Publicado originalmente en la revista "Freak Out!"
Primera idea que se me ocurrió cuando audicioné este álbum: ha empezado a tomar las alcantarillas underground la generación que creció de la mano de Seefeel o de los Autechre del Tri Repetae (1995) más movedizo. Lo digo no porque suenen como los grupos citados, sino porque parten de ellos para expresar una sensibilidad severamente influenciada por el ambient electrónico más puro y por el impulso dance más elemental. Pero, conforme le fui prestando mayor atención a este Anemone, las impresiones se hicieron más confusas e incoherentes. Segunda idea: Aphex Twin ha sido pasteurizado y (re)orientado hacia las performances bailables de perfil bajo. Tomorrowland desnuda el abigarrado andamiaje rítmico del Gemelo y lo hace suyo, supliendo el decorado del Twin con sobrios trazos ambientales de remotísimas reminiscencias house.
Tercera idea, elaborada tras una buena cantidad de escuchas: Anemone es el disco que firmarían los Orbital si es que pertenecieran a una forma de vida inteligente, superior a la humana. Los 7 tracks de esta entrega podrían eventualmente llegar a sernos un rotundo afrodisíaco sonoro: la innata sensualidad de las secuencias y sus retumbantes beats aflora sin reparos, libre de la ornamentación multicolor que los hermanos Hartnoll tienen a bien endosarnos con cada (vez menos inspirada) nueva entrega de Orbital -qué lejanos están los días del glorioso In Sides-. Claro que no todo es síncopa: sobre estas programaciones a una voz sencillas y excitantes, navegan los efluvios artísticos de otras vidas distantes en el tiempo y en el espacio. ¿Será esta la música que amena los tonos de seres semivegetales? ¿O el pulsante idioma en que se comunican los haces de luz viajando a través del éter interestelar?
Cuarta y última idea: no existe una contradicción flagrante entre el reprocesamiento dance de Aphex Twin y el reacomodo de género de Orbital; pero ¿acaso Richard D. James no es también humano? Al parecer la respuesta a esta pregunta es negativa (eso, o hemos dado el siguiente paso en la evolución sin darnos cuenta). Entonces, ¿qué puede haber entre ambos extremos que sea tan inherente y tan ajeno a sendos dos puntos fronterizos, y que además desafíe las predicciones sin ser un inmisericorde maelström? Contestaré a eso con una sola palabra: Tomorrowland.
Primera idea que se me ocurrió cuando audicioné este álbum: ha empezado a tomar las alcantarillas underground la generación que creció de la mano de Seefeel o de los Autechre del Tri Repetae (1995) más movedizo. Lo digo no porque suenen como los grupos citados, sino porque parten de ellos para expresar una sensibilidad severamente influenciada por el ambient electrónico más puro y por el impulso dance más elemental. Pero, conforme le fui prestando mayor atención a este Anemone, las impresiones se hicieron más confusas e incoherentes. Segunda idea: Aphex Twin ha sido pasteurizado y (re)orientado hacia las performances bailables de perfil bajo. Tomorrowland desnuda el abigarrado andamiaje rítmico del Gemelo y lo hace suyo, supliendo el decorado del Twin con sobrios trazos ambientales de remotísimas reminiscencias house.
Tercera idea, elaborada tras una buena cantidad de escuchas: Anemone es el disco que firmarían los Orbital si es que pertenecieran a una forma de vida inteligente, superior a la humana. Los 7 tracks de esta entrega podrían eventualmente llegar a sernos un rotundo afrodisíaco sonoro: la innata sensualidad de las secuencias y sus retumbantes beats aflora sin reparos, libre de la ornamentación multicolor que los hermanos Hartnoll tienen a bien endosarnos con cada (vez menos inspirada) nueva entrega de Orbital -qué lejanos están los días del glorioso In Sides-. Claro que no todo es síncopa: sobre estas programaciones a una voz sencillas y excitantes, navegan los efluvios artísticos de otras vidas distantes en el tiempo y en el espacio. ¿Será esta la música que amena los tonos de seres semivegetales? ¿O el pulsante idioma en que se comunican los haces de luz viajando a través del éter interestelar?
Cuarta y última idea: no existe una contradicción flagrante entre el reprocesamiento dance de Aphex Twin y el reacomodo de género de Orbital; pero ¿acaso Richard D. James no es también humano? Al parecer la respuesta a esta pregunta es negativa (eso, o hemos dado el siguiente paso en la evolución sin darnos cuenta). Entonces, ¿qué puede haber entre ambos extremos que sea tan inherente y tan ajeno a sendos dos puntos fronterizos, y que además desafíe las predicciones sin ser un inmisericorde maelström? Contestaré a eso con una sola palabra: Tomorrowland.
Hákim de Merv
No hay comentarios.:
Publicar un comentario