PARURO/CHEFKIRK/SHHH
Ejercicios de Desolación Artificial 2
Aloardí
Desde su presentación, empaquetamiento y diseño hasta por supuesto los sonidos verdaderamente desconcertantes que emergen de ellos, cada lanzamiento de esa fabulosa anomalía que es Aloardí Discos representa un desafío cuestionador de nuestros hábitos mismos de escucha, hasta de nuestra percepción del disco como una realidad física. Esta nueva manifestación de la serie split Ejercicios de Desolación Artificial iniciada por Galarreta y el argentino Pablo Reche el año pasado vuelve a plantear una hipótesis irresistible: primero, dar cabida a las más ensordecedoras y nocivas tajadas de sonido taladrador y, segundo, establecer lazos descentralizadores con actos afines de otros puntos del planeta tradicionalmente ajenos/marginados de la esfera de acción habitual (llamémosle vilmente mercado, también, si se quiere) de los practicantes de esta acre electrónica auralmente extremista. Es decir, music is a better noise, como dirían los X-Ray Spex, que surge heroicamente de puntos del planeta que no son Japón o Austria o Inglaterra, donde insólitamente este tipo de sonidos ha logrado posicionarse en un mercado moderadamente lucrativo asociado a festivales avant con fondos gubernamentales y becas de la institucionalidad cultural-artística para financiar cómodas carreras musicales.
Además del atronador vortex licúa-tímpanos que orquestan Paruro, de estos
pagos, Chefkirk del DIY gringo y Shhh, de, insólitamente, Puerto Rico (me imagino estos ruidos crispados en un spot turístico cliché de la isla encanto –atentos, ministerios del ramo), hay aquí un aspecto de creación heroica que es casi militante: en un acto prácticamente situacionista de detournment (tomar una imagen pre-establecida de la iconografía cultural y resemantizarla subversivamente neutralizando su intención política original), una expresión artística de raigambre apolínea-occidental se revitaliza con una inyección de inventiva, anti-institucionalidad y expresionismo urgente-emergente asociado en el caso de Paruro y Shhh a la experiencia urbana distópica latinoamericana. Este es un arte hecho a espaldas de la oficialidad datanoise, en verdad una bestia ya bastante redomada/adocenada en el primer mundo. Las catastróficas colisiones de frecuencias que encuentra Paruro en el corazón de desentrañado de sus máquinas intervenidas (una versión particular del mito prometeico/órfico aplicada a la música contemporánea), desde el inusual pulso rítmico con que se abre su tema hasta el malsano maelstrom de salvajismo y decibeles atormentados que lo cierra son percibidas en ese sentido como una declaración de principios acerca del derruido paisaje de Lima Profunda, no la de los monstruosos leviatanes arquitectónicos de consumo ciego y enajenante, sino la de (como el nombre de este acto explicita) las calles palpablemente viscosas del centro, la de la entropía apocalíptica hecha pan de cada día, la de las paredes envilecidas por el abandono y recubiertas por el beso lóbrego de la contaminación. El vómito negro que es la Lima de hoy palpita vívidamente en “Intervención al sonido # 2” (registrada en vivo, además) y es uno de los méritos indiscutibles de este pequeño disco (20 minutos), opacando inclusive a sus acompañantes (la paradójica serenidad que se desprende de los rescoldos sónicos de la poética “Sin Consuelo”, de Shhh es también destacable). A algunos quizá esto les sepa a ruido descabellado, gratuito e impasable –¿lo será?, ¿será eso relevante?, ¿no es más bien tóxica y ofensiva la falta de sentido último de las zombies músicas regimentadas que expele/expende la “industria”? La anecdótica instrucción al aprendiz zen –quedarse mirando la pared indefinidamente hasta hacer hablar al vacío en él- es la lección de este disco: descubrir los patrones detrás del incesante, superficialmente aleatorio chisporrotear de circuitos, filamentos y procesos informáticos. Justamente ilustra esta idea el micrófono ritual que retroalimenta una señal vacía a la radio que reacciona convulsivamente en la música de Paruro –dejemos que la nada aúlle.
MARCO RIVERA.
Ejercicios de Desolación Artificial 2
Aloardí
Desde su presentación, empaquetamiento y diseño hasta por supuesto los sonidos verdaderamente desconcertantes que emergen de ellos, cada lanzamiento de esa fabulosa anomalía que es Aloardí Discos representa un desafío cuestionador de nuestros hábitos mismos de escucha, hasta de nuestra percepción del disco como una realidad física. Esta nueva manifestación de la serie split Ejercicios de Desolación Artificial iniciada por Galarreta y el argentino Pablo Reche el año pasado vuelve a plantear una hipótesis irresistible: primero, dar cabida a las más ensordecedoras y nocivas tajadas de sonido taladrador y, segundo, establecer lazos descentralizadores con actos afines de otros puntos del planeta tradicionalmente ajenos/marginados de la esfera de acción habitual (llamémosle vilmente mercado, también, si se quiere) de los practicantes de esta acre electrónica auralmente extremista. Es decir, music is a better noise, como dirían los X-Ray Spex, que surge heroicamente de puntos del planeta que no son Japón o Austria o Inglaterra, donde insólitamente este tipo de sonidos ha logrado posicionarse en un mercado moderadamente lucrativo asociado a festivales avant con fondos gubernamentales y becas de la institucionalidad cultural-artística para financiar cómodas carreras musicales.
Además del atronador vortex licúa-tímpanos que orquestan Paruro, de estos
pagos, Chefkirk del DIY gringo y Shhh, de, insólitamente, Puerto Rico (me imagino estos ruidos crispados en un spot turístico cliché de la isla encanto –atentos, ministerios del ramo), hay aquí un aspecto de creación heroica que es casi militante: en un acto prácticamente situacionista de detournment (tomar una imagen pre-establecida de la iconografía cultural y resemantizarla subversivamente neutralizando su intención política original), una expresión artística de raigambre apolínea-occidental se revitaliza con una inyección de inventiva, anti-institucionalidad y expresionismo urgente-emergente asociado en el caso de Paruro y Shhh a la experiencia urbana distópica latinoamericana. Este es un arte hecho a espaldas de la oficialidad datanoise, en verdad una bestia ya bastante redomada/adocenada en el primer mundo. Las catastróficas colisiones de frecuencias que encuentra Paruro en el corazón de desentrañado de sus máquinas intervenidas (una versión particular del mito prometeico/órfico aplicada a la música contemporánea), desde el inusual pulso rítmico con que se abre su tema hasta el malsano maelstrom de salvajismo y decibeles atormentados que lo cierra son percibidas en ese sentido como una declaración de principios acerca del derruido paisaje de Lima Profunda, no la de los monstruosos leviatanes arquitectónicos de consumo ciego y enajenante, sino la de (como el nombre de este acto explicita) las calles palpablemente viscosas del centro, la de la entropía apocalíptica hecha pan de cada día, la de las paredes envilecidas por el abandono y recubiertas por el beso lóbrego de la contaminación. El vómito negro que es la Lima de hoy palpita vívidamente en “Intervención al sonido # 2” (registrada en vivo, además) y es uno de los méritos indiscutibles de este pequeño disco (20 minutos), opacando inclusive a sus acompañantes (la paradójica serenidad que se desprende de los rescoldos sónicos de la poética “Sin Consuelo”, de Shhh es también destacable). A algunos quizá esto les sepa a ruido descabellado, gratuito e impasable –¿lo será?, ¿será eso relevante?, ¿no es más bien tóxica y ofensiva la falta de sentido último de las zombies músicas regimentadas que expele/expende la “industria”? La anecdótica instrucción al aprendiz zen –quedarse mirando la pared indefinidamente hasta hacer hablar al vacío en él- es la lección de este disco: descubrir los patrones detrás del incesante, superficialmente aleatorio chisporrotear de circuitos, filamentos y procesos informáticos. Justamente ilustra esta idea el micrófono ritual que retroalimenta una señal vacía a la radio que reacciona convulsivamente en la música de Paruro –dejemos que la nada aúlle.
MARCO RIVERA.
1 comentario:
hola te escribe jorge castro (cornucopia) desde puerto rico. refrescantes tus comentarios sobre SHHH. son mis amigos! les pasare esta reseña. saludos tambien para el christian galarreta.
- jorge
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