Ale Borea, música y filósofa de la PUCP, integra la formación kraut stoner Búho Ermitaño además de haber performado sus talentos con el Grupo Miel. Inolvidable su show con estos últimos en el point norconeño Espacio Circuito Norte circa 2013. Borea publicó el pasado Diciembre un disco solista, "Untitled Settings", disponible para todos desde Bandcamp. Se trata de una obra que documenta su devenir por distintas ciudades europeas a través de grabaciones de campo y alfombras ambientales. Hoy en da blog conversamos con Ale sobre su trabajo y visiones. Una musa.
¿Cómo fueron tus inicios en la música alterna o experimental? ¿Qué escuchabas en casa y/o de adolescente?
A lo largo de mi infancia llevé un taller llamado “percusiones peruanas”, pues me gustaba mucho la música latina, la música criolla y afroperuana. En los últimos años de colegio, de adolescente, empecé a virar hacia el grunge, rock psicodélico y finalmente el progresivo. Mi profesor de matemática me presentó a King Crimson, banda que sigue siendo importante para mí. Por Fripp empecé a acercarme a los trabajos ambientales de Eno. Paralelamente, para mis trabajos de filosofía en la universidad empecé a estudiar a John Cage y música de vanguardia del siglo XX. En particular, creo que el acercamiento a Cage me marcó, pues sinceramente, me cuestionaba inicialmente si era un genio o un “payaso”. Sigo investigándolo y creo cada vez más que es una combinación de ambos, jaja (podría decir que, sin tomarlo muy “en serio”, creo que es el compositor que más me ha marcado). Admiro su actitud lúdica y abierta al acoger los sonidos y los ruidos del ambiente, al explorar el rol del silencio y al transformar nuestra escucha. Últimamente, sin embargo, me ha entusiasmado mucho descentrar mi enfoque en compositores europeos o norteamericanos para reexplorar, por un lado, a las grandes músicas “experimentales” mujeres y por otro, a tradiciones musicales no occidentales, las historias no contadas u opacadas. En resumen, podría decir que grupos que he escuchado a lo largo de mi vida y se mantienen intocables son King Crimson, Picchio dal Pozzo, Alice y John Coltrane, Pharoa Sanders, Can, Fripp y Eno, Harold Budd, Terry Riley, Lamonte Young, William Basinski, Lonker See, Portishead, Mazzy Star, Bowery Electric, entre otros.
¿Qué nos puedes contar de tu experiencia o andanzas o en el Grupo Miel y en Búho Ermitaño?
Creo que todo empezó con mis andanzas con Arturo Quispe y varios proyectos fallidos de bandas que no llegaron a existir. De ahí entré a Búho ermitaño en el 2014. Con ellos exploré mucho con la percusión y creando atmósferas. Ahora estamos finalizando de pulir nuestro segundo álbum. Con Grupo Miel estuve desde el 2016 hasta el 2018, y podría decir que aprendí las maravillas de los efectos, a experimentar con la voz y la importancia de la performance (aunque nunca he pensado que cantar es lo mío, más bien, lo veía como una situación actoral). Temas de tiempo y desacuerdos internos fueron un motivo para dejar la banda. He aprendido muchísimo con ambas bandas y admiro mucho a los músicos con los que he trabajado y continúo trabajando, pese a que hayamos tomado caminos distintos.
Además de la música, ¿qué otras expresiones concitan tu interés?
Me gusta mucho la poesía, la ilustración y la pintura. Creo que la urgencia de expresar se manifiesta de diferentes maneras y por distintos medios a lo largo de nuestra vida, dependiendo de nuestras influencias, vivencias, estados psíquicos y contexto. Siempre pienso que hay que estar abierto a cualquier cosa que despierte nuestras emociones (que nos mueva, e-moción) y explorarlo. Aunque entre los distintos medios y artes se pueden traducir contenidos, cada uno tiene sus maneras propias de mostrar aspectos de la compleja totalidad psíquica y sociocultural en la que estamos. Creo que, como en la filosofía, una buena fuente de creación es mantenerse curioso, interrogar y explorar constantemente, aunque uno no llegue a una “verdad” o a una conclusión o cierre.
¿Cómo has estado sobrellevando estas temporadas de pandemia y caos?
La pandemia cambió mi vida de manera radical. Iba en marzo 2019 de visita a Berlín por corto tiempo y apenas llegué se cerraron los bordes por la primera ola. Tuve que quedarme, 1, 2, 3 meses... Ya llevo 1 año acá y he decidido quedarme por un tiempo más. Y por ello creo que para cuidar mi salud mental ha sido fundamental reconciliarme conmigo misma enfocándome en crear proyectos (crear sentido en medio del caos). Me cansé de hablar sobre sonido desde el campo académico y quise empezar a explorar haciéndolo por mí misma, como un proyecto propio.
Una cosa que ha marcado mi trabajo es el sentirme entre-mundos. Me quedé de improviso en una ciudad salvaje que se encuentra ahora adormecida. Mi condición legal es limítrofe, porque soy y me siento peruana, pero acá tengo que moverme con el pasaporte italiano, que felizmente tramité antes de venir. Eso me da un estatus diferencial que la mayoría de migrantes latinoamericanes, al no tener que pasar por las dificultades y barreras geopolíticas que existen. Debo decir que estas condiciones son bastante duras y pese a que agradezco tener una vía más sencilla para insertarme en esta sociedad, creo que es importante ver las cosas en perspectiva y pronunciarse contra las situaciones estructurales de desigualdad que les migrantes deben enfrentar.
Mas los privilegios que me brinda el pasaporte me hace también sentir extraña porque, evidentemente, no soy europea, vengo de otro contexto, no conozco el idioma, no puedo expresarme bien y mis estudios no cuentan. Se siente siempre un fuerte choque cultural y lingüístico y más aún cuando el mudarse no ha sido del todo una elección.
Así también, la nostalgia ha marcado mucho mi trabajo. Siento una nostalgia rara que, además, es en este contexto un arma de doble filo: no sé si lo que extraño es la vida antes de corona en general o Lima (entendido como mi ciudad, mi familia, mis amigos). Mi percepción mezcla ambos, pues justo partí de Lima cuando todo cambió a nivel global y por ello sé que mi extrañar es también la ilusión de una Lima pre-pandémica. Es difícil estar lejos de la familia, de la casa y también es duro darse cuenta de que finalmente construimos nuestra casa desde adentro y la llevamos con nosotros. Cuesta mucho, pero creo que hay que aprender a estar solos.
"Untittled Settings", tu debut en modo solista, consiste en grabaciones de campo decoradas y recogidas a lo largo de tus viajes. ¿Qué software o aparatos has usado, cómo ha sido la composición del mismo?
En 2018 pisé Europa por primera vez en un viaje que quería emprender sola. Mi cámara del teléfono era bastante mala y me pareció que una forma distinta de capturar mis impresiones de los lugares que visitaba era realizar grabaciones de campo. Todas las grabaciones fueron hechas con mi teléfono celular de forma nada profesional, pero con mucha pasión por oír y registrar fragmentos de ciudades de las que solo había oído hablar en libros de historia y pensadores famosos. De ahí que un año después, ya durante covid, me animé a explorar Ableton. Dado que no tenía instrumentos en Berlín, decidí utilizar solo las grabaciones en mi celular de lo que veía como reliquias de atmósferas de lugares remotos, en espacio y tiempo. A falta de instrumentos, usé los Midis para hacer capas tipo drones, y fui explorando cortando y pegando, alargando y acortando, probando efectos en los retazos de muestras que tenía. De ahí salió la idea de hacer un EP, cuyo borrador figuraba como Untitled en Bandcamp. Al lado, la página preguntaba por los settings de mi cuenta. Y pensé que “Untitled settings” era un nombre adecuado para esta colección de impresiones de lugares semifantasmas. Algo de los sonidos de aquellos pájaros en Ottignies, de los carros en Lima, de las campanas de Florencia siguen sonando en cada reproducción. Ello no implica que estos sonidos nunca mueren, sino que estamos viendo precisamente sus rastros, sus huellas, el paisaje fantasma que ellos nos dejaron y que, sin embargo, nos remueve a la distancia.
¿Qué dirías que es lo que te inspira a expresarte y hacer música?
Cuando era niña soñaba con inventar un color. Luego veía los catálogos de las pinturas Pato en las ferreterías y veía que ya todos parecían estar ahí, nombrados, o en los parques, en la naturaleza. Pero con los sonidos es diferente, por su naturaleza temporal y abstracta. Uno puede crear sonidos, superponerlos, cortarlos, alargarlos, acortarlos. Si bien la combinación y composición a partir de colores pueden ser elementos clave para una composición pictórica, siento que con sonidos y las nuevas tecnologías podemos aprovechar de “crear sonidos nuevos” y explorar cómo estos pueden ser tanto sucesivos como simultáneos sin mezclarse. De ahí creamos sonidos nuevos, pero también atmósferas nuevas a partir de sonidos ya existentes, como cuando en la combi se mezclan los cantos del rapero que sube a cantar con los cláxones de los carros y con la música de fondo que oímos por los audífonos. O, otro ejemplo, ver por la ventana cómo un sujeto camina al ritmo de la música como si bailara y rompe la 4ta pared. Siempre somos oyentes y estamos rodeados de sonidos (sobre todo en una ciudad turbulenta como Lima) y ello, más que un punto en contra, puede ser un elemento inspirador que despierte nuestra escucha ante la indiferencia cotidiana.
De tu experiencia, ¿cómo ves la escena peruana de música independiente por así decirlo, cuáles crees que son sus fortalezas y cuáles sus carencias?
Pese a haber participado de varios eventos y sentirme parte de la escena o movida de música independiente, siento que hay mucho que desconozco y no quisiera generalizar, así que solo podría hablar de mis impresiones de la escena limeña.
Considero que, pese a haber mucho potencial, las bandas y proyectos independientes nacen en contextos informales que, si bien preservan la esencia “underground” de lo independiente, no les permite ser reconocidos como propuestas “potentes” o “serias”, acceder a fondos y apoyo estatal y eso mismo limita su posterior desarrollo. Creo que, por un lado, deberían expandirse las propuestas de apoyo y promoción por parte de instituciones y plataformas con una intención descentralizante y con criterios más flexibles y accesibles para quienes recién están elaborando/madurando sus proyectos; pero por otro, creo que es también importante, desde dentro de la escena, seguir destacando el potencial de la música independiente. Si bien esta no es fácilmente digerible (y no pretende serlo), me parece que es importante darle más vías de expansión, defender su lugar en el campo de las artes e invitar a les oyentes a considerar estas experiencias sonoras como valiosas. En este sentido, creo que construir escena implica también tener propuestas musicales que no solo convoquen a la gente a reunirse, socializar y armar redes, sino que también llamen a las personas a centrarse en la escucha y tomarse en serio las propuestas de otres. Definitivamente todos los detalles (el lugar, la atmósfera, la gente, las sustancias, etc.) arman el espíritu de una escena, pero creo que a veces el escuchar se ha puesto en último lugar cuando, sobre todo en la escena experimental, debería ser el primero.
También sería importante motivar la presencia femenina en la escena y crear más formas de compartir conocimientos sobre cómo hacer, producir y distribuir música. Yo muchas veces pensaba que era muy difícil utilizar programas y no me animaba a empezar proyectos propios, pero creo que es cuestión de inspirarnos mutuamente, de compartir herramientas y métodos y seguir aprendiendo y explorando. Plataformas digitales de promoción y “curaduría” de música hecha por mujeres y en general, de propuestas sonoras interesantes
¿Qué libros te gustaría recomendar a los fans del blog?
Uy. Por temas de estudios he pasado muchos de estos últimos años leyendo textos muy académicos y dejando de lado los que realmente me inspiran, jaja. De los primeros, podría decir que “El ojo y el espíritu” de Merleau-Ponty y “Silencio” de John Cage son fundamentales para mí. De los últimos libros que he leído quizás “Las chicas” de Emma Cline, “Una guía sobre el arte de perderse” de Rebecca Solnit, “Lección de anatomía” de Marta Sanz, “El feminismo es para todo el mundo” de bell hooks y, por último (y lo incluyo porque he estado pensando mucho en estos días en ese libro infantil) “El lápiz de Rosalía” de Antón Cortizas.
Planes futuros.
Esta pregunta me la hago a mí misma constantemente jajaja. Especialmente por la pandemia, no tengo una respuesta clara. Lo único que sé por ahora es que definitivamente quiero continuar haciendo música. Hace poco conseguí un sintetizador prestado y he empezado a trabajar con él. Pronto estoy pensando sacar un próximo EP más ambient, con el apoyo de este sinte que se está haciendo mi amigo.
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