Aquí va un relato que he hecho como tarea de un curso en la universidad Antonio Ruiz de Montoya.
Hope you like it! :)
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Taller de Creación Literaria
Tarea
“La vida sin la música sería un error”.
Friedrich Nietzsche.
- En este piso el elevador no se detiene –.
-¿Por qué? –le pregunté.
- Es el piso 13 y en él nadie quiere vivir –replicó- usted sabe, la gente en estos tiempos es muy supersticiosa.
- Ah, vaya, qué interesante detalle, pues déjeme aquí.
- ¿Está seguro que no se arrepentirá?
- Claro, no soy supersticioso señor.
- Como usted quiera.
- Antes dígame algo. ¿Es cierto que el dueño del edificio es el viejo poeta y músico Carlos Mendoza?
- Sí, y lleva una vida bohemia como todos sus amigos artistas, si desea conocerlo, el señor Mendoza suele ir al café que se encuentra en la calle Verdemiel, el “Reverberation”.
Una vez que el fornido hombre del ascensor se fue, me dispuse a revisar las habitaciones de aquél temido piso. Al cabo de 15 minutos había acabado de inspeccionar lo que iba a ser mi futuro centro de operaciones. De nuevo pedí el ascensor y ésta vez el ascensorista y yo no trabamos conversación alguna ya que habían más personas en el elevador. Una vez en la calle me dirigí al café Reverberation.
- Disculpe busco al señor Mendoza.
- Oh! Está en la mesa 3, es el de blue jeans y gafas –contestó el mozo.
- Gracias.
Decidí que si iba a hablar con él tenía que ser sincero desde un principio. Me acerqué y con delicadeza me presenté ante aquél grupo de sesentones consumidores de café.
- Muy buenas tardes tenga usted señor Mendoza, disculpe que lo interrumpa en medio de esta reunión fraternal pero necesito hablarle.
- Vaya, vaya. Hace tiempo que no hablaba con hombres de tu edad. ¿Qué es lo que desea de mí exactamente, señor…
- Russolo. Francisco Russolo –interiormente me sentía aliviado de que el viejo escritor no me haya ignorado y proseguí- Verá, sé que usted es el dueño del edificio “Leon Theremin”.
- Así es.
- Lo que sucede es que deseo alquilar un piso de su edificio, para usarlo como centro de operaciones de un colectivo de artistas, músicos y poetas. Necesitamos, ya, un lugar en donde reunirnos y pensar nuestra estrategia de ataque.
- Todo eso que me cuenta me parece fabuloso. Pero deben pagar una renta mensual que asciende a 400 dólares.
- Verá, señor Mendoza, no contamos con tanto dinero, pues no somos hijitos de papá, ni burgueses…
- Entonces, señor, no sé por qué me está haciendo perder el tiempo.
- No, de ninguna manera está usted perdiendo el tiempo, créame.
-¿Así? –vi que el viejo estaba empezando a molestarse.
- Lo que tengo para usted no es dinero, pero es algo que usted, como músico que es, estimará mucho más que el metal. Verá, señor, quizá usted no lo sepa pero yo soy bisnieto de Luigi Russolo, el primer “sound writer” de la historia de Occidente y poseo algo que nadie en éste planeta ha tenido el placer de oír jamás.
- ¿Es todo lo que usted me dice cierto? No sé porque tendría que creerle.
- Poseo pruebas –seguidamente saqué de mi mochila un álbum de fotos de mi ilustre tatarabuelo en el que éste aparecía rodeado de sus inauditos instrumentos.
- Déjeme ver.
- Por supuesto. –noté que el señor Mendoza estaba genuinamente interesado en lo que estaban viendo sus ojos.
- ¿Y usted posee alguna música hecha por su tatarabuelo?
- Acaba de adivinar mis intenciones, señor. –el viejo poeta pareció emocionarse- Verá, mi padre me dejó en herencia 50 cintas en las que se puede ver y escuchar ensayos de mi ilustre antepasado junto a sus amados artefactos, que como usted sabrá eran instrumentos electrónicos construidos por él mismo a principios del siglo XX. Esas filmaciones son propiedad mía ahora.
3 semanas después, junto a mis compañeros de viaje –es decir, mis amigos músicos- me dispuse a tomar posesión del edificio que el agraciado señor Mendoza había tenido a bien obsequiarme a cambio de las películas de Luigi Russolo. Así fue cómo conseguí lo que hoy se conoce, en toda Lima, como el edificio súper espacial.
Lima, 15 de Noviembre de 2067.
Hope you like it! :)
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Taller de Creación Literaria
Tarea
“La vida sin la música sería un error”.
Friedrich Nietzsche.
- En este piso el elevador no se detiene –.
-¿Por qué? –le pregunté.
- Es el piso 13 y en él nadie quiere vivir –replicó- usted sabe, la gente en estos tiempos es muy supersticiosa.
- Ah, vaya, qué interesante detalle, pues déjeme aquí.
- ¿Está seguro que no se arrepentirá?
- Claro, no soy supersticioso señor.
- Como usted quiera.
- Antes dígame algo. ¿Es cierto que el dueño del edificio es el viejo poeta y músico Carlos Mendoza?
- Sí, y lleva una vida bohemia como todos sus amigos artistas, si desea conocerlo, el señor Mendoza suele ir al café que se encuentra en la calle Verdemiel, el “Reverberation”.
Una vez que el fornido hombre del ascensor se fue, me dispuse a revisar las habitaciones de aquél temido piso. Al cabo de 15 minutos había acabado de inspeccionar lo que iba a ser mi futuro centro de operaciones. De nuevo pedí el ascensor y ésta vez el ascensorista y yo no trabamos conversación alguna ya que habían más personas en el elevador. Una vez en la calle me dirigí al café Reverberation.
- Disculpe busco al señor Mendoza.
- Oh! Está en la mesa 3, es el de blue jeans y gafas –contestó el mozo.
- Gracias.
Decidí que si iba a hablar con él tenía que ser sincero desde un principio. Me acerqué y con delicadeza me presenté ante aquél grupo de sesentones consumidores de café.
- Muy buenas tardes tenga usted señor Mendoza, disculpe que lo interrumpa en medio de esta reunión fraternal pero necesito hablarle.
- Vaya, vaya. Hace tiempo que no hablaba con hombres de tu edad. ¿Qué es lo que desea de mí exactamente, señor…
- Russolo. Francisco Russolo –interiormente me sentía aliviado de que el viejo escritor no me haya ignorado y proseguí- Verá, sé que usted es el dueño del edificio “Leon Theremin”.
- Así es.
- Lo que sucede es que deseo alquilar un piso de su edificio, para usarlo como centro de operaciones de un colectivo de artistas, músicos y poetas. Necesitamos, ya, un lugar en donde reunirnos y pensar nuestra estrategia de ataque.
- Todo eso que me cuenta me parece fabuloso. Pero deben pagar una renta mensual que asciende a 400 dólares.
- Verá, señor Mendoza, no contamos con tanto dinero, pues no somos hijitos de papá, ni burgueses…
- Entonces, señor, no sé por qué me está haciendo perder el tiempo.
- No, de ninguna manera está usted perdiendo el tiempo, créame.
-¿Así? –vi que el viejo estaba empezando a molestarse.
- Lo que tengo para usted no es dinero, pero es algo que usted, como músico que es, estimará mucho más que el metal. Verá, señor, quizá usted no lo sepa pero yo soy bisnieto de Luigi Russolo, el primer “sound writer” de la historia de Occidente y poseo algo que nadie en éste planeta ha tenido el placer de oír jamás.
- ¿Es todo lo que usted me dice cierto? No sé porque tendría que creerle.
- Poseo pruebas –seguidamente saqué de mi mochila un álbum de fotos de mi ilustre tatarabuelo en el que éste aparecía rodeado de sus inauditos instrumentos.
- Déjeme ver.
- Por supuesto. –noté que el señor Mendoza estaba genuinamente interesado en lo que estaban viendo sus ojos.
- ¿Y usted posee alguna música hecha por su tatarabuelo?
- Acaba de adivinar mis intenciones, señor. –el viejo poeta pareció emocionarse- Verá, mi padre me dejó en herencia 50 cintas en las que se puede ver y escuchar ensayos de mi ilustre antepasado junto a sus amados artefactos, que como usted sabrá eran instrumentos electrónicos construidos por él mismo a principios del siglo XX. Esas filmaciones son propiedad mía ahora.
3 semanas después, junto a mis compañeros de viaje –es decir, mis amigos músicos- me dispuse a tomar posesión del edificio que el agraciado señor Mendoza había tenido a bien obsequiarme a cambio de las películas de Luigi Russolo. Así fue cómo conseguí lo que hoy se conoce, en toda Lima, como el edificio súper espacial.
Lima, 15 de Noviembre de 2067.
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