LOS INTEGRANTES DE KRAFTWERK NO SON TECNÓFILOS ACRÍTICOS Y ABSOLUTOS. Prefieren, por ejemplo, el tren y la bicicleta al avión. Los aeropuertos se los dejan a Eno y su Music for Airports; a ellos denles un velódromo cualquier día, como en el año 2010 en Manchester, donde hicieron unas presentaciones legendarias. "Preferimos el tempo de la autopista", me dijo Hütter. "Amamos salir a la ruta en bicicleta, la velocidad de la bicicleta y la experiencia cinemática. Lo mismo al andar en automóvil. Pero en el avión uno está demasiado abstraído de lo que sucede alrededor." Este es un elemento clave para entender a Kraftwerk. Mensch, Natur, Technik [Hombre, naturaleza y técnica]. Nada de fantasías futuristas sobre mochilas cohete o automóviles voladores para ellos. Ya tenemos la máquina y el modo de transporte en el que el ser humano y el medio ambiente se combinan a la perfección: la humilde bicicleta a pedal, sobre la cual es sabido que los integrantes de Kraftwerk llegaron a hacer por día distancias combinadas de más de cien kilómetros. Hütter también profesa una conciencia ecológica. "Por supuesto. La relación entre el hombre, las máquinas y el medio ambiente está completamente acabada. Somos perfectamente conscientes de esto."
Pocas bandas han tenido una "conciencia ecológica" tan desarrollada como la de Kraftwerk. Como lo expresó Wolfgang Flür, las puertas de la percepción estaban abiertas a "trenes, aviones, y hasta al susurro del viento", y todo esto se transfería a su música. Kraftwerk estaba en sintonía con todo.
Kraftwerk no ve las tecnologías como objetos para glorificar o fetichizar, sino como algo funcional, y en cierto modo neutral. "Ha sido siempre igual", afirma Hütter. "Desde que se inventó el cuchillo, uno puede usarlo para untar el pan o para clavárselo a alguien en la garganta."
No obstante, le aplican el bisturí a la sensibilidad blanda y retrógrada de aquellos que se refugiaron en los tropos sentimentales empapados de cuerdas de un pasado clásico muerto tiempo atrás. En el momento de su lanzamiento, Hütter deploró el soundtrack de John Williams para Star Wars, con toda su tonalidad orquestal épica y complaciente, que dejaba en evidencia que la película no era más que un western cósmico.
Por otro lado, Hütter sospecha que los luditas estéticos no siempre están motivados por una auténtica desconfianza huxleyana del desarrollo tecnológico a expensas del hombre y su alma, sino que a menudo responden a un prejuicio empecinado, al miedo, la aversión, e incluso a la hipocresía. "Sí, nosotros éramos atacados por gente que, extrañamente, cuando iba al dentista esperaba que tuviera el equipamiento más moderno y actualizado", me comentó. "No se hubieran dejado sacar las muelas con una tenaza pero nos atacaban por ser demasiado mecánicos. Cuando se trataba de música, querían viejas guitarras de los cincuenta".
DAVID STUBBS
Future Days. El Krautrock y la construcción de la Alemania moderna.
2015
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