POR JUAN MONGE
Extraído de Rock de Luxe (2011)
Tras haber contraído el virus H1N1 en Australia y después de que los médicos trataran de curar durante semanas una neumonía que no remitió, Trish Keenan murió el 14 de enero de 2011. Su voz iluminó el eco infinito de Broadcast, una aventura que tendió puentes entre la psicodelia, la escritura automática, el BBC Radiophonic Workshop, el ocultismo, la electrónica rudimentaria y el pop en discos que son como el recuerdo de cosas que no pasaron. Juan Monge despidió a Trish Keenan con este artículo.
En apenas unas horas, las palabras de Crystal Summers, alguien que aseguraba ser hermana de Trish Keenan y que advirtió en varias redes sociales que Trish no podría cantar durante un tiempo, puesto que estaba enferma y los tubos de una sonda nasogástrica le habían dañado la garganta, revelaron toda su gravedad cuando al día siguiente Warp –el sello que ha editado prácticamente todo el material de Broadcast y que planeaba lanzar su último trabajo– confirmó la muerte de Trish. La noticia y las condolencias se reprodujeron durante días en internet y distintos medios de comunicación, concediendo una atención y una relevancia al grupo que ellos jamás hubieran imaginado. Había algo en Keenan, en su voz, que traspasaba la frontera de lo que se puede explicar: parecía detener el tiempo, atraparlo, para manejarlo a su antojo.
Trish y James Cargill, su marido y la otra mitad de Broadcast, perseguían las pistas de un mundo en un plano distinto al nuestro. Perfeccionistas y escrupulosos en el estudio, llevaban meses retrasando la edición de su nuevo álbum, todavía inédito. Hace tres años que se mudaron a Hungerford, un pueblo de la campiña inglesa, famoso por la masacre a manos de un chico que en 1987 disparó contra decenas de personas, hiriendo a quince y matando a dieciséis. Keenan y Cargill habían huido del precio abusivo de los alquileres en Birmingham y encontraron un lugar para dejar crecer ese mundo extraño, construido con falsas coincidencias, en los límites de lo que podemos comprender, que se revolvía en sus discos.
En la entrevista que Joseph Stannard publicó en ‘The Wire’ en 2009, Trish contó que hasta “Investigate Witch Cults Of The Radio Age” (Warp, 2009), el disco que grabaron junto a The Focus Group, pensaba que sus letras reflejaban su visión del mundo, tratando de entenderlo, pero que desde que vivía en Hungerford algo había cambiado en su forma de expresarse. Sentía que había muchas voces, muchas personas dentro de ella y estaba decidida a dejarlas salir.
Steve Perkins y Roj Stevens habían abandonado Broadcast al terminar la grabación de “The Noise Made By People” (Warp, 2000), su primer álbum, y el guitarrista Tim Felton lo hizo después de “Haha Sound” (Warp, 2003) para formar Seeland junto a Billy Bainbridge (Plone). Solos, Trish y James fueron acercándose cada vez más al centro de su sonido, obsesionados con la idea de acortar la distancia entre su subconsciente y sus canciones. Querían dar vida a una música impulsiva, irracional. Editaron en Warp los dos volúmenes de “Microtronics” entre 2003 y 2005, en dos EPs en formato de CD de tres pulgadas, con cortes de library music de apenas un minuto, pero no era necesario que experimentaran con los sonidos para hacer palpable una curiosidad que alimentaba su música desde sus primeros singles, y que Trish dirigía. Su voz advertía un camino secreto dentro de sus canciones. Era una vía soterrada, cubierta por lo que pasaba en su música, un idioma que fluía por debajo del sonido de la banda, de la electricidad y las baterías.
Como si las palabras que cantaba encerraran otras palabras; su voz era un imán que fue adueñándose de Broadcast: su influencia sobre la música crecía con cada disco, con los años, haciendo que el sonido girara cada vez más hacia ella, orbitando a su alrededor, hasta descubrir todo su poder en “Tender Buttons” (Warp, 2005), marcando un nuevo comienzo para Broadcast. Las personas junto a las que habían grabado “The Noise Made By People” o “Haha Sound” ya no estaban, y Cargill y Keenan se inclinaron por otra forma de hacer música, más cercana a la improvisación. Trish escribió las letras de las canciones de “Tender Buttons” de forma aleatoria, juntando palabras al azar como en un poema dadaísta y dejando correr el subconsciente, componiendo las letras con fragmentos de textos que había escrito de forma automática, inspirada por los autores del surrealismo. Sin embargo, ninguno de los dos pretendía una ruptura tan clara con el sonido de sus otros discos. Los temas que acabaron llenando el álbum eran esbozos sobre los que pensaban escribir arreglos, para tocarlos con un grupo que nunca llegaron a formar. Aquel disco terminó por ensanchar los cauces por los que corría una materia ajena a las referencias que habían marcado sus trabajos anteriores y que se desbordó en canciones con vida propia.
De algún modo, “Tender Buttons” era el reverso en blanco y negro a todo el color que las formas del pop de los sesenta y la psicodelia habían estampado en sus otros discos; el manifiesto de esa revolución silenciosa que Trish había cometido en la música de Broadcast, puede que sin ni siquiera saberlo. Su personalidad se había llenado de una luz que el sonido ya no tenía, como si ella se hubiera alimentado de eso, dejando los restos: ritmos secos, electricidad estática y teclados distorsionados. La discografía de Broadcast describe exactamente eso: cómo el sonido pierde carácter y cómo Trish lo transforma, dejando que su presencia crezca hasta reinar sobre todo lo demás. Pero hubo un salto en esa lógica: “Investigate Witch Cults Of The Radio Age”, el trabajo que James y Trish grabaron junto a Julian House, el encargado del diseño de las portadas de todos los discos de Broadcast, dueño del sello Ghost Box y único responsable del collage de sonidos de The Focus Group. Keenan y Cargill le mandaron todo tipo de material a House: improvisaciones de media hora, fragmentos de canciones más definidas, grabaciones de campo, sampleados y loops. Trozos de canciones que House fue llenando y que los tres acabaron de montar en un fin de semana. Keenan volvió a utilizar las técnicas del automatismo surrealista para escribir las letras, dando lugar a las voces de personajes que hablaban a través de ella. Aunque conocía el título del disco, que los tres tomaron como un concepto fijo: querían adaptar la idea de una fiesta de brujas al sonido, representándola. Tenían en la cabeza las imágenes de “La maldición del altar rojo” (Vernon Sewell, 1968) y la historia de “El maestro y Margarita” de Mijaíl Bulgákov, y las utilizaron para recomponer su propio ritual.
El disco marcó el inicio de una nueva etapa en Broadcast que tuvo una continuación breve con más material compartido con The Focus Group en el siete pulgadas “Study Series 04: Familiar Shapes And Noises” (Ghost Box, 2010), dentro de la colección temática que House edita en su sello, y que ha evolucionado en un cuarto álbum que Trish y James grabaron antes de que ella muriera, de título todavía desconocido, y cuya edición es una incógnita que Warp aún no ha despejado. Broadcast lo hubieran presentado en directo en la próxima edición del Primavera Sound en Barcelona.
SEIS CARAS DEL POP MULTIDIMENSIONAL
“Work And Non Work”
(Warp, 1997)
El estreno de Broadcast en Warp recapitula sus primeros pasos con una colección de canciones de los singles y el EP que habían publicado hasta el momento, desde 1996: “The Book Lovers” y el siete pulgadas “Living Room” / “Phantom”, aparecidos en Duophonic, el sello de Stereolab, y el single “Accidentals”, editado originalmente en Wurlitzer Jukebox. A pesar de las constantes comparaciones con la banda de Laetitia Sadier, estos primeros temas ya exhiben una cualidad magnética e hipnótica que los distingue como una formación diferente –aunque es cierto que comparten influencias con Stereolab, la banda de Londres utilizaba más las jams para construir sus temas, mientras que las canciones de Broadcast parecían sostenerse sobre estructuras cerradas– y que nunca abandonó su sonido, simplemente cambió de forma.
“The Noise Made By People”
(Warp, 2000)
Hay algo extraño en el primer álbum de Broadcast, en la voz de Trish Keenan: parece más la de una cantante que se guía por el recorrido que van dejando los instrumentos, ocupando el espacio reservado para ella, que el centro de gravedad que llegará a ser en los siguientes discos. Aunque eso no hace precisamente de “The Noise Made By People” un disco peor. El equilibrio entre el pop de salón con sofá de escay y ambientes más difíciles de respirar, dosificados con la precisión de un químico alemán en interludios que son como bandas sonoras de películas de ciencia ficción en miniatura (“Minus One”, por ejemplo), da fuerza a una lista de canciones envidiable, siempre por redescubrir, con la estupenda “Come On Let’s Go” a la cabeza.
“Haha Sound”
(Warp, 2003)
Grabado entre el estudio que James Cargill montó en su apartamento y una iglesia donde registraron las baterías de Neil Bullock, “Haha Sound” avanza en la dirección de “The Noise Made By People”, en esa recreación del pop de los sesenta con la que descontextualizan el sonido para hacerlo propio, más denso y personal. Casi todas las canciones respiran un imaginario heredado de “Valerie y su semana de las maravillas” (Jaromil Jires, 1970) y otros títulos del cine fantástico europeo, y la voz de Keenan empieza a primar sobre el sonido, dominándolo, construyendo escenas imposibles con su forma de cantar, más que con las palabras. Considerado por muchos su mejor disco, hay huecos en estas canciones que avecinan la sombra de un estancamiento que, por suerte, no tendría lugar.
“Tender Buttons”
(Warp, 2005)
Cargill y Keenan tuvieron que quedarse solos en Broadcast para encontrar la forma de volcarlo todo en sus canciones. Y lo hicieron aprendiendo a escribir sin pensar, jugando a improvisar con cajas de ritmos y teclados, ensuciándolos con electricidad y distorsión, para levantar verdaderos himnos de pop sucio de la categoría de “Black Cat”, “Corporeal”, “America’s Boy” y “Michael A Grammar”: la cima de su visión sobre todo lo que puede llegar a pasar en una canción. Aunque sus planes contemplaban transformar estos temas en algo completamente distinto con una banda, la imposibilidad de hacer que esa idea se materializara los obligó a dejarlas en su versión más básica. Ya desde el primer momento queda claro que no fue un error: “I Found The F” es la canción que no fueron capaces de grabar para “Haha Sound”.
“The Future Crayon”
(Warp, 2006)
Un recopilatorio que comprende todas las caras B que Broadcast acumularon entre los EPs “Extended Play” (Warp, 2000), “Extended Play 2” (Warp, 2000) y los singles “Echo’s Answer” (Warp, 1999), “Come On Let’s Go” (Warp, 2000) y “Pendulum” (Warp, 2003), algunas de las cuales están entre sus mejores canciones: “Illumination” (alguien dijo que era como una ruptura a cámara lenta y tenía razón), “Where Youth And Laughter Go” y las instrumentales “Chord Simple” y “Belly Dance”.
“Investigate Witch Cults Of The Radio Age”
(Warp, 2009)
Grabados junto a Julian House (The Focus Group), estos veintitrés cortes son postales sonoras que hablan de una fiesta de brujas en una mansión donde Broadcast tocan para ellas y House inicia el ritual. Y algo parecido fue lo que ocurrió: Keenan y Cargill grabaron fragmentos de música dejando sitio a los sampleados y las manipulaciones del sonido de House. Pese a que el resultado roza los cincuenta minutos, Cargill y Keenan nunca dejaron de considerarlo un EP. Puede que este disco fuera el paso previo al cambio de planteamientos que podría haber dado forma a ese nuevo álbum cuya edición todavía está en el aire. La melodía y el ritmo se diluyen en ráfagas de muestras y sonidos, el formato canción pierde casi toda su importancia y las partes de cada tema reaccionan unas con otras en el cerebro del oyente.
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