Anécdota reveladora e hilarante la que produjo el CD: un amigo al que se lo jugué me comentaba que lo estaba tasando en su computadora, cuando pasó por allí su viejo. El tío se paró en seco, vio a su hijo chambeando en la máquina se ganó con los chirridos más desopilantes que debe haber escuchado en su vida, y le dijo: "Cuánta corriente jala este aparato, ¿no?".
El ateísmo puro es la religión más constructiva, pero este disco insiste en demostrar con su certera denominación, todo lo contrario. En La Confitería Es La Mejor De Las Religiones EP, coinciden varias de las individualidades creativas más representativas de la movida electrónicoexperimental capitalina. Grabado a fines de 1998, pero editado recién en mayo de 2002, el EP documenta una serie de jam sessions en los que participan Christian Galarreta (a) Evamuss, Orlando Ramírez y Raúl Gómez (o sea, Jardín -casi- al completo), Wilder Gonzales (Fractal/El Conejo de Gaia) y Raúl Ochoa de M.A.R.U.J.A. -un dúo del que apenas he audicionado un par de temas artesanales, y que es, sencillamente, genial. Dichas improvisaciones hibridan, sorprendentemente, las soberbias lecciones que el espíritu trasgresor del viejo kraut rock dictara en los primeros 70, y el sonido de la psicodelia noventera (Alpha Stone, The Darkside, Spectrum). Ignorando el mérito que de por sí tiene el concretar tamaña fusión, los citados deconstructivistas sonoros re-crean el morphing resultante a través de un tratamiento de lo fi electrónico. Ya sabes, ruido y error como técnicas compositivas y de registro. Sólo que aquí estas herramientas alcanzan cotas rara vez visitadas por el resto de nuestros coterráneos: melodías deformadas, manipulación de sonidos, frecuencias sublunares.
¿El underground artístico apesta? Boludeces. La Confitería... no es un ejercicio vacuo de masturbación ruidista. Al contrario, chamba como mierda es lo que podemos encontrar en el basamento de sus tracks, bombardeados de ruido blanco. Desenfado nominativo (Fresa Intravenosa, Chocomel, Martes Menta, Carolina Letal) para acompañar al jazz mutante de una realidad paralela, o mejor, a la música ambiental para un manicomio de androides del próximo siglo. Elige tú.
HÁKIM DE MERV.
Extraído de la Revista 69, algún numero del año 2002.
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