Mural dedicado a Héctor Béjar en Independencia (Lima Norte)
...El clientelismo tiene relación directa con la sostenibilidad del poder. Han existido en el pasado republicano redes clientelares formadas alrededor de líderes carismáticos como Haya de la Torre (13), Sánchez Cerro. O también alrededor de dictadores como Odría y Fujimori. O de líderes “democráticos” como Belaunde. Y ahora con la red del neofujimorismo de Keiko y Kenyi.
En el Perú existe institucionalizada: la patrimonialización del poder en el Estado (desde el régimen colonial) y las organizaciones sociales; redes clientelares alrededor de diversos tipos de patronazgo religioso, económico o político. La existencia de redes horizontales que no tienen ni filiación ideológica ni lealtad a ningún líder específico, sino que se orientan de distinta manera apoyando opciones políticas aparentemente diferentes,
13 Puede creerse que exagero cuando hablo de Haya de la Torre como un líder clientelista. No olvidemos que desde 1956, año de su retorno a la legalidad, el Apra pobló al Estado con sus militantes, en el Congreso, las Corporaciones Departamentales de desarrollo, el Poder Judicial, las universidades, el magisterio y la seguridad social.
según las posibilidades de recibir beneficios colectivos y no solo individuales. Los historiadores nos muestran que, desde la colonia, concebimos el cargo público como una propiedad personal que sirve para el enriquecimiento particular y la protección de la familia extensa, los clientes y los amigos. No somos, en sentido estricto, una república, porque no estamos dispuestos a respetar la cosa pública. Somos una res privada, un sistema de depredación y apropiación del suelo sobre el que estamos y de todas las cosas que nos rodean. Pensamos que lo público es una extensión de lo privado, un territorio a explotar en beneficio personal. No construimos, no mantenemos, sino usamos hasta que las cosas envejecen o desaparecen por nuestro uso inmisericorde.
La sociedad peruana es fractal
Por otro lado es una afirmación repetida que somos una sociedad fragmentada. ¿Cómo siendo una sociedad fragmentada podemos ser país? Yo prefiero la idea de que somos una sociedad fractal.
Lo fractal es un concepto trasladado de la física y de la teoría de sistemas a la sociedad. Se trata de pequeños cuerpos que se reproducen y son relativa y aparentemente autónomos, separados y distintos uno del otro. Pero tienen características comunes y están comunicados. En el terreno social sucede lo mismo. Cada grupo desconfía del otro y en cada grupo hay un líder que no acepta competencias. Pero todos los grupos saben que son semejantes a pesar de sus diferencias externas, porque su comportamiento los identifica, los hace cómplices. Así un pequeño empresario que evade impuestos porque quiere o porque se ve obligado a hacerlo, puede sentirse identificado con un gran empresario que comete estafas, compra jueces, atropella a policías, discrimina a sirvientes, desprecia a cholos, insulta a negros. El pequeño quiere aprender del grande. Sueña con ser como él y por tanto no está en esencia contra él. Ganar un juicio comprando a los jueces o evitar una multa sobornando al policía son costumbres que sobrepasan las fronteras de las clases sociales y hacen que todos nos identifiquemos en una sola y gran complicidad y estemos dispuestos a unirnos contra cualquiera que denuncie o quiera terminar con este “sistema”. La reacción natural de quien comete una falta es increpar o atacar a quien le llama la atención en vez de reconocer la culpa. Esconder la culpa. Justificar lo hecho con cualquier argumento. O evadir la responsabilidad abandonando a las personas en peligro o a las víctimas de los accidentes o los errores cometidos. Igual si es un hijo, una mujer, una deuda, un compromiso de trabajo o un peatón a quien se ha atropellado. Como lo personal se impone sobre lo familiar, la solidaridad o complicidad familiar tiene el límite del interés individual. La familia puede ser esclavizada o sometida por el padre, la madre o el líder. O puede convertirse en un lugar más peligroso que el ámbito externo cuando se trata de abusos o violaciones.
Los proletarios y esclavos invisibles quieren ser burgueses
En el Perú se va formando un nuevo proletariado que es en realidad, como dijo alguna vez Carlos Franco, una nueva plebe rural y urbana que ya no está marcada en los moldes de la organización industrial, sino depende de quienes dominan y monopolizan el mercado, el comercio y la pequeña producción, atada a su vez a las industrias grandes o a los importadores mayoristas. Las mujeres que laboran en las empresas de agroexportación trabajan doce y catorce horas muchas veces en trabajo nocturno y dentro de cabinas de frío. Las niñas y los niños son semi esclavos o esclavos en los lavaderos de oro y las ladrilleras. Los jóvenes tienen que mendigar empleo y trabajar por el salario mínimo en retails, restaurantes y services. Las jóvenes encuentran trabajo en microempresas, en casinos o en la venta de su sexo.
Cada actividad económica tiene su mafia y cada mafia tiene sus sicarios, adolescentes que ganan plata matando gente por encargo. Una generación de vendedores callejeros, acróbatas en los cruceros de tránsito, mendigos en los semáforos, vigilantes nocturnos que trasnochan y arriesgan la vida para poder vivir, cobradores de combis, lavadores de carros, impulsoras de supermercados, anfitrionas de casinos, niños y niñas que se prostituyen por miles en las calles de Lima y las ciudades de la sierra y la selva; que crecen en un mundo de miseria material y moral. Trabajadoras y trabajadores de los malditos services en la ciudad y en el campo. Son los proletarios de hoy. Pero no se sienten proletarios. No saben que lo son. Quieren ser burgueses o, al menos, pequeños burgueses. Ellos no podrán convertirse en una burguesía porque están condenados al autoconsumo, a vivir al día. Cuando acumulan es casi siempre a un alto costo moral. Para avanzar, para crecer, deberán empujar, ocupar, transgredir las leyes, comprar conciencias y decisiones, es decir, envilecerse y envilecer. Tampoco pueden convertirse en proletariado industrial porque no hay ni habrá grandes industrias, ya no vivimos en esa época.
Aquí gobiernan las mafias
Los próximos años estarán marcados por la segmentación de la sociedad: dos Perú que no están separados sino mezclados, intercomunicados en una sola complicidad, dos hermanos siameses. Mafias y plebe. Las relaciones de poder estarán dadas por la dependencia / subordinación / negociación entre mafias y plebe.
Lo que está sucediendo es que una plebe cubre el país homogenizando y superponiendo la multiculturalidad; la anomia se extiende, inutilizando el ya obsoleto sistema normativo y legal y la inútil y corrupta administración de justicia. Los recursos que forman el capital natural estarán en poder de las empresas internacionales, muchas de las cuales han formado también un sistema de corrupción mediante la compra de políticos y funcionarios del Estado. Hay ausencia de gobierno entendido como la orientación del país hacia objetivos nacionales, lo que hay son mafias en el poder cuyo objetivo no es gobernar sino lucrar. No se gobierna, se administra. No se administra las cosas sino las personas, las influencias. La política mediática tiene como tarea mantener alienada a la plebe. La política económica es succionadora y sangradora. La política social mantiene tranquilos a los pobres, sujetando su voluntad mediante pequeños regalos y limosnas.
Los nuevos agentes sociales dominantes son los grupos, lobbies o mafias empresariales que han penetrado el Estado poniéndolo a su servicio; las empresas explotadoras del capital natural que imponen sus reglas; los líderes o mafias locales; las firmas de narcotráfico; la jerarquía católica y militar fundamentalista; las sectas religiosas que promueven la lucha contra el demonio; y los grupos represores cuyo objetivo estratégico es hacer que el sistema de explotación y control dure muchos años. A esta red se opone una inteligencia académica, democrática y moderada; un conjunto de partidos políticos fragmentados; una comunidad de dirigentes de organizaciones sociales y femeninas; y miles de activistas dispersos que se unen eventualmente en acciones imprevistas de protesta o demanda. Minorías desorganizadas al margen de un gran conglomerado de indiferencia.
HÉCTOR BÉJAR
Historia del Perú para descontentos
2020
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