Loopdrop y la melancolía por un futuro que no fue.
¿Y tú en qué estabas el año 2001? Cuando el planeta musical se aprestaba a entrar en declive hacia décadas adictas al fetiche retrómano desbarrancados por el electroclash y el así llamado neo-rock, Latinoamérica fue hogar de desquiciados que, tal cual lo hicieron en los 90, resistieron incólumes al ruido del billete y el marketing. De tal guisa surgió René Soberanis en Tijuana, MX, quien arma LOOPDROP ya el 98 y consigue sorprender a la escena al publicar en Rocket Girl -el sello de Vinita Joshi, hogar del tributo a Spacemen 3 (1998)- su primer álbum.
El sonido de Loopdrop bebe de la escena Morr Music, de Stereolab y Broadcast pero también de astros del post-rock espacial: Füxa, Transient Waves, Flowchart: celestes melodías, farfisas, moogs, minimalismo. Soberanis afirmaba que lo suyo se situaba lejos de gente como Nortec Collective, electrónicos natales como él de Tijuana, y de las fusiones de electrónica con folk para turistas. ¡Gran intuición, adelantado!
Las 11 piezas que destellan en "Loopdrop" nos hablan de la rutina urbana, las emociones en aquel cambio de siglo vivido con suma pasión en las células avant del planeta y del extasis de encontrar en la música, la paz y plenitud ansiada. "Nunca recuerdo cómo va" podría haber sido escrita por Earwig, la manera en la que discurre shoegaze con electrónica lo emparenta con aquella tríada memorable. Mucho Pale Saints, His Name Is Alive, Felt, Durutti Column, pero también Spacemen 3, Seefeel, múm, Low. Si "Mis Canicas" es un tributo a Piano Magic, "Triciclo" es una oda en clave Lali Puna a los días de jolgorio y diversión de los infantes de la generación X.
Aunque René Soberanis continúa performando usando el alias de Loopdropkid, sigue siendo todo un secreto de la escena noventera post dos miles latinoamericana. No lo verás en tu revista de trendencias prefabicradas favorita, dalo por hecho.
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