Extraído de "Grancomboclub"
No es que la solidez de las instituciones sea el antídoto contra la corrupción como postula la politología convencional mediática en el Perú.
La mayor institucionalidad por sí misma lo único que hace es que la corrupción sea más sofisticada y difícil de combatir. Con la mayor institucionalidad el crimen a secas pasa a ser crimen organizado.
Lo estamos viendo en el caso del fuertemente resguardado Alan García y cómo se jacta de no ser pescado como otros que fueron delatados por negociar directamente con Odebrecht. En su caso es indirecto y hay una red de operadores que caen cual peones y caballos que protegen al rey. La organicidad histórica del Apra fue totalmente reconvertida hacia la corrupción del círculo más cercano a Alan García. Y esa organicidad no la tiene por supuesto alguien como Toledo que es pillado pidiendo coima dierctamente cual empleaducho de tercer nivel. No la tiene Kuczynski que por más negociante que sea no tiene gente que ponga las manos al fuego por él. No la tienen Humala y Heredia con sus precarias agenditas en que deja huella de todo más su red familiar y de amigas del aire. No la tiene Villarán con su clan de hermanos y ex-compañeros defraudados. Ni siquiera la tienen los Fujimori, líderes de un partido hecho a base de prebendas temporales.
García tuvo verdaderos maestros de la corrupción que lo formaron y protegieron. Es muy difícil superar una escuela de cuadros con maestros como Carlos Andrés Pérez, Felipe González y François Mitterand, más los amigos colombianos que le ofrecieron la nacionalidad. A Mitterand no le pillaron nada, un exitoso corrupto con aura progre encima. Ese es el alto vuelo de Alan García.
Se cuenta que el venezolano CA Pérez le recomendó abiertamente a García que robe sin asco todo lo que pueda cuando tuviera poder. "Si tienes miramientos, te faltará el dinero para cuando te juzguen". García hizo las cosas en forma cuidadosamente elaborada pues sabía que se vendría un momento como el actual y los anteriores en que lo acusaron. Ya tenía sus líneas de defensa de coartadas, jueces, políticos, medios que lo sacarían de apuros. Ya los tenía muy bien incentivados. Una sofisticada organización para el crimen.
Cada vez que Alan García se jacta de no ser pillado, el Perú fracasa como país, como realidad, como entidad, como comunidad nacional. Su existencia en libertad es una burla y una total afrenta al país. Toca ponerlo en su lugar. Y el único lugar de Alan García es una prisión de alta seguridad.
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