Reedición conjunta en triple CD (y por separado en vinilos) de este tríptico –así lo concibió su autor– del alemán Thomas Köner, explorador del sonido ambient, un histórico con pasado ilustre en el dúo Porter Ricks. Fueron sus tres primeros trabajos, publicados originalmente en 1990, 1992 y 1993. “Esta bruma de sonido grave y dramático suena hoy en día más vigente que nunca”, afirmó Llorenç Roviras en esta crítica.
Extraído de Rock de Lux (Octubre 2010)
Dice mucho de Type, sello inglés fundado en 2005, que haya recuperado los tres primeros trabajos del alemán Thomas Köner, publicados originalmente en Barooni; el primero titulado entonces “Nunatak Gongamur” (1990). Los discos quedaron muy pronto descatalogados, y aunque Mille Plateaux reeditó “Teimo” (1992) y “Permafrost” (1993) en 1997, este tríptico –así lo concibió su autor– seguía sin tener el eco merecido. Con esta reedición conjunta en triple CD (y por separado en vinilos), Type parece empezar a dar un giro que le puede permitir pasar de coqueto sello de electrónica de dormitorio a completo inventario de la música avanzada tanto actual como del pasado reciente.
¿Por qué son importantes estos tres discos? Con ellos se daba a conocer un músico que se había formado en el CEM-Studio de Arnhem y que había trabajado como técnico de sonido en rodajes cinematográficos y como compositor de bandas sonoras, y que luego sería conocido como mitad del seminal dúo de techno aislacionista Porter Ricks (actuaron en el Sónar 98). Posteriormente acabaría trabajando en diferentes frentes (fotografía, vídeo, net art...) y exponiendo su variada obra en centros de arte y museos.
Pero no es el currículo de Köner lo que debe motivar a los potenciales oyentes a acercarse a estos trabajos, sino lo contenido en sus surcos (aprovechemos para decir que gracias al sello Type los discos se hallan por primera vez en vinilo): una expedición épica que se dirige con lentitud extrema a los confines sónicos del planeta y que documenta gigantescos paisajes boreales donde la noche y el día se confunden y donde la monocromía acaba por dar lugar a un abanico infinito de matices y tonos.
No solo las portadas y los títulos, sacados de la lengua esquimal o en un castellano que parece remitir a paisajes de la Tierra del Fuego, aluden al frío, a la soledad y a la desolación. También lleva a estos conceptos la propia música: drones interminables producidos por gongs que el compositor manipula in situ (sumergiéndolos bajo el agua, por ejemplo) y en el estudio. Esta bruma de sonido grave y dramático suena hoy en día más vigente que nunca; su eco se escucha en bandas de post-metal como Sunn 0))), Jesu o Isis.
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