El gran debut (oficial) de 2012, un álbum de neosoul que es la huida hacia delante de un joven negro dolorido y sincero.
"We'll run to the future", canta Frank Ocean casi al comienzo de la enorme "Pyramids". Larga en extensión, gigante en contenido, toda una epopeya moderna de éxito y drama en la que el cantante parece querer huir, correr hacia un futuro idealizado, dejando atrás sus conflictos. Y es que este "Channel Orange" -que siguió a su aclamada mixtape "Nostalgia, Ultra", publicada en 2011-es un grito de atención que habla de sentimientos como la soledad y la frustración y un salto al vacío dentro de una escena, la del R&B norteamericano, que apenas tolera que un hombre se desnude de una forma tan sincera para confesar su homosexualidad. Pero igual que la lírica del autor se retuerce y sangra dentro de canciones como "Bad Religion" o "Forrest Gump", su valentía e independencia aflora en atmósferas, en sonidos y en palabras. No le da miedo ponerse frente al espejo y llorar en la balada "Thinkin Bout You".
Los cameos de André 3000 y su amigo Tyler, The Creator pasan casi desapercibidos frente al talento de Ocean en ese viaje retro de "Lost", el alma al estilo Marvin Gaye de "Sierra Leone" o una "Sweet Life" que deja en evidencia al estrellato del nuevo soul. Otros como The Weeknd, Rhye o hasta el propio Drake han seguido esa misma senda: abrir las puertas de sus sentimientos y hablar de sus propias crudezas, pero ha sido él quién mejor y más sinceramente lo ha hecho.
JULIO A. CUENCA
RDL