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lunes, 26 de abril de 2021

UNA CONVERSACIÓN CON ALE BOREA :. Me cansé de hablar de sonido desde la academia y empecé a hacerlo yo misma



Ale Borea, música y filósofa de la PUCP, integra la formación kraut stoner Búho Ermitaño además de haber performado sus talentos con el Grupo Miel. Inolvidable su show con estos últimos en el point norconeño Espacio Circuito Norte circa 2013. Borea publicó el pasado Diciembre un disco solista, "Untitled Settings", disponible para todos desde Bandcamp. Se trata de una obra que documenta su devenir por distintas ciudades europeas a través de grabaciones de campo y alfombras ambientales. Hoy en da blog conversamos con Ale sobre su trabajo y visiones. Una musa.   


¿Cómo fueron tus inicios en la música alterna o experimental? ¿Qué escuchabas en casa y/o de adolescente?

A lo largo de mi infancia llevé un taller llamado “percusiones peruanas”, pues me gustaba mucho la música latina, la música criolla y afroperuana. En los últimos años de colegio, de adolescente, empecé a virar hacia el grunge, rock psicodélico y finalmente el progresivo. Mi profesor de matemática me presentó a King Crimson, banda que sigue siendo importante para mí. Por Fripp empecé a acercarme a los trabajos ambientales de Eno. Paralelamente, para mis trabajos de filosofía en la universidad empecé a estudiar a John Cage y música de vanguardia del siglo XX. En particular, creo que el acercamiento a Cage me marcó, pues sinceramente, me cuestionaba inicialmente si era un genio o un “payaso”. Sigo investigándolo y creo cada vez más que es una combinación de ambos, jaja (podría decir que, sin tomarlo muy “en serio”, creo que es el compositor que más me ha marcado). Admiro su actitud lúdica y abierta al acoger los sonidos y los ruidos del ambiente, al explorar el rol del silencio y al transformar nuestra escucha. Últimamente, sin embargo, me ha entusiasmado mucho descentrar mi enfoque en compositores europeos o norteamericanos para reexplorar, por un lado, a las grandes músicas “experimentales” mujeres y por otro, a tradiciones musicales no occidentales, las historias no contadas u opacadas. En resumen, podría decir que grupos que he escuchado a lo largo de mi vida y se mantienen intocables son King Crimson, Picchio dal Pozzo, Alice y John Coltrane, Pharoa Sanders, Can, Fripp y Eno, Harold Budd, Terry Riley, Lamonte Young, William Basinski, Lonker See, Portishead, Mazzy Star, Bowery Electric, entre otros.

¿Qué nos puedes contar de tu experiencia o andanzas o en el Grupo Miel y en Búho Ermitaño?

Creo que todo empezó con mis andanzas con Arturo Quispe y varios proyectos fallidos de bandas que no llegaron a existir. De ahí entré a Búho ermitaño en el 2014. Con ellos exploré mucho con la percusión y creando atmósferas. Ahora estamos finalizando de pulir nuestro segundo álbum. Con Grupo Miel estuve desde el 2016 hasta el 2018, y podría decir que aprendí las maravillas de los efectos, a experimentar con la voz y la importancia de la performance (aunque nunca he pensado que cantar es lo mío, más bien, lo veía como una situación actoral). Temas de tiempo y desacuerdos internos fueron un motivo para dejar la banda. He aprendido muchísimo con ambas bandas y admiro mucho a los músicos con los que he trabajado y continúo trabajando, pese a que hayamos tomado caminos distintos.





Además de la música, ¿qué otras expresiones concitan tu interés?

Me gusta mucho la poesía, la ilustración y la pintura. Creo que la urgencia de expresar se manifiesta de diferentes maneras y por distintos medios a lo largo de nuestra vida, dependiendo de nuestras influencias, vivencias, estados psíquicos y contexto. Siempre pienso que hay que estar abierto a cualquier cosa que despierte nuestras emociones (que nos mueva, e-moción) y explorarlo. Aunque entre los distintos medios y artes se pueden traducir contenidos, cada uno tiene sus maneras propias de mostrar aspectos de la compleja totalidad psíquica y sociocultural en la que estamos. Creo que, como en la filosofía, una buena fuente de creación es mantenerse curioso, interrogar y explorar constantemente, aunque uno no llegue a una “verdad” o a una conclusión o cierre.

¿Cómo has estado sobrellevando estas temporadas de pandemia y caos?

La pandemia cambió mi vida de manera radical. Iba en marzo 2019 de visita a Berlín por corto tiempo y apenas llegué se cerraron los bordes por la primera ola. Tuve que quedarme, 1, 2, 3 meses... Ya llevo 1 año acá y he decidido quedarme por un tiempo más. Y por ello creo que para cuidar mi salud mental ha sido fundamental reconciliarme conmigo misma enfocándome en crear proyectos (crear sentido en medio del caos). Me cansé de hablar sobre sonido desde el campo académico y quise empezar a explorar haciéndolo por mí misma, como un proyecto propio.

Una cosa que ha marcado mi trabajo es el sentirme entre-mundos. Me quedé de improviso en una ciudad salvaje que se encuentra ahora adormecida. Mi condición legal es limítrofe, porque soy y me siento peruana, pero acá tengo que moverme con el pasaporte italiano, que felizmente tramité antes de venir. Eso me da un estatus diferencial que la mayoría de migrantes latinoamericanes, al no tener que pasar por las dificultades y barreras geopolíticas que existen. Debo decir que estas condiciones son bastante duras y pese a que agradezco tener una vía más sencilla para insertarme en esta sociedad, creo que es importante ver las cosas en perspectiva y pronunciarse contra las situaciones estructurales de desigualdad que les migrantes deben enfrentar.

Mas los privilegios que me brinda el pasaporte me hace también sentir extraña porque, evidentemente, no soy europea, vengo de otro contexto, no conozco el idioma, no puedo expresarme bien y mis estudios no cuentan. Se siente siempre un fuerte choque cultural y lingüístico y más aún cuando el mudarse no ha sido del todo una elección.

Así también, la nostalgia ha marcado mucho mi trabajo. Siento una nostalgia rara que, además, es en este contexto un arma de doble filo: no sé si lo que extraño es la vida antes de corona en general o Lima (entendido como mi ciudad, mi familia, mis amigos). Mi percepción mezcla ambos, pues justo partí de Lima cuando todo cambió a nivel global y por ello sé que mi extrañar es también la ilusión de una Lima pre-pandémica. Es difícil estar lejos de la familia, de la casa y también es duro darse cuenta de que finalmente construimos nuestra casa desde adentro y la llevamos con nosotros. Cuesta mucho, pero creo que hay que aprender a estar solos.

"Untittled Settings", tu debut en modo solista, consiste en grabaciones de campo decoradas y recogidas a lo largo de tus viajes. ¿Qué software o aparatos has usado, cómo ha sido la composición del mismo?

En 2018 pisé Europa por primera vez en un viaje que quería emprender sola. Mi cámara del teléfono era bastante mala y me pareció que una forma distinta de capturar mis impresiones de los lugares que visitaba era realizar grabaciones de campo. Todas las grabaciones fueron hechas con mi teléfono celular de forma nada profesional, pero con mucha pasión por oír y registrar fragmentos de ciudades de las que solo había oído hablar en libros de historia y pensadores famosos. De ahí que un año después, ya durante covid, me animé a explorar Ableton. Dado que no tenía instrumentos en Berlín, decidí utilizar solo las grabaciones en mi celular de lo que veía como reliquias de atmósferas de lugares remotos, en espacio y tiempo. A falta de instrumentos, usé los Midis para hacer capas tipo drones, y fui explorando cortando y pegando, alargando y acortando, probando efectos en los retazos de muestras que tenía. De ahí salió la idea de hacer un EP, cuyo borrador figuraba como Untitled en Bandcamp. Al lado, la página preguntaba por los settings de mi cuenta. Y pensé que “Untitled settings” era un nombre adecuado para esta colección de impresiones de lugares semifantasmas. Algo de los sonidos de aquellos pájaros en Ottignies, de los carros en Lima, de las campanas de Florencia siguen sonando en cada reproducción. Ello no implica que estos sonidos nunca mueren, sino que estamos viendo precisamente sus rastros, sus huellas, el paisaje fantasma que ellos nos dejaron y que, sin embargo, nos remueve a la distancia.

¿Qué dirías que es lo que te inspira a expresarte y hacer música?

Cuando era niña soñaba con inventar un color. Luego veía los catálogos de las pinturas Pato en las ferreterías y veía que ya todos parecían estar ahí, nombrados, o en los parques, en la naturaleza. Pero con los sonidos es diferente, por su naturaleza temporal y abstracta. Uno puede crear sonidos, superponerlos, cortarlos, alargarlos, acortarlos. Si bien la combinación y composición a partir de colores pueden ser elementos clave para una composición pictórica, siento que con sonidos y las nuevas tecnologías podemos aprovechar de “crear sonidos nuevos” y explorar cómo estos pueden ser tanto sucesivos como simultáneos sin mezclarse. De ahí creamos sonidos nuevos, pero también atmósferas nuevas a partir de sonidos ya existentes, como cuando en la combi se mezclan los cantos del rapero que sube a cantar con los cláxones de los carros y con la música de fondo que oímos por los audífonos. O, otro ejemplo, ver por la ventana cómo un sujeto camina al ritmo de la música como si bailara y rompe la 4ta pared. Siempre somos oyentes y estamos rodeados de sonidos (sobre todo en una ciudad turbulenta como Lima) y ello, más que un punto en contra, puede ser un elemento inspirador que despierte nuestra escucha ante la indiferencia cotidiana.

De tu experiencia, ¿cómo ves la escena peruana de música independiente por así decirlo, cuáles crees que son sus fortalezas y cuáles sus carencias?

Pese a haber participado de varios eventos y sentirme parte de la escena o movida de música independiente, siento que hay mucho que desconozco y no quisiera generalizar, así que solo podría hablar de mis impresiones de la escena limeña.

Considero que, pese a haber mucho potencial, las bandas y proyectos independientes nacen en contextos informales que, si bien preservan la esencia “underground” de lo independiente, no les permite ser reconocidos como propuestas “potentes” o “serias”, acceder a fondos y apoyo estatal y eso mismo limita su posterior desarrollo. Creo que, por un lado, deberían expandirse las propuestas de apoyo y promoción por parte de instituciones y plataformas con una intención descentralizante y con criterios más flexibles y accesibles para quienes recién están elaborando/madurando sus proyectos; pero por otro, creo que es también importante, desde dentro de la escena, seguir destacando el potencial de la música independiente. Si bien esta no es fácilmente digerible (y no pretende serlo), me parece que es importante darle más vías de expansión, defender su lugar en el campo de las artes e invitar a les oyentes a considerar estas experiencias sonoras como valiosas. En este sentido, creo que construir escena implica también tener propuestas musicales que no solo convoquen a la gente a reunirse, socializar y armar redes, sino que también llamen a las personas a centrarse en la escucha y tomarse en serio las propuestas de otres. Definitivamente todos los detalles (el lugar, la atmósfera, la gente, las sustancias, etc.) arman el espíritu de una escena, pero creo que a veces el escuchar se ha puesto en último lugar cuando, sobre todo en la escena experimental, debería ser el primero.

También sería importante motivar la presencia femenina en la escena y crear más formas de compartir conocimientos sobre cómo hacer, producir y distribuir música. Yo muchas veces pensaba que era muy difícil utilizar programas y no me animaba a empezar proyectos propios, pero creo que es cuestión de inspirarnos mutuamente, de compartir herramientas y métodos y seguir aprendiendo y explorando. Plataformas digitales de promoción y “curaduría” de música hecha por mujeres y en general, de propuestas sonoras interesantes

¿Qué libros te gustaría recomendar a los fans del blog?

Uy. Por temas de estudios he pasado muchos de estos últimos años leyendo textos muy académicos y dejando de lado los que realmente me inspiran, jaja. De los primeros, podría decir que “El ojo y el espíritu” de Merleau-Ponty y “Silencio” de John Cage son fundamentales para mí. De los últimos libros que he leído quizás “Las chicas” de Emma Cline, “Una guía sobre el arte de perderse” de Rebecca Solnit, “Lección de anatomía” de Marta Sanz, “El feminismo es para todo el mundo” de bell hooks y, por último (y lo incluyo porque he estado pensando mucho en estos días en ese libro infantil) “El lápiz de Rosalía” de Antón Cortizas.

Planes futuros.

Esta pregunta me la hago a mí misma constantemente jajaja. Especialmente por la pandemia, no tengo una respuesta clara. Lo único que sé por ahora es que definitivamente quiero continuar haciendo música. Hace poco conseguí un sintetizador prestado y he empezado a trabajar con él. Pronto estoy pensando sacar un próximo EP más ambient, con el apoyo de este sinte que se está haciendo mi amigo.


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barbarismos

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El Comité empezó a ser acosado por la policía. Hipólito Salazar, que había fundado la Federación Indígena Obrera Regional Peruana, fue deportado. Urviola enfermó de tuberculosis y falleció el 27 de enero de 1925. Cuando enterraron a Urviola varios dirigentes de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo no pudieron asistir a su velatorio en el local de la Federación de Choferes, en la calle Sandia. El sepelio fue multitudinario. Los ejércitos particulares de los hacendados se dedicaron a quemar las escuelas que el Comité había abierto en diversos puntos del interior del Perú y persiguieron también a sus alumnos y profesores. Antes de la sublevación de Huancané de 1923, fusilaron a tres campesinos de Wilakunka solo porque asistían a una de estas escuelas. El año siguiente, durante una inspección que realizó a las comunidades de Huancané, el Obispo de Puno, Monseñor Cossío, constató la acción vandálica de los terratenientes que habían incendiado más de sesenta locales escolares. No contentos con quemar las escuelas que organizaba el Comité y asesinar a sus profesores o alumnos, los gamonales presionaron a las autoridades locales para que apresen a los delegados indígenas y repriman a los campesinos que los apoyaban. Entre 1921 y 1922, diversos prefectos y subprefectos perpetraron crímenes y atropellos. Hubo casos donde fueron los mismos gamonales los que se encargaron de asesinar a los delegados de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo. Domingo Huarca, delegado de los comuneros de Tocroyoc, departamento del Cusco, quien había estado en Lima tramitando memoriales, fue brutalmente asesinado. Los gamonales primero lo maltrataron, después le sacaron los ojos y finalmente lo colgaron de la torre de una iglesia. Vicente Tinta Ccoa, del subcomité de Macusani, en Puno, que fue asesinado por los gamonales del lugar. En agosto de 1927, la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo dejó de funcionar luego que, mediante una resolución suprema, el gobierno de Leguía prohibió su funcionamiento en todo el país. Gran parte de la promoción de líderes indígenas que se forjó con la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo engrosó los nuevos movimientos sociales que iban a desembocar en la formación del Partido Comunista y el Partido Aprista. Fueron los casos de Ezequiel Urviola, Hipólito Salazar y Eduardo Quispe y Quispe, que fueron atraídos por la prédica socialista de José Carlos Mariátegui; o de Juan Hipólito Pévez y Demetrio Sandoval, que se acercaron a Víctor Raúl Haya de la Torre y el Partido Aprista. En 1931, después del derrocamiento de Leguía y la muerte de Mariátegui, el Partido Socialista, convertido en Partido Comunista, lanzó la candidatura del indígena Eduardo Quispe y Quispe a la Presidencia de la República. HÉCTOR BÉJAR.

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realismo capitalista peruano, ¡ja, ja!

rojo 2

es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del capitalismo

En tercer lugar, un dato: una generación entera nació después de la caída del Muro de Berlín. En las décadas de 1960 y 1970, el capitalismo enfrentaba el problema de cómo contener y absorber las energías externas. El problema que posee ahora es exactamente el opuesto: habiendo incorporado cualquier cosa externa de manera en extremo exitosa, ¿puede todavía funcionar sin algo ajeno que colonizar y de lo que apropiarse? Para la mayor parte de quienes tienen menos de veinte años en Europa o los Estados Unidos, la inexistencia de alternativas al capitalismo ya ni siquiera es un problema. El capitalismo ocupa sin fisuras el horizonte de lo pensable. Jameson acostumbraba a detallar con horror la forma en que el capitalismo penetraba en cada poro del inconsciente; en la actualidad, el hecho de que el capitalismo haya colonizado la vida onírica de la población se da por sentado con tanta fuerza que ni merece comentario. Sería peligroso y poco conducente, sin embargo, imaginar el pasado inmediato como un estado edénico rico en potencial político, y por lo mismo resulta necesario recordar el rol que desempeñó la mercantilización en la producción de cultura a lo largo del siglo XX. El viejo duelo entre el détournement y la recuperación, entre la subversión y la captura, parece haberse agotado. Ahora estamos frente a otro proceso que ya no tiene que ver con la incorporación de materiales que previamente parecían tener potencial subversivo, sino con su precorporación, a través del modelado preventivo de los deseos, las aspiraciones y las esperanzas por parte de la cultura capitalista. Solo hay que observar el establecimiento de zonas culturales «alternativas» o «independientes» que repiten interminablemente los más viejos gestos de rebelión y confrontación con el entusiasmo de una primera vez. «Alternativo», «independiente» yotros conceptos similares no designan nada externo a la cultura mainstream; más bien, se trata de estilos, y de hecho de estilos dominantes, al interior del mainstream.
Nadie encarnó y lidió con este punto muerto como Kurt Cobain y Nirvana. En su lasitud espantosa y su furia sin objeto, Cobain parecía dar voz a la depresión colectiva de la generación que había llegado después del fin de la historia, cuyos movimientos ya estaban todos anticipados, rastreados, vendidos y comprados de antemano. Cobain sabía que él no era nada más que una pieza adicional en el espectáculo, que nada le va mejor a MTV que una protesta contra MTV, que su impulso era un cliché previamente guionado y que darse cuenta de todo esto incluso era un cliché. El impasse que lo dejó paralizado es precisamente el que había descripto Jameson: como ocurre con la cultura posmoderna en general, Cobain se encontró con que «los productores de la cultura solo pueden dirigirse ya al pasado: la imitación de estilos muertos, el discurso a través de las máscaras y las voces almacenadas en el museo imaginario de una cultura que es hoy global». En estas condiciones incluso el éxito es una forma del fracaso desde el momento en que tener éxito solo significa convertirse en la nueva presa que el sistema quiere devorar. Pero la angustia fuertemente existencial de Nirvana y Cobain, sin embargo, corresponde a un momento anterior al nuestro y lo que vino después de ellos no fue otra cosa que un rock pastiche que, ya libre de esa angustia, reproduce las formas del pasado sin ansia alguna.
La muerte de Cobain confirmó la derrota y la incorporación final de las ambiciones utópicas y prometeicas del rock en la cultura capitalista. Cuando murió, el rock ya estaba comenzando a ser eclipsado por el hiphop, cuyo éxito global presupone la lógica de la precorporación a la que me he referido antes. En buena parte del hip hop, cualquier esperanza «ingenua» en que la cultura joven pueda cambiar algo fue sustituida hace tiempo por una aceptación dura de la versión más brutalmente reduccionista de la «realidad». «En el hip hop», escribió SimonReynolds en su ensayo de 1996 para The Wire :
«Lo real» tiene dos significados. En primer lugar, hace referencia a la música auténtica que no se deja limitar por los intereses creados y se niega a cambiar o suavizar su mensaje para venderse a la industria musical. Pero «real» también es aquella música que refleja una «realidad» constituida por la inestabilidad económica del capitalismo tardío, el racismo institucionalizado, la creciente vigilancia y el acoso sobre la juventud de parte de la policía. «Lo real» es la muerte de lo social: es lo que ocurre con las corporaciones que, al aumentar sus márgenes de ganancia, en lugar de aumentar los sueldos o los beneficios sociales de sus empleados responden […] reduciendo su personal, sacándose de encima una parte importante de la fuerza de trabajo para crear un inestable ejército de empleados freelance y demedio tiempo, sin los beneficios de la seguridad social.


MARK FISHER.

perú post indie

Haz el ejercicio de pasear una tarde por la plaza del Cuzco, siéntate a la vera de su fuente y distinguirás entre cuzqueños, entre las decenas de argentinos hippies (muchos realmente insoportables), unos cuantos chilenos y de esa pléyade de "gringos" -que vienen dispuestos a ser estafados, bricheados, etc-, a unos curiosos especímenes: los limeños.
Contrariamente a lo que creemos los hijos de esta tierra, lo primero que nos delatará será nuestro "acento". Sí, querido limeño, tenemos acento, un acentazo como doliente, como que rogamos por algo y las mujeres, muchas, además un extraño alargamiento de la sílaba final. Pero lo que realmente suele llamarme la atención es la manera como nos vestimos para ir al Cuzco, porque, el Cuzco es una ciudad, no el campo. Tiene universidades, empresas, negocios, etc. Siin embargo, casi como esos gringos que para venir a Sudamérica vienen disfrazados de Indiana Jones o su variante millenial, nosotros nos vestimos como si fuésemos a escalar el Himalaya. Ya, es verdad que el frío cuzqueño puede ser más intenso que el de la Costa -aunque este invierno me esté haciendo dudarlo- pero echa un vistazo a todo tu outfit: la casaca Northfake, abajo otra chaquetilla de polar o algo así de una marca similar, las botas de montañista, tus medias ochenteras cual escarpines, todo...
Y es que esa es la forma como imaginamos la Sierra: rural, el campo, las montañas, aunque en el fondo no nos movamos de un par de discotecas cusqueñas. Es decir, bien podrías haber venido vestido como en Lima con algo más de abrigo y ya; pero no, ir al Cuzco, a la sierra en general es asistir a un pedazo de nuestra imaginación geográfica que poco tiene que ver con nuestros hábitos usuales del vestido, del comportamiento, etc. Jamás vi en Lima a nadie tomarse una foto con una "niña andina" como lo vi en Cuzco y no ha sido porque no haya niños dispuestos a recibir one dollar por una foto en Lima, pero es que en Cuzquito (cada vez que escucho eso de "Cuzquito" me suda la espalda) es más cute. Ahora, sólo para que calcules la violencia de este acto, ¿te imaginas que alguien del Cuzco -Ayacucho, Huancavelica, Cajamarca o hasta de Chimbote- viniese y te pidiera tomarse una foto con tu hijita, tu sobrino, o lo que sea en Larcomar para subirlo a Instagram o al Facebook? ¿Hardcore, no?


FRED ROHNER
Historia Secreta del Perú 2

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sonido es sonido

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RETROMANÍA

"...Pero los 2000 fueron también la década del reciclado rampante: géneros del pasado revividos y renovados, material sonoro vintage reprocesado y recombinado. Con demasiada frecuencia podía detectarse en las nuevas bandas de jóvenes, bajo la piel tirante y las mejillas rosadas, la carne gris y floja de las viejas ideas... Pero donde lo retro verdaderamente reina como sensibilidad dominante y paradigma creativo es en la tierra de lo hipster, el equivalente pop de la alta cultura. Las mismas personas que uno esperaría que produzcan (en tanto artistas) o defiendan (en tanto consumidores) lo no convencional y lo innovador: ese es justamente el grupo más adicto al pasado. En términos demográficos, es exactamente la misma clase social de avanzada, pero en vez de ser pioneros e innovadores han cambiado de rol y ahora son curadores y archivistas. La vanguardia devino en retaguardia." SIMON REYNOLDS Retromanía

kpunk

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