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La vileza y la aberración se erigieron en hechos diferenciales, del mismo modo que años atrás se había recurrido al volumen para obstruir el influjo adulto. Significaron una renuncia consciente al mainstream, un aspaviento exagerado de fervor y compromiso con la idea del metal auténtico.
Con este objetivo, el death manejó un imaginario premeditadamente extremo, de digestión difícil, cuando no imposible, para el estómago no familiarizado. Las escenas de mu3rt3, cru31dad y p3rv3rs10n evocadas en las letras y los artworks, los logotipos ilegibles, la vocalización gutural y la performatividad, austera y antiespectacular, en las antípodas de la aparatosa mise en scéne de la década anterior, fueron gestos de recuperación de la autoridad sobre el código y, en paralelo, de negación del diálogo con el afuera...
A lo largo de este capitulo se ha intentado descifrar el sentido del ruido en algunas ramificaciones estilísticas a parir del establecimiento de distintas relaciones entre los campos subcultural y hegemónico. Siguiendo esta línea argumentativa, la planteada por el black metal fue quizá la más decididamente transformadora de todas: predicó la irrupción violenta del primero en el segundo. O dicho de otro modo, el borrado del límite entre lo fantástico y lo real.
En su número del 27 de marzo de I993, la revista británica Kerrang! publicó el reportaje «The Ugly Truth About Black Metal». En él se hablaba de los crímenes perpetrados por varios integrantes de la escena noruega del black metal. Entre ellos, la quema de una decena de iglesias, actos vandálicos en cementerios y el asesinato de un hombre en Lillehammer a manos de Bård «Faust» Eithun, batería del grupo Emperor.
El artículo incluía entrevistas con Varg Vikernes, artífice de Burzum, de veinte años, y Øystein Aarseth, alias Euronymous, líder de Mayhem, de veinticinco. Ambos pugnaban por el liderazgo del Inner Circle, supuesta sociedad de iniciados que se congregaba en el sótano de Helvete, la tienda de discos regentada por Aarseth en Oslo. En agosto de aquel mismo año, Vikernes acabó con la vida de Euronymus asestándole veintitrés cuchilladas.
En los meses previos, el terrorismo satánico ya había desatado el pánico a nivel local. El 20 de enero del mismo año, en declaraciones al diario Bergens Tidende, Vikernes explicó que él y sus camaradas eran los responsables de la ola de incendios que asolaban la región. El tono sensacionalista de la crónica de Kerrang! -como el cartel de una película de serie B, la portada prometía «Incendios... Muerte... Rituales satánicos...»)- supuso para el «True Norwegian Black Metal» la plataforma idónea para proyectarse a escala internacional como la música más maligna jamás concebida.
El relato de lo acontecido entre el 8 de abril de 1991, fecha del suicido de Per Yngve Ohlin, alias Dead, vocalista de Mayhem, y el 10 de agosto de 1993, la muerte de Euronymous, ha sido explotado hasta la saciedad en documentales, libros, estudios académicos de todo tipo e incluso libros para colorear, como The Black Metal Coloring Book. La construcción mitológica del black metal se apuntala enteramente en esta y otras leyendas similares. Entre las más populares: el asesinato de un quinceañero a manos de los miembros del grupo alemán Absurd; el ataque con un hacha a una niña de cinco años por parte de Nattramn, de los suecos Silencer -el mismo que supuestamente se amputó las manos para expresar «auténtico dolor» durante la grabación del álbum Death Pierce Me (en Prophecy Productions, 2001) y luego se cosió, no queda claro como, dos pezuñas de cerdo-; el suicidio ritual de Jon Nödtveidt, líder de Dissection, tras cumplir condena por el apuñalamiento mortal de un inmigrante; o los cargos por violación contra Infernus, guitarrista de Gorgoroth, y por secuestro y tortura contra Gaahl, vocalista del mismo grupo.
Preguntado por los crímenes en Noruega, el director de cine y realizador de videoclips Jonas Akerlund, batería en los primeros ochenta de los pioneros Bathory, declaró: "En las favelas de Brasil hemos visto a chavales haciendo estupideces, disparándose y matándose entre ellos, y lo hemos visto en los suburbios de Londres y en los guetos de Italia. Todo eso lo hemos visto antes. Pero en esta historia no hay excusas para las atrocidades que se cometieron". Mas allá de las muertes y la destrucción, lo que generó un trauma en la sensibilidad colectiva fue la aparente falta de razón para tanta violencia. ¿Por qué sucedió esto en el sexto país más rico del mundo? ¿Por qué los hijos del bienestar declararon la guerra al cristianismo en un lugar donde, según las estadísticas, la religión preocupa a menos de un veinte por ciento de la población? ¿Qué falló en uno de los mejores sistemas educativos que existen?
ORIOL ROSELL
"Un cortocircuito formidable"
(2024)
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