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lunes, 27 de abril de 2020

Hace 75 años. Benito Mussolini

Los cadáveres de Mussolini y su amante Clara Petacci expuestos y profanados en la plaza Loreto de Milán, tras ser fusilados por los partisanos comunistas en Giulino di Mezzegra, región de Como.


por GUSTAVO ESPINOZA M.
Extraído de Diario Uno.

Hace 75 años, el 28 de abril de 1945, acabó la vida de Benito Mussolini, el Jefe del fascismo Ita­liano Y el hecho no ocurrió como él lo había imaginado. “Il Ducce”, fue fusilado por un destacamen­to guerrillero que lo capturara el día anterior. Concluyó así una vida tormentosa que sumió en el horror a la sociedad italiana y que llevó a su país a los más profundos abismos en el marco de la II Guerra Mundial, al lado de la Alemania Nazi liderada por Adolfo Hitler.

El fascismo surgió al fin de la primer Gran Guerra cuando los grandes monopolios, temblaron ante la idea que una Revolución como la rusa del 17, arribara a Europa Occidental. El sólo pensar en la posibilidad de perder sus privilegios y soltar las riendas del Poder, llevó a la Gran Burguesía de la época a buscar al Fascismo como la herramienta destinada a doblegar a los pueblos.

Hubo otras experiencias en diversos países. En Hungría, fue ahogada en sangre la República de los Concejos -“La revolución de los Crisantemos- del Conde Ka­roldy y Bela Kun; y en Bulgaria el derrocamiento del gobierno de la Unión Agraria de Alexander Stambolinski dio lugar a .la conso­lidación del régimen del general Tsankov. Pero el fascismo tomó fuerza desde el 28 de octubre de 1922 cuando las Camisas Negras marcharon sobre Roma e impu­sieron al rey Víctor Manuel la designación de Mussolini como Jefe del Gobierno.

Mussolini venía de las canteras del radicalismo revolucionario. Era un “socialista de izquierda” que lanzaba furibundas proclamas contra el Capital. Se dio cuenta pronto, sin embargo, que ese no era “su camino”, y optó por cam­biar de rumbo girando en redon­do. De Ultra izquierdista, pasó a ser ultra derechista, y se puso al servicio de la gran burguesía en Italia y el mundo.

El inicio de su gestión guber­nativa tuvo un signo claro: el an­ticomunismo más desenfrenado. El, lo llevó a perseguir al Partido Comunista, y a otros movimien­tos que hicieron resistencia a su régimen. Para batirlos, los acusó a todos de “comunistas”, incluyen­do en esa categoría a los trabajadores y a sus organizaciones de clase, los sindicatos.

Para afirmar su Poder en 1924 consumó el asesinato del diputado socialista Giácomo Matteotti. Este intervino en su Cámara objetando las propuestas planteadas por el Jefe del Fascismo. Cuando terminó su intervención, Mussolini dijo balbu­ceante: “un discurso como éste no puede repetirse”. El parlamentario fue secuestrado, y luego asesinado. Acusado por el crimen, Mussolini diría luego: “Si el fascismo no ha sido más que aceite de ricino y manga­nello, y no una soberbia pasión que ha inflamado a la mejor juventud italiana, la culpa es mía. Si el fascismo se ha convertido en una banda de delincuentes, yo soy el jefe de esa banda. Si toda la violencia que se ha cometido ha sido el resultado de un determinado clima histórico, político y moral, mía es la responsabilidad”. De ella se ufanaba.

El paso siguiente para el régimen, fue la captura del diputado comu­nista Antonio Gramsci. Dictando pena contra él, el Juez de la causa diría: “Este cerebro no puede volver a pensar por lo menos en veinte años”. En 1927, Gramsci fue condenado a 20 años de cárcel, y confinado en la prisión de Ustica donde cumplió tan solo la mitad de su sanción. Diez años más tarde, en 1937, falleció como resultado de su atormentada vida carcelaria.

Pero la ofensiva principal del fascismo se consumó contra los trabajadores. Despidió a miles de obreros y empleados de vanguardia a los que reemplazó por activistas de su partido, a los que hizo trabajar en fábricas de armamentos para ha­cer la guerra contra otros pueblos. Se lanzó primero contra Albania, Etiopía y Libia en el norte africano, para terminar como furgón de cola del Ejército Nazi en la agresión a la URSS.

La intervención en este conflic­to signó la catástrofe del régimen mussoliniano. Que debió enfrentar, adicionalmente, la resistencia arma­da de los Partisanos -los guerrilleros comunistas que lograron el apo­yo de los cristianos en la lucha contra el régimen- . Ellos actua­ron a partir de marzo de 1943, cuando, al decir de Giovanni De Luna “el fantasma de la lucha de clase que parecía haber sido expulsado hacia veinte años, resurgía de nuevo”

La crisis fue tan agobiante que a mediados de ese año la estabili­dad del régimen fue cuestionada. Incluso el Gran Consejo Fascista -el órgano superior del Estado y del Gobierno- resolvió separar de la conducción del país a Mussolini en la dramática noche del 25 de julio de ese año. Mussolini fue transitoriamente confinado en la fortaleza del Gran Sasso, de donde sería “recuperado” después por un comando alemán al mando del Capitán Otto Skorzeny.

De retorno a Italia, en el norte del país Mussolini instauró una administración falsa que denomi­nó “La República de Saló”. Pero allí fue enfrentado por el pueblo de armas. Acorralado y acosado, tuvo que abandonar su cuartel en las cercanías de Milán, desde donde buscó entablar ciertas “ne­gociaciones de paz” que usó para ganar tiempo, y huir. Pretendió hacerlo en un convoy germano premunido de un capote militar y casco de acero. Reconocido y capturado por un destacamento Garibaldino que operaba al norte de Italia, selló su suerte.

En la mañana del 28, fue conducido a Mezzagra aldea de Dongo, donde encontraría su fin en las puertas de una villa. Para unos, fue Pietro Terzi, y para otros, el Coronel Valerio -Walter Adusio- quien ejecutó la acción, pero el hecho fue consumado. El mismo 28 de abril en horas de la noche el cadáver del Ducce, el de su amante Clara Petacci y los cuerpos de sus colaboradores con él capturados, fueron colga­dos cabeza abajo en la Piazzole Loretta, de Milán.

Fue el fin de una dramática etapa de la historia. Ella no habrá de repetirse.

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barbarismos

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El Comité empezó a ser acosado por la policía. Hipólito Salazar, que había fundado la Federación Indígena Obrera Regional Peruana, fue deportado. Urviola enfermó de tuberculosis y falleció el 27 de enero de 1925. Cuando enterraron a Urviola varios dirigentes de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo no pudieron asistir a su velatorio en el local de la Federación de Choferes, en la calle Sandia. El sepelio fue multitudinario. Los ejércitos particulares de los hacendados se dedicaron a quemar las escuelas que el Comité había abierto en diversos puntos del interior del Perú y persiguieron también a sus alumnos y profesores. Antes de la sublevación de Huancané de 1923, fusilaron a tres campesinos de Wilakunka solo porque asistían a una de estas escuelas. El año siguiente, durante una inspección que realizó a las comunidades de Huancané, el Obispo de Puno, Monseñor Cossío, constató la acción vandálica de los terratenientes que habían incendiado más de sesenta locales escolares. No contentos con quemar las escuelas que organizaba el Comité y asesinar a sus profesores o alumnos, los gamonales presionaron a las autoridades locales para que apresen a los delegados indígenas y repriman a los campesinos que los apoyaban. Entre 1921 y 1922, diversos prefectos y subprefectos perpetraron crímenes y atropellos. Hubo casos donde fueron los mismos gamonales los que se encargaron de asesinar a los delegados de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo. Domingo Huarca, delegado de los comuneros de Tocroyoc, departamento del Cusco, quien había estado en Lima tramitando memoriales, fue brutalmente asesinado. Los gamonales primero lo maltrataron, después le sacaron los ojos y finalmente lo colgaron de la torre de una iglesia. Vicente Tinta Ccoa, del subcomité de Macusani, en Puno, que fue asesinado por los gamonales del lugar. En agosto de 1927, la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo dejó de funcionar luego que, mediante una resolución suprema, el gobierno de Leguía prohibió su funcionamiento en todo el país. Gran parte de la promoción de líderes indígenas que se forjó con la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo engrosó los nuevos movimientos sociales que iban a desembocar en la formación del Partido Comunista y el Partido Aprista. Fueron los casos de Ezequiel Urviola, Hipólito Salazar y Eduardo Quispe y Quispe, que fueron atraídos por la prédica socialista de José Carlos Mariátegui; o de Juan Hipólito Pévez y Demetrio Sandoval, que se acercaron a Víctor Raúl Haya de la Torre y el Partido Aprista. En 1931, después del derrocamiento de Leguía y la muerte de Mariátegui, el Partido Socialista, convertido en Partido Comunista, lanzó la candidatura del indígena Eduardo Quispe y Quispe a la Presidencia de la República. HÉCTOR BÉJAR.

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realismo capitalista peruano, ¡ja, ja!

rojo 2

es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del capitalismo

En tercer lugar, un dato: una generación entera nació después de la caída del Muro de Berlín. En las décadas de 1960 y 1970, el capitalismo enfrentaba el problema de cómo contener y absorber las energías externas. El problema que posee ahora es exactamente el opuesto: habiendo incorporado cualquier cosa externa de manera en extremo exitosa, ¿puede todavía funcionar sin algo ajeno que colonizar y de lo que apropiarse? Para la mayor parte de quienes tienen menos de veinte años en Europa o los Estados Unidos, la inexistencia de alternativas al capitalismo ya ni siquiera es un problema. El capitalismo ocupa sin fisuras el horizonte de lo pensable. Jameson acostumbraba a detallar con horror la forma en que el capitalismo penetraba en cada poro del inconsciente; en la actualidad, el hecho de que el capitalismo haya colonizado la vida onírica de la población se da por sentado con tanta fuerza que ni merece comentario. Sería peligroso y poco conducente, sin embargo, imaginar el pasado inmediato como un estado edénico rico en potencial político, y por lo mismo resulta necesario recordar el rol que desempeñó la mercantilización en la producción de cultura a lo largo del siglo XX. El viejo duelo entre el détournement y la recuperación, entre la subversión y la captura, parece haberse agotado. Ahora estamos frente a otro proceso que ya no tiene que ver con la incorporación de materiales que previamente parecían tener potencial subversivo, sino con su precorporación, a través del modelado preventivo de los deseos, las aspiraciones y las esperanzas por parte de la cultura capitalista. Solo hay que observar el establecimiento de zonas culturales «alternativas» o «independientes» que repiten interminablemente los más viejos gestos de rebelión y confrontación con el entusiasmo de una primera vez. «Alternativo», «independiente» yotros conceptos similares no designan nada externo a la cultura mainstream; más bien, se trata de estilos, y de hecho de estilos dominantes, al interior del mainstream.
Nadie encarnó y lidió con este punto muerto como Kurt Cobain y Nirvana. En su lasitud espantosa y su furia sin objeto, Cobain parecía dar voz a la depresión colectiva de la generación que había llegado después del fin de la historia, cuyos movimientos ya estaban todos anticipados, rastreados, vendidos y comprados de antemano. Cobain sabía que él no era nada más que una pieza adicional en el espectáculo, que nada le va mejor a MTV que una protesta contra MTV, que su impulso era un cliché previamente guionado y que darse cuenta de todo esto incluso era un cliché. El impasse que lo dejó paralizado es precisamente el que había descripto Jameson: como ocurre con la cultura posmoderna en general, Cobain se encontró con que «los productores de la cultura solo pueden dirigirse ya al pasado: la imitación de estilos muertos, el discurso a través de las máscaras y las voces almacenadas en el museo imaginario de una cultura que es hoy global». En estas condiciones incluso el éxito es una forma del fracaso desde el momento en que tener éxito solo significa convertirse en la nueva presa que el sistema quiere devorar. Pero la angustia fuertemente existencial de Nirvana y Cobain, sin embargo, corresponde a un momento anterior al nuestro y lo que vino después de ellos no fue otra cosa que un rock pastiche que, ya libre de esa angustia, reproduce las formas del pasado sin ansia alguna.
La muerte de Cobain confirmó la derrota y la incorporación final de las ambiciones utópicas y prometeicas del rock en la cultura capitalista. Cuando murió, el rock ya estaba comenzando a ser eclipsado por el hiphop, cuyo éxito global presupone la lógica de la precorporación a la que me he referido antes. En buena parte del hip hop, cualquier esperanza «ingenua» en que la cultura joven pueda cambiar algo fue sustituida hace tiempo por una aceptación dura de la versión más brutalmente reduccionista de la «realidad». «En el hip hop», escribió SimonReynolds en su ensayo de 1996 para The Wire :
«Lo real» tiene dos significados. En primer lugar, hace referencia a la música auténtica que no se deja limitar por los intereses creados y se niega a cambiar o suavizar su mensaje para venderse a la industria musical. Pero «real» también es aquella música que refleja una «realidad» constituida por la inestabilidad económica del capitalismo tardío, el racismo institucionalizado, la creciente vigilancia y el acoso sobre la juventud de parte de la policía. «Lo real» es la muerte de lo social: es lo que ocurre con las corporaciones que, al aumentar sus márgenes de ganancia, en lugar de aumentar los sueldos o los beneficios sociales de sus empleados responden […] reduciendo su personal, sacándose de encima una parte importante de la fuerza de trabajo para crear un inestable ejército de empleados freelance y demedio tiempo, sin los beneficios de la seguridad social.


MARK FISHER.

perú post indie

Haz el ejercicio de pasear una tarde por la plaza del Cuzco, siéntate a la vera de su fuente y distinguirás entre cuzqueños, entre las decenas de argentinos hippies (muchos realmente insoportables), unos cuantos chilenos y de esa pléyade de "gringos" -que vienen dispuestos a ser estafados, bricheados, etc-, a unos curiosos especímenes: los limeños.
Contrariamente a lo que creemos los hijos de esta tierra, lo primero que nos delatará será nuestro "acento". Sí, querido limeño, tenemos acento, un acentazo como doliente, como que rogamos por algo y las mujeres, muchas, además un extraño alargamiento de la sílaba final. Pero lo que realmente suele llamarme la atención es la manera como nos vestimos para ir al Cuzco, porque, el Cuzco es una ciudad, no el campo. Tiene universidades, empresas, negocios, etc. Siin embargo, casi como esos gringos que para venir a Sudamérica vienen disfrazados de Indiana Jones o su variante millenial, nosotros nos vestimos como si fuésemos a escalar el Himalaya. Ya, es verdad que el frío cuzqueño puede ser más intenso que el de la Costa -aunque este invierno me esté haciendo dudarlo- pero echa un vistazo a todo tu outfit: la casaca Northfake, abajo otra chaquetilla de polar o algo así de una marca similar, las botas de montañista, tus medias ochenteras cual escarpines, todo...
Y es que esa es la forma como imaginamos la Sierra: rural, el campo, las montañas, aunque en el fondo no nos movamos de un par de discotecas cusqueñas. Es decir, bien podrías haber venido vestido como en Lima con algo más de abrigo y ya; pero no, ir al Cuzco, a la sierra en general es asistir a un pedazo de nuestra imaginación geográfica que poco tiene que ver con nuestros hábitos usuales del vestido, del comportamiento, etc. Jamás vi en Lima a nadie tomarse una foto con una "niña andina" como lo vi en Cuzco y no ha sido porque no haya niños dispuestos a recibir one dollar por una foto en Lima, pero es que en Cuzquito (cada vez que escucho eso de "Cuzquito" me suda la espalda) es más cute. Ahora, sólo para que calcules la violencia de este acto, ¿te imaginas que alguien del Cuzco -Ayacucho, Huancavelica, Cajamarca o hasta de Chimbote- viniese y te pidiera tomarse una foto con tu hijita, tu sobrino, o lo que sea en Larcomar para subirlo a Instagram o al Facebook? ¿Hardcore, no?


FRED ROHNER
Historia Secreta del Perú 2

as it is when it was

sonido es sonido

sonido es sonido

pura miel

nogzales der wil

RETROMANÍA

"...Pero los 2000 fueron también la década del reciclado rampante: géneros del pasado revividos y renovados, material sonoro vintage reprocesado y recombinado. Con demasiada frecuencia podía detectarse en las nuevas bandas de jóvenes, bajo la piel tirante y las mejillas rosadas, la carne gris y floja de las viejas ideas... Pero donde lo retro verdaderamente reina como sensibilidad dominante y paradigma creativo es en la tierra de lo hipster, el equivalente pop de la alta cultura. Las mismas personas que uno esperaría que produzcan (en tanto artistas) o defiendan (en tanto consumidores) lo no convencional y lo innovador: ese es justamente el grupo más adicto al pasado. En términos demográficos, es exactamente la misma clase social de avanzada, pero en vez de ser pioneros e innovadores han cambiado de rol y ahora son curadores y archivistas. La vanguardia devino en retaguardia." SIMON REYNOLDS Retromanía

kpunk

las cosas como son

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