Catervas, la banda de los hermanos Reyes (Pedro, Raúl y Javier) están de vuelta con un nuevo álbum, "Los Cielos Vuelan Otra Vez" (Cuaderno Roto/Urbanoide, 2018). Junto al tecladista Juan Esquivel los Catervas han decidido retomar el sendero del pastel shoegazer y de la neopsicodelia con el que irrumpieron en la escena local hace 20 años junto al colectivo Crisálida Sónica. A diferencia del demo tape del 98, "Los cielos vuelan..." carece de la onda experimental ala Spacemen 3/Stereolab de temas como "Cíclica" y "La danza de las cuerdas": los hermanos Reyes han decidido ir con todo por las capas de ruido guitarrero para lo cual no han escatimado efectos ni canales en la mezcla final.
El gancho pop que siempre han cultivado -cómo olvidar "Garabatos", "Piedra dormida", etc.- cuaja magistralmente en temas como "Enter Asesino" o "Desde París", a ello añaden su faceta ambiental etérea que ha legado a la música peruana temas inolvidables y que hoy nos trae unos Catervas engalanándose con un documento que podríamos definir con la fórmula The Cure + Slowdive + The Church. Un licuado de influencias y rollos mentales del que brota una obra preciosista, impetuosa y delicada que subyugará hasta al más consumista de los indie heads. Este es el Souvlaki caterviano, el Disintegration peruano.
Como en los 90, Catervas brilla alto en una escena alterna repleta de hipsters, fans y músicos embobados por el mainstream y el envilecimiento al alcance de un click en modo pachanga y derivados: los/las Rossy War de hoy vienen repotenciados/estilizados y su rayo de acción es global/glocal. ¡No jodas tercermundista, quédate en tu patria, mucha migra ya! Como bien decía/previno Friedrich Nietzsche: "solo la música enferma hace dinero hoy".
Con ustedes, chikos de kromo, Catervas en Perú Avantgarde en la avanzada desde siempre...
Acaban de publicar “Los cielos vuelan otra vez” un álbum que después de años los ve retornar un tanto a la esencia shoegazer psicodélica. ¿Cómo así se dio este nuevo comienzo?
R:. En cada disco la idea fue ir lo más lejos posible, tratar de no repetirse y probar algo totalmente nuevo para la banda, pero en todo eso hay un lado peligroso, que es llegar a/el poder perder tu esencia, perder el alma como banda. Con el disco anterior llevamos nuestros sonido a la periferia, a lo más lejos que pudimos haber llegado, es así que cuando empezamos a ensayar aquellos temas para los conciertos en vivo, vimos que estos empezaron a fluir no con el molde sonoro en que se grabaron sino con la sonoridad clásica de Catervas, eran como covers de nuestros propios temas.
Aparte, por aquella época hubo conciertos conmemorativos por Crisálida Sónica, y volvimos a ensayar temas antiguos como “Clave de Ángeles” o “Cíclica”. El concierto y los ensayos fueron memorables, y ahí fue que se replanteó todo. El volver a explorar un camino que dejamos trunco y que tiene mucho por explotar aún, y que sobre todo a pesar del tiempo sentimos, que no nos repetimos. Es como cerrar un círculo y despegar.
Las capas de guitarras tienen una presencia radical en varias de las canciones del nuevo álbum. ¿Qué efectos son sus preferidos? ¿Qué aparatos y software utilizan?
P: Esta vez se pensó en tratar de llenar los ambientes con guitarra, no importa si tenía que haber más canales para eso, a diferencia de otros discos, que en su momento se quería plasmar el sonido de power trio y no volar tanto. En el “Semáforos” por ejemplo la idea era obtener un sonido más crudo, más directo. En cuanto a los pedales que uso, estos han ido aumentando en el tiempo, definitivamente me gustan los efectos sueltos o “los carritos” como se les suele llamar, siento que las pedaleras que abarcan bastantes sonidos suenan muy digitales a mi parecer. Para este disco estrené y probé mucho el Reverb, al igual que los delays y phaser. Las mismas canciones me animaban mucho a pasar horas probando el mejor sonido posible para cada canción.
El feeling The Cure + Slowdive + The Church en las líricas y melodías se siente hermoso. Temas como “El desorden perfecto”, “Premonición” o “Metropolis” lo prueban. ¿Cuéntenos de qué van vuestras letras? ¿Qué es lo que desean comunicar a través de sus sonidos?
R: Manya, The Church, es una banda que estoy escuchando bastante estos últimos meses, el Priest=Aura (1992) es fabuloso, en fin. Respecto a las letras giran en base a experiencias que atravesamos en esta etapa de nuestras vidas y tmb en cómo percibimos a la sociedad, van desde el nacimiento de mi hijo, el bulling cibernético, el consumismo, la felicidad que es efímera, el miedo a perder a quien quieres hasta la angustia de confesar un error, hay mucho rollo psicológico en los temas.
Respecto al sonido, estamos retomando el concretar ambientes sonoros, que transmitan esas emociones, jugar con el sinte y los pedales de guitarras, generar capas sónicas, darle un cariz cinematográfico a los temas y que redondeen las líricas
P: Las letras siempre se generan después de tener la música, a veces surgen versos o melodías en el camino, pero preferimos cerrar la lírica una vez tengamos definida la sonoridad. Y es según eso que la música te inspira a escribir de acuerdo a las sensaciones que los acordes te proporcionan en la mente.
¿Cuáles son sus discos favoritos del 2018 o los que más han estado escuchando este año?
P: Más que del 2018, he estado escuchando bandas de distintas épocas, redescubriendo grupos o también varias antiguas que gracias a las plataformas digitales he podido oír por primera vez, sin ningún orden en particular te nombro algunas: Beach House, The War on drugs, Wild Nothing, Warpaint, Mark Lanegan, The KVB, Belong, Drab Majesty, Still Corners, Viva Suecia, Midnight Faces, etc. Del plano local he estado oyendo a Taneli Lucis, Baby Steps, Blue Velvet, Aloysius Acker, MF1914 y bueno, bandas que también tienen tiempo en la escena como Liquidarlo Celuloide, Gomas, Blind Dancers, Moldes, Grupo Miel, Fútbol en la escuela, Felyno y un largo etcétera.
Después de todos este tiempo desde inicios de los 90 hasta hoy ya casi 2020, la pregunta se cae de madura. ¿Por qué hacen (o continúan en la) música?
R: Primero porque nos gusta, porque hacer música es algo natural, y que creemos que al empezar a fabricar melodías, estas tienen el potencial suficiente para aterrizarlas en canciones. También está el “reto” de crecer continuamente, el no quedarnos en un cliché, el tratar de dejar un legado. Cuando sintamos que no podemos ofrecer algo del nivel de lo hecho anteriormente, lo que se dice “cuando perdamos la magia”, ahí se acaba todo, nunca quisiéramos ser una banda que vive del pasado.
P: Porque no hemos perdido esa magia de querer seguir componiendo, es inevitable, sea lo que fuere que estés haciendo, las melodías llegan inesperadamente e incluso te llegan con la base o la estructura hecha y simplemente te da ganas de compartirla y querer grabarla. Cuando pierdas eso es mejor decir hasta aquí nomás.
¿Qué otras expresiones o artes les interesan? ¿Algunos libros o películas que correspondan a la cosmovisión Catervas?
R: A mi me gusta mucho leer sobre historia, sobre la evolución de las sociedades. Respecto a cine, siempre busco algo que tenga, suspenso, misterio o drama.
P: Me gusta el cine, aunque por tiempo haya dejado de ir como lo hacía antes. No importa que género sea, la cosa es que te haga sentir algo. El último libro que estoy leyendo es "Historia de la corrupción en el Perú".
Cuéntenos cómo vivieron el concierto de Slowdive en Lima. Después de más de 20 años de vivir enamorados de sus discos por fin Slowdive aterrizaron en Perú. Más vale tarde que nunca dicen. ¿Qué tal el evento, la experiencia? Hubo incluso un concierto tributo previo a la llegada de los ingleses donde participaron ustedes con varias bandas más. ¿Qué tal todo?
R: Slowdive es una banda insignia dentro de mi background musical, crecí con ellos, y bueno, fue maravilloso verlos en vivo, aunque me hubiera gustado vivir esa experiencia 20 años atrás.
El tributo fue muy bacán, apenas nos invitaron aceptamos de inmediato, era vivir la emoción y bueno fue muy paja reversionar Catch the breeze frente a un público y bandas muy entendidos en la materia.
P: Gran concierto, gran recuerdo, no solo el hecho de sentir los temas en vivo sino también el hecho de haberlos conocido y decirles cuán importantes fueron en tu vida, que su música fue el soundtrack de tu adolescencia, fue increíble.
¿Qué recuerdos guardan de la primera formación con Wilmer Ruiz en los teclados, sus tocadas en el Más Allá de Barranco, en el Árabe Pub de S.M.P., su etapa como Cíclica, la escena Crisálida Sónica, etc?
R: Recuerdos muy gratos, cuando todo era muy libre, solo tocar y ensayar, las cosas se iban dando, fue una etapa muy creativa, todo fluía fácil, conocimos gente que andaba en las mismas coordenadas y vivimos junto a ellos momentos entrañables. Era una época de iniciación para todos, de empezar a explorar un nuevo mundo y donde, creo yo, se sentaron las bases desde las que cada uno de nosotros asume el hecho de hacer música. Un orgullo haber compartido esos comienzos con la gente de Crisálida.
P: De hecho una etapa con menos preocupaciones, momentos de formación, de nutrirte de muchísima música y compartirla con amigos, muchos nos vemos hasta el día de hoy y es muy grato que todos sigamos en esto.
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