Estuve revisando un libro publicado por Ediciones Hiperión conteniendo las "Poesías y otros textos" de Arthur Rimbaud. La esclarecida introducción por Juan Abeleira merece ser mostrada para el conocimiento de todos. Aquí un exacto extracto.
La Revolución
“El Poeta, el artista en general, debe hacerse vidente”, piensa Rimbaud entonces. “Bien, pero ¿no es ésta otra actitud egoísta? ¿Qué ocurre con todos esos hombres y mujeres que luchan por defender la Comuna mientras yo escribo esto? ¿No debe tener el artista, aparte de su propia moral amoral, una moral social? ¿No debe ayudar al resto de los hombres a descubrir también su porción de divinidad? ¡Por supuesto que sí! ¡Pero antes hay que derrocar el orden establecido! ¡Hay que promover la Revolución!”. Y con esta determinación tomada, y unos cuantos poemas bajo el brazo, se marcha a París, donde le aguarda Verlaine, uno de los escasos videntes de la nueva generación.
... ¿Y cuál era esa actitud? Políticamente , ¿de qué lado estaba Rimbaud? En general, del lado de “la canalla”, de los “Obreros fascinantes” que tantas veces se habían rebelado y tantas veces habían sido reprimidos. En particular, del lado republicano, o mejor dicho, del lado del ideal libertario que había aplastado a fuerza de bombas y bayonetazos Napoleón III.
Uno de los poemas más significativos (en todos los sentidos) de aquella época es “Los asentados”. Como casi siempre, con él Rimbaud trasciende el simple motivo que originó el texto (el carácter arisco de un bibliotecario) para realizar un alegato en contra de todos esos seres “bien establecidos”, aferrados a los privilegios inmerecidos que les otorgó un pasado injusto. “Los asentados” no quieren ni oír hablar de “lo nuevo”, no desean “moverse”. Se agarran con uñas y dientes a “sus sillas”, en las que han llegado a echar raíces.
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