Por Joel Rojas Araya*
(extracto)
... Todos creen que es necesario, y posible, reconstruir una democracia extraviada tras la dictadura militar y los largos años de aturdimiento a que nos sometió el duopolio Concertación-Alianza.
Error. En Chile no hay democracia que reconstruir o reconquistar. En Chile, como en toda Latinoamérica, nunca ha existido gobierno alguno ni remotamente parecido a una Democracia.
La Democracia es un venerable invento griego, cuyas mejores imitaciones se pueden ver en Europa Occidental. Como el caballo y la mujer de Pavese, son parte del paisaje, y fruto de sucesivos y milenarios baños de sangre. Andre Maurois narraba en su Historia de Inglaterra, que durante la Guerra de las Dos Rosas, ambos bandas de nobles evitaban luchar en las cercanías de los poblados, ya que los aldeanos eran literalmente de armas tomar y podían aniquilar al bando que se permitiese dañar sus siembras y bosques. Esta falta de sumisión del pueblo llano y la conciencia de su propia valía vienen desde los primeros tiempos de la nación, en que todo aquel hombre que era capaz de portar armas era importante. El orden social en la isla no deriva de un mandato divino, sino del don del liderazgo guerrero; ello explica no sólo la Carta Magna y el sentido de valor que la nobleza le impuso a Juan Sin Tierra, sino también, en la ulterior historia inglesa, las guerras civiles y la Revolución Gloriosa de 1688 que libraron a Inglaterra de un episodio tan dramático como el de la Revolución Francesa.
El miedo produce respeto: el del rey por los nobles; el de la nobleza por el pueblo; el de éste por aquellos dos estamentos propició límites y garantías. El miedo a los continentales surcando las olas produjo comunidad. Porque la Democracia no es un regalo del azar ni un don divino y sólo puede existir cuando la dureza de las condiciones de vida, la necesidad de sobrevivir las infernales penurias en común y la noción de que nos necesitamos para salir adelante promueven la idea de que un sujeto, del origen que sea, puede hacer la diferencia. De que la supervivencia del otro es importante para mí. En último término, sólo hay democracia desde que se traza, claramente, una línea que define el "nosotros" en contraposición al "ellos". Cuando el "nosotros" llega a abarcar a toda una nación, todo un paisaje, es posible una democracia. El problema en Chile, y me atrevo a decir en toda Latinoamérica, es que el "nosotros" se divide con el "ellos" el territorio, en una larga fractura, no sólo espacial, física, sino también mental, cultural y hasta racial. Porque "ellos" estaban acá cuando llegamos "nosotros" a estas tierras trayendo la civilización y la verdad; o porque "nosotros" estábamos acá y "ellos" nos invadieron y arrebataron nuestras tierras (los mapuches) o tuvieron hijos con nuestras abuelas y de ahí descendemos como eterna descendencia despreciada, explotada y olvidada (el 90% de nuestra población que es mestiza)...
El miedo produce respeto: el del rey por los nobles; el de la nobleza por el pueblo; el de éste por aquellos dos estamentos propició límites y garantías. El miedo a los continentales surcando las olas produjo comunidad. Porque la Democracia no es un regalo del azar ni un don divino y sólo puede existir cuando la dureza de las condiciones de vida, la necesidad de sobrevivir las infernales penurias en común y la noción de que nos necesitamos para salir adelante promueven la idea de que un sujeto, del origen que sea, puede hacer la diferencia. De que la supervivencia del otro es importante para mí. En último término, sólo hay democracia desde que se traza, claramente, una línea que define el "nosotros" en contraposición al "ellos". Cuando el "nosotros" llega a abarcar a toda una nación, todo un paisaje, es posible una democracia. El problema en Chile, y me atrevo a decir en toda Latinoamérica, es que el "nosotros" se divide con el "ellos" el territorio, en una larga fractura, no sólo espacial, física, sino también mental, cultural y hasta racial. Porque "ellos" estaban acá cuando llegamos "nosotros" a estas tierras trayendo la civilización y la verdad; o porque "nosotros" estábamos acá y "ellos" nos invadieron y arrebataron nuestras tierras (los mapuches) o tuvieron hijos con nuestras abuelas y de ahí descendemos como eterna descendencia despreciada, explotada y olvidada (el 90% de nuestra población que es mestiza)...
Las protestas estudiantiles se descubren así como el síntoma de una enfermedad social, un país desgarrado por las contradicciones y que neuróticamente se ha inventado un pasado glorioso y democrático, un presente de éxito económico y un futuro prometedor, todas mentiras a carta cabal. Una sociedad que se percibe a sí misma como distinta de las del continente, compartiendo la percepción despectiva que Hollywood tiene sobre aquel. En Chile es especialmente difícil decir la verdad, pero el que las generaciones jóvenes estén despertando a ella no deja de ser alentador... o preocupante, para algunos.
Es por eso que cunde la preocupación entre la élite económica, descendiente y heredera de los conquistadores -los actuales "cuicos con apellidos europeos"- que han sometido a su enemigo interno -"los rotos mestizos" y los "indios"- durante siglos a la violencia o la esclavitud. Y es que nunca la élite latinoamericana ha tenido especial interés en educar a los "rotos", "cholos" o "nacos" mexicanos. Ni qué decir del desarrollo de la Ciencia, el emprendimiento o la innovación, palabras acá casi desconocidas. Los ricos sudacas siempre han tenido vocación de rentista, enriqueciéndose a costa de la pobreza ajena.
... Este es el trasfondo de la cuestión, el problema de la Educación en Chile no es sino un hilo de una espesa y centenaria madeja, lo demás es humo y sombras chinas. La educación ha sido un instrumento de dominación del que se ha hecho uso y abuso. Por eso el énfasis de la élite en los temas de cobertura más que en la calidad, por eso la escasa inversión en desarrollo tecnológico, por eso........
* Abogado y escritor chileno (1974), Magister en Derecho penal por la Universidad de Chile, Profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad del Mar, sede Antofagasta y Defensor Penal Público. Recientemente ha publicado su ópera prima, Goraknath (2011), por la editorial independiente chilena Cinosargo.
EXTRAÍDO DE "MANICOMIO SUYAY - Revista de Política y Otras Dudas" JULIO - OCTUBRE 2012 ANO 1 N°1
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