La manera en que los humanos utilizan las plantas, los alimentos y las drogas puede hacer que cambien los valores de los individuos y, finalmente, los de las sociedades en su conjunto. Ingerir ciertos alimentos nos agrada, comer otros nos duerme y otros nos hacen estar atentos. Estamos alegres, inquietos, despiertos o deprimidos según lo que hayamos comido. La sociedad, de un modo tácito, nos alienta a ciertos comportamientos que corresponden a sensaciones internas, y por lo tanto nos incita al uso de sustancias que produzcan comportamientos aceptables.
La represión o la expresión de la sexualidad, la fertilidad o la potencia sexual, el grado de agudeza visual, la sensibilidad a los sonidos, la velocidad de la respuesta motriz, el índice de madurez y la duración de vida, son sólo algunas de las características animales que pueden verse afectadas por plantas alimenticias con exóticas propiedades químicas. La formación de símbolos en los humanos, la facilidad lingüística y la sensibilidad a los valores de la comunidad también pueden cambiar bajo la influencia de metabolitos activos en el terreno fisiológico y psíquico. Pasar una noche en un bar de solteros puede ser un trabajo de campo suficiente para confirmar esta observación. En realidad, el proceso del ligue ha tenido siempre un alto rendimiento en la facilidad lingüística, como atestigua la perenne atención a los estilos coloquiales.
Cuando pensamos en las drogas, tenemos tendencia a concentrarnos en episodios de intoxicación, pero muchas drogas se utilizan normalmente en dosis bajas o de mantenimiento; el café y el tabaco son ejemplos claros en nuestra cultura. El resultado es una especie de «ambiente de intoxicación». Como el pez en el agua, las gentes de una cultura nadan en el medio prácticamente invisible de estados mentales culturalmente aceptados, pero artificiales.
Los lenguajes parecen invisibles a la gente que los habla, pero conforman el tejido de la realidad de sus usuarios. El problema de confundir el lenguaje con la realidad en el mundo cotidiano es demasiado conocido. El uso de las plantas es un ejemplo de un complejo lenguaje de interacciones químicas y sociales. Pero la mayoría de nosotros no nos damos cuenta de los efectos de las plantas en nosotros mismos y en nuestra realidad, en parte a causa de que hemos olvidado que las plantas siempre han hecho de mediación entre las relaciones culturales humanas y el mundo en su conjunto.
El manjar de los Dioses
1992
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