La historia de un pueblo la cuenta su propia obra, y para ello hay que aprender a leer los testimonios escritos en los legados de cada época y de todas juntas… y eso es lo que hizo Carlos Milla Villena o Wayra Katari (1930), un personaje que solía deslumbrarnos, para iluminación de unos e incomodidad de otros, en cada una de sus develadoras conferencias que diera a lo largo de 36 años, recorriendo las ciudades y provincias de los países andinos, en las que nos mostraba y demostraba los correlatos arqueoastronómicos de la filosofía y las matemáticas andinas, las bases cósmicas de la Ley del Ayni y las controversias entre las verdades occidentales y las realidades de los abuelos milenarios.
Hacia los 70s, luego de la Revolución de Velasco, en el Perú eran tiempos en los que, desde la perspectiva de la ciudad, los pueblos andinos y amazónicos eran vistos como sectores indígenas, campesinos u obreros, y se desestimaba su identidad y los saberes de su cultura ancestral, constituyéndose en objetos arqueológicos, antropológicos y de museo. Se pensaba en un modelo de culturas precolombinas como cosas separadas. Sin embargo hubieron aportes de investigadores que enriquecieron la mirada integradora de una sola cultura andina milenaria, tales como Julio C. Tello, Luis Valcárcel, Virgilio Roel, María Scholten, William Burns, Dick Ibarra Grasso, Eduardo Grillo y otros que cita Carlos Milla en su obra, que le permitieran vislumbrar la profundidad, amplitud e integración alcanzada por los maestros andinos.
En el año 1974 la Dra. Josefina Ramos de Cox, entonces Directora del Seminario de Arqueología del Instituto Riva Agüero de la Pontificia Universidad Católica del Perú, encargó al arquitecto Milla, como le llamaba, conjuntamente con la Dra. Mercedes Cárdenas, que realizaran el catastro arqueológico de los valles de la Costa Norte, desde Lurín hasta Sechura. Carlos Milla ya había hecho pocos años antes el catastro arqueológico del Valle del Rimac para el INC.
Es en esas circunstancias que en el año 1976, analizando material aerofotográfico del Valle de Chao, descubre la existencia de un geoglifo sobre la playa fósil, cuya forma de 4 estrellas enmarcadas y orientadas, representaba a la Constelación de la Cruz del Sur, conocida desde la antigüedad como la Chakana. Estaba asociado a un asentamiento precerámico cercano, donde existe un pozo astronómico, parte del conjunto de modelos arquitectónicos que él reportara en su libro Genesis de la Cultura Andina. El análisis arqueoastronómico y el fechado por radio carbono dató una antigüedad de 4000 años… y ese fue el descubrimiento arqueológico que permitió abrir una nueva mirada de nuestra historia andina.
En 1980 Carlos Milla presenta su investigación “Génesis de la Arquitectura Andina” a la Bienal del Colegio de Arquitectos de Lima, ganando el primer premio en investigación. Es así como publica la primera edición de su libro, la cual titula “Génesis de la Cultura Andina”. Esta obra marcaría el inicio de esta mirada “Nuestra Andina”, como él denominaría, y a partir de este momento empezaríamos a contar nuestra historia desde nosotros, recuperando nuestros saberes y símbolos para leernos desde nuestras raíces.
Es inherente a la obra de Carlos Milla el símbolo de la Chakana Cruz Escalonada o Cruz Andina, el cual él asocia directamente al Geoglifo de la Constelación de la Chakana Cruz del Sur de Chao, por la relación que guardan las medidas de los brazos de la constelación con la proporción raíz de 2, correspondiente al lado de un cuadrado y su diagonal, y a la progresión para trazar geométricamente el fractal de la cuadratura de la circunferencia, simbolizado en la Chakana Cruz Escalonada. Este trazado sería una teoría si no fuera porque años después, hacia inicios de los 90s, el aviador Eduardo Herrán fotografiara el Geoglifo de la Chakana de Palpa, que dibuja exactamente este trazado.
La investigación científica multidisciplinaria desarrollada por Carlos Milla, su mirada funcional y espacial integradora como arquitecto y arqueoastrónomo, su capacidad de leer, explorar, investigar y maravillarse por la obra de los “abuelos”, nos ha legado el entendimiento sintiente del pensamiento filosófico matemático andino y de la sabiduría del Ayni o reciprocidad cósmica, simbolizada en el signo de las Diagonales del Cuadrado y de los Brazos Cruzados. Nos ha dejado también aportes sobre el uso de los espejos, ángulos y otras ingeniosas técnicas de medición astronómica ancestral, y de la geodesia inscrita en la Ruta de Wiraqocha, que develara María Scholten en 1953, y que él continuara investigando, en su afán de lograr entender y transmitir la visión cultural ecuménica andina de los pueblos del Abya-Yala, término que él recuperaría de la antigua lengua de los Cuna, para denominar al continente llamado americano.
Toda esta obra, desconocida por la academia, habría sido una obra más si Wayra Katari no hubiese llevado sus investigaciones mediante conferencias a las cuatro regiones de los Andes. En la década del 80 estos estudios empezaron a introducirse en el medio cultural y en algunas universidades de los países andinos. En aquellos años, él se sumó a la labor del Consejo Indio de Sud América, dirigiendo el Centro Cultural Andino Tunupa y publicando en la revista Pueblo Indio. Ello le permitió relacionarse con organizaciones indígenas y así llevar la semilla de los conocimientos que descubriera a los herederos directos de ésta sabiduría.
El despertar de la conciencia andina no se hizo esperar, y pronto empezaron a revivirse antiguas fiestas andinas como la de la Cruz de Mayo, relacionada a la Chakana Cruz del Sur, o la del Inti Raymi, asociada al solsticio de invierno y ligada a la constelación de la Yakana o Llama Madre, y también a promoverse símbolos como el de la Chakana Cruz Escalonada y el del Ayni como los Brazos Cruzados, hasta entonces desconocidos. Pero lo más importante es que mucha gente empezó a reconocerse con orgullo en la cultura milenaria de los abuelos, identificándose con el sentido de unidad y respeto a la diversidad de nuestra wifala y asumiéndose como investigadores y actores de la continuidad cultural. Así, diferentes organizaciones y autores, científicos, espirituales, creativos y políticos continuaron despertando poco a poco esta nueva mirada nuestra andina, por lo cual en los últimos años existen los más diversos frutos sociales, provenientes de la labor de recuperación de nuestra identidad cultural e historia telúrica, que despertara y sustentara para esta generación el Arquitecto Carlos Milla Villena, también conocido como el irpiri Wayra Katari.
(Testimonio histórico de Zadir Milla Euribe 04/17)
Hacia los 70s, luego de la Revolución de Velasco, en el Perú eran tiempos en los que, desde la perspectiva de la ciudad, los pueblos andinos y amazónicos eran vistos como sectores indígenas, campesinos u obreros, y se desestimaba su identidad y los saberes de su cultura ancestral, constituyéndose en objetos arqueológicos, antropológicos y de museo. Se pensaba en un modelo de culturas precolombinas como cosas separadas. Sin embargo hubieron aportes de investigadores que enriquecieron la mirada integradora de una sola cultura andina milenaria, tales como Julio C. Tello, Luis Valcárcel, Virgilio Roel, María Scholten, William Burns, Dick Ibarra Grasso, Eduardo Grillo y otros que cita Carlos Milla en su obra, que le permitieran vislumbrar la profundidad, amplitud e integración alcanzada por los maestros andinos.
En el año 1974 la Dra. Josefina Ramos de Cox, entonces Directora del Seminario de Arqueología del Instituto Riva Agüero de la Pontificia Universidad Católica del Perú, encargó al arquitecto Milla, como le llamaba, conjuntamente con la Dra. Mercedes Cárdenas, que realizaran el catastro arqueológico de los valles de la Costa Norte, desde Lurín hasta Sechura. Carlos Milla ya había hecho pocos años antes el catastro arqueológico del Valle del Rimac para el INC.
Es en esas circunstancias que en el año 1976, analizando material aerofotográfico del Valle de Chao, descubre la existencia de un geoglifo sobre la playa fósil, cuya forma de 4 estrellas enmarcadas y orientadas, representaba a la Constelación de la Cruz del Sur, conocida desde la antigüedad como la Chakana. Estaba asociado a un asentamiento precerámico cercano, donde existe un pozo astronómico, parte del conjunto de modelos arquitectónicos que él reportara en su libro Genesis de la Cultura Andina. El análisis arqueoastronómico y el fechado por radio carbono dató una antigüedad de 4000 años… y ese fue el descubrimiento arqueológico que permitió abrir una nueva mirada de nuestra historia andina.
En 1980 Carlos Milla presenta su investigación “Génesis de la Arquitectura Andina” a la Bienal del Colegio de Arquitectos de Lima, ganando el primer premio en investigación. Es así como publica la primera edición de su libro, la cual titula “Génesis de la Cultura Andina”. Esta obra marcaría el inicio de esta mirada “Nuestra Andina”, como él denominaría, y a partir de este momento empezaríamos a contar nuestra historia desde nosotros, recuperando nuestros saberes y símbolos para leernos desde nuestras raíces.
Es inherente a la obra de Carlos Milla el símbolo de la Chakana Cruz Escalonada o Cruz Andina, el cual él asocia directamente al Geoglifo de la Constelación de la Chakana Cruz del Sur de Chao, por la relación que guardan las medidas de los brazos de la constelación con la proporción raíz de 2, correspondiente al lado de un cuadrado y su diagonal, y a la progresión para trazar geométricamente el fractal de la cuadratura de la circunferencia, simbolizado en la Chakana Cruz Escalonada. Este trazado sería una teoría si no fuera porque años después, hacia inicios de los 90s, el aviador Eduardo Herrán fotografiara el Geoglifo de la Chakana de Palpa, que dibuja exactamente este trazado.
La investigación científica multidisciplinaria desarrollada por Carlos Milla, su mirada funcional y espacial integradora como arquitecto y arqueoastrónomo, su capacidad de leer, explorar, investigar y maravillarse por la obra de los “abuelos”, nos ha legado el entendimiento sintiente del pensamiento filosófico matemático andino y de la sabiduría del Ayni o reciprocidad cósmica, simbolizada en el signo de las Diagonales del Cuadrado y de los Brazos Cruzados. Nos ha dejado también aportes sobre el uso de los espejos, ángulos y otras ingeniosas técnicas de medición astronómica ancestral, y de la geodesia inscrita en la Ruta de Wiraqocha, que develara María Scholten en 1953, y que él continuara investigando, en su afán de lograr entender y transmitir la visión cultural ecuménica andina de los pueblos del Abya-Yala, término que él recuperaría de la antigua lengua de los Cuna, para denominar al continente llamado americano.
Toda esta obra, desconocida por la academia, habría sido una obra más si Wayra Katari no hubiese llevado sus investigaciones mediante conferencias a las cuatro regiones de los Andes. En la década del 80 estos estudios empezaron a introducirse en el medio cultural y en algunas universidades de los países andinos. En aquellos años, él se sumó a la labor del Consejo Indio de Sud América, dirigiendo el Centro Cultural Andino Tunupa y publicando en la revista Pueblo Indio. Ello le permitió relacionarse con organizaciones indígenas y así llevar la semilla de los conocimientos que descubriera a los herederos directos de ésta sabiduría.
El despertar de la conciencia andina no se hizo esperar, y pronto empezaron a revivirse antiguas fiestas andinas como la de la Cruz de Mayo, relacionada a la Chakana Cruz del Sur, o la del Inti Raymi, asociada al solsticio de invierno y ligada a la constelación de la Yakana o Llama Madre, y también a promoverse símbolos como el de la Chakana Cruz Escalonada y el del Ayni como los Brazos Cruzados, hasta entonces desconocidos. Pero lo más importante es que mucha gente empezó a reconocerse con orgullo en la cultura milenaria de los abuelos, identificándose con el sentido de unidad y respeto a la diversidad de nuestra wifala y asumiéndose como investigadores y actores de la continuidad cultural. Así, diferentes organizaciones y autores, científicos, espirituales, creativos y políticos continuaron despertando poco a poco esta nueva mirada nuestra andina, por lo cual en los últimos años existen los más diversos frutos sociales, provenientes de la labor de recuperación de nuestra identidad cultural e historia telúrica, que despertara y sustentara para esta generación el Arquitecto Carlos Milla Villena, también conocido como el irpiri Wayra Katari.
(Testimonio histórico de Zadir Milla Euribe 04/17)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario