, el Partido Socialista, convertido en Partido Comunista, lanzó la candidatura del indígena Eduardo Quispe y Quispe a la Presidencia de la República. HÉCTOR BÉJAR.

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realismo capitalista peruano, ¡ja, ja!

rojo 2

es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del capitalismo

En tercer lugar, un dato: una generación entera nació después de la caída del Muro de Berlín. En las décadas de 1960 y 1970, el capitalismo enfrentaba el problema de cómo contener y absorber las energías externas. El problema que posee ahora es exactamente el opuesto: habiendo incorporado cualquier cosa externa de manera en extremo exitosa, ¿puede todavía funcionar sin algo ajeno que colonizar y de lo que apropiarse? Para la mayor parte de quienes tienen menos de veinte años en Europa o los Estados Unidos, la inexistencia de alternativas al capitalismo ya ni siquiera es un problema. El capitalismo ocupa sin fisuras el horizonte de lo pensable. Jameson acostumbraba a detallar con horror la forma en que el capitalismo penetraba en cada poro del inconsciente; en la actualidad, el hecho de que el capitalismo haya colonizado la vida onírica de la población se da por sentado con tanta fuerza que ni merece comentario. Sería peligroso y poco conducente, sin embargo, imaginar el pasado inmediato como un estado edénico rico en potencial político, y por lo mismo resulta necesario recordar el rol que desempeñó la mercantilización en la producción de cultura a lo largo del siglo XX. El viejo duelo entre el détournement y la recuperación, entre la subversión y la captura, parece haberse agotado. Ahora estamos frente a otro proceso que ya no tiene que ver con la incorporación de materiales que previamente parecían tener potencial subversivo, sino con su precorporación, a través del modelado preventivo de los deseos, las aspiraciones y las esperanzas por parte de la cultura capitalista. Solo hay que observar el establecimiento de zonas culturales «alternativas» o «independientes» que repiten interminablemente los más viejos gestos de rebelión y confrontación con el entusiasmo de una primera vez. «Alternativo», «independiente» yotros conceptos similares no designan nada externo a la cultura mainstream; más bien, se trata de estilos, y de hecho de estilos dominantes, al interior del mainstream.
Nadie encarnó y lidió con este punto muerto como Kurt Cobain y Nirvana. En su lasitud espantosa y su furia sin objeto, Cobain parecía dar voz a la depresión colectiva de la generación que había llegado después del fin de la historia, cuyos movimientos ya estaban todos anticipados, rastreados, vendidos y comprados de antemano. Cobain sabía que él no era nada más que una pieza adicional en el espectáculo, que nada le va mejor a MTV que una protesta contra MTV, que su impulso era un cliché previamente guionado y que darse cuenta de todo esto incluso era un cliché. El impasse que lo dejó paralizado es precisamente el que había descripto Jameson: como ocurre con la cultura posmoderna en general, Cobain se encontró con que «los productores de la cultura solo pueden dirigirse ya al pasado: la imitación de estilos muertos, el discurso a través de las máscaras y las voces almacenadas en el museo imaginario de una cultura que es hoy global». En estas condiciones incluso el éxito es una forma del fracaso desde el momento en que tener éxito solo significa convertirse en la nueva presa que el sistema quiere devorar. Pero la angustia fuertemente existencial de Nirvana y Cobain, sin embargo, corresponde a un momento anterior al nuestro y lo que vino después de ellos no fue otra cosa que un rock pastiche que, ya libre de esa angustia, reproduce las formas del pasado sin ansia alguna.
La muerte de Cobain confirmó la derrota y la incorporación final de las ambiciones utópicas y prometeicas del rock en la cultura capitalista. Cuando murió, el rock ya estaba comenzando a ser eclipsado por el hiphop, cuyo éxito global presupone la lógica de la precorporación a la que me he referido antes. En buena parte del hip hop, cualquier esperanza «ingenua» en que la cultura joven pueda cambiar algo fue sustituida hace tiempo por una aceptación dura de la versión más brutalmente reduccionista de la «realidad». «En el hip hop», escribió SimonReynolds en su ensayo de 1996 para The Wire :
«Lo real» tiene dos significados. En primer lugar, hace referencia a la música auténtica que no se deja limitar por los intereses creados y se niega a cambiar o suavizar su mensaje para venderse a la industria musical. Pero «real» también es aquella música que refleja una «realidad» constituida por la inestabilidad económica del capitalismo tardío, el racismo institucionalizado, la creciente vigilancia y el acoso sobre la juventud de parte de la policía. «Lo real» es la muerte de lo social: es lo que ocurre con las corporaciones que, al aumentar sus márgenes de ganancia, en lugar de aumentar los sueldos o los beneficios sociales de sus empleados responden […] reduciendo su personal, sacándose de encima una parte importante de la fuerza de trabajo para crear un inestable ejército de empleados freelance y demedio tiempo, sin los beneficios de la seguridad social.


MARK FISHER.

perú post indie

Haz el ejercicio de pasear una tarde por la plaza del Cuzco, siéntate a la vera de su fuente y distinguirás entre cuzqueños, entre las decenas de argentinos hippies (muchos realmente insoportables), unos cuantos chilenos y de esa pléyade de "gringos" -que vienen dispuestos a ser estafados, bricheados, etc-, a unos curiosos especímenes: los limeños.
Contrariamente a lo que creemos los hijos de esta tierra, lo primero que nos delatará será nuestro "acento". Sí, querido limeño, tenemos acento, un acentazo como doliente, como que rogamos por algo y las mujeres, muchas, además un extraño alargamiento de la sílaba final. Pero lo que realmente suele llamarme la atención es la manera como nos vestimos para ir al Cuzco, porque, el Cuzco es una ciudad, no el campo. Tiene universidades, empresas, negocios, etc. Siin embargo, casi como esos gringos que para venir a Sudamérica vienen disfrazados de Indiana Jones o su variante millenial, nosotros nos vestimos como si fuésemos a escalar el Himalaya. Ya, es verdad que el frío cuzqueño puede ser más intenso que el de la Costa -aunque este invierno me esté haciendo dudarlo- pero echa un vistazo a todo tu outfit: la casaca Northfake, abajo otra chaquetilla de polar o algo así de una marca similar, las botas de montañista, tus medias ochenteras cual escarpines, todo...
Y es que esa es la forma como imaginamos la Sierra: rural, el campo, las montañas, aunque en el fondo no nos movamos de un par de discotecas cusqueñas. Es decir, bien podrías haber venido vestido como en Lima con algo más de abrigo y ya; pero no, ir al Cuzco, a la sierra en general es asistir a un pedazo de nuestra imaginación geográfica que poco tiene que ver con nuestros hábitos usuales del vestido, del comportamiento, etc. Jamás vi en Lima a nadie tomarse una foto con una "niña andina" como lo vi en Cuzco y no ha sido porque no haya niños dispuestos a recibir one dollar por una foto en Lima, pero es que en Cuzquito (cada vez que escucho eso de "Cuzquito" me suda la espalda) es más cute. Ahora, sólo para que calcules la violencia de este acto, ¿te imaginas que alguien del Cuzco -Ayacucho, Huancavelica, Cajamarca o hasta de Chimbote- viniese y te pidiera tomarse una foto con tu hijita, tu sobrino, o lo que sea en Larcomar para subirlo a Instagram o al Facebook? ¿Hardcore, no?


FRED ROHNER
Historia Secreta del Perú 2

as it is when it was

sonido es sonido

sonido es sonido

pura miel

nogzales der wil

RETROMANÍA

"...Pero los 2000 fueron también la década del reciclado rampante: géneros del pasado revividos y renovados, material sonoro vintage reprocesado y recombinado. Con demasiada frecuencia podía detectarse en las nuevas bandas de jóvenes, bajo la piel tirante y las mejillas rosadas, la carne gris y floja de las viejas ideas... Pero donde lo retro verdaderamente reina como sensibilidad dominante y paradigma creativo es en la tierra de lo hipster, el equivalente pop de la alta cultura. Las mismas personas que uno esperaría que produzcan (en tanto artistas) o defiendan (en tanto consumidores) lo no convencional y lo innovador: ese es justamente el grupo más adicto al pasado. En términos demográficos, es exactamente la misma clase social de avanzada, pero en vez de ser pioneros e innovadores han cambiado de rol y ahora son curadores y archivistas. La vanguardia devino en retaguardia." SIMON REYNOLDS Retromanía

kpunk

las cosas como son

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las cosas como son II

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