... Los involucrados en el llamado "rock subterráneo" de los ochenta generalmente pertenecen a familias con profundas raíces limeñas. Si acaso sus familias llegaran a ser de provincia, serían aquellas ubicadas en zonas citadinas (Arequipa, Piura, etc.) y no en las áreas rurales. La gran mayoría encaja en algún punto del continuum entre clase alta, media y media baja de Lima y viven en los distritos urbanos centrales. Pocos, de hecho casi ninguno, crecieron en los precarios pueblos jóvenes que rodean el área metropolitana, que se expandieron enormemente durante los ochentas y están poblados por una abrumadora mayoría de inmigrantes andinos o "cholos", como les dicen en Perú. Después de docenas de entrevistas, invitaciones a varias casas para conocer archivos personales y de asistir a varios conciertos, no he conocido a ningún subte de la generación de los ochenta que haya estado expuesto al quechua de manera significativa. Sus apellidos sugieren complejas mezclas entre diferentes ascendencias -española, vasca, italiana, alemana, japonesa y libanesa- y no un linaje andino directo. A pesar de estas semejanzas en ciertos términos sociológicos, y del hecho de que probablemente eran apenas unos cuantos cientos, los punks de Lima generaron una extraordinaria variedad de respuestas a la caótica realidad peruana durante este período: desde apatía rocanrolera hasta provocaciones estéticas radicales y militancia anarquista liberadora. Es en esa diversidad de respuestas donde vislumbro una forma distinta de esperanza revolucionaria y de pesadillas históricas alternativas.
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También comencé a pensar en términos de diálogos intertextuales, subtextuales y contratextuales entre Mariátegui y una horda de otros intelectuales misfits: el problemático estudiante de postgrado, autor de esa tesis que jodió a todo el establishment intelectual soviético (Bajtín); la más peligrosa de las mujeres peligrosas en la historia de los Estados Unidos (Goldman); el judío alemán suicida que nunca estuvo realmente de acuerdo con esa vaina de Frankfurt (Benjamin); un vándalo francés sin figura paterna (Debord); ese conocido filósofo alemán exiliado que para crear Capital vivió del capital británico de su amigo Friedrich (Marx). Evidentemente, las implicaciones del libro van más allá de confines geopolíticos precisos y de una historia específica sobre el Estado-nación llamado Perú. O, más bien, las particularidades de la realidad peruana nos dan la oportunidad de repensar dilemas universales.
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En cierta manera, el punk propone un medio de subproducción, un intento concertado de intervenir de manera cruda pero creativa en el problema de la sobreproducción. Me refiero a esto más en el sentido "creativamente heroico" de Mariátegui que en un sentido marxista dogmático. Es muy famoso el resumen que hace Marx del capitalismo como una "formación social en la que el proceso de producción tiene dominio sobre el hombre, en lugar de ser lo contrario". En esencia, se refiere a que la concentración del capital y las barreras sistemáticas para hacer socialmente visibles los procesos de producción tienen como resultado una visión fetichista de la productividad en conjunto. Estas concentraciones y barreras sirven para suprimir una comprensión más consciente y una organización más equitativa del potencial para la creatividad humana que la producción necesariamente implica. Es precisamente el potencial para la creatividad lo que se mantiene cautivo en un sistema organizado en torno a la monopolización de los medios de producción. El sistema completo está ideológicamente gobernado por una lógica economicista que valora "ser productivo" sobre "ser creativo" virtualmente en todo nivel; o, cuando surgen formas espontáneamente "exitosas" de creatividad, estas son rápidamente absorbidas por la lógica de la productividad de masas, con la propietarización privada incluida necesariamente.
Podríamos extendernos en esta idea de la sobreproducción centrando la atención en sus connotaciones específicamente estéticas. Otra definición conocida de sobreproducción, la del Diccionario Oxford, dice que es "Registrar o producir (una canción o una película) de manera tan elaborada que la espontaneidad o arte del material original se pierde". Inmediatamente pensamos en edición excesiva, demasiadas intervenciones técnicas o un exceso de efectos especiales empleados en los espacios industriales de producción de mercancías culturales (estudios, salas de edición, etc.). Así, en un nivel, la sobreproducción estética es el resultado percibido de diversos tipos de control técnico entre "expertos" de la estética (productores, mánagers, editores, ingenieros, etc.). En efecto, la sobreproducción es impulsada por la "clase" específica de profesionales de la estética que aseguran tener capacidades especializadas y que controlan el acceso a los medios necesarios para intervenir en la producción estética y, luego, generar los estándares a través de los cuales la creatividad artística (o simplemente el atractivo estético masivo) será juzgada y controlada a través de las distintas industrias culturales...
SHANE GREENE
Pank y Revolución: 7 Interpretaciones de la Realidad Subterránea
2017
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