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Mi amigo Cristian me dice q además de estas visitas tmb estan confirmadas las de los Real Life y When In Rome.... como para recordar románticas así como antiguas épocas tmb....
Los esperamos a todos con los brazos abiertos.
Mis amigos me habían hablado mucho de Swami Kahhat, solían mencionar entre amaneceres y tertulias literarias que aquel antiguo librero del Jirón Quilca poseía textos de autores totalmente desconocidos en Occidente, libros que hablaban tanto de amor poético, viejas guerras, desconocidas y elaboradas filosofías e inclusive algunas historias que bien podían ser catalogadas como de ciencia ficción oriental, ejemplo de ello era el enigmático libro “Arjuna vuelve a nacer en el año 35 525 de la era estelar” que inmediatamente quise tener entre mis manos. Por ello fui ayer a su stand en la mencionada calle limeña, lo conocí, hable con él y le compré aquel enigmático libro mas no se imaginan cuánta fue mi sorpresa al darme cuenta que el texto no provenía de Oriente sino que estaba firmado por el famoso filósofo alemán Schopenhauer. ¿Alguna vez imaginaste que un iluminado del siglo XIX elevaría la tradición oriental hacia horizontes nunca antes imaginados? Leyendo “Arjuna vuelve a nacer en el año 35 525 de la era estelar” probarás las increíbles delicias de la imaginación retrofuturista: demasiado real para no sentirlo.
Wilder Gonzales Agreda.
La serpiente muerde su cola.
El sol veraniego que se filtraba entre las cortinas iluminaban su consultorio. Mientras el psiquiatra buscaba en los cajones de su mesa mi historia clínica pude ver, colgado en la pared, el retrato de un señor de anteojos, calvo y de apariencia melancólica. Mi doctor se dio cuenta de que estaba observando aquel cuadro con una sensación algo perdida. ¿Lo conoces?, me preguntó. Ante mi negativa, raudamente extrajo de su maletín un libro y me dijo: aquí está él esperándote. El libro era “La Casa de Cartón” y fue así como conocí a una de las más renombradas luminarias peruanas, gracias a mi psiquiatra quien, vaya coincidencia, había sido médico también de aquel desquiciado vanguardista.
Wilder Gonzales Agreda.
Haz el ejercicio de pasear una tarde por la plaza del Cuzco, siéntate a la vera de su fuente y distinguirás entre cuzqueños, entre las decenas de argentinos hippies (muchos realmente insoportables), unos cuantos chilenos y de esa pléyade de "gringos" -que vienen dispuestos a ser estafados, bricheados, etc-, a unos curiosos especímenes: los limeños.
Contrariamente a lo que creemos los hijos de esta tierra, lo primero que nos delatará será nuestro "acento". Sí, querido limeño, tenemos acento, un acentazo como doliente, como que rogamos por algo y las mujeres, muchas, además un extraño alargamiento de la sílaba final. Pero lo que realmente suele llamarme la atención es la manera como nos vestimos para ir al Cuzco, porque, el Cuzco es una ciudad, no el campo. Tiene universidades, empresas, negocios, etc. Siin embargo, casi como esos gringos que para venir a Sudamérica vienen disfrazados de Indiana Jones o su variante millenial, nosotros nos vestimos como si fuésemos a escalar el Himalaya. Ya, es verdad que el frío cuzqueño puede ser más intenso que el de la Costa -aunque este invierno me esté haciendo dudarlo- pero echa un vistazo a todo tu outfit: la casaca Northfake, abajo otra chaquetilla de polar o algo así de una marca similar, las botas de montañista, tus medias ochenteras cual escarpines, todo...
Y es que esa es la forma como imaginamos la Sierra: rural, el campo, las montañas, aunque en el fondo no nos movamos de un par de discotecas cusqueñas. Es decir, bien podrías haber venido vestido como en Lima con algo más de abrigo y ya; pero no, ir al Cuzco, a la sierra en general es asistir a un pedazo de nuestra imaginación geográfica que poco tiene que ver con nuestros hábitos usuales del vestido, del comportamiento, etc. Jamás vi en Lima a nadie tomarse una foto con una "niña andina" como lo vi en Cuzco y no ha sido porque no haya niños dispuestos a recibir one dollar por una foto en Lima, pero es que en Cuzquito (cada vez que escucho eso de "Cuzquito" me suda la espalda) es más cute. Ahora, sólo para que calcules la violencia de este acto, ¿te imaginas que alguien del Cuzco -Ayacucho, Huancavelica, Cajamarca o hasta de Chimbote- viniese y te pidiera tomarse una foto con tu hijita, tu sobrino, o lo que sea en Larcomar para subirlo a Instagram o al Facebook? ¿Hardcore, no?