Por MUC SI
En una entrevista concedida para el país, Daniel Verdú preguntó a Richard D. James, mejor conocido como Aphex Twin: ¿Todavía se puede hacer algo nuevo (musicalmente), hoy en día?, a lo que convencido respondió: "Sí, lo demostraré en un rato". Cada show que Aphex ha dado en todo el mundo hace énfasis en esto con las experiencias brindadas por los asistentes a sus shows. México no fue la excepción. Incluso recordé aquel dicho de Dalí: "I don't do LSD, I'm LSD"…
Si bien la presentación de Aphex Twin en México ya conseguía una inescrutable garantía previo a su show, fue hasta que comenzó a sonar 'Tassels', de la mano de sutiles visuales que distorsionaban el logo y andar de aquel himno concebido en el 'SAW2', que comenzó a tangibilizarse todo. Para los fans, las paredes de nuestro subconsciente se habían convertido en una sala anecoica donde 'Tassels' no dejaba de sonar mientras orbitaba un universo lleno de sonidos que se mezclaban distorsionados entre sí como si de una nave a punto de cruzar un portal interdimensional se tratara. Era como conectar nuestros psiques al mismo eurorack modular que manipulaba —seguramente— Richard D. James en ese momento.
La coyuntura nos situaba caminando sobre el tangible y físico monstruo llamado 'Selected Ambient Works' a través de un viaje astral y esquizofrénico que nos atisbaría justo en el instante en que el preponderante bajo de 'Red Flag' de Amit se incrustaría sobre nuestra humanidad, dejándola atrás, a razón de los millones de rayos láser que parecía haber frente a nuestros ojos. Un viaje descomunal, desconocido y vanguardista; algo nuevo para todas las psiques presentes en aquel lugar, tal cual lo había advertido en aquella entrevista para El País. Los cambios de ritmo, las atmósferas deconstruidas, los violentos kickazos y la gente que era Aphextwinezada en tiempo real a través de los visuales que transmitían durante el show, nos llevaban deliberadamente al mundo que quería Richard, a ese que ya pertenecíamos.
Nuestra nave había cruzado la barrera del sonido, ya no había marcha atrás; no nos pertenecíamos. James nos gobernaba bajo la doctrina de su brillante patología musical y visual. El clímax llegó; hardtechno y beats que violentaban las cabezas ya inhumanas de los que digeriamos con gozo el mundo que Aphex Twin nos postraba en ese tiempo y espacio, mientras 'Whip' de Naked hacía añicos nuestra quimérica realidad. Al final, Richard nos devolvió sanos y salvos a casa, pero, tal vez un día nos convertimos en el juguete de algún niño extraterrestre que juega con tanques y submarinos por mera diversión.
…'Aphex Twin don't do DMT, Aphex Twin is DMT'.
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