... el movimiento pop que siguió inmediatamente a Gary Numan se inspiró tanto en los gestos mecanizados adrede del David Bowie de Heroes o de los Kraftwerk post-Autobahn como en la creatividad sartorial de los punks emperifolados de King's Road. Me refiero a los new romantics, balanceándose suaves y portentosos sobre la pista de baile comandada por el DJ Rusty Egan. Como los maniquíes disidentes de "Showroom Dummies" de Kraftwerk, los new romantics formaron un enjambre postmoderno, afectado y narcisista, que salió a la caza de todo tipo de combinaciones excéntricas para sus looks, incluyendo glamorosas manifestaciones textiles del siglo XX, puntillosos recicles decimonónicos y hasta hipotéticos de un siglo XXI por venir. Habilitaron, así, un panorama donde se los acusaba de pretenciosos de "falsos profundos". Y ahí estaba el punto. La idea de un grupo como Spandau Ballet era hacer de cuenta que decían mucho sin decir nada. En el fondo era todo una burla al "contenido" idealizado por los punks.
Y aún con esa profundidad de chapadur que los caracterizaba, los new romantics pudieron ser tan serios como músicos de new jazz y caminar tan intensos y emancipados como punks. Con toda esa evidente arrogancia de inspiración teutona y ese amor por el articicio, el manierismo, las fotos de Garbo y las viejas tapas de Vogue bien podían haber sido una comparsa más o menos elitista y aislada del mundo, pero no. Porque eran gregarios, divertidos, generosos, a veces politizados, a veces opacos, y hasta podían ser pendencieros (los new romantics Boy George y Chris Sullivan sabían como defenderse); y cultivaban una estética que en el fondo tenía menos de extravagancia, ciencia ficción y cyberfuturismo que de coyuntura cultural real, presente, propia de su época.
La vestimenta y el cuidado del look eran un desafío directo a la recesión económica de la época. Los new romantics irrumpieron en Londres, pero donde realmente cuajaron fue en las ciudades más postergadas del Reino Unido, en particular en el norte inglés y en Gales. Pese a cierta pose fascistoide en canciones como "Musclebound" de Spandau Ballet, la propuesta new romantic tenía su lado de celebración contracultural del juego libre en un mundo posindustrial donde escaseaba el empleo y los jóvenes podían definirse menos por su trabajo que por su estilo. Eran tiempos anormales, por lo que tampoco podían hace suyo los significantes normales de lo "humano" dentro del pop -no podían cantarle a la amistad, la honestidad, la pasión, la soledad-. Eran los hijos bastardos, plásticos, de los robots, bailando mecánicamente al ritmo de "Fade to Grey" y a la vez resistiéndose a "fundirse en el gris", como cantaba Steve Strange en el tema de Visage.
DAVID STUBBS
Sonidos de Marte. Una historia de la música electrónica.
2019
No hay comentarios.:
Publicar un comentario