Entrevista realizada por CÉSAR HILDEBRANDT
Extraído de "Cambio de Palabras"
25 de febrero de 1973
...Sería tal vez redundante preguntarle si considera ejemplar el régimen cubano...
- Ejemplar en un sentido...
Pero no sería redundante preguntarle por qué cree que el régimen cubano ha asumido una actitud tan comprensiva y tan solidaria con el proceso peruano...
- Sí, eso es cierto. Tienen una posición muy comprensiva del régimen peruano actual. Desde mi punto de vista, creo que hay algunas bases objetivas que permiten explicar esa actitud. Por un lado, la necesidad concreta del régimen cubano de romper el bloqueo imperialista y su aislamiento diplomático en América Latina. Mientras que el régimen peruano tiene una necesidad objetiva de realizar una política externa que no dependa de manera muy estrecha de ningún Estado nacional imperialista en particular, sin romper, sin embargo, su pertenencia al orden imperialista en su conjunto. Por otro lado, hay una evaluación pragmática sobre los fracasos de diez años de insurrección guerrillera en el continente y sobre el valor que regímenes nacionalistas-reformistas, de este tipo, tengan para el debilitamiento de la estructura del poder imperialista en su conjunto. El problema aquí es que no se evalúa los riesgos de confusión para las luchas de los trabajadores dentro de un régimen de este tipo.
Y el apoyo del Partido Comunista, ¿cómo es explicado en "Sociedad y Política"?
- El Partido Comunista Peruano pertenece al movimiento comunista internacional que se orienta desde la Unión Soviética. La estrategia trazada -la coexistencia pacífica y la vía pacífica de la revolución- y las circunstancias actuales de la política soviética, explican bastante bien la actitud del PC peruano. Pero hay que tener en cuenta que el apoyo del PC al régimen contiene, sin embargo, algunos elementos de crítica. Sus voceros han dicho repetidas veces que este es un régimen nacionalista-reformista y que, por esas razones, merece su apoyo. Este apoyo está condicionado por la percepción teórica que el PC mantiene sobre la sociedad peruana: sociedad predominantemente precapitalista, con un tipo de economía semicolonial donde la dominación imperialista se funda largamente sobre una base precapitalista de producción, con un dominio del poder oligárquico muy fuerte todavía; y donde, en correspondencia con todo esto, las tareas revolucionarias inmediatas consistirían en la eliminación del poder feudal con una revolución antioligárquica y antiimperialista en un sentido nacional más bien que de clase. La admisión de que existiría una burguesía progresista en el país, que nutriría principalmente un frente de clases que rescate la soberanía nacional; todas esas consideraciones teóricas del PC están detrás de su apoyo al régimen. Y creo que su apoyo es consecuente tanto con sus postulados teóricos como con su vinculación a la línea internacional que se señala desde la Unión Soviética.
En todo caso, la posición del Partido Comunista es, dentro de lo relativo, clara y rotunda. Se parece entonces muy poco a la posición de la ultraizquierda, por decirlo así. ¿Cuál es, al fin, señor Quijano, el papel que debe jugar la izquierda revolucionaria, como usted la llama, en este momento?
- La labor es hoy día suficientemente clara: ampliar, profundizar, organizar la lucha de la masa mayoritaria de los campesinos por su derecho a la tierra y al trabajo; fortalecer las organizaciones del campesinado y su defensa contra la imposición corporativista de las ligas agrarias y el aparato militar-civil del Sinamos, organizar las conquistas del campesinado como formas de poder popular local; ampliar la lucha de los trabajadores campesinos de las cooperativas y las SAIS para impedir la transferencia del producto de su trabajo hacia los centros capitalistas privados o estatales; luchar junto al proletariado urbano-industrial-minero por la defensa de su nivel de vida, del salario, del derecho de huelga, de la autonomía de sus organizaciones sindicales frente al corporativismo de la CTRP y del Sinamos, es decir, por la defensa de las conquistas democráticas de los trabajadores; destruir la influencia ideológica popular y reformista, las ilusiones del nacionalismo pequeñoburgués y su ideología de conciliación de clases, y los liderazgos sindicales y políticos que encarnan estas tendencias en el seno del movimiento obrero; convertir las luchas reivindicativas y políticas espontáneas del proletariado, en una lucha conscientemente revolucionaria, coherente y organizada; construir y desarrollar, desde el seno mismo de las masas trabajadoras y en el curso de sus luchas, las bases de un movimiento socialista revolucionario, capaz de articular la lucha, por las reivindicaciones inmediatas e históricas del proletariado, y de articular en torno a ellas las reivindicaciones específicas de las otras capas dominadas de la ciudad y del campo. A largo plazo, se trata, pues de construir un movimiento popular organizado, centrado en el liderazgo del proletariado, como alternativa estratégica que surge de las condiciones efectivas de las luchas de clase actuales, y cuyas tácticas podrían variar conforme varíen las coyunturas concretas de esas luchas...
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